5/05/2009

Periodistas pal café......



El retorno de la normalidad” es una apues- ta a la desmemoria. “Todo pasó” pretende ser traducido como “nada sucedió”. Archivo muerto para los expedientes críticos de los días previos a la declaratoria oficial del estado médico de excepción. Hoy son días de unidad nacional en torno a las causas preclaras del prócer que cambió el uniforme militar por la bata clínica, el superhéroe que del Elliot Ness, según Obama, ha pasado (por declaratoria de sí mismo) a un plano épico universal (“esta- mos librando esta batalla por la humanidad entera”, ha dicho el guerrero del caldero). Vuelta a lo mismo, que ya no será lo mismo: el gobierno federal pretende convertir la exageración intencional de una realidad sanitaria infectada en un triunfo de las instituciones y, sobre todo, de su comandante en jefe, el visionario y oportuno médico Felipe, que así da a su partido PANdémica bandera electoral (la de Juan Camilo no estiró más que unas semanas después del incidente aún oscuro).
De los tapabocas gubernamentalmente reconocidos como muy poco útiles a la guerra santa contra las corbatas convertidas en reservorios peligrosamente sumergibles en sopa por obra y gracia del ex diputado Córdova Villalobos (impulsado por Fox, durante cuyo virreinato fue presidente del instituto electoral de Guanajuato), que además de esos lineamientos preventivos ha llamado a que en los restaurantes no haya más de cuatro personas por cada 10 metros cuadrados y que en los cines haya dos butacas libres por cada una utilizada y una fila ocupada y otra libre (claro: aunque luego de esas idílicas escenas de altísima conciencia sanitaria los mismos entes espaciados se conviertan en muéganos humanos en el Metro y el transporte público en general).
Los riesgos reales de la influenza en mutación fueron tardíamente detectados por un gobierno que en múltiples ámbitos mantiene en el abandono el curso de los asuntos públicos, entregados los cargos oficiales a personajes sin preparación técnica ni política suficiente y con apetitos desbordados por la politiquería electoral y el amasamiento de fortunas personales. Y, cuando el crecimiento del riesgo detectado era imparable, vino la detonación de una estrategia de shock social. No es que fuera falsa la existencia del virus ni que fueran innecesarias determinadas atenciones y contenciones, pero el calderonismo utilizó las circunstancias en función de sus necesidades de legitimación y de sus cálculos electorales y políticos. La política del miedo para golpear las conciencias sociales y confinar a los ciudadanos al ámbito de la preservación de sus ámbitos inmediatos, la casa, la familia, el mundo volcado hacia dentro, cuidar lo individual para no ocuparse de lo social, angustiarse por el hoy y el mañana, pero ya no por el ayer.
Así es que hoy se pretende la página en blanco, la libreta recién comenzada (nada de El Chapo y Guanaceví o de las cuentas públicas foxistas no aprobadas).Veamos hacia adelante y no tengamos más registro de las insólitas operaciones navales conjuntas con Estados Unidos, de las propuestas felipistas en Trinidad y Tobago para crear un mercado continental energético, de la llegada como embajador de Estados Unidos de un experto en estados fallidos y sociedades en crisis. Olvidemos que Obama, Hillary y Napolitano vinieron a México en viajes aparentemente sin sentido que tuvieron como antecedente la creación de un ambiente adverso para México, tachado de Estado fallido y de peligro al nivel de Irak y Afganistán, a cuyas fronteras deberían enviarse tropas preventivas.
Ése era el México del pasado tan reciente, aquel que contrató deuda externa para enfrentar la crisis (ya viene el Fobaproa II), el que se enteraba de que el director de la Lotería Nacional usaba fondos públicos para promover mediáticamente a candidatos del PAN, el que veía cómo la Secretaría de Educación Pública era entregada al cártel Gordillo mediante una marioneta salida del opaco IFAI. Bueno, hasta germancito.com quedaría ya en el olvido, con sus pleitos dirigidos contra los aliados de tres colores luego acusados de proteger al narcotráfico.
El pánico inducido pretende borrar de la memoria ese batidillo de préstamos que comprometen grave y largamente a la patria, de entreguismo sin disfraz a Estados Unidos, de incapacidad para enfrentar adecuadamente la recesión global, del saqueo a las reservas del Banco de México para “frenar” la especulación con dólares, de la irritación social que alerta a los órganos de “inteligencia” sobre riesgos de estallidos (Cananea, el ejemplo más reciente).
Pero, sobre todo, la cortina sanitaria de humo permitió el avance de las tentaciones dictatoriales que mediante iniciativas de reformas legales están consolidando un Estado policiaco y militar. El jueves 16 de abril, mientras todo mundo veía a Obama, el PAN revivió sus iniciativas para intervenir comunicaciones privadas y permitir “visitas domiciliarias” que equivalen a cateos exprés. El mismo día de la declaratoria de riesgo sanitario apocalíptico, Calderón presentó al Senado cuatro iniciativas, una de ellas para que se le permita declarar “la existencia de una afectación a la seguridad interior” donde a su juicio haya problemas graves, entre ellos el de “sublevación”. El 25, ya sin nadie que atendiera esos detalles, emitió un decreto absolutamente contrario a las leyes vigentes con el que, por conducto de la Secretaría de Salud, podría aislar “por el tiempo que resulte estrictamente necesario” a personas presuntamente infectadas (lo mismo que se critica en China), ingresar “a todo tipo de local o casa habitación” para “combatir la epidemia”, comprar lo que sea, en el país o el extranjero, sin restricciones administrativas, y “evitar congregaciones de personas en cualquier lugar de reunión”.
Y, mientras Ebrard, que ha actuado en línea sanitaria con el calderonismo, llega a Los Pinos, y López Obrador sigue con el tapabocas puesto, ¡hasta mañana, en esta columna que ya no pudo escuchar el nocturnal Mensaje a la Nación!
Fax: 5605-2099 •
juliohdz@jornada.com.mx

Enrique Galván Ochoa: Dinero

El gobernador de Nueva York reporta 90 casos de influenza –¿humana, mexicana, A/H1N1, jarocha o cómo irá a ser llamada al final? Brasil reporta 25, se queja de que el gobierno calderonista no emitió una alerta a tiempo. España confirma 57 enfermos. Canadá reporta a 7, uno en condiciones muy severas, la cuenta sube a 98. Alemania tiene dos contagios. Nueva Zelanda 6. Berlusconi hace una tregua en el pleito con su mujer y se queja de que fueron contagiados 4 de sus ciudadanos... Portugal detectó uno. En Suiza 7 miembros de un gobierno local han sido hospitalizados y aislados. Israel reporta 3. Australia 8 casos; hasta los canguros andan asustados. Corea del Sur: la primera enferma es una monja. Japón aisla a 14 pasajeros de un avión. L’Institut de Veille Sanitaire, de París, informa de 4. Tal vez Sarkozy ya no quiera que le devuelvan a Florence. Y el problema con China está muy envirusado. Resumen: la Organización Mundial de la Salud dice que hay 1,081 casos confirmados en 21 países y no descarta la posibilidad de elevar la alerta a 6, su grado máximo. El Centro de Control de Enfermedades de Estados Unidos comunica que la epidemia se extendió prácticamente a todas las entidades de la Unión. Hay una buena noticia: no se ha registrado ningún fallecimiento, todos los muertos son mexicanos, y eso es muy lamentable.
¡Abran ya!
Las recomendaciones de las autoridades no se están observando en los alrededores del Distrito Federal. La mayoría de las personas andan sin cubrebocas porque no hay en las farmacias. Cuando mucho se lavan las manos una vez al día porque no hay agua entubada, la tienen que comprar a los piperos. Salieron a trabajar el fin de semana, no obstante la recomendación presidencial de permanecer en casa, tienen que ganarse el chivo.¿Qué caso tiene mantener los restaurantes cerrados si la capital está rodeada por focos de infección?
Publicidad sin costo
Algo bueno para sus fans: BlackBerry destronó a iPhone del primer lugar de ventas en el primer trimestre del año. Un factor nada desdeñable fue que BlackBerry –producto canadiense– es el celular que usa el presidente Obama desde que andaba en campaña. El Servicio Secreto lo objetó, por razones de seguridad. Hicieron un software especial a prueba de hackers y virus.
e@Vox Populi
Asunto: foro INFLUENZA
Visita nuestro foro en la red:
www.elforomexico.com/viewtopic.php?f=31&t=148
Asunto: médicos de la UNAM
Con profunda desilusión y tristeza he leído el mensaje del doctor Héctor Martínez Saíd que apareció en tu columna ayer. Argumenta que debe cuestionarse a una universidad que no vela por sus estudiantes, en referencia a que aplaude la decisión de retirar a sus médicos internos de los hospitales donde se atiende a enfermos de influenza. Y externa que la UNAM también lo ha hecho. ¡Eso es totalmente falso! Me enorgullece la posición de la Facultad de Medicina de la UNAM de no retirar a sus médicos internos (estudiantes de quinto año) y sus médicos pasantes de servicio social (sexto año). Los médicos internos, en efecto, son estudiantes de quinto año (en el plan único de estudios de la UNAM). En dicho grado académico, se encuentran integrando sus conocimientos teóricos y prácticos adquiridos en los cuatro años previos. Su plan de estudios incluye el servicio de urgencias, donde deben permanecer conjuntamente con los médicos especialistas, con la finalidad de coadyuvar al diagnóstico y tratamiento de todo paciente, incluyendo a los aquejados con influenza, tomando todas las medidas de prevención que requieran, no sólo para evitar ser contagiados. Es fundamental transmitirles a los estudiantes de medicina, en cualquier año de formación, humanitarismo y ética médica; siempre lo agradecerán los enfermos. Particularmente, desconfiaría de una escuela o facultad que en estos momentos retirara a sus estudiantes de internado o servicio social ante el riesgo de contagio. ¿Qué clase de médicos estarían formando?
Dr. Juan Manuel Salgado Camacho.
Jefe del Servicio de Neurocirugía Hospital Regional de Alta Especialidad Ciudad Salud, Tapachula, Chiapas
R: Estimado doctor Salgado: su carta me ha hecho sentir el orgullo inmenso de ser puma. ¡No todo está perdido en este país!

