México, enero (SEMlac).- México se convirtió en el quinto
país de América Latina en aplicar la paridad de género en la
conformación de los parlamentos, a partir del pasado 13 de diciembre,
cuando fue aprobada la Reforma Político-Electoral por el Congreso de la
Unión.
La decisión fue adoptada tras la iniciativa de ley que envió al
Congreso el presidente Enrique Peña Nieto, 45 días antes de cumplir su
primer año de gobierno y luego de haberla anunciado en el 60
aniversario del sufragio femenino, en octubre pasado, tras haberse
alcanzado en la presente legislatura el mayor número de legisladoras en
su historia.
Las mexicanas podrán ser elegidas en las listas electorales de
manera paritaria a los varones (50/50) a partir de las próximas
elecciones federales de 2015, hecho muy significativo porque, con la
aprobación de esta reforma concluyeron 189 años desde la primera vez
que las mujeres pidieron la ciudadanía en Zacatecas, en 1824, cuando
todavía había olor de la pólvora por la guerra de la independencia.
La paridad es un hecho de importancia en el contexto de la reforma
político- electoral, la cual también establece la creación de un nuevo
órgano electoral nacional, la reelección de diputados y alcaldes, así
como reducir los tiempos de campañas electorales y la posibilidad de
anular una elección por rebase de topes de campaña.
El acuerdo para la paridad política coloca a México en el quinto
país de América Latina con ese derecho, tras Costa Rica, Bolivia,
Venezuela y Ecuador, y si bien la impulsó el presidente Peña Nieto y
ahora ya varios gobiernos de los estados de la República también la
están proponiendo, es el resultado de la movilización de las mujeres y
del consenso alcanzado por legisladoras de todos los partidos políticos.
En la discusión plenaria de la reforma se intentó colocar la paridad
de género de candidaturas legislativas en un artículo transitorio, pero
unidas las congresistas lograron que fuera incluida en la reforma
constitucional. En especial, tres senadoras alzaron su voz para
imponerse: Angélica de la Peña, del Partido de la Revolución
Democrática (PRD); Diva Hadamira Gastélum, del Partido Revolucionario
Institucional (PRI), y Marcela Torres Pimbert, del Partido Acción
Nacional (PAN).
Las legisladoras lograron abrirse paso con la demanda de las mujeres
de participar en condiciones de igualdad en la vida política de México,
luego de ser incluida en el artículo 41 constitucional la paridad de
género en las candidaturas al Poder Legislativo federal y local.
Asimismo, se hizo ver que este significativo avance responde a los
compromisos asumidos por el Estado mexicano en la Convención sobre la
Eliminación de Todas las Formas de Discriminación Contra la Mujer, el
Pacto Internacional sobre Derechos Civiles y Políticos, y otras
conferencias sobre derechos civiles y políticos, así como conferencias
internacionales.
La demanda de paridad era un pendiente de la Legislatura federal
anterior, durante la cual también se trabajó una reforma política, pero
la propuesta respaldada por empresarias, profesionales, académicas y
activistas no fue tomada en cuenta en las discusiones.
La construcción y reconocimiento de liderazgos femeninos comenzó a
apuntalarse, de manera más decisiva, cuando llegó al Congreso, en 2012,
un número histórico de mujeres, que en el Senado alcanzaron 33 por
ciento y en la Cámara de Diputados, 37 por ciento. Sin embargo, en el
ámbito local la participación femenina sigue siendo muy limitada:
apenas del siete por ciento en las presidencias municipales y del 24 en
las cámaras locales.
Se consiguió un elevado porcentaje de legisladoras federales en las
elecciones de 2012, gracias a una resolución de la Sala Superior del
Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación.
En esa ocasión, ese tribunal determinó que la excepción de
candidatos de mayoría relativa para no aplicar cuotas de paridad no
podía ser invocada por los partidos políticos y los obligó a registrar
mujeres para las elecciones federales de 2012.
La paridad de género en las candidaturas legislativas viene a
sumarse a lo establecido en el Plan Nacional de Desarrollo del gobierno
de Peña Nieto, que entre sus tres estrategias transversales incorporó,
por primera vez, la perspectiva de género en todas las tareas públicas
y programas de su gobierno.
Al respecto, la presidenta del Instituto Nacional de las Mujeres,
Lorena Cruz Sánchez, señaló que esa medida gubernamental está
propiciando que los programas de las dependencias y entidades de la
administración pública federal se estén realizando con enfoque de
género, lo cual "será un acelerador de la igualdad entre mujeres y
hombres".
Como reacción a la paridad de género en las legislativas, mujeres
representantes del movimiento feminista y del ámbito político
coincidieron en que los derechos políticos de este sector poblacional
no pueden limitarse solamente a esa conquista, sino que hace falta que
la igualdad entre géneros abarque todos los ámbitos.
Marta Lamas, antropóloga y feminista, manifestó que "la paridad va
más allá de las listas electorales, pues una política paritaria debe
dejar de plantearse en un solo sentido".
A su vez, Patricia Mercado, excandidata presidencial, fundadora de
diversas asociaciones civiles de mujeres y actual secretaria del
Trabajo y Fomento al Empleo del gobierno del Distrito Federal, dijo que
haber establecido la cuota de 50 por ciento es un gran avance, pero que
la representación política abarca otros espacios de la vida pública
donde no hay equidad de género en cargos de responsabilidad para
compartir con los hombres encargos sociales, políticos y económicos del
país.
En efecto, menos del 10 por ciento de los municipios del país son
presididos por mujeres y la media nacional de ellas en los congresos
locales es de 24 por ciento, mientras que México se quedó sin
gobernadoras en las entidades de la República, a partir del primero de
octubre de 2012, al salir Ivonne Ortega, del PRI, de su cargo en
Yucatán, por lo que han quedado solo hombres en las 32 entidades
federativas del país.
Además, las mujeres cubren apenas 24 por ciento de los puestos
directivos superiores. En el Ejecutivo Federal, la participación
femenina en los mandos medios y superiores representa 35,5 por ciento y
se concentra en la más baja jerarquía, en cargos como subdirectoras,
jefas de departamento y enlaces.
Los puestos de alta dirección en las entidades federativas tienen
una presencia femenina de tan solo 14,6 por ciento, mientras que en la
Suprema Corte de Justicia de la Nación, solo dos de los 11 ministros
son mujeres. De los magistrados del Pleno de los Tribunales Superiores
de Justicia, en 2012, el 28,6 por ciento eran mujeres.
Hasta diciembre pasado, el principio de paridad política de género
constituía una meta para superar el concepto de cuotas, en términos de
equidad, y franquear las limitaciones establecidas de 60-40, lo que con
anterioridad lograron algunos congresos locales de la federación.
En Puebla, por ejemplo, el Congreso local aprobó por unanimidad, en
octubre último, el 50 por ciento de candidaturas para mujeres, y lo
mismo ocurrió en Baja California Sur, donde el Congreso incorporó en su
legislación, el pasado 24 de octubre, la paridad de género para la
conformación de los ayuntamientos y el Congreso estatal.
Hay mucha diferencia en materia de cuotas de género en otras
entidades de México, debido a que cada estado tiene su propia
constitución, con excepción del Distrito Federal, así como leyes y
códigos electorales. Mientras que en algunos estados se contempla el 30
por ciento de participación femenina, en otros el porcentaje aumenta a
40, incluso en algunos casos, sin contar a Puebla y Baja California
Sur, que recientemente aprobaron la paridad, algunas entidades ya la
habían introducido en sus legislaciones (50%). De ese modo, mientras en
entidades como Guerrero y Nayarit no se especifican un porcentaje
mínimo de cuotas de género, en Guanajuato, Jalisco y Sinaloa, las
mismas no aplican a las candidaturas por principio de mayoría relativa
o elección directa por distrito. Sólo valen para las listas
pluriominales.
En la mayoría de las entidades prevalece la ecuación 70/30 de las
cuotas de género, aunque en algunos casos se manejan porcentajes
diferenciados según el principio de las candidaturas, como en Colima,
donde se aplica el 30 por ciento de candidaturas de mujeres por
principio de mayoría relativa y 50 por principio de representación
proporcional. En el Distrito Federal, en el primer caso es de 30 y en
el segundo de 46.
Entre las legislaciones más avanzadas se encuentran los casos de
Campeche, Chihuahua y Sonora, únicas entidades que contemplaban la
aplicación de la paridad (50%) en las candidaturas por ambos
principios, tanto a propietarios como suplentes.
Al quedar la paridad de género plasmada en la Constitución Política
de los Estados Unidos Mexicanos, el pasado mes de diciembre, las
legislaciones locales tendrán que adaptarse al nuevo criterio normativo.
La senadora De la Peña dijo que desde 1953, cuando las sufragistas
lograron el derecho al voto para las mexicanas, los avances fueron
importantes en las cuotas de género, pero subrayó que en esta reforma
político-electoral era hora de contemplar la paridad en las elecciones
federales y estatales. |
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