por: Redacción Revolución
Por: Emma Martínez
(26
de enero, 2017. Revolución TRESPUNTOCERO).- El Doctor Lorenzo Meyer,
reprueba categóricamente el actuar del gobierno mexicano, durante este
sexenio, y a través de un análisis exhaustivo y reflexivo, realiza un
contraste entre el aire de suficiencia del gobierno y los paupérrimos
resultados que ofrece, lo anterior se plasma en su más reciente obra
Distopía mexicana (Random House Mondadori. 2017).
Sus
argumentos se ven respaldados por las cifras de la calificada
“catástrofe”. La cuales describen la raíz de varios de los problemas de
México. El libro se centra en el tiempo presente. Puntualmente en los
años transcurridos del sexenio de Peña Nieto.
“Si se
puede hablar de utopía en México, había un proyecto, una cosa a la que
nunca se puede llegar pero si aspira, ahora mismo hablamos de
‘distopía’, que es un sitio que no existe pero en donde todo está mal.
En
donde existe el ejercicio del poder de una manera brutal y no para el
beneficio de la comunidad, sino para el beneficio de la cúpula política,
no hemos llegado a eso pero vamos directo a eso”, asegura el Doctor
Lorenzo Meyer, a Revolución TRESPUNTOCERO.
A
su vez, afirma que la obra es una crítica y un análisis de cómo fracasó
la transición a la democracia y es que, comenta, el sistema político
mexicano tal y como está hoy es un híbrido, no es una democracia,
tampoco es el autoritarismo clásico del pasado priísta que tanto éxito
tuvo.
Pero se mantiene vivo. Va más de un siglo -al
menos en algunas entidades del país- en donde el embrión del sistema
autoritario priista se ha enraizado. “El enfoque es tratar de ver en
situaciones concretas los partidos políticos, la política exterior, la
presidencia, los poderes fácticos, como rasgos fundamentales de ese
sistema tan exitoso que le da la característica al siglo XX mexicano;
ese nacimiento, formación, dominio y decadencia de un grupo que por
accidente casi en 1929 se conformó como partido político y que se va
transformando hasta crear al PRI”, comenta Meyer.
Y
agrega que, concediendo ciertas licencias, se puede decir que este es el
siglo del PRI. El cual volvió en 2012. “Ese retorno y sus consecuencias
lo que hizo es una distopía, porque es el intento de no permitir el
cambio de fondo del autoritarismo, sino mantenerlo con ciertas
concesiones que no se pueden evitar.
Ahora es más
difícil repetir un 68 o 71, es más difícil repetir la guerra sucia de
Guerrero en los años sesentas, pero la esencia se conserva, aunque ahora
hay un poco más de acceso a la información y que los votos más o menos
se cuentan, así como las reglas de una elección más o menos se observa,
es decir ya no es uno ni lo otro”.
En dichos
elementos se centra el análisis de Distopía mexicana; los cuales
permitieron afirmar que no satisface a los mexicanos la realidad
política en la que se vive. Y es porque, a decir por el cientista
social, mantienen vivos muchos rasgos no propios de la democracia sino
del autoritarismo del pasado. Durante la entrevista, Meyer asegura que
visualiza lo que resta del sexenio como un “desastre”.
“En
mi visión histórica, pensé después del 2000 que el PAN era un desastre,
pero no podía volver el PRI, porque pertenece al pasado; señalaba yo
que tiene una gran biografía pero tiene muy poco presente y no tiene
futuro. Me equivoqué un tanto, porque se hizo hasta lo imposible porque
en 2006 la transformación política de México no continuara.
En
México la izquierda puso en jaque a la derecha, el neo-Cardenismo
siendo un desprendimiento del PRI se convirtió en un partido de
centroizquierda, es la herencia cardenista hecha partido y se enfrentó,
era un golpe al búnker, a la ciudadela autoritaria, pero se desgastó
muchísimo y por esa hendidura se mete Fox, quien se hace del poder y no
la izquierda”.
Señala que parecía había llegado una
derecha que se suponía democrática, pero en el 2006 se muestra que no
tiene una visión a largo plazo, explica, “sino que son chiquitos,
retrógradas, entonces como consecuencia hay una elección sin legitimidad
en aquel año.
Fox jugó el papel de la parcialidad y
se sintió orgulloso de haber hecho posible la derrota de Andrés Manuel
López Obrador, en colaboración del Consejo Coordinador Empresarial, que
se metió ilegalmente y luego los medios hicieron todo lo posible y la
iglesia por evitar lo que sería el tránsito más o menos normal del
autoritarismo priísta, a una derecha democrática, a una izquierda no
revolucionaria”, asevera el Doctor.