Suponer que la crisis económico-financiera que vive el planeta se superará sin alterar el estado de cosas ni corregir las causas que la originaron es sentarse a esperar el estallido de una nueva crisis, de proporciones aún mayores de las hasta ahora registradas; que el voraz aparato especulativo armado por las cada día menos reguladas instituciones bancarias y bursátiles quede incólume, junto con los gobiernos que no sólo lo consienten, sino lo estimulan, sólo garantiza que en un futuro no muy lejano la siguiente sacudida sea de proporciones inimaginables. Con tal de no alterar el modelo, a lo largo de las últimas tres décadas muchos han sido los paliativos” aplicados por gobiernos y organismos internacionales con el fin de “superar la crisis” (la que esté en turno), aunque en los hechos el único “logro” ha sido incrementar geométricamente la virulencia de la sucesiva.
El sistema financiero-bursátil –fundamentalmente el estadunidense, con sus ramificaciones a lo largo y ancho del planeta– no puede quedar inalterado tras el estallido de la crisis, porque en unos cuantos años más de nueva cuenta explotarán “burbujas”, “activos basura”, “derivados chatarra” y demás gracias producto de la voracidad de los barones del dinero. En este sentido, el ex secretario general de la Cepal, José Luis Machinea (La crisis financiera internacional: su naturaleza y los desafíos de política económica) aporta un dato aterrador: “nunca hubo un sistema financiero más complejo y más interconectado que el desarrollado en la etapa de la globalización financiera. Una manifestación de ello es que a mediados de 2008 la dimensión del mercado de derivados alcanzaba los 500 billones de dólares, o sea, nueve veces el producto mundial. Además, nada puede igualar la opacidad que caracterizó al sistema financiero en los últimos años. Cada vez fue más difícil entender los distintos ‘vehículos’ y derivados; el vocabulario utilizado se hizo cada vez más enigmático y se convirtió en una jerga de especialistas. Ello contribuyó a que la transparencia de las operaciones fuera cada vez menor”.
En el citado estudio el autor subraya que “la crisis comenzó en 2007 y se profundizó en 2008” (un elemento fundamental para aquellos que todavía dicen, como el inquilino de Los Pinos y el doctor “catarrito” entenderán, que la sacudida “llegó sin avisar”, pues “nadie se dio cuenta”) y entre los factores causantes hace hincapié en “la inestabilidad propia del sistema financiero, que se agudizó en los últimos años a causa de las políticas de desregulación excesiva; el instrumento adecuado para corregir la exuberancia del sistema y sus efectos en el mercado de activos no es la tasa de interés, sino las regulaciones financieras. En el futuro, los cambios en la regulación financiera deberán enfrentar a grupos de presión que en poco tiempo tenderán a querer hacer ‘olvidar’ los efectos de la crisis o a poner la responsabilidad en otros actores”.
Los gobiernos de los países desarrollados destinan miles de millones de dólares al “salvamento” del sistema financieras que reventó a la economía internacional; los de naciones más modestas canalizan crecientes reservas internacionales y piden créditos “especiales” para alimentar a los insaciables especuladores y “rescatar” a los voraces empresarios que apostaron mal en el mercado de derivados, pero los sectores productivos cada día se hunden más y junto a ellos los empleos.
Así, el ex secretario de la Cepal subraya la necesidad de contar con “redes de seguridad” en los ámbitos global y regional, “de manera que los países en desarrollo tengan más posibilidades de implementar políticas contracíclicas. Ello requiere una restructuración del Fondo Monetario Internacional, desde su gobernabilidad, con mayor presencia de los países en desarrollo en el directorio, hasta la flexibilización del acceso al crédito, especialmente en contextos como el actual”, toda vez que la carencia de financiamiento es, y será, uno de los grandes impedimentos de estabilización.
Sobre los requerimientos crediticios de 2009 y 2010, explica Machinea, “la ausencia de financiamiento internacional puede condenar a América Latina a un ajuste desproporcionado. Suponiendo cierta normalización del crédito privado, se requiere con urgencia un financiamiento neto de al menos 70 mil millones de dólares anuales (en términos brutos alrededor de 90 mil millones) provenientes de los organismos crediticios o de los países desarrollados. La falta de financiamiento internacional adicional afectará las reservas internacionales, el tipo de cambio real y el nivel de actividad económica. Es decir, dicha falta podrá ser compensada, parcialmente y por un tiempo limitado, con una disminución de reservas, pero si no alcanzan vendrán devaluación y disminución de la actividad económica”, lo que ya se observa. El incremento del costo del crédito, o su virtual “desaparición” en ciertas circunstancias, dificulta las políticas fiscales contracíclicas. La situación es bastante heterogénea. México y Brasil, por ejemplo, tienen posibilidad de endeudarse, pero a tasas bastante más elevadas que las de los últimos años.
Para complicar la situación se prevé una fuerte caída de la inversión extranjera directa. En la hipótesis menos pesimista, la IED neta sería equivalente a 1.6 por ciento del PIB regional, lo que se traduce en una necesidad de financiamiento externo de 91 mil a 138 mil millones de dólares, 68 por ciento de los cuales se concentran en México y Brasil.
Las rebanadas del pastel
Mientras el impuesto presidente de la BMV, el osito Téllez, toma hoy posesión de su nuevo cargo, y los ilusos zacapoaxtlas todavía creen que le ganaron la partida a los extranjeros, la lectoría comenta sobre la banca de desarrollo: “hay un montón de créditos no pagados en la panza de Bancomext, que a su vez heredó de Banrural (Bandidal); estos sinvergüenzas no apresuran los cobros porque se benefician de eso, de no cobrar. La mayoría de los créditos de Banrural (en liquidación) tienen garantía hipotecaria. ¿Por qué no ejecutan esas hipotecas vencidísimas? El departamento legal de Banrural y el de Bancomext tienen en su mano la forma de recoger muchos cientos de millones de pesos, sin mayor problema, solamente ejerciendo la recuperación de las garantías dejadas por los acreditados. Claro que en muchos casos se vería que la tal garantía era sin ningún valor, pero en muchos casos la garantía sí es verdadera” (Carlos B. Ortiz,
ortiz.cb@excava.com).
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Rescatar a la población
La crisis de salud pública que enfrenta el país ha tenido, además de las irreparables pérdidas humanas hasta ahora, y de las afectaciones conocidas en la vida cotidiana de la población, un desastroso efecto colateral en el agravamiento de la situación económica que enfrentan cientos de miles de mexicanos, consecuencia de la aplicación de las medidas sanitarias adoptadas por las autoridades de los distintos niveles de gobierno. En los últimos 11 días, miles de establecimientos han sufrido grandes pérdidas económicas, en tanto, centenares de miles de personas que viven con los ingresos del día y no cuentan con ahorros –como ocurre con la mayoría de la población– se ven imposibilitadas de satisfacer sus necesidades más básicas. Son los damnificados por la epidemia.
Detrás de esta catástrofe se encuentran incontables historias de sufrimiento humano. Sin embargo, los funcionarios del gobierno federal encargados de manejar la crisis suman a su deplorable manejo de la información propiamente epidemiológica un ostensible desconocimiento del impacto que la enfermedad, y las medidas para contenerla, están causando en las posibilidades de subsistencia de los sectores depauperados por dos décadas de neoliberalismo y por varios meses de crisis financiera mundial.
Ante la gravedad de esta situación, y habida cuenta de que sería absurdo suspender, con base en consideraciones distintas a las científicas y médicas –atenuar el descontento social, por ejemplo–, las medidas de prevención adoptadas hasta ahora, el gobierno federal debe asumir sus responsabilidades y emprender acciones orientadas a garantizar la preservación de un mínimo nivel de vida de los mexicanos. Las acciones de cerco epidemiológico deben seguir su curso por el tiempo que sea necesario pero, al mismo tiempo, debe impedirse que sigan causando estragos en la población de menores ingresos.
Por ello, es impostergable que las autoridades empleen a fondo los recursos económicos, humanos y logísticos de los que disponen en la detección de los puntos del territorio nacional más afectados por la presente emergencia sanitaria y económica. No sería una tarea imposible y ni siquiera difícil: en lo que hace al sector formal, por ejemplo, si el Servicio de Administración tributaria (SAT) tiene perfectamente localizados a los causantes del país, bien podrían emplearse ahora las bases de datos correspondientes para acudir en auxilio de las personas físicas y morales más perjudicadas por la crisis sanitaria.
Al mismo tiempo, es urgente que se elabore y aplique un plan coherente de rescate a la ciudadanía que incluya la entrega de apoyos a las familias en problemas, la derogación de cobros en los hospitales públicos –que, reglamentarios o no, resultan del todo improcedentes en la situación actual– y la ampliación de la cobertura de los servicios de salud a cargo del gobierno.
Actualmente el país cuenta con un “blindaje financiero” –así lo han llamado los encargados de manejar la economía nacional– que asciende a alrededor de 157 mil millones de dólares, y que está integrado por las reservas internacionales del Banco de México (80 mil millones), el préstamo recientemente otorgado a México por el Fondo Monetario Internacional (47 mil millones) y la línea de crédito aprobada por la Reserva Federal de Estados Unidos (30 mil millones), además de otros 10 mil millones de dólares disponibles en virtud de los créditos contratados con el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Tales recursos, cabe recordarlo, no son propiedad de los funcionarios gubernamentales que los administran, ni mucho menos de los empresarios y los dueños de los capitales especulativos que se han beneficiado de la aplicación de las directrices económicas vigentes, sino del conjunto de la sociedad, y deben, por tanto, ser empleados en beneficio de ésta.
No está de más recordar que la coalición bipartidista que ostenta el poder y que durante muchos años ha venido imponiendo la política económica oficial destinó, hace poco más de una década, cerca de 70 mil millones de dólares de dinero público para rescatar a quienes entonces ostentaban la propiedad de los bancos de su propia ineficacia y de su inmoralidad financiera. Hasta la fecha, la sociedad sigue cargando con el peso de la astronómica deuda resultante de aquella inescrupulosa socialización de pasivos incobrables. Ahora, lo menos que puede hacer el grupo gobernante es emprender el rescate de la sociedad.
En suma, por más que ello transite en contra de sus propia ideología, la actual administración debe reconocer que, en una circunstancia como la presente, el Estado tiene la obligación irrenunciable de auxiliar a la población y disponer cuanto antes, en consecuencia, de la proporción necesaria y suficiente de ese “blindaje” para hacer frente a la problemática actual, tanto en el orden sanitario como en el económico, y rescatar a pequeñas y medianas empresas, a asalariados, a comerciantes –tanto del sector formal como del informal—, a deudores, estudiantes, desempleados y, en general, al conjunto de damnificados por la actual crisis sanitaria. Ello debe hacerse, por añadidura, con total transparencia, sin sesgos electoreros o clientelares y con una fiscalización estricta que impida el enriquecimiento corrupto de quienes siempre están dispuestos a medrar con el sufrimiento ajeno.


