Alberto Aziz Nassif
Cada año llegan los resultados de la encuesta Latinobarómetro —que mide cómo está la democracia en 18 países de la región— y cada año vemos que México sigue instalado en los últimos lugares. Puede haber diversas explicaciones, pero se pueden sintetizar en dos visiones: de plano en nuestro país no hemos entendido de qué se trata esto de la democracia, o nuestro intento democrático ha sido deficiente y fallido. Veamos qué significa cada una de las opciones.
La democracia se ha convertido en una de las grandes narrativas contemporáneas, existe una amplia diversidad de escuelas, autores y jerarquías. Pero vayamos a lo más contrastante: la perspectiva que habla procedimientos y normas para administrar el acceso al poder y establecer cómo se forma un gobierno representativo; en donde el individuo tiene garantizado derechos y obligaciones, es lo que se conoce como la vía procedimental. La otra forma es la que considera que además de los mecanismos se necesitan compromisos sustantivos y que la participación ciudadana es fundamental. No se trata sólo de individuos, sino de colectividades. Hoy sabemos que la dimensión representativa y la participativa son complementarias; que el voto es sólo una parte del proceso; que se necesitan de otros mecanismos y controles del poder y que es básico que los gobiernos rindan cuentas, que los recursos se manejen con transparencia, que haya resultados y mejores accesos a bienes públicos como salud, educación, mejor salario y condiciones de bienestar. Este conjunto de temas son los que Latinobarómetro evalúa cada año.
Los resultados de la evaluación muestran lo que la ciudadanía opina y percibe, y no lo que ciertas teorías dicen que debería ser la democracia. México forma parte de los países en donde el apoyo a la democracia ha bajado de forma considerable en los últimos años y no parece que se vaya a recuperar pronto. A la pregunta clásica de si la democracia es preferible a cualquier otra forma de gobierno, nuestro país sólo obtiene un 37% y está en el último lugar a un año del regreso del PRI. El promedio de la región es de 56% y el más alto es Venezuela con 87%. Un 44% de los mexicanos considera que la democracia tiene “grandes problemas”. A la pregunta sobre satisfacción democrática de nuevo México está a la cola con un 21%, sólo superado por Honduras, cuando el promedio de la región llega a 39%.
Hay dos variables importantes para valorar los juicios sobre la democracia, una tiene que ver con las instituciones y otra con las condiciones económicas. Un supuesto básico de ciertas escuelas considera que la democracia se lleva a cabo mediante el juego de partidos políticos que están representados en el Congreso, además de condiciones de libertad y de bienestar. Autores clásicos hablaron de condiciones mínimas para un ejercicio ciudadano y democrático, que hoy siguen vigentes, como salario digno y educación. Un desarrollo democrático sin partidos y sin Congreso sería muy complicado, para algunos es imposible. Sin embargo, nuestro país encabeza las dos listas: para un 45% puede haber democracia sin partidos y para un 38% puede haber democracia sin Congreso. En la parte económica hay dos preguntas que juntan a México con varios de los más pobres de la región, los países centroamericanos. La primera pregunta es si alguna vez no ha tenido suficiente para alimentarse, y un 34% responde afirmativamente, y la segunda es si se ha quedado sin dinero para comprar comida, y un 55% dice que sí.
Nuestro país tiene una de las economías más grandes de la región, tiene la segunda población solo después de Brasil, pero la democracia mexicana sale muy mal evaluada. Si pensamos que los mexicanos no hemos entendido de qué se trata el juego democrático, entonces la carga de la responsabilidad está en los ciudadanos. Si por el contrario, se considera que tenemos graves deficiencias, que los peor evaluados por los ciudadanos son los partidos políticos, los diputados y senadores, y que hay graves problemas de corrupción, inseguridad, a lo que se suma la precariedad, el desempleo y el difícil acceso a bienes públicos, entonces la carga de la mala evaluación está en la élites, en los intereses dominantes y en la clase política. Si vemos que los partidos se han convertido en una estructura llena de privilegios y dinero público con poca transparencia; si vemos que la percepción sobre el Congreso es que se legisla para el interés de unos cuantos; si se considera que el gobierno está lejos de resolver la corrupción, la inseguridad y la pobreza, entonces podemos entender la cifras de Latinobarómetro y por qué vamos tan mal...
Investigador del CIESAS
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