La Jornada
El Congreso Nacional Indígena (CNI)
difundió hace tres días la denuncia del Consejo Indígena del Trueque
(CIT), sobre la agresión al Tianguis del Trueque en Tianguistenco,
estado de México, por parte de un grupo encabezado por un supuesto
jefe supremode Coatepec. El CIT está integrado por nahuas, tlahuicas y otomíes de la región. Asisten cada martes a intercambiar leña por alimentos de primera necesidad. En su relato se asoma la punta del iceberg del neoindigenismo, que pese a ser la versión gatopardista del tradicional, resulta necesario considerar. Más aún, ante la proximidad de un proceso electoral, el de 2018, en el que el CNI y su Consejo Indígena de Gobierno (CIG) han decidido participar, a través de su vocera María de Jesús Patricio, como candidata independiente a la Presidencia de la República.
Así, señalan en la denuncia referida: “El pasado 1° de julio, ante
unas 50 personas, en San Nicolás Coatepec, el alcalde de Tianguistenco,
tomó protesta al ‘Consejo Municipal Indígena Pluricultural de
Tianguistenco’, sin consultar a las comunidades, ni contar con actas de
asamblea correspondientes, por lo que se agrava la situación en muchos
municipios donde han puesto a ‘tlatoanis’ y ‘jefes supremos’ que
responden a intereses de partidos y han causado serios conflictos en las
comunidades por su desmedida ambición de poder y convertirse en títeres
del sistema”.
El gobernador indígena del estado de México e integrante de la CNC es Fidel Hernández, quien junto con Hipólito Arriaga Pote,
gobernador nacional indígena, promueve el llamado gobierno nacional de los pueblos indígenas, señalando que son electos por usos y costumbres y dicen ser autoridades ancestrales.
A primera vista, evocan lo que fue en los años setenta el impulso
oficial a los llamados consejos supremos, sólo que hoy buena parte de
los pueblos indígenas están organizados y resisten el embate de despojo
sobre sus territorios, al tiempo que construyen, en los hechos,
auténticos espacios de autonomía. También este movimiento, que creó el
CNI hace 20 años, si bien tenían trayectorias previas, fue con el
alzamiento zapatista y la postura de su dirigencia, que contribuyó de
manera decisiva en la lucha por el reconocimiento jurídico a sus
derechos como pueblos, expresados en los incumplidos acuerdos de San
Andrés.
La paradoja es que la llamada gubernatura cobija su discurso en lo
que constitucionalmente logró el zapatismo y el CNI, y que fue objetado
por ellos debido a las distorsiones y mutilaciones de lo que se había
pactado en los referidos acuerdos. A través de las redes digitales
encontramos a dicha
gubernatura nacionalen la entrega de bastón de mando a su jefe supremo, sí, lo adivinó: Enrique Peña Nieto.
También podemos conocer el discurso de las supuestas
autoridades ancestrales, que, nada casual, promueven desde el estado de
México su movimiento y, también nada casual, cuentan con el respaldo
económico de instituciones federales. Afirman contar con gobernadores
indígenas en todo el país, electos por el dedazo, que es uso y
costumbre de la clase política. Declaran que luchan por la autonomía que
está en la Constitución, en el artículo 2º, y llegan a plantear que son
un gobierno nacional paralelo al federal. Su lucha está en dos frentes:
los presupuestos que les asignan en las entidades y la exigencia al INE
para que les garantice normas especiales de manera directa, sin
partidos políticos para acceder a diputaciones federales y estatales y
senadurías.
Cuentan con asesores en todo el país que les elaboran documentos
jurídicos, donde transcriben cuanta norma existe en materia indígena.
Los presentaron recientemente al Foro Permanente de la Organización de
las Naciones Unidas para las Cuestiones Indígenas, denunciando al INE.
Tienen cerca de cuatro años con su plan, se mueven por todo el país y
fuera de él, sin hacer demasiado ruido, hasta ahora.
Sin embargo, en los hechos, usurpan a los pueblos indígenas,
distorsionan el sentido y función de los mayores, los sabios, las
abuelas, los abuelos y gozan del aval no tan implícito de espacios
oficiales. Por ejemplo, el INE acreditó a su
membresía nacionalla participaron en una consulta sobre distritación electoral indígena, con apoyo de
la CDI, planeada como lo saben hacer, con un protocolo, por supuesto.
En fin, todo un escenario de contraste con el CNI, el cual, si bien ha
reiterado que no contenderá en la elección, para buscar votos, sí puede
verse afectado por el activismo promotor de voto comunitario a cambio de
dádivas, provocando divisionismo, como el que representa la
gubernatura nacional indígena. La estrategia del CNI es otra, busca dar la voz, a los que desde arriba no se escuchan, menos en tiempos electorales; promover con las comunidades la organización, pero también mostrar a la sociedad, los impactos generalizados del modelo extractivista, no sólo para pueblos indígenas y, de paso, acercarles el espejo del racismo prevaleciente.
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