Muchos de ustedes, señoritos de la escena internacional que ahora nos evitan, a nosotros los mexicanos, por apestados, llevan décadas haciendo negocios prósperos con la oligarquía de nuestro país. Innumerables empresas del primero, del segundo y hasta del tercer mundo, se han hinchado de dinero a la sombra de las privatizaciones salvajes y corruptas que arrancaron en forma descarada a partir de 1988 –y de lo que las acompañó: congelación salarial; aniquilación de sindicatos, ejidos, comunidades, barrios y todo lo que oliera a tejido social; enriquecimiento programado de cuarenta gatos en detrimento de cien millones; eliminación de instituciones, políticas y programas de bienestar social, y su remplazo por planes de limosna selectiva; desprecio y ninguneo presupuestales a la salud, la educación, el desarrollo científico y tecnológico (qué bonito se ve Salinas, dos décadas después, cerrando el único centro público productor de vacunas) y la cultura; devaluación generalizada y sistemática de la población a fin de elevar la competitividad internacional de la carne humana, que ha sido vista, junto con el petróleo y las drogas, como nuestra carta fuerte de exportación; corrupción progresiva y deliberada de la vida republicana y del aparato estatal; construcción masiva y acelerada de polos turísticos, clubes de golf, marinas, centros comerciales y oficinas gubernamentales tan relucientes como inútiles, y abandono de caminos vecinales, clínicas, escuelas, conjuntos habitacionales y cementerios.
Ustedes, gobernantes, empresarios, logreros y zánganos bendecidos por el soplo de los reflectores, han pasado 20 años de entusiasmo en la feria de contratos impuesta –en provecho propio y en el de ustedes– por el grupo de poder local: han sido proveedores beneficiados; han explotado a fondo, y con resultados magníficos, la ausencia de estado de derecho que impera en México en materia laboral y de derechos sociales; han comprado bancos, han revendido minas, han lucrado con divisas y han impuesto sus reglas glotonas y miserables en las agroindustrias, los medios informativos, el comercio minorista, la publicidad, las telecomunicaciones, las empresas turísticas, el saqueo de los recursos naturales, la creación de iglesias instantáneas y la producción y venta de condones, entre muchos otros rubros.
En el afán de comerse la mayor tajada posible de algo que es un país, por más que sus sucesivas administraciones lo sigan considerando un pastel, ustedes se han hecho socios y cómplices de una oligarquía podrida y acanallada; han ayudado a legitimar fraudes electorales y han saludado de mano y hasta de beso, sin guantes ni cubrebocas, a presidentes espurios, a secretarios de currículum inventado, a gobernadores que bien podrían ser carne de presidio (pero que prodigan cuidados amorosos a la inversión extranjera), a mafiosos erigidos en dirigentes sindicales, a jerarcas religiosos encubridores de pederastas y de narcos, a delincuentes cubiertos con la seda respetable del funcionariato.
El gran negocio ha sido también de ustedes y para ustedes, los que vieron hacia otro lado ante la reaparición en México, de la mano del neoliberalismo, de enfermedades tercermundistas que habían sido ya erradicadas, ante la desnutrición, la marginación y la disminución sostenida del poder adquisitivo del salario, ante los miles de cadáveres esparcidos en el territorio nacional, de manera conjunta, por el narcotráfico y por la hipocresía infinita del combate a las drogas, fachada del negocio trasnacional de la prohibición. Pero, eso sí: ahora, cuando un jodido virus de nueva cepa irrumpe en un país postrado por el acatamiento a rajatabla de las recetas económicas impuestas por ustedes y causa dos decenas de muertos contagiosos, sobreviene el horror mundial, los mexicanos nos volvemos apestados súbitos, y si somos capitalinos –defeños, chilangos, el gentilicio que quieran– peor: un estornudo nuestro se constituye en prueba potencial de genocidio.
Ahora es oficial: la epidemia, mortífera o no, más virulenta o menos, es también la de ustedes. Es tan de ustedes esta emergencia sanitaria como la crisis económica en curso; tan propiedad de ustedes es el virus como esas joint ventures llamadas Salinas Inc., Zedillo Corp., Fox & Co. y Calderón SA. Alégrense, que no los hemos defraudado: la apertura comercial de mercados ancestrales, la promoción de fachadas democráticas en tierras de indios insumisos, la modernización tecnocrática, la inversión extranjera y demás coartadas de la globalidad salvaje están dando, por fin, frutos tangibles. Nos vayamos a morir o no, los apestados mexicanos les enviamos un saludo.
Ágata: un abrazo fuerte para ti y para los tuyos.
navegaciones@yahoo.com - http://navegaciones.blogspot.com/


