Inflación: otra vuelta de tuerca
De acuerdo con datos dados a conocer ayer por el Banco de México (BdeM), la inflación anualizada alcanzó 6.17 por ciento en abril pasado, con lo que duplicó las estimaciones de esa institución, que eran de alrededor de 3 por ciento. Según el organismo, un factor importante en este repunte inflacionario ha sido el incremento en los precios de frutas y verduras incluidas en la canasta básica, como jitomate, aguacate, tomate verde, pepino y tortilla de maíz. Con todo, el BdeM apuntó, con optimismo, la posibilidad de que en el mes en curso tenga lugar una reducción de la carestía, en virtud de una moderación en el ritmo de aumentos de algunos productos.
Más allá de tecnicismos macroeconómicos, la noticia es alarmante toda vez que plantea una nueva vuelta de tuerca en la angustiosa situación material en que se encuentran millones de mexicanos que desde hace dos décadas han venido sufriendo, como consecuencia de la política económica aún vigente, la persistente caída en el poder adquisitivo, el tránsito al sector informal, el desempleo abierto, el deterioro de condiciones laborales, sanitarias, educativas, habitacionales, culturales y recreativas, la sistemática reducción de su nivel de vida y la pobreza o la miseria descarnadas.
Esos sectores de la población se enfrentan, además, a una seguridad pública degradada o, en diversas regiones, inexistente; al divorcio inexorable entre las cúpulas institucionales y la ciudadanía, a la que tendrían que servir; a los espectáculos inaceptables de la riqueza extrema, concentrada en unas cuantas manos, y el boato en el que viven los funcionarios públicos a partir de cierto nivel; a las penurias agravadas en el corto plazo por la crisis económica mundial y, en lo inmediato, por la epidemia de influenza que recorre el país.
En esa medida, el repunte inflacionario, así sea pasajero como pretende el BdeM, constituye un agravio adicional para las mayorías del país que contradice, para colmo, uno de los propósitos centrales en el discurso sustentador del modelo neoliberal vigente: promover la estabilidad antinflacionaria.
No escapará al entendimiento ecuánime que el fenómeno de la inflación tiene mucho de incontrolable, y el que ahora se presenta es producto, entre otros factores, de la devaluación del peso ante el dólar, pero tampoco puede ignorarse que el propio gobierno federal se ha erigido, en lo que va de este sexenio, en impulsor de la inflación al legitimar alzas en los alimentos básicos y al persistir en su empeño por mantener los incrementos regulares en los combustibles.
El hecho es que el alza de precios es un proceso que afecta en mayor proporción a quienes carecen de capacidad para transferirlo a otros, como sí lo hacen industriales, comerciantes, financieros, prestadores de servicios y la propia autoridad federal –que ha duplicado, en cosa de un lustro, su gasto corriente, sin que ello se haya traducido en una elevación perceptible de la eficiencia gubernamental. Quienes terminan por pagar la mayor proporción de los incrementos son los consumidores finales y, entre ellos, los más agraviados son los trabajadores a sueldo, sometidos al férreo designio de contención salarial que ha imperado durante 20 años.
A pesar de la evidente conjunción de circunstancias críticas en casi todos los órdenes de la vida nacional, las instancias gubernamentales siguen empeñadas, a juzgar por sus actos, en no ver la posibilidad de que la suma de los descontentos sociales y económicos derive en un desasosiego político mayúsculo y en la ingobernabilidad. El grupo gobernante ha estado empeñado, desde fines de los años 80 del siglo pasado hasta ahora, en la creación de condiciones favorables para los grandes capitales nacionales y extranjeros, y en el rescate de corporaciones ineficientes y corruptas. Es tiempo de que emprenda un rescate de la población y, especialmente, de sus segmentos más desprotegidos y busque los mecanismos para contrarrestar el impacto de este nuevo repunte inflacionario. Tiene los recursos para ello. Cabe demandarle la altura de miras, el sentido de Estado y la voluntad política correspondientes.
De acuerdo con datos dados a conocer ayer por el Banco de México (BdeM), la inflación anualizada alcanzó 6.17 por ciento en abril pasado, con lo que duplicó las estimaciones de esa institución, que eran de alrededor de 3 por ciento. Según el organismo, un factor importante en este repunte inflacionario ha sido el incremento en los precios de frutas y verduras incluidas en la canasta básica, como jitomate, aguacate, tomate verde, pepino y tortilla de maíz. Con todo, el BdeM apuntó, con optimismo, la posibilidad de que en el mes en curso tenga lugar una reducción de la carestía, en virtud de una moderación en el ritmo de aumentos de algunos productos.
