MONEDERO
Especial
Por: Carmen R. Ponce Melendez*
Cimacnoticias | México, DF.
Reflexionar
sobre los saldos de 2013 y las posibilidades del año que inicia es un
ejercicio muy necesario en las actuales condiciones del país y de las
mujeres en particular.
Hay varios acontecimientos que marcan el año que termina, sus efectos
pueden ser como atinadamente señala Guillermo Almeyra: “Un año que
prepara otros peores” (La Jornada, 5 de enero de 2014).
La problemática de la inseguridad sigue pendiente, no está resuelta,
con sus efectos desastrosos particularmente para las mujeres y la
violencia que las envuelve.
Se cumplieron 20 años del Tratado de Libre Comercio, es el primer año
de gobierno del presidente Enrique Peña Nieto, el regreso del PRI,
después de 12 años.
Un regreso marcado por la aprobación de reformas estructurales en áreas
como: telecomunicaciones, educación, fiscal y energética, ésta última
determinante para el futuro y la soberanía nacional.
En la publicidad oficial estas reformas se ofrecen como “un futuro venturoso y un ambiente bucólico” para los próximos años.
Expectativas falsas que en los primeros días se confrontan con una dura
realidad conformada por aumentos en las tarifas eléctricas, en los
precios de las gasolinas, del gas LP, y en general aumentos en los
precios de los alimentos.
Todo esto ya se “comió” al raquítico aumento del 3.9 por ciento del
salario mínimo y la cuesta de 2013 se prolonga a 2014. Se prometió el
oro y el moro y no es posible cumplir. ¿Todavía habrá quien lo crea?
Siguiendo con los resultados “duros”, las jefas de familia pobres
enfrentan y han enfrentado desde 2008 una disminución importante de las
remesas, dinero que envían a sus hogares las y los trabajadoras
migrantes.
Para noviembre estos recursos reportaban una caída de 4.9 por ciento
respecto a 2012. Este flujo de recursos depende estrictamente de las
condiciones de la economía norteamericana y su mercado laboral.
Otro factor de dependencia del exterior que tiene el país, misma que se
acentuará con la reforma energética, por eso el beneplácito con que
recibió la prensa estadounidense las reformas, en especial la apertura
de Pemex a la inversión extranjera.
Lo cierto es que la economía no crece y el desempleo aumenta, durante
2013 Cepal estima para México un crecimiento del PIB de 1.3 por ciento,
una drástica caída respecto al 3.9 por ciento de 2012. La proyección
para este año es 3.5 por ciento, pero depende de la demanda externa y
su dinamismo (exportaciones a Estados Unidos, básicamente).
México es el país de América Latina con el crecimiento más bajo en
2013, sus cifras contrastan con el crecimiento regional que fue de 2.6
por ciento, o bien el dinamismo de economías como Argentina, Chile,
Colombia, Guyana, Nicaragua y Uruguay; sus crecimientos fueron de entre
4 y 5 por ciento.
De conformidad con datos del Inegi, durante los primeros nueve meses
del año el PIB sólo creció 1.2 por ciento. La caída más importante de
este importante indicador está en el sector industrial: en el primer
trimestre de 2013 tuvo una disminución (-1.7), frente a un 4 por ciento
del año anterior y durante los tres trimestres mostró cifras negativas.
Esta recesión obedece a factores internos, esencialmente el ajuste y
ritmo de ejecución en el gasto público que se tradujeron en una menor
inversión púbica, afectando a la industria de la construcción (-4.5 por
ciento), y en general a todo el dinamismo de la economía en su
conjunto, se contrajo más la demanda interna, sólo creció 1 por ciento
frente al 4.8 por ciento del año anterior.
También contribuyó la sobrevaluación del peso respecto al dólar,
ocasionó el encarecimiento de las exportaciones y su disminución, sobre
todo en los dos primeros trimestres del año.
Durante los primeros 10 meses del año las exportaciones totales
crecieron a un ritmo de 2.4 por ciento, mientras que para el mismo
periodo de 2012 este crecimiento fue de 6.9 por ciento, una reducción
importante de 4.5 puntos porcentuales.
Esta situación se reflejó en el índice de confianza del consumidor que
mide el Inegi; éste muestra una caída significativa de 5.5 puntos
porcentuales, en especial en el renglón de “situación económica del
país hoy en día, comparada con la de hace 12 meses”; su expectativa
bajó 10.5 puntos porcentuales (datos de noviembre de 2013).
Una desaceleración económica de esta magnitud evidentemente se expresa
en mayor desempleo. Muy en particular en el empleo formal, en el
femenino, así como en el de jóvenes. Al enfriarse la generación de
empleos las primeras afectadas y afectados son las y los nuevos
entrantes al mercado laboral, ahí las y los jóvenes están
sobrerrepresentandos.
En los primeros nueve meses del año el empleo formal tuvo una reducción
muy grave, del 42.2 por ciento. El número de trabajadoras y
trabajadores registrados ante el Instituto Mexicano del Seguro Social
(IMSS) fue de 487 mil 528 personas, en tanto que para el mismo periodo
del año anterior ascendió a 693 mil 412 personas.
Tomando como referencia las tasas de desempleo abierto (TDA) femenino
que reporta Inegi, para el año que concluyó (con todo lo cuestionables
que son) se aprecia que éstas son más altas que el crecimiento del PIB
(4.41 en noviembre y 5.25 para enero), también son TDA superiores a las
de 2012 (ver gráfica). Más pobreza.
Vistas así las cosas difícilmente puede afirmarse que fue “un buen
año”. Las promesas de que vendrá mayor inversión extranjera que saque a
la economía del bache son tan falsas como lo es que esta recesión de
2013 fue provocada exclusivamente por factores externos. ¿Dónde está la
capacidad de gobernar?
No se ha anunciado una política económica interna, articulada a la
generación de empleos y como bien afirmó recientemente una funcionaria
de la ONU: sin empleos dignos México no podrá salir de la pobreza.
¡Feliz año nuevo!
Twitter: @ramonaponce
*Economista especializada en temas de género
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