Smithfield es el más importante procesador de puerco en el mundo. Durante 2008 sacrificó más de 31 millones de marranos y empacó alrededor de 3 millones de kilos de carne de cochino. Sus ingresos superaron los 11 mil 351 millones de dólares. Controla 31 por ciento del mercado de Estados Unidos.
En México esta empresa es propietaria de 50 por ciento de las acciones de Granjas Carroll, en Puebla y Veracruz, y de Agroindustrial del Noroeste (Norson) en Sonora. Durante el año fiscal 2008, Granjas Carroll, que tiene 56 mil vientres, produjo 950 mil animales, mientras Norton, con 35 mil vientres, crió 467 mil puercos.
El presidente del consejo de directores de Smithfield Foods se llama Joseph Luter III. Vive en un condominio de lujo en Manhattan y se mueve por el mundo en un jet de la empresa y un yate privado. El periodista Jeff Tietz, de Rolling Stone, cuenta que el empresario se describe a sí mismo como un hombre rudo en un negocio rudo. Según él, la mayoría de los vegetarianos son neuróticos.
La compañía líder en la engorda y procesamiento de puercos es también una formidable maquinaria contaminante. Cada año genera toneladas de basura que destruyen ríos, matan millones de peces y enferman personas. De acuerdo con la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA, por sus siglas en inglés), la planta de engorda más grande de la empresa, localizada en Carolina del Norte, descarga más basura tóxica en el agua de ese país que la que producen conjuntamente las otras tres instalaciones que le siguen.
La empresa reivindica una cultura de responsabilidad ambiental. Sin embargo, la polución que genera la contradice. En 1997, en Virgina, Estados Unidos, fue multada con 12.6 millones de dólares por cometer 6 mil 900 violaciones a la legislación federal de protección al agua (Clean Water Act). La sanción ambiental fue una de las más elevadas en la historia de ese país.
La reputación de la compañía es terrible. En tres ocasiones (1997, 2000 y 2006) ha aparecido en la lista que la prestigiada revista Multinational Monitor elabora para designar a las peores empresas del año. La primera se dio en 1997: por la contaminación ambiental que provoca. La segunda fue por sus prácticas para monopolizar la cría y engorda de marranos, dejando fuera del mercado a los pequeños productores familiares. La tercera por sus prácticas laborales, antisindicales y violatorias de la legislación estadunidense.
La empresa ha sido encontrada culpable de violar la ley federal del trabajo, de hacer trampas para bajar salarios, cerrando plantas, espiando a los afiliados al sindicato y agrediendo a empleados. De los 58 mil 100 empleados que laboran para el consorcio en el mundo, sólo 28 mil 800 cuentan con contrato colectivo.
Smithfield creció más de mil por ciento entre 1990 y 2005. Su proceso de concentración fue posible gracias a una estrategia empresarial en la que controla cada eslabón de la cadena de producción, desde el momento en el que el puerco nace hasta que pasa a la carnicería. Ha conquistado y monopolizado los mercados quebrando a todos los pequeños ganaderos alrededor suyo.
Su proceso de producción ha convertido la cría y engorda de los cerdos en una actividad industrial. Hacinados en jaulas pequeñas y estrechas que impiden su movilidad, alimentados con gallinaza, respirando aire saturado en gases, sin ver la luz del sol, expuestos a todo tipo de enfermedades y hongos, con su sistema inmunológico lastimado, los puercos-industriales verían en cualquier chiquero de una granja familiar un paraíso. En ocasiones se asfixian al pisotearse unos a otros. Un animal enfermo contagia a los demás fácilmente.
Los puercos generan, en promedio, tres veces más de materia fecal que los seres humanos. El volumen de excremento que evacuan los animales de Granjas Carroll es superior al producido por los habitantes de las ciudades de Guadalajara y Monterrey en conjunto. La diferencia entre ambos es que mientras esas ciudades poseen sistemas de drenaje y alcantarillado para el manejo de las aguas negras, las compañías porcícolas no cuentan con ellos.
Los desechos fecales provenientes de las granjas-factorías de puerco están llenos de sustancias tóxicas. En ellos viven cerca de 100 microrganismos patógenos que pueden hacer enfermar a los humanos, tales como salmonella, cryptosporidium o giardia. Cada gramo de excremento de un cerdo industrial contiene 100 millones de bacterias coliformes.
En el caso de Granjas Carroll, las heces fecales de los cochinos son depositadas en lagunas de oxidación a cielo abierto distribuidas por el valle de Perote. La foto de uno de estos mares de mierda fue publicada en La Jornada del pasado 2 de mayo. Todo tipo de gases volátiles son expulsados a la atmósfera, junto con millones de gérmenes patógenos. Muchos científicos señalan que éstas son un foco de contaminación de agua, suelo y aire.
Existe amplia documentación que muestra cómo Smithfield ha hecho en Estados Unidos generosas donaciones a las campañas electorales de políticos buscando evitar que se regule la actividad porcícola. Según informa Jeff Tietz, en 1998 la asociación de granjas de cerdo de Carolina de Norte (donde la empresa tiene uno de sus principales bastiones) destinó un millón de dólares para derrotar a legisladores locales que querían sanear las lagunas de oxidación a cielo abierto.
Parte de los trabajadores de las granjas de puercos y centros de procesamiento de carne de Smithfield en Estados Unidos son mexicanos. En enero de 2007, 21 trabajadores de la planta en Carolina del Norte fueron sacados de la línea de ensamble y arrestados por agentes migratorios. Los dirigentes sindicales denunciaron que se trataba de una maniobra para impedir la sindicalización de los trabajadores. No sería raro que muchos de esos indocumentados hayan regresado a México.
Smithfield está hoy en el centro de la tormenta. Científicos y analistas han determinado la probabilidad de que el reciente brote de influenza porcina se relacione con Granjas Carroll.
Para tratar de manejar la crisis con el menor costo posible, Carroll ha contratado a la empresa de publicidad Zimat. Pero limpiar un negocio tan marrano no es fácil. Sobre todo cuando lo que está en juego es la salud de millones de personas.