Más allá de tecnicismos macroeconómicos, la noticia es alarmante toda vez que plantea una nueva vuelta de tuerca en la angustiosa situación material en que se encuentran millones de mexicanos que desde hace dos décadas han venido sufriendo, como consecuencia de la política económica aún vigente, la persistente caída en el poder adquisitivo, el tránsito al sector informal, el desempleo abierto, el deterioro de condiciones laborales, sanitarias, educativas, habitacionales, culturales y recreativas, la sistemática reducción de su nivel de vida y la pobreza o la miseria descarnadas.
Esos sectores de la población se enfrentan, además, a una seguridad pública degradada o, en diversas regiones, inexistente; al divorcio inexorable entre las cúpulas institucionales y la ciudadanía, a la que tendrían que servir; a los espectáculos inaceptables de la riqueza extrema, concentrada en unas cuantas manos, y el boato en el que viven los funcionarios públicos a partir de cierto nivel; a las penurias agravadas en el corto plazo por la crisis económica mundial y, en lo inmediato, por la epidemia de influenza que recorre el país.
En esa medida, el repunte inflacionario, así sea pasajero como pretende el BdeM, constituye un agravio adicional para las mayorías del país que contradice, para colmo, uno de los propósitos centrales en el discurso sustentador del modelo neoliberal vigente: promover la estabilidad antinflacionaria.
No escapará al entendimiento ecuánime que el fenómeno de la inflación tiene mucho de incontrolable, y el que ahora se presenta es producto, entre otros factores, de la devaluación del peso ante el dólar, pero tampoco puede ignorarse que el propio gobierno federal se ha erigido, en lo que va de este sexenio, en impulsor de la inflación al legitimar alzas en los alimentos básicos y al persistir en su empeño por mantener los incrementos regulares en los combustibles.
El hecho es que el alza de precios es un proceso que afecta en mayor proporción a quienes carecen de capacidad para transferirlo a otros, como sí lo hacen industriales, comerciantes, financieros, prestadores de servicios y la propia autoridad federal –que ha duplicado, en cosa de un lustro, su gasto corriente, sin que ello se haya traducido en una elevación perceptible de la eficiencia gubernamental. Quienes terminan por pagar la mayor proporción de los incrementos son los consumidores finales y, entre ellos, los más agraviados son los trabajadores a sueldo, sometidos al férreo designio de contención salarial que ha imperado durante 20 años.
A pesar de la evidente conjunción de circunstancias críticas en casi todos los órdenes de la vida nacional, las instancias gubernamentales siguen empeñadas, a juzgar por sus actos, en no ver la posibilidad de que la suma de los descontentos sociales y económicos derive en un desasosiego político mayúsculo y en la ingobernabilidad. El grupo gobernante ha estado empeñado, desde fines de los años 80 del siglo pasado hasta ahora, en la creación de condiciones favorables para los grandes capitales nacionales y extranjeros, y en el rescate de corporaciones ineficientes y corruptas. Es tiempo de que emprenda un rescate de la población y, especialmente, de sus segmentos más desprotegidos y busque los mecanismos para contrarrestar el impacto de este nuevo repunte inflacionario. Tiene los recursos para ello. Cabe demandarle la altura de miras, el sentido de Estado y la voluntad política correspondientes.
Julio Hernández López: Astillero
Luego del fraude electoral de 2006 se volvió cínico deporte mediático satanizar las interpretaciones críticas de una realidad que mostraba sin duda los ingredientes de la conspiración y la confabulación para cerrar el paso a una opción reformista que aspiraba a gobernar el país. Con dejo altanero, los personajes autorizados por Gobernación y Los Pinos para ocupar los principales espacios de opinión (una baraja de cartas marcadas que se repite en una y otra tribuna mediática) habían instaurado el delito de pensamiento en cuanto se refiriera a las maniobras de adulteración de los comicios envenenados y a la conjunción de poderes establecida primero para descarrilar la candidatura de Andrés Manuel López Obrador y luego para robarle el triunfo. Una palabra desataba en esos opinantes (los taquimecanógrafos electrónicos a los que ayer se aludía aquí) la burla embadurnada de menosprecio académico: complot. Sólo un discapacitado cultural, un analfabeta político, alguien dañado por el populismo intelectual podría utilizar tan infeccioso término.