Asegura, que en
ese punto cuando “se torció” el proceso político, “se adulteró demasiado
el germen de la democracia” que había surgido y el resultado es el
retorno del PRI, “que no debió de haber retornado porque no nació como
partido, sino como organización política del Estado para administrar las
elecciones y administrar la renovación de los cuadros en el poder pero
no para permitir a ningún otro partido ejercer ese poder.
Entonces
el PRI acostumbrado a ese tipo de política es echado del poder, pero
cuando quienes tienen el poder se vuelcan contra la izquierda, el PRI
también y entonces tiene una alianza, la cual se vio clara cuando en el
Congreso panistas y priístas aceptan el desafuero de Andrés Manuel ‘por
autoritario’, porque quiso abrir una calle y en un país como México ese
autoritarismo inaceptable”, señala Meyer.
Así,
finalmente el PRI vuelve al poder y una parte conservadora de la
sociedad lo acepta, en tanto otra por pobreza física, económica,
material y por pobreza en su cultura política, se queda enganchada en
las viejas maquinarias del PRI y en su clientelismo, explica.
Donde
se aceptan tarjetas de Monex y Soriana, y así “sí vale la pena ir a
votar por el PRI”, estas acciones el Doctor Meyer las explica como una
parte mexicana que es producto de una larga historia de siglos de vivir
como súbditos, y de comportarse de tal manera, como clientes y patrón,
lo cual se convierte en un compromiso.
“Ese PRI que
vuelve no tenía porque hacerlo, no estaba en la lógica del proceso de
democratización, que el partido por definición autoritario se hiciera
cargo de la transición democrática, pero falló el PAN y ayudó a llegar a
un PRI que dice en el discurso, y que nadie en su sano juicio lo podía
creer, es un ‘nuevo PRI’.
Pero no puede cambiar si
vienen del Estado de México y de Hidalgo donde no han tenido nunca a la
experiencia de un cambio aunque sea superficial, se aceptó y resultó que
era el viejo PRI. Nada más que más burdo y menos capaz de lidiar con la
sociedad cada vez más compleja. Y sin experiencia de poder federal,
todo es Toluca pero fuera de Toluca todo es más complicado”, señala el
autor.
Porque, agrega, esto no es Toluca. Estamos a
años de distancia entre lo que es la responsabilidad nacional, la
complejidad nacional, los actores nacionales y el Estado de México, en
donde se controla el Congreso, la oposición, a los medios y se maneja
muy bien la relación con algunas de las grandes empresas. Sobre todo si
dichas empresas aportan una contribución a quienes les otorgan
contratos.
Es justo ese tipo de política, asevera, es
que el que se trasladó a lo nacional, “desde luego no tienen una idea
de que es la política internacional, porque Toluca está al centro y para
Toluca la política internacional, es la política con la Ciudad de
México y con el presidente”.
Lo que lleva, se explica
en la obra, a un fracaso rotundo, que hizo perder a México, no
solamente algunos años de avance, sino que también perder el momento de
infancia de nuestra democracia política, la cual fue “detenida en seco”,
se añade, por lo que no se pudo seguir la ruta para la democratización
de las instituciones y de la vida pública.
Meyer,
afirma que de lo anterior, el primer responsable es Vicente Fox, y
después Felipe Calderón, así como del PRI y de una parte de la sociedad
mexicana que decidió irse por ese camino, porque Peña Nieto no ganó por
mayoría absoluta, sino por mayoría relativa. “Y por eso estamos en una
situación tan dramática para México”.
En tanto,
afirma que la izquierda puede llegar al poder en 2018 pero será un
camino difícil. Y aunque los proyectos nacionales son parte de la
realidad, son visiones de una élite, ya que la nación no puede tener un
proyecto no siendo un individuo; pero al haber quien desde arriba
propone las metas y una parte de la sociedad dice que “no está mal”, se
da paso a despertar la imaginación. Y teniendo suerte y apoyo social,
posiblemente se realice parte del proyecto nacional, pero, comenta, no
es tanto lo que se cumpla sino la dinámica que imprime a una sociedad el
pensar que se puede concretar.
“Necesitamos un
proyecto para despertar la energía social y encausarla, porque sin uno
de nada sirve protestar por el gasolinazo, a dónde se dirige la energía
despertada por la inconformidad; esa energía social convertida en
energía política puede ser formidable pero tiene que haber un canal para
que de energía pase a efectivamente cambiar algo, eso se logra con un
proyecto”, declara Meyer.
Quien a su vez, comenta que
los movimientos sociales son “interesantísimos” pero si no se dirigen
por la vía de instituciones no tienen resultados reales. Y aunque dichas
organizaciones son indispensables como punto de partida, tienen que
encontrar un canal, aunque no sea una institución formal, “aunque lo
natural es que sean los partidos políticos, esos son los que tienen que
canalizar los movimientos”, suma.