Esta contingencia sanitaria, a mi juicio, nos debería conducir hacia tres acciones que considero estamos obligados a contemplar muy seriamente.
1) Reconocer que las autoridades del Gobierno del Distrito Federal y las sanitarias, encabezadas por el secretario José Ángel Córdoba, están tomando decisiones valientes, efectivas y comprometidas para salvaguardar la salud de la población en su conjunto y que las medidas llevadas a cabo hasta la fecha han sido más que adecuadas para disminuir el riesgo de transmisión. Asimismo, hay que reconocer que la población se ha comportado de manera ejemplar ante esta contingencia, mostrando nuevamente que el pueblo mexicano es solidario como pocos en momentos de crisis, a pesar de todas las crisis cotidianas con las que tiene que contender en el diario vivir.
En mi opinión, hay que asumir que en este preciso instante es inútil, como medio para resolver la crisis, señalar errores, omisiones o ineptitudes que pudieron (o no) existir en el pasado y que contribuyeron (o no) a la presencia de esta epidemia. Lo que pasó, ya pasó, y no hay nada que modifique eso. Lo que hoy nos corresponde hacer es todo lo conducente para contribuir a resolver la crisis de este momento y los análisis deberían de ir en esa dirección.
2) Las autoridades están obligadas a emitir con absoluta claridad la información sobre el número de infectados y el número de muertos. La claridad genera confianza y, en momentos de crisis, la confianza es el valor agregado más importante. En este periodo, el único autorizado para emitir las estadísticas sobre cuántos infectados y cuántos fallecimientos ha habido debe ser el secretario de Salud, José Ángel Córdova. Los medios de comunicación deberían abstenerse de dar esta clase de información cuando no está basada en lo que diga el secretario de Salud, quien tiene, a mi juicio, la obligación de emitir su información en conjunto con la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Manifiesto esto porque, por ejemplo, La Jornada del domingo, en su página 3, informa que había 473 casos confirmados del virus A/H1N1 y que hubo 19 defunciones atribuibles al virus, pero en su página 19 señala, en nota de Afp y Reuters, que en México había 443 casos y 16 fallecimientos. Si en un solo periódico, en un mismo día, se emiten cifras distintas, no me puedo imaginar cuántas diferentes cifras aparecerán en diversos diarios, en la radio y la televisión. Considero que sería fundamental escuchar una sola voz autorizada y veraz sobre el número de personas infectadas y fallecidas. Los medios deberían cuidar sus fuentes y opiniones al respecto. La gente lo va a agradecer, sobre todo siendo tan cooperativa.
3) Cuando toda esta emergencia sanitaria termine, entonces sí será necesario investigar y manifestar cuáles fueron las posibles causas y origen del virus y determinar si lo que se hizo antes y durante la crisis fue apropiado y además procurar tener la información más completa posible y con la más absoluta veracidad. Así también se genera confianza en las autoridades sanitarias.
Como parte de este análisis, además será imperativo reflexionar profundamente sobre el asunto de la inversión en la actividad científica. No es correcto que México tenga una capacidad instalada tan débil e incompleta de ciencia. No es correcto que México muestre una debilidad científica tan grande cuando nos enfrentamos a contingencias como la que hoy nos aqueja. Es absolutamente necesario que el Ejecutivo reflexione y tome acciones concretas para impulsar la ciencia y fortalecer el crecimiento y la capacidad científica de este país, pues esto no sólo ayudaría a promover el desarrollo económico y social, sino que además nos permitiría enfrentar cualquier contingencia con mucha mayor efectividad, rapidez y certidumbre. Ojalá que esta crisis sirva por lo menos para rectificar el equivocado camino que toda la clase política mexicana ha tomado a lo largo de muchos años con respecto a la investigación científica.
Finalmente, una observación. No puedo creer, pero así lo constato, que los partidos políticos estén poniendo en la palestra el asunto de sus campañas, que de por sí no sólo dejan mucho que desear por el eterno cúmulo de promesas nunca cumplidas, sino que además despilfarran el dinero público de manera vergonzosa. Los candidatos de los partidos deberían donar sus recursos para ayudar a resolver la crisis. De todas formas, las orientaciones políticas de los candidatos no tienen ninguna relación de compromiso con la sociedad, nadie conoce a los postulantes y a final de cuentas da lo mismo, pues seguirán estando ausentes cuando se les necesite.
Propongo que se aplacen las campañas, pues éstas ponen en riesgo a la población y se puede perder mucho por nada.


He copiado casi textualmente el título de un excelente reportaje de Pablo Ordaz, publicado el pasado domingo en El País: resume en siete palabras el impacto magnificado de la epidemia en México en comparación con cualquier otro país donde también hay brotes de la influenza A H1N1.
Entre las muchas acertadas aseveraciones del reportaje, puede leerse: “México está ofreciendo estos días al mundo la imagen de un gigante al que se le quedaron cortos los pantalones…; el brote de la gripe está poniendo al descubierto que el sistema de salud no está a la altura de las circunstancias”. Frases que son un espejo en el que volver a mirarnos: ya todos lo sabíamos.
Somos la novena, o décima, o undécima, o duodécima economía del mundo –según el funcionario que esté al micrófono–, es decir, somos una economía grande, aunque los que están arriba se hallan muy arriba, pero en lo absolutamente básico, la salud y la educación, mantenemos un tercermundismo inaudito, extremo. El desarrollo socioeconómico de México es impensable con nuestras carencias.
El sábado pasado el secretario Córdova Villalobos dijo: los tres sistemas de vigilancia epidemiológica con que cuenta la Secretaría de Salud no funcionaron cabalmente en la actual contingencia. El propio funcionario habló de las condiciones y fallas en los gobiernos de algunas entidades federativas; su actuación ha sido deshonesta y antiprofesional, afirmó.
Thelma Gómez corrobora lo sabido: México no posee la infraestructura para desarrollar y producir la vacuna contra el virus de la influenza. Sucede que hace 30 años el gobierno federal desmanteló dos institutos especializados y dejó de invertir en la creación de productos biológicos, mientras que apenas hace un año adquirió una planta para producir la vacuna contra influenza estacional.
Lo anterior, a pesar de que desde 1999 la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha alertado con insistencia a las naciones en prepararse para una epidemia: una de sus recomendaciones fue crear laboratorios para desarrollar tratamientos de inmunización, con el objetivo vital de garantizar la disponibilidad de vacunas (El Universal, 30/4/09).
¿Por qué en México la incidencia del nuevo virus es tan alta; por qué aquí han muerto ya más de dos decenas por una enfermedad que se cura en tres días con un medicamento antiviral, en tanto en ningún otro país ha habido decesos?
Las respuestas parecen variadas, pero no son muchas: la mayoría de los muertos son pobres y los pobres no asisten al médico cuando padecen una gripe (finalmente la mayor relación entre contagio y pobreza, que había permanecido oculta, ya fue informada); hay negligencia de médicos, especialmente en algunos estados; no corroboran (o no lo hicieron oportunamente) si un enfermo llegó simplemente con una gripe; no existen los virólogos, u otros especialistas, ni los medios y laboratorios necesarios, subrayadamente en los estados; las autoridades sanitarias de todos los niveles actuaron tarde; no hay en el país los medios suficientes para comprobar si fallecidos y enfermos en su momento fueron presa de la nueva cepa: es la hora que aún no tenemos la información de todos los enfermos y de todos los fallecidos. Las adquisiciones de los equipos más modernos todavía no muestran su eficiencia.
La información ha sido un galimatías. Córdova Villalobos quizá sea un médico competente, acaso pueda ser un funcionario razonablemente eficiente, no lo sé, pero es probablemente el peor comunicador del gobierno, y es precisamente quien nos informa.
Un epidemiólogo, o virólogo, profesionalmente calificado, mejor dotado en el manejo del castellano, y capaz de sistematizar las cifras de modo que todos los mexicanos entendamos qué subconjuntos lo son de qué conjuntos y qué es cada cosa, ordenadamente, sería necesario. El secretario podría intervenir para validar lo dicho y subrayar algún hecho por su particular importancia.
La OMS publicó hace unos días el Plan Mundial de Preparativos para una Pandemia de Influenza, que actualiza, modifica y amplía sustancialmente el documento Influenza pandemic plan. The role of WHO (OMS) and guidelines for national and regional plannig de 1999.
Este nuevo plan redefine las fases de riesgo creciente que plantea para la salud pública la aparición de un subtipo nuevo del virus de la influenza, que representa ya una amenaza pandémica, recomienda medidas a las autoridades nacionales y describe las medidas que debe adoptar ese organismo mundial durante cada fase.
Revise usted el nuevo plan de la OMS frente a la inminencia de la pandemia de influenza y hallará la vasta cantidad de objetivos y medidas que debe tomar la propia organización y el aún mayor número que corresponde a los estados nacionales, en todas las fases, pero especialmente en las interpandémicas. Es mucho lo que nos falta, sólo frente al problema de las epidemias y pandemias de influenza. Los mejores datos de las horas recientes no sacan al mundo de la inminencia de la pandemia.
Los temas aludidos en esta nota son sólo una parte menor de la situación que vivimos. Tercermundismo sofocante sostenido consistentemente al menos por los pasados cinco gobiernos.
Sin alta educación, ciencia, tecnología, innovación, hoy más que nunca no iremos a ninguna parte. Es claro que requerimos un nuevo pacto social para redefinir el rumbo del país. Lo piden a gritos la crisis económica, la pobreza y la desigualdad, la educación y la salud.


