¿Qué sucede cuando las sobrevivientes a la violencia sexual están delante pero también detrás de la cámara? Ese es el punto en el que converge Arenas de Silencio: olas de valor -Sands of Silence-,
que comenzó con la idea de documentar la trata y la explotación sexual y
acabó significando mucho más para la propia realizadora. Chelo
Álvarez-Stehle revela en la cinta los abusos sufridos en el pasado.
Después de recorrer medio mundo, sus planos son un viaje en sí mismo,
para su directora y para todas las espectadoras y espectadores.
La periodista y cineasta riojana
muestra los resortes que saltan en la sociedad y dentro de las familias y
grupos sociales cuando se rompe el silencio sobre casos de violencia
sexual. En la cinta aparece Virginia Isaías, una mujer mexicana que
logra escapar de una red de trata y prostitución
con su bebé de seis meses en el regazo, y cruza la frontera de Estados
Unidos dejando atrás toda una vida de explotación sexual. Diez años
después, Virginia es una lideresa contra la explotación sexual en la
comunidad latina del Sur de California. Anu fue secuestrada en su aldea
nepalí y vendida a un burdel de Mumbai (India) a los 16 años. Hoy es la
cofundadora de Shakti Samuha, una cooperativa de sobrevivientes de
tráfico en Katmandú.
Inspirada por mujeres como Anu y
Virginia, Chelo decide profundizar para denunciar la violencia sexual.
Ahí nace un viaje paralelo de introspección que empuja a la cineasta a
regresar a España y ahondar en los silencios dentro de su familia y, lo
más complejo de todo, acabar con el silencio sobre el abuso sexual
también en su vida. Este documental, presentado y premiado en el
Festival de Málaga, ha recogido recientemente el segundo Premio Fada a
la cultura.
¿Dónde nace Arenas de Silencio?
Después de casi 20 años trabajando
como periodista y documentalista sobre violencia sexual, limpiezas
étnicas que acababan también con violencia contra las mujeres,
documentando el tráfico de niñas del Himalaya a los grandes Burdeles de
India en Mumbai y Dehli… Estaba absolutamente obsesionada con estos
temas. Esto surgió de una inquietud interna que crecía y crecía. Llevo
años recorriendo el mundo trabajando sobre este tema y entonces llegó el
momento en el que pensé que tenía que hacer mi propio documental. Fue
hace 8 años y empezó con la idea de rodar un reportaje sobre tres
mujeres víctimas de trata… Pero en este proceso me doy cuenta de que voy
por ahí pidiéndole a la gente que rompa el silencio cuando yo no había
roto mi propio silencio. Entonces decido girar la cámara hacia el
interior y enfrentarme a mi pasado; a los abusos sufridos por mi hermana
en Zarautz y los sufridos por mí misma.
“DECIDO
GIRAR LA CÁMARA HACIA EL INTERIOR Y ENFRENTARME A MI PASADO; A LOS
ABUSOS SUFRIDOS POR MI HERMANA EN ZARAUTZ Y LOS SUFRIDOS POR MÍ MISMA”
Llegar hasta ahí es un camino largo…
Sí, de alguna manera todo aquello
explica las razones por las que este tema me removía tanto. Una de las
protagonistas fue traficada con su bebé en brazos y fue obligada a
prostituirse. Consigue escapar y ahora es una lideresa que apoya a otras
mujeres. Esa historia tan inspiradora me remueve, empieza mi viaje
interior y me doy cuenta de que yo también he sido víctima y de que no
lo he querido reconocer, me lo he ocultado hasta a mí misma. Empiezo a
quitar capas con la historia de mi hermana, de la que también abusaron.
En un viaje a mi tierra, La Rioja, decido enseñar este pequeño vídeo
sobre el caso de mi hermana y grabo la reacción de mi familia. Las
discusiones y dinámicas que se generan se convierten en un viaje al
interior de mi familia, una familia que puede ser cualquier familia de
clase media normal española. Proyectando ese vídeo intento romper el
silencio de mi hermana y trato de que todos los demás comprendan, pero
llega un momento en el que me doy cuenta de que yo también soy una
víctima… Lo mantuve oculto durante décadas. En ese punto del documental
es cuando la cineasta se abre y se rasga las vestiduras, se muestra.
También Virginia, la protagonista mexicana, rompe el silencio con su
madre y a nivel público en un momento del documental. Ese enfrentamiento
con la realidad es un ejercicio interesante.
Y en las proyecciones, ¿cómo reacciona la gente?
