1/16/2014

Reforma financiera extranjerizante



Manuel Bartlett

Peña Nieto, el 9 de enero, en lucido escenario, ante los presidentes de las mesas directivas, de las comisiones de Hacienda y legisladores de ambas Cámaras del Congreso y directivos financieras públicas y privadas, anunció la promulgación de la reforma financiera que “permitirá que haya más crédito y este sea más barato”: “Es importante destacar —dijo— que las trece iniciativas aprobadas —que integran la reforma— fueron ampliadas y enriquecidas durante el proceso legislativo, para alcanzar cuatro objetivos: 

1) impulsar la banca de desarrollo, recuperar el mandato de las instituciones financieras de promover el crecimiento. 

2) Mejorar la certeza jurídica de los agentes privados, facilitando la ejecución de garantías para que presten más. 

3) Incrementar la competencia entre bancos, para tener tasas más bajas y cobrar menos comisiones; y 

4) fortalecer la solidez del sector financiero.

La reforma reajusta todo el sector financiero que domina la economía nacional, en la visión neoliberal, sus demandas son consideradas prioritarias sobre los sectores productivos, así, la reforma financiera de Peña Nieto, en vez de regular y controlar al sector, que incumple su función: no presta, especula, no apoya el desarrollo, profundiza la desigualdad, lo fortalece frente a los usuarios.

Peña Nieto enaltece el proceso legislativo, las trece iniciativas que contiene —dice— fueron ampliadas y enriquecidas, consciente del funcionamiento impositivo del Congreso, intenta rescatarlo. En efecto, el dictamen en 800 hojas, no fue enriquecido, se aprobó sin discusión real, sin que los legisladores conocieran lo que aprobaban por consigna, así pasó la reforma fiscal, con la misma dirección ideológica, profundización neoliberal y desatención de los objetivos sociales de la Constitución. Se reclamó en la tribuna del Senado, sin que los medios lo analizaran, la Nación nuevamente ignoró lo aprobado, como estoy seguro, la mayoría de los legisladores aplaudiendo en la promulgación.

En la reforma, el Estado abdica en su responsabilidad de compeler al sector, a atender las necesidades nacionales, ignora las ganancias desproporcionadas que extrae, nada intenta ante su negación de créditos a los sectores productivos. La Banca de Desarrollo se rediseña con criterios de mercado, por lo que seguiremos sin tener banca que impulse la producción y el empleo. Afirma que la competencia incrementará el crédito y bajarán las tasas de interés, lo que es una falacia. La banca con reforma o sin reforma, sólo presta a quien garantiza el pago, la política económica no lo asegura; la reforma no cuestiona su responsabilidad; impulsa mayor desregulación a favor de prácticas económicas que han desquiciado la economía y establece mecanismos para que la banca cobre lo más rápido posible, a través de garantías o embargos a costa de la mayor descapitalización de los deudores; no ataca las causas de la restricción crediticia, ni la insolvencia y las altas tasas de interés; protege al acreedor, no a la empresa con problemas de pago. Los intereses de la Banca se ponen por encima de los usuarios.

La reforma establece un régimen para que gobiernos extranjeros participen en el capital de sociedades operadoras de inversión y en las decisiones financieras en México; amplía la presencia de capital extranjero en nuestra economía, apremiados para asegurarle el flujo de recursos que el dominante sector requiere. El incremento del capital extranjero en amplios sectores de la economía, le confiere creciente poder político, capaz de lograr que las políticas económicas respondan a sus intereses. La reforma acentuará niveles de concentración de la riqueza, aumentando la dependencia, la pobreza y la violencia. Facilitar la mayor concentración de las entidades financieras, aumentará su capacidad para acciones especulativas. 

Senador de la república

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