Hace 24 años, la sociedad civil le arrebató la palabra al poder, a los medios y los intereses dominantes. Hoy ha sido la revancha de los gobernantes, que han puesto un cubrebocas, monopolizando así no sólo la única palabra, sino la primera y la última.
La clase política en general, rebasada ante la organización de los ciudadanos, que se lanzaron sobre los escombros, organizaron campamentos, comedores, la solidaridad, la distribución de la ayuda nacional e internacional, quedó pasmada ante aquella movilización que pasó de la emergencia a la estructuración de demandas que iban desde la vivienda, mejoría en los barrios y hasta la lucha por la democracia.
La organización independiente y autónoma de los damnificados del terremoto del 85 devino organización social, movilización, unidad contra el clientelismo y cuestionamiento de las estructuras corporativas. En ese movimiento, el PRI perdió su hegemonía y sus mecanismos de control social en la ciudad; la organización desde los barrios en la ciudad central se proyectó hacia la lucha electoral en 1988, politizando a miles de ciudadanos e incorporándolos a la lucha por la democracia.
Todas las estructuras políticas, empezando por las partidarias, vieron cómo la organización profunda los rebasaba desde abajo y por ello a lo largo de estos 24 años hemos visto cómo desde los gobiernos, desde los partidos, se dieron a la tarea de arrebatar a la sociedad ese poder.
Para ello se estructuró toda una visión de protección civil, la cual frente a cualquier desastre se impone de arriba abajo, organizando albergues, conteniendo demandas, impidiendo la organización propia de los damnificados. El gobierno, junto con el Ejército, tras la experiencia del 85, toma inmediatamente el control social con el objetivo de impedir que los afectados se organicen, demanden y conviertan la emergencia en experiencia democrática.
Como en el sismo, y ahora con la influenza, se dan casi los mismos fenómenos políticos y sociales: la falta de previsión, la corrupción y el atraso de leyes y reglamentos que en 85 pusieron al descubierto las transas con materiales de construcción y la falta de una cultura ante el desastre.
No obstante, la debilidad del tejido social hizo que junto con la aparición del virus, la clase política metiera la contingencia en su esquema de enfrentamiento. Es la hora en que aún no existe una sola estrategia gubernamental y cada nivel de gobierno tiene sus propios voceros, sus propios criterios y estrategias. Es como si cada gobernante, principalmente los del federal, del Distrito Federal y del estado de México, tuviera su propio virus.
La influenza cayó de maravilla para fomentar las tendencias autoritarias de los gobernantes. Es la primera vez en muchos años que la ciudadanía responde a los llamados gubernamentales y hace caso. La felicidad de los gobernantes, ahora engolosinados con su programa de ocurrencias y la forma de atacar el virus a escopetazos, tiene la gran virtud de que la sociedad no tiene voz y menos organización propia para demandar una sola estrategia y medidas basadas en información precisa. Aparecimos de pronto en la fase 3 sin que se informara a la opinión pública sobre los focos de riesgo, un mapa y una ruta del virus. La sociedad sólo tuvo la opción de dividirse en dos partidos: los catastrofistas, basados en el rumor de miles de muertos, sin funerales ni familiares, y los que ponían en duda la magnitud de la epidemia, buscando el trasfondo de los poderes y manipulando como marionetas a la sociedad.
A 10 días de que se disparó la alerta sanitaria aún no hay información precisa. Se va a levantar la emergencia con un simple decreto: la influenza porcina no es más grave que una gripa y sin que exista ningún poder para reclamar el diagnóstico de si las medidas tomadas estuvieron basadas en información precisa o fueron parte de una lucha por el protagonismo político y el oportunismo. Lo más probable es que los gobernantes, de todos los niveles, nos digan que gracias a ellos estamos vivos. Habrá que agradecerles que luego de la asfixia económica nos den un poco de oxígeno... hasta sentiremos la recesión como si fuera auge.
En toda crisis y desastre que hemos vivido, los sectores más pobres son los que han pagado los costos. En este episodio la principal catástrofe ha sido la improvisación y la manipulación, que bajo el tema de la salud permitió que asomara la dictadura perfecta, la gran fantasía de esta clase política mediocre, la cual por unos días fue obedecida.
Gracias a la prudencia del virus, que se presentó en el puente más grande del año, está a punto de retirarse por decreto, pues ya negociaron políticamente con él y un nuevo escándalo hará que todo se olvide. Vamos a regresar a la normalidad, como si no hubiera pasado nada, para ver el nuevo repertorio de insultos entre candidatos y partidos, que juntos nos seguirán recomendando el cubrebocas… para que sólo ellos hablen.
http://www.marcorascon.org/


Nos dirigimos hacia la normalización paulatina de las actividades en nuestro país, las cuales fueron modificadas por la alerta sanitaria declarada el 23 de abril. Ingresamos así a una etapa en la que, después del pánico, aparece el discurso triunfalista. Algunas de las frases oficiales para justificar este cambio son las siguientes: a) la epidemia se ha estabilizado, y b) se encuentra en su fase de descenso. Pero, ¿algo de esto es cierto?
Para responder a esta pregunta podemos recurrir a una fuente confiable, por ejemplo, los datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS). La epidemia de influenza A/ H1N1 se ha definido a partir de los casos que son confirmados mediante pruebas de laboratorio. El panorama a escala mundial muestra, contrariamente a lo que afirman las autoridades mexicanas, que la epidemia se encuentra todavía en una etapa de ascenso. Del 24 de abril al 4 de mayo, de acuerdo con los reportes del organismo mundial, los casos han aumentado de 25 a 985. El número de países donde se ha detectado la enfermedad ha pasado de dos a 20 en el mismo periodo, e involucra ya a cuatro continentes. En otras palabras, a escala global la epidemia está creciendo. En algunas naciones, como Estados Unidos, se observa una curva típica de crecimiento exponencial.
Pero alguien podría decir como si fuéramos aliens: bueno, pero eso es en todo el planeta; sin embargo, en México la epidemia ya está controlada, es más, está descendiendo. Esto es completamente falso. Los números correspondientes a nuestro país son un desastre.
Pido a los lectores paciencia para examinar los siguientes datos: los reportes de la OMS hasta el día de ayer revelan un comportamiento sumamente extraño de las cifras mexicanas. Hay inicialmente dos fases de aparente estabilización: la primera, del 24 al 26 de abril, con 18 casos confirmados y un número no determinado de muertes, y la segunda, del 27 al 29 de ese mismo mes, con 26 casos y siete muertes.
Luego, a partir del 30 de abril y hasta el 4 de mayo, las cifras se disparan en sentido ascendente, pasando el número de casos confirmados de 97 a 590, y las muertes, de 7 a 25. Se trata de una curva sumamente extraña, yo diría que es un caso único en la historia de la epidemiología. Como sea, para cualquier observador externo, sería motivo de burla que alguien dijera, a partir de los informes de la OMS, que aquí la epidemia se ha estabilizado o que está descendiendo.
A mí me apena este manejo de los datos frente al mundo. No obstante, las irregularidades en la curva tienen una explicación. Ocurren por la falta de capacidad científica y técnica en el sistema de salud para detectar y confirmar la presencia del virus. Pero para algunos esto tiene una justificación: como no sabíamos a lo que nos enfrentábamos –dicen–, tuvimos que esperar, primero a que laboratorios extranjeros nos lo dijeran, y luego, ya que compramos el equipo y entrenamos al personal (en el periodo más crítico de la epidemia), pudimos comenzar a confirmar los casos.
Para algunos la justificación anterior puede resultar válida. Para mí no, pues me pregunto: ¿por qué unos países tienen la capacidad de detectar la estructura molecular de nuevos virus y México no? Ante un asunto que involucra la salud y la vida de los mexicanos, resulta claro que algo estamos haciendo muy mal, y es precisamente en el terreno científico técnico.
¿La epidemia se ha estabilizado en México? ¿Se encuentra aquí en la fase de descenso? De ninguna manera. Si se define, de acuerdo con la OMS, por los casos confirmados, tendríamos que confesar que ni siquiera sabemos dónde estamos. La forma en la que el gobierno de México hace llegar a esta organización mundial la información, especialmente en la última etapa, incluye los resultados del análisis de muestras de días previos, pero no sabemos siquiera a qué días corresponden, lo que sería crucial para conocer el comportamiento de la curva. En los informes que da la Secretaría de Salud de México se proporcionan también los datos acumulados y no hay manera de saber cuál es el comportamiento en los días recientes. Estamos muy lejos de contar con información en tiempo real.
Habría que agregar, además, que de acuerdo con el reporte de ayer de la OMS la enfermedad ha cobrado 26 vidas a escala planetaria. Todos los fallecimientos son de mexicanos, incluido el único deceso ocurrido en Estados Unidos… Pero, no se preocupen, tenemos excelentes noticias: todo ya está bajo control.
Vivimos una especie de regreso a los años 50 del siglo XX. A menos que se esté ocultando alguna información, tanto a la OMS como a los mexicanos, los únicos elementos de que disponemos para justificar el retorno a las actividades normales son: a) la reducción del número de hospitalizaciones, el cual, curiosamente, es el dato que se ha reservado el secretario de Salud, “… para no crear más confusiones”, y b) la reducción de los fallecimientos, cuyo número nadie puede entender, pues hay además cerca de 80 casos probables, muchos de los cuales ya no se podrán confirmar.
Todos queremos la normalización de las actividades, pero debe aceptarse que la epidemia no ha cesado y que no existen bases para afirmar que esté controlada y mucho menos que se encuentre en la fase de descenso. Si se decide suspender las medidas de emergencia será en estas condiciones, y las autoridades deberán asumir su responsabilidad.