En su libro
Distopía mexicana, el Doctor Meyer asegura que muchos de los partidos
políticos son totalmente insalvables, porque no representan a una
sociedad inconforme, cita como ejemplo al PVEM, el cual, comenta, está
chupando del presupuesto y no representan a nadie más que ellos mismos;
en tanto Nueva Alianza, señala, parece ser una broma, sin embargo pero
reciben dinero y tienen representantes en las cámaras que apoyan al PRI.
Por
lo que, agrega, la única que tiene la posibilidad de canalizar el
descontento social, es la izquierda que no se dejó cooptar; porque “en
el PRD no se piensa, ya ejercieron el poder estuvieron en Guerrero, en
la Iguala de la tragedia, y el gobernador priista era también del PRD,
otro ejemplo más es el gobernador de Michoacán que es del PRD.
No
queda más que la otra izquierda, a muchos les puede no gustar Andrés
Manuel tiene defectos, ha cometido errores, pero no queda otra. Es
difícil que llegue, pero esta vez una parte de quienes se opusieron a él
con vehemencia, que son los empresarios, ya no les queda otra, les
fracasó el PAN y les fracasó nuevo PRI”.
Señalando
que a los medios tampoco les fue bien con el “nuevo PRI”, puesto que
Televisa ha perdido mucho poder, no está muerta pero no está muy viva
que digamos, comenta. “Y por el lado de Estados Unidos es fantástico,
porque fue el país que apoyó Salinas, fue el que mantuvo a los sucesores
de Salinas.
Obama dijo que Calderón era el Elliot
Ness mexicano, un gran policía que estuvo peleando contra la mafia en
Chicago y que no la derrotó, por cierto. Bueno nuestro gran Elliot Ness
hizo una necedad; ahora a Estados Unidos ya no le importa México, le
importó en la Guerra Fría y casi por inercia le siguió importando un
tiempo, pero ahora mismo nos quieren distanciar, ya se perdió el apoyo,
aún así en caso que la izquierda llegue al poder, la va tener más
difícil que si hubiera llegado en 2006, muchísimo más difícil”,
sentencia Meyer.
Quien afirma el fue un crítico del
Tratado de Libre Comercio y la cercanía con Estados Unidos, así como la
dependencia, sin embargo, comenta el Doctor entre risas, “no imaginaba
que tan rápidamente Trump se fuera convertir en el padre de la segunda
independencia de México, es una especie de Miguel Hidalgo al revés. Nos
obliga a ser independientes”.
Sin embargo, recuerda
que fueron los norteamericanos quienes abrieron la puerta a los
migrantes, insistiendo que fueran al país del norte, “ahora dicen que se
equivocaron y queremos que se regresen. El obligarnos por la mala y con
un costo enorme, a tratar de buscar una fórmula, Estados Unidos nos
puede obligar hacer de una necesidad una virtud”.
Y
es que argumenta que la dependencia a Estados Unidos era cómoda para las
élites económicas y políticas, pero no para la sociedad, y es que aun
cuando se crean empleos, el TLC también destruyó muchos más, fue
destructor de una parte de la industria y principalmente del campo.
Como
conclusión, el Doctor Meyer, asevera que derivado de los fundamentos
plasmados en su obra, podría calificar al Estado como “semi-fallido”, ya
que es un sistema sin una personalidad clara, sin una fisonomía clara y
efectivamente algunas de las instituciones han fallado, así como
regiones. Tales como Tamaulipas, Michoacán, Guerrero y ahora Colima.
Relacionando
dicha situación a un ejército que siendo una de las situaciones más
importantes de cualquier Estado, parece detenerse en territorios donde
el narcotráfico construyó sus feudos. “El narco tiene una base
económica, domina en algunas partes a la autoridad municipal, influye en
la estatal, ahí hay un ‘Estadito’, y por algún tiempo es un poder real
que tiene todos los hilos para controlar una sociedad”.
Por
lo que reitera que el Estado en su conjunto no es fallido, pero tiene
zonas fallidas que en algún momento pueden determinar la política
general. Ésta y otras circunstancias podrías significar la posibilidad
del derrumbe de Peña Nieto, pero no precisamente del PRI, “podría
sobrevivir como un cascarón, el forro es el dinero que le da el Estado,
pero no puede haber alguien que crea en los valores y en la ideología
del PRI.
Dicho cascarón puede ser un obstáculo para
la izquierda en 2018 por el dinero, ya que vivimos en una sociedad donde
la mitad está catalogada como pobre y qué tiene que agarrarse ‘a clavos
ardiendo’. Creo yo que en este caso sí funcionaría una alianza de
izquierdas, pero la veo muy difícil porque el líder de una parte de esa
posible unidad no la quiere, ojalá se pudiera porque ya necesitamos a la
izquierda”, puntualiza Lorenzo Meyer.
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