Han sido ocho años de sangre, sudor y
lágrimas, pero todo ha valido la pena cuando tras ver el documental,
jóvenes y adultos se sienten inspirados para romper el silencio. Algunos
en público, otros me lo comunican en privado. Y no sólo eso, sino que
una estudiante se ha animado a denunciar a un profesional médico en
activo que la violó. La hija de una prostituta desaparecida se ha
animado a decirle a todo el mundo que se siente orgullosa de su madre,
que se vio forzada a prostituirse cuando de adolescente huyó de un hogar
roto y fue violada y victimizada. Un recluso dijo que cuando cumpla su
condena por violencia de género será él mismo quién ayude a una víctima a
romper el silencio…
El documental mezcla distintos tipos de violencia, distintos contextos… ¿Crees que tienen el mismo origen?
Abarca todo el espectro de violencia
sexual (clero, trata, prostitución forzosa, abusos en la infancia)… En
este proceso yo percibo que los abusos a menores se han normalizado,
están ocultos, se silencian. Yo soy activista, en Nepal monté una
pequeña fábrica de mujeres que habían escapado de la trata, pero ya vale
de fijarnos solo en la trata por lo espectacular que tiene y lo
mediática que es, y no abrir los ojos al resto de violencias sexuales.
Los abusos en la infancia están tan normalizados que en nuestra sociedad
no hablamos sobre ello. Ya vale de hablar de trata y no hablar de lo
que tenemos delante de la nariz, en nuestros institutos, colegios,
iglesias, playas, fiestas… Todas hemos vivido en nuestra propia piel
agresiones sexuales de algún tipo o conocemos a alguien que las ha
sufrido. Yo minimizaba mi historia y no hay que restarle importancia
porque ahí empieza todo. Ese es el comienzo del silencio.
¿Y de dónde viene todo ese silencio?
El silencio viene del patriarcado,
del poder establecido, de una sociedad de cultura machista profunda que
nos hace callarnos. De ahí la necesidad de romper ese silencio. Empieza
por los chistes machistas, por los llamados micromachismos cotidianos.
Empieza por que se aceptan como normales una palmadita en el culo o un
comentario soez y luego viene todo lo demás… Es una semilla que va
creciendo. Tenemos que respetar la dignidad humana y el cuerpo es parte
de esta dignidad. Empieza por acabar con la cultura machista que
impregna a hombres y mujeres. Cuando eduquemos no solo en matemáticas
sino en la dignidad, el respeto, la igualdad y los derechos humanos,
habremos avanzado algo.
En los casos de violencia sexual hay un componente de culpa, ¿no?
Yo me sentía culpable. La mayoría de
las víctimas no hablan porque se sienten culpables porque el abusador
pone la responsabilidad en ti y te intimida… Por eso es tan importante
hablar y romper el silencio. No hablar de ello, no sirve de nada. La
gente tiene que crear espacios en las familias y estar atenta, preguntar
y que sea una conversación en casa. Entre amigos y amigas también debe
existir ese espacio. El abuso y la violación no tiene excusa ni porque
vistas así ni por dónde estés ni por lo que tú hayas hecho. También es
fundamental educar a las estructuras, a la policía, a los cuerpos
judiciales, las corporaciones, las instituciones…
¿Y si alguien prefiere no romper el silencio?
No todo el mundo tiene que romper el
silencio de la misma forma. Puede ser hablarlo dentro de tu familia o
con amigos o un terapeuta, no tiene porque ser públicamente porque para
ciertas personas en ciertos contextos… Se trata de que resulte algo
positivo, algo que ayude a la persona que lo ha sufrido.
Tú vives en Estados Unidos… ¿La cultura de la violación está en todas partes?
Las estructuras sociales son las
primeras que mantienen el silencio. En Estados Unidos está por todas
partes… En la universidad empieza desde el primer día con las novatadas
en las que para iniciarte tienes que violar a una chica… Cuando ellas lo
denuncian, las culpabilizan, las juzgan y la universidad cierra filas.
Les dicen que van a ser meterse en líos y que van a salir perjudicadas.
Con el presidente Trump vamos a ir hacia atrás. Es una aberración,
porque con su discurso este hombre ha legitimado y hasta fomentado
muchos casos de abuso.
Hay una epidemia mucho más extendida
de violencia sexual que afecta a todas las capas de la sociedad y a
todos los países, incluidos los sistemas democráticos, y que es de
alguna forma más difícil de combatir porque es una enfermedad silenciada
por el estigma.
Las proyecciones en España en otoño se publicarán en www.sandsofsilence.org/events/
Aquí puedes visionar el tráiler www.sandsofsilence.org/trailer/
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