La llamada influenza española (no porque su epicentro haya tenido lugar en España) hizo eclosión en todo el mundo a finales de la Primera Guerra Mundial. Por éstas y otras razones fue devastadora: la más extendida y letal que ha conocido la historia del siglo XX.
Según los expertos, tuvo un primer brote en Fort Riley, Kansas, en marzo de 1918; eso se ha sabido a posteriori mediante exámenes de laboratorio que especialistas de todo el mundo han llevado a cabo a partir de muestras que se conservaron.
¿Por qué se le denomina influenza o gripe española? Porque España, que fue país neutral durante la guerra de 1914-1918, la dio a conocer ampliamente mediante la prensa y también porque en ese país causó decesos al por mayor, como en todos los demás, México incluido, se dice que debido a que la fase armada de la Revolución propició su diseminación.
Los decesos se debieron a que las medidas para combatir la enfermedad y para prevenir contagio eran sumamente precarias. Tengamos en cuenta que los virus no se conocían en ese tiempo. Los estudios virales arrancan en los años 60 y alcanzan madurez hasta los 80, en tanto que los antibióticos, capaces de aniquilar bacterias, pero no virus, tienen su albor en el descubrimiento, se dice que fortuito, de la penicilina por el bioquímico y médico escocés Alexander Fleming.
Dadas sus extraordinarias capacidades de observación, se percató de que un hongo, entonces objeto de su estudio, debilitaba las bacterias o microbios que analizaba. Ya antes había llevado a cabo otros descubrimientos, pero ninguno tan importante como éste.
El proceso de fijación fue lento: se siguió utilizando ácido fénico para desinfectar. Fleming continuó sus estudios, que dio a conocer, pero fue hasta que otros dos investigadores, el australiano Florey y el chino Chain, trabajando en mancuerna con él, estabilizaron el hongo y pudo empezar a aplicarse.
Fleming participó en la guerra de 1914-1918 como oficial del Royal Army Medical Corps en Francia, lo que también coadyuvó a sus futuros hallazgos. La penicilina empezó a aplicarse con éxito a los heridos en la batalla de Normandía, en 1944.
Yo pude conocer algo sobre la epidemia, debido a que el poeta y crítico Guillaume Apollinaire, quien fue combatiente, murió de influenza en 1918. Dos años antes, cuando combatía en el ejército francés, sufrió una herida en la cabeza, situación que disminuyó sus defensas.
Entre los artistas que murieron en 1918 está el algo sobrevalorado (a mi juicio) Egon Schiele. Sin duda alguna dibujante talentoso, se dice de él que empezó a dibujar a los 20 meses, algo absurdo a todas luces.
Schiele estuvo muy influido de un movimiento propulsado por Ernst Pollack: Nuevos caminos eróticos. Cuando era estudiante de filosofía en Viena, se casó con Milena Jesenská, la espléndida corresponsal (y quizá amante) de Franz Kafka.
Milena también se vinculó con el escritor Hermann Broch, el autor de La muerte de Virgilio, ampliamente comentado por José María Pérez Gay en su libro El imperio perdido, magnífico inicio para el estudio de la cultura austro-húngara en ese tiempo, aunque no para el análisis de la pandemia a la que aludo, que tampoco se analiza en otro libro fundamental: The Austrian Mind (1976), de William M. Johnston, en el que se menciona muy de paso a Schiele.
Fue protegido del archifamoso Gustav Klimt, uno de cuyos retratos alcanzó estratosférico precio en subasta internacional hará un par de años, sin que a mi modo de ver pueda comparársele desde el ángulo estético con Picasso (también con precios tope) ni con otros.
Egon Schiele conoció un mes de cárcel cuando dio a conocer sus desnudos de niñas púberes, que fueron reprobados. Pero quizá sus obras más características sean la serie de autorretratos al desnudo en los que asume todo tipo de actitudes relacionadas con la masturbación y el orgasmo.
Sin duda que son magníficos dibujos a línea de un hombre casi esquelético, pero con los músculos bien remarcados y manos enormes.
Creo que a posteriori influyó a Guayasamín. Dibujó temas lésbicos que tuvieron plena acogida, así como parejas. Creía ser absolutamente un genio y así lo dijo días antes de morir, en octubre de 1928.
Vaticinó que se le veneraría en todos los museos del mundo. Expiró a los 28 años, igual que su mujer, y por la misma causa. Admiraba a Aubrey Beardslay, quien murió a los 25, en 1898, pero no de influenza, sino de tuberculosis.

Javier Corral Jurado
Amedi y la influenza mediática
El mismo día que el gobierno de la República decretó la alerta sanitaria para enfrentar la epidemia del virus de la influenza, 23 de abril, ocurría también un hecho importante para la vida del país. En el Club de Periodistas de México se desarrollaba la novena asamblea nacional de la Asociación Mexicana de Derecho a la Información (Amedi), que renovó sus cuadros directivos y analizó bajo la mirada especializada de varios de sus miembros el estado de la legislación en materia de medios de comunicación, particularmente los proyectos de reforma a la radio y la tv que duermen el sueño de los justos en ambas cámaras del Congreso.
La Amedi es importante para el país porque se trata del grupo plural más relevante que se ha conformado en torno de la lucha por la democratización de los medios, y se ha constituido en un referente indiscutible de esa lucha. Ahí se ha logrado reunir —poco tiempo después de las traumáticas elecciones de 2006— a los personajes de mayor prestigio político, jurídico, académico, comunicacional y de organización social.
A lo largo de estos dos últimos años ha consolidado su presencia en la vida pública de México, y con base en el rigor ético y profesional de sus estudios e investigaciones, en el celo de su independencia política, en la imparcialidad partidista que se ha impuesto y en la autonomía en su acción y pensamiento, es ya una voz sonora y una presencia visible en el debate de la nación.
Por más intentos que los intereses comerciales han realizado por sofocar el tema de la necesaria reforma de los medios, la Amedi ha mantenido encendida la llama de la esperanza, y animado bajo distintos enfoques y batallas ese debate como un asunto vital para la democracia.
En una renovación soberana y democrática, esperanzadora, ha tomado las riendas de la Amedi como nuevo presidente del Consejo Directivo, 2009-2011, el prestigiado investigador Raúl Trejo Delarbre, nuestro máximo teórico de la comunicación política en México, y como coordinador del Consejo Consultivo —en sustitución de Miguel Ángel Granados Chapa—, el doctor Néstor García Canclini, otro de los grandes no sólo en nuestro país, sino en América Latina.
De Trejo podemos decir que se trata del personaje que con mayor rigor ético, político y académico ha influido en la conciencia de miles sobre el estudio contemporáneo de la comunicación. Ya en el ejercicio de su responsabilidad en Amedi, convocó a un blog para discutir, intercambiar experiencias y expresar inquietudes y hallazgos sobre el desempeño de los medios ante la epidemia. Respondieron académicos e investigadores de la comunicación y se construyó un interesante diálogo con muy diversos enfoques (http://mediosantelainfluenza.wordpress.com/).
Según Trejo Delarbre, “En términos generales, sería mezquino regatearles a tv, radio y prensa el papel de comunicación que han cumplido con eficacia. Algunos han exagerado pero, en general, las descripciones altisonantes, la tentación del estruendo y las imágenes lastimeras quedaron en segundo plano. Las explicaciones a cargo de médicos especializados en epidemias han acaparado los segmentos. En noticiarios y espacios extraordinarios, televisoras y radiodifusoras han sido puentes entre expertos y sociedad”.
Este enfoque conforma una precisión de lucha política muy importante, que ante tanto abuso y exceso de algunos medios suele olvidarse para todos los demás. Trejo Delarbre lo ha formulado: “La Amedi no está en contra de los medios sino del abuso: queremos una apertura fincada en la investigación y el seguimiento escrupuloso de los asuntos públicos; queremos que se desenvuelvan en plena libertad para desarrollar ciudadanos y no consumidores”.
Es menester saludar ese enfoque y agradecer a Trejo Delarbre, a su nuevo comité directivo y a García Canclini el esfuerzo con el que deciden continuar una tarea indispensable para México: el cumplimiento de un deber cívico en horas difíciles para el país, y ampliamente retadoras para el derecho a la información.
Profesor de la FCPyS de la UNAM


Enrique del Val Blanco
Pandemia económica
Derivada del brote epidémico que sufre principalmente nuestro país, una vez que pase la emergencia —que esperamos sea pronto—, sin duda habrá que hacer una auditoría independiente para saber en realidad qué pasó, qué falló, más allá de lo anecdótico. Por la importancia del tema, para prevenir futuras situaciones como la actual, esa auditoría debería llevarla a cabo el Congreso de la Unión, a través de alguno de sus órganos fiscalizadores.
Por los informes oficiales parece que el peligro de la epidemia se está controlando y reduciendo. Por lo tanto, de inmediato el gobierno debe atender la “pandemia económica” que estamos sufriendo y que sin duda se agravará, pues ya antes del virus la situación era difícil. Será necesario que el gobierno dé muestras de estar haciendo algo más que aplicar acciones aisladas, como las que estamos viendo.
La economía mundial está en receso y con un futuro negro. Las noticias de la quiebra de la automotriz Chrysler y la posible de General Motors dejarían sin empleo a más de 60 mil personas; en España la situación es grave con 4 millones de personas en desempleo, algo nunca visto desde que llegó la democracia. Así podemos continuar con datos alarmantes, sobre todo porque de todos ellos lo que resulta es el incremento de la pobreza por desempleo.
La economía mexicana, que según el FMI este año iba a tener la mayor caída en el continente, ahora seguro estará peor, no con 3.7% de contracción como previó el fondo, sino, según diversos consultores y bancos, estará rondando entre 4.5% y 5.5%, consecuencia de la contingencia sanitaria que se juntó a la brutal caída de la economía estadounidense que en el primer trimestre y por segunda vez consecutiva cae más de 6%.
En un país como el nuestro, donde no existe el seguro de desempleo, tendremos una situación no vista en muchos años con miles de personas buscando ingresos para mantener a sus familias, porque han quedado desempleados o llegaron a la edad para tener empleo y no lo consiguen. Sólo en este último caso hay un millón de jóvenes anualmente. Con el fracaso de la política económica del pasado régimen panista y lo que va de éste, las cifras son preocupantes.
Es más, al igual que se hizo con la epidemia, el gobierno debería tener ya un gabinete de crisis que proponga acciones en materia económica y de empleo; medidas no sólo para salvar a los empresarios, sino fundamentalmente el empleo de millones de personas y generar nuevas oportunidades. El gobierno deberá destinar recursos para establecer un seguro de desempleo inmediato que por lo menos garantice que miles de familias puedan comer.
Esta pandemia económica puede ser responsable de la muerte de más personas que la causada por el virus; debido a la situación crítica de muchas familias y que llegado a un punto límite, se convertiría en un problema social gravísimo que, si no se atiende a tiempo, puede provocar situaciones supuestamente resueltas hace muchos años. El tiempo está corriendo.
Analista político y economista


Alberto Aziz Nassif
¿Cambiará la fotografía?

Antes de la crisis por el virus de la influenza humana la Secretaría de Gobernación dio a conocer la cuarta entrega de la Encuesta Nacional sobre Cultura Política y Prácticas Ciudadanas 2008 (Encup, 2008). Esa fotografía confirmó básicamente lo que ya varios instrumentos de medición nos han dicho sobre cómo está la relación de los ciudadanos con el poder y qué tipo de ciudadanía tenemos en México. Los datos señalan que los mexicanos desconfían de las instituciones públicas y confían de forma amplia en su familia. Tenemos una sociedad poco organizada, con bajas expresiones de participación, a la que le interesa muy poco la política; es intolerante con las personas que tienen problemas de adicciones, y mantiene el apoyo a la democracia pero con muy baja satisfacción. Ante este cuadro aparece de pronto la emergencia de la influenza y la crisis obliga a repensar la nueva ubicación de los ciudadanos frente a la crisis de salud que vivimos hoy.
Sin duda, el ánimo social que ya se encontraba deteriorado ha sufrido otro golpe. Consulta Mitofsky, en una encuesta telefónica reciente, destaca que las expectativas económicas para el futuro inmediato son peores, así como las de la seguridad, la política y ahora también la salud. Al mismo tiempo, esta encuesta midió que la emergencia del gobierno fue bien evaluada por los ciudadanos, ya que 72% lo consideró eficiente, 65% cree que la emergencia fue oportuna y 69% no piensa que la reacción de las autoridades haya sido exagerada.
Una cultura de mucha desconfianza institucional ha tenido que convivir estos días con un gobierno al que 84% de los ciudadanos considera que la información que le ha dado ha sido clara y suficiente (EL UNIVERSAL, encuesta telefónica, 1/V/09).
Sin embargo, al paso de los días y con la información más reciente empiezan a aparecer en el horizonte diferencias de apreciación sobre el manejo de la crisis de salud. El secretario de Salud estableció el domingo pasado que la epidemia había llegado a una “fase de descenso”. Lo que veremos en los próximos días será un caudal de opiniones y evaluaciones sobre las acciones del gobierno y la “normalización” del país. Quizá esta crisis llevará a la sociedad a exigir cuentas del gobierno y debería obligar a las autoridades a revisar el sistema de salud para hacer los cambios necesarios.
Esta crisis de salud puede romper las inercias y el dominio de intereses y puede generar modificaciones. Por ejemplo, la campaña electoral que ha iniciado de forma atípica ya no será la misma que antes de la emergencia, y los partidos y candidatos que mejor puedan entender esta situación serán los que puedan obtener mayor ganancia política.
De la misma forma, el gobierno de Calderón será evaluado de forma particular sobre las acciones que tomó ante la crisis, sobre su oportunidad y eficacia. Lo mismo pasará en el DF y en el estado de México. A mediada que pase el susto y los miedos al contagio disminuyan, es posible que puedan crecer la reflexión, el análisis y las propuestas de cambio sobre el sistema de salud.
El sistema de salud ha sido puesto a prueba. Sus carencias y fortalezas tendrán que salir al escrutinio público. Esta epidemia ha afectado de diferente manera a los países y eso tiene que ver con la capacidad de respuesta del sistema de salud. Los casos de contagio y el número de muertes es contrastante.
Durante varios días la pregunta que muchos se hacían era por qué en México se mueren los enfermos con este virus y en otras partes no. La respuesta oficial fue incompleta y parcial; se dijo: porque llegan en estado crítico. Pero llegan así por múltiples razones, desde las mismas condiciones de pobreza y abandono hasta las mismas burocracias hospitalarias y las debilidades de la infraestructura de salud.
Ha empezado a quedar claro que la falta de inversión pública en ciencia y tecnología tiene consecuencias graves para el país. ¿Cuántos años tenemos de infrafinanciamiento en el que México no llega ni a 0.4% del PIB de presupuesto en esta materia, cuando por ley ya deberíamos estar al menos en 1%? Por supuesto que esto afecta para no tener los laboratorios adecuados y los niveles suficientes de infraestructura y tecnología para enfrentar una emergencia como la que vivimos.
Por lo pronto, tuvieron que enviar a Estados Unidos las muestras para saber qué tipo de virus era. Mucho se ha repetido que el gobierno tiene un millón de dosis de antivirales, lo cual no cubriría ni 1% de la población ante una generalización de la epidemia. Ha llegado el momento de revisar el modelo que han construido los últimos gobiernos en el que el país se ha vuelto más vulnerable. También ha habido problemas con la información, porque parece que no tenemos un sistema unificado y confiable; por eso vimos que el número de casos y fallecimientos se ha modificado de forma irregular, porque no fue posible compatibilizar las diferentes fuentes del sistema de salud.
Una vez que la epidemia ceda de forma completa, el país se pondrá nuevamente en acción y poco a poco dejará la parálisis y el encierro en el que millones hemos vivido estos días. Veremos cómo se modificó la fotografía ciudadana del país y qué pasa con el sistema de salud. Investigador del CIESAS

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