Más he ahí que un personaje absolutamente desconfiable en cuanto a sus intenciones reales (¿despecho amoroso rosarino, venganza por el incumplimiento de pago de los 400 millones de pesos que quedaron en 35?) ha escrito por su propia voluntad, y ayudado por un grupo de periodistas con quienes se sintió animado a trabajar, una versión personal del intenso episodio que desató a partir de las videograbaciones, cuya entrega más impactante fue la correspondiente a René Bejarano, la mano derecha política del entonces jefe del gobierno capitalino.
Lo que Ahumada describe con todo detalle, más allá de lo que le mueva a hacerlo, es un absoluto complot en el que participaron el jefe de jefes del cartel nacional, Carlos Salinas de Gortari, y algunos de sus lugartenientes, como Diego Fernández de Cevallos, Santiago Creel, Eduardo Medina Mora, Rafael Macedo de la Concha, Elba Esther Gordillo (que luego se distanció del jefe para ejercer ella el título panalero de jefa), Manuel Andrade (gobernador, entonces, de Tabasco), Bernardo Gómez (vicepresidente de Televisa), el senador Televisión Azteca, Jorge Mendoza, y quien era joven promesa expresamente impulsada por su padrino Salinas, el entonces diputado federal Enrique Peña Nieto. El reporte doctoral de esos comprobados casos de influencias porcinas tuvo el ingrediente de la fiebre amarilla, con la participación tragicómica de la primera actriz Rosario Robles, que lo mismo voló a Londres y La Habana a entrevistarse con Salinas (cenas de parejas) que entró a la casa de éste en la ciudad de México como si de pudorosa dama ante un motel de paso se tratara, con lentes oscuros en plena noche, cubierta textilmente la cabeza y recostada en el asiento del vehículo automotor.
Ahumada, irónicamente, ha venido a comprobar las tesis del complot, y a recordar a todos la obviedad, en momentos en que crecen las evidencias del pésimo manejo del problema gripal, de que los grandes intereses, nacionales y trasnacionales, de manera natural llegan a acuerdos y planean acciones para defender sus posiciones de poder, sus negocios y ganancias, es decir, sus opciones de continuidad privilegiada. Claro que en ese tinglado de perversidades tienen su lugar los opinantes y comentaristas que, entre otras tareas asignadas, tienen la de tratar de convencer a los ciudadanos de que la política es una práctica de reglas respetadas (en la democracia, un voto hace la diferencia, es una de las frases machaconas) y de ríspido pero sano concurso de puntos de vista y opciones, sin conjuras ahumadas. Y, sin embargo, fueron complot (el uso de los citados videos y el manejo de las elecciones de 2006).
Astillas
El historiador Gerardo Renique (profesor asociado de la City University of New York) escribe: “En efecto, la persecución antichina de los años 1930 es un evento conveniente ‘olvidado’ por la historia mexicana. Estas acciones, y el movimiento antichino que las sostuvieron, fueron sin embargo fundamentales en la constitución del partido oficial de la ‘revolución mexicana’, bajo la conducción de Calles. Más aún, la organización misma de este movimiento (...) constituyó el punto de partida de las tecnologías de control de masas, mediante las cuales el Estado post-revolucionario capturó las lealtades y apoyo del pueblo mexicano”. El trabajo de Renique, sobre Región, raza y nación en el antichinismo sonorense, puede leerse en www.astillero.tv, al igual que el texto de Manuel González Oropeza antes citado aquí.
El profesor Jorge Guerrero vio en televisión la llegada de mexicanos traídos de China y reparó en que la esposa de Calderón se presentó en la escalerilla del avión sin su cubrebocas, y también es de notar que la gran mayoría de los pasajeros pasaban frente a ella sin siquiera voltear a mirarla, y que incluso, en su afán de robar cámara, Margarita Zavala quizo acercarse a acariciar a una niña que siguió impertérrita su descenso.
Un lector poblano reporta y pregunta: “El martes pasado, en el municipio de Libres, en el estado de Puebla, el nuevo arzobispo encabezó una misa multitudinaria, violentando todas las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud. ¿Será que nuestro góber precioso aplicará el mismo protocolo que el IFE en Tabasco para sancionar a López Obrador?”.
Y, mientras Newsweek en español habla de La negligencia de México, y relata cómo las tempranas evidencias de la existencia de virus peligrosos fueron desatendidas porque en Los Pinos sólo importaban los preparativos de la recepción de Barack Obama, ¡feliz fin de semana, con la novedad de que La Jornada San Luis, dizque dirigida por el autor de los presentes teclazos, dejará de circular sábados y domingos, como una necesaria medida de ahorro que ayude a la gatuna publicación potosina (poseedora de más de siete vidas) a tratar de salvar las dificultades económicas y profesionales de un periódico que durante más de diez años pudo salir diariamente, sin excepción, pero que ahora necesita un repliegue táctico!
Fax: 5605-2099 • juliohdz@jornada.com.mx
Luego del fraude electoral de 2006 se volvió cínico deporte mediático satanizar las interpretaciones críticas de una realidad que mostraba sin duda los ingredientes de la conspiración y la confabulación para cerrar el paso a una opción reformista que aspiraba a gobernar el país. Con dejo altanero, los personajes autorizados por Gobernación y Los Pinos para ocupar los principales espacios de opinión (una baraja de cartas marcadas que se repite en una y otra tribuna mediática) habían instaurado el delito de pensamiento en cuanto se refiriera a las maniobras de adulteración de los comicios envenenados y a la conjunción de poderes establecida primero para descarrilar la candidatura de Andrés Manuel López Obrador y luego para robarle el triunfo. Una palabra desataba en esos opinantes (los taquimecanógrafos electrónicos a los que ayer se aludía aquí) la burla embadurnada de menosprecio académico: complot. Sólo un discapacitado cultural, un analfabeta político, alguien dañado por el populismo intelectual podría utilizar tan infeccioso término.
Más he ahí que un personaje absolutamente desconfiable en cuanto a sus intenciones reales (¿despecho amoroso rosarino, venganza por el incumplimiento de pago de los 400 millones de pesos que quedaron en 35?) ha escrito por su propia voluntad, y ayudado por un grupo de periodistas con quienes se sintió animado a trabajar, una versión personal del intenso episodio que desató a partir de las videograbaciones, cuya entrega más impactante fue la correspondiente a René Bejarano, la mano derecha política del entonces jefe del gobierno capitalino.
Lo que Ahumada describe con todo detalle, más allá de lo que le mueva a hacerlo, es un absoluto complot en el que participaron el jefe de jefes del cartel nacional, Carlos Salinas de Gortari, y algunos de sus lugartenientes, como Diego Fernández de Cevallos, Santiago Creel, Eduardo Medina Mora, Rafael Macedo de la Concha, Elba Esther Gordillo (que luego se distanció del jefe para ejercer ella el título panalero de jefa), Manuel Andrade (gobernador, entonces, de Tabasco), Bernardo Gómez (vicepresidente de Televisa), el senador Televisión Azteca, Jorge Mendoza, y quien era joven promesa expresamente impulsada por su padrino Salinas, el entonces diputado federal Enrique Peña Nieto. El reporte doctoral de esos comprobados casos de influencias porcinas tuvo el ingrediente de la fiebre amarilla, con la participación tragicómica de la primera actriz Rosario Robles, que lo mismo voló a Londres y La Habana a entrevistarse con Salinas (cenas de parejas) que entró a la casa de éste en la ciudad de México como si de pudorosa dama ante un motel de paso se tratara, con lentes oscuros en plena noche, cubierta textilmente la cabeza y recostada en el asiento del vehículo automotor.
Ahumada, irónicamente, ha venido a comprobar las tesis del complot, y a recordar a todos la obviedad, en momentos en que crecen las evidencias del pésimo manejo del problema gripal, de que los grandes intereses, nacionales y trasnacionales, de manera natural llegan a acuerdos y planean acciones para defender sus posiciones de poder, sus negocios y ganancias, es decir, sus opciones de continuidad privilegiada. Claro que en ese tinglado de perversidades tienen su lugar los opinantes y comentaristas que, entre otras tareas asignadas, tienen la de tratar de convencer a los ciudadanos de que la política es una práctica de reglas respetadas (en la democracia, un voto hace la diferencia, es una de las frases machaconas) y de ríspido pero sano concurso de puntos de vista y opciones, sin conjuras ahumadas. Y, sin embargo, fueron complot (el uso de los citados videos y el manejo de las elecciones de 2006).
Astillas
El historiador Gerardo Renique (profesor asociado de la City University of New York) escribe: “En efecto, la persecución antichina de los años 1930 es un evento conveniente ‘olvidado’ por la historia mexicana. Estas acciones, y el movimiento antichino que las sostuvieron, fueron sin