(apro).- Aurelio Nuño, secretario de Educación y
aspirante a la Presidencia de la República, recibió un elegante varapalo
en un acto académico organizado para su lucimiento.
Durante la apertura del LVIII año académico de la Academia Mexicana
de Ciencias (AMC), en la Ciudad de México, el cercano colaborador del
presidente Enrique Peña Nieto fue reprendido por dos investigadoras,
quienes minutos antes habían recibido sus becas de excelencia.
Después de que el funcionario priista diera un discurso en el que
defendió la reforma educativa y justo cuando saludaba a todos los
académicos premiados, la doctora en antropología Natalia Radetich le
espetó: “Señor Nuño, yo no estoy de acuerdo con la reforma que usted
defiende. No soluciona nada. No asuma que hay consenso cuando no lo hay.
No está bien”.
(Ver el minuto 1:27:50)
El máximo responsable de la educación en el país –el único con grado
de maestría en un presídium de doctores– la miró asombrado, guardó
silencio y se acercó a la siguiente premiada. Y todo empeoró.
La doctora en arqueología Lidia Iris Rodríguez ni siquiera aceptó
saludarlo. Primero, Nuño le extendió la mano, pero la investigadora le
dijo que no con la cabeza.
Luego Nuño Mayer intentó saludarla de beso, pero la académica hizo su
cabeza hacia atrás. “Disculpe –le dijo la galardonada con voz queda–,
pero no puedo saludarlo. No, por lo que usted es y representa. Tampoco
estoy de acuerdo con la reforma educativa, y además no han aparecido los
43 estudiantes de Ayotzinapa levantados en septiembre de 2014. Es
increíble que hoy sigamos exigiendo esto”.
El funcionario enmudeció. Tras un instante asintió ligeramente y continuó repartiendo besos, abrazos y sonrisas.
Al término del acto, en el que también fueron entronizados los nuevos
integrantes de la AMC y se renovó su presidencia, Nuño aseguró a Apro que el gobierno peñanietista escucha e incorpora todas las críticas y opiniones contrarias a la oficial.
–Y, en concreto, ¿cómo incorporará las inconformidades de las dos
doctoras que acaban de manifestarle su rechazo a la reforma educativa?
–se le preguntó.
–El gobierno escucha a todos –respondió el funcionario, quien en
noviembre pasado fue corregido por una niña después de que él
pronunciara “ler” en vez de “leer”.
–Pero, ¿cómo se notará que escuchó a estas dos investigadoras?
–Sus opiniones son muy valiosas, pero una amplia mayoría opina que la
reforma educativa es correcta –zanjó el exjefe de la Oficina de la
Presidencia de la República.
Posteriormente, la antropóloga Natalia Radetich (premiada por un análisis de los esquemas de dominación imperantes en los call centers)
explicó que hizo su pronunciamiento debido a el acto parecía hecho para
transmitir la idea de que había “una voz única y de apoyo” por parte de
los académicos al proyecto de Peña y a las llamadas reformas
estructurales.
“La reforma educativa es problemática desde muchas perspectivas. No
es un asunto en el que debamos callarnos”, fustigó la investigadora.
La arqueóloga Lidia Rodríguez, quien fue galardonada por un proyecto
acerca de la pervivencia de las filiaciones indígenas en Guanajuato,
contó que, además de la falta de solución al caso Ayotzinapa, su
protesta se debió al embate que la actual administración ha enderezado
contra la cultura y la educación en general.
“No puedo saludar a quien ha perseguido a normalistas, menospreciado la educación, recortado apoyos”, sentenció la especialista.
En la foto oficial del acto, Rodríguez posó con el puño en alto, justo detrás del amigo de Peña Nieto.
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