1/13/2014

Vagoneros y vendedores ambulantes del DF uníos hasta que les solucionen el empleo por el gobierno




Pedro Echeverría V.
 1. ¡Qué fácil para el gobierno perseguir a más de 500 mil vendedores ambulantes porque afean el rostro de la gran ciudad turística! ¡Qué sencillo para ellos echar a los 25 mil vagoneros del Metro porque "los ciudadanos no los quieren".  Mientras cada vendedor –rompiéndose el cuero todo el día- puede ganar de 100 y 600 pesos diarios, los gobernantes –sin ningún esfuerzo y de manera segura- pueden meter en sus cuentas bancarias hasta 10 mil pesos al día. En tanto gobernantes y empresarios tienen asegurado los lujos y despilfarros diarios de su familia; los vendedores tienen que trabajar diario para evitar que sus hijos queden sin comer. Si los gobiernos nos persiguen –dicen los ambulantes siendo nuestro trabajo legal y a la luz del día, ¿no están acaso empujándonos a la ilegalidad al tratar de conseguir nuestro sustento diario? ¿De qué se trata? 
2. La estrategia represiva del gobierno de la ciudad de México contra las decenas de miles de vendedores del Metro es casi idéntica a la que se usa contra los maestros del país que fueron desalojados del Zócalo y luego del Monumento de la Revolución. Es una limpia racista contra los trabajadores que se manifiestan en las calles defendiendo su trabajo y su vida. Por ello la demanda que dieron a conocer los trabajadores que venden mercancías en el Metro es muy clara: "asegúrenos un empleo y dejaremos de vender en el Metro", o bien "invierta el gobierno en nuestros planes productivos y nos retiraremos". Pero los gobiernos, como a través de las décadas han sido lo campeones de la demagogia, las promesas y los engaños, sólo podremos creerles hasta ver la solución a los 25 mil trabajadores, no sólo a mil o a la cuarte parte. 
3. Recuerdo que los compañeros trabajadores "piqueteros" que rodeaban a Buenos Aires en los años 2000-2003, exigían al gobierno de De la Rúa, Duhalde, inversión en planes o proyectos productivos para el autoempleo  ante el enorme desempleo que azotaba al país. Los compañeros del "Gran Buenos Aires" o conurbados de la ciudad, decidieron construir sus campamentos en las "rotondas" o glorietas atravesadas por varias avenidas y calles bloqueando todo el tránsito. En cada plantón de los 20 o 30 que funcionaban, se situaban unos mil piqueteros en sus campamentos y construyeron cocinas improvisadas, además de grandes ollas con mate para todos los miembros del plantón. En la rotonda de Pasco (donde estuve 10 días) se bloqueó una gigantesca distribuidora de carne que tenía que entregar varios kilos al plantón para poder sacar sus camiones repartidores. De día había comisiones, mítines y círculos de estudio. 
4. Me imagino a las decenas de miles de desempleados en México con plantones en tres o cuatro glorietas del Paseo de  Reforma, de Insurgentes y de la Calzada de Guadalupe repitiendo la experiencia de la exigencia al gobierno de que invierta en  Planes y Proyecto de panaderías, dulcerías, curtidurías, etcétera, para el autoempleo. Obvio que mientras no lo haga, los plantones no deberán disolverse. Los "piqueteros" y "caceroleros", junto con las abuelas de la Plaza de Mayo, unían fuerzas para golpear a esos gobiernos obligándolos a ceder. Pienso que los gobiernos de los Kirchner, que arreglaron un poco la economía de Argentina, les deben mucho  a esos trabajadores que durante dos años por lo menos se plantaron en las calles para derrotar "el corralito del dólar". 
5. Los vagoneros y demás trabajadores ambulantes tienen que organizar grandes asambleas para afinar criterios y lograr la unidad. No pueden hacerlos tontos con prometerles 25 para darles dos y dividirlos. Hay que gritarle al gobierno que no juegue con la seguridad y la vida de sus familias. Tanto los gobiernos de Mancera y Peña Nieto cuentan con enormes presupuestos que deben ser para los trabajadores pero los usan para los grandes banqueros, políticos y comerciantes. No está mal la experiencia de los "piqueteros" de tomar glorietas e instalar un plantón (si es posible con sus familias) hasta en tanto les resuelven a los 25 mil (no a dos mil) contar con un trabajo. Quizá sus luchas –aunque no estaban contempladas- ayuden al gobierno de Peña Nieto a cambiar de política para beneficiar a la clase trabajadora. 
6. Vagoneros del Metro: yo les he visto infinidad de veces luchando por vender sus productos en el Metro, fuera de él y en las calles. Estar desde las seis de la mañana hasta las 12 de la noche gritando, cargando mochilas y bocinas, así como mal comiendo para llevar un poco de dinero a la familia, entre millones de personas que viajan en cada vagón en las horas pico, no es nada deseable. Ustedes han estado siempre abiertos al diálogo de igual a igual cuando los gobernantes son inteligentes y respetuosos; pero si al contrario, se les busca someter y perseguir, están en su derecho de defenderse como cualquier ser humano que realiza un trabajo legal y a la luz del día. Busquen la unidad, logran la fuerza y no se aceleren. No caigan en la provocación de las autoridades que buscan pretextos para reprimirlos. (13/I/14) 

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