La Jornada
En las negociaciones
del TLCAN en 1993, el tema de la migración de trabajadores fue
absolutamente arrinconado por la parte estadunidense ante la propuesta
mexicana de que formara parte de los acuerdos paralelos. Carlos Salinas
de Gortari explicó en su momento que las condiciones que ponía Estados
Unidos para incorporar a la migración en el tratado eran inadmisibles,
pues tenían que ver con perder soberanía en el rubro del petróleo
mexicano. Lo que puede señalarse es que, como ya se perdió la soberanía
sobre el petróleo, ahora ya no hay excusa, los trabajadores migrantes
deben ser considerados en la renegociación que se anuncia y no puede
seguir siendo un tema tratado en forma totalmente unilateral por el
vecino del norte.
Los estadunidenses fueron renuentes a incorporar a los migrantes
porque con el TLCAN podían acceder a todo tipo de fuerza de trabajo,
sobre todo en el sector agrícola. Una mano de obra que permitiría
incrementar sus niveles de competitividad en los mercados
internacionales, y así mantener su hegemonía en la exportación
agroalimentaria. La obtuvieron con facilidad, pues, por un lado, el
presidente Clinton reforzó la frontera México-Estados Unidos
implementando un conjunto de programas que hacían complicado los pasos
tradicionales de trabajadores. Por ello los migrantes mexicanos tuvieron
que buscar nuevas rutas, mucho más peligrosas, surgiendo la llamada
“industria de los coyotes” y más adelante vendrían los
tratantes de seres humanos. Los costos y las tragedias para estos
hombres y mujeres los obligó a cambiar la tendencia de la circularidad
por la permanencia en el país vecino bajo la figura del trabajador
indocumentado. Para México la firma del TLCAN supuso, entre otras cosas,
la devastación del campo, pues, por un lado los subsidios en México
descendieron estrepitosamente, mientras Estados Unidos los elevaba,
afectando la competitividad de los productos mexicanos. Ante esas
condiciones, México tomó la decisión equivocada de importar productos
agrícolas. Fue
miel sobre hojuelaspara los granjeros del vecino país, porque exportaron sus productos y recibieron trabajadores mexicanos; claro, indocumentados de alta vulnerabilidad, muy favorable para la economía del país vecino.
La llegada de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos y su
estrategia para obtener apoyo de sus habituales electores promoviendo
temor y miedo y criminalizando a los migrantes, está generando no sólo
tragedias de horror para los migrantes que sufren las deportaciones,
pero al estar disminuyendo su flujo, se ha puesto en evidencia que se
trata de una fuerza laboral altamente productiva y que ha llenado las
vacantes que la economía estadunidense requería. Surgen importantes
pronunciamientos contra la enorme escasez de trabajadores para los
campos de Estados Unidos. Se señala que, aún aumentando el salario más
allá de los 10.50 dólares en que está fijado, no hay trabajadores
estadunidenses que quieran realizar la dura labor de trabajar la tierra.
Personas como Sara Frey –quien de joven trabajó los campos en Illinois y
ahora opera numerosas granjas en ese estado y en otros– han señalado
que
llevamos años arrastrando la escasez de trabajadores y la situación es muy clara si el Congreso no resuelve el problema: o importamos alimentos o importamos trabajadores. Según la American Farm Bureau Federation, siete de cada 10 trabajadores agrícolas a escala nacional no tienen papeles. Es decir, que se trata de un rubro que depende casi por completo de los extranjeros, básicamente mexicanos.
Por otro lado, el gobierno de Estados Unidos ofrecerá este año
15 mil visas adicionales H2B que se otorgan a trabajadores no agrícolas
de temporada para una serie de negocios, entre los que se encuentra la
Trump Organization, que contrata trabajadores extranjeros. Kelly señaló
que la decisión de añadir más visas de trabajo era
una demostración del compromiso del gobierno para apoyar a los negocios estadunidenses.
Las pláticas para la renegociación o modernización del TLCAN se
llevarán a cabo en unas cuantas semanas, pero no puede repetirse el
error de dejar de lado del cuerpo asesor a: organizaciones laborales,
ambientales, de derechos humanos, pero sobre todo asociaciones de
migrantes, entre ellas el Centro de Derechos del Migrante, Inc (CDM)
organización trasnacional de derechos laborales dedicada a garantizar el
acceso a la justicia para las y los trabajadores migrantes basados en
México, y que como señala
se siente indignado porque el presidente de Estados Unidos haya abandonado a las y los trabajadores migrantes.
Si bien los negociadores mexicanos tendrán un papel central en la
conformación del acuerdo, el Congreso mexicano debería hacer su trabajo y
realizar diagnósticos, discusiones y propuestas, pero lamentablemente
la mayoría de sus políticos tienen co
mo única preocupación las cuotas y los cuates que les puedan pavimentar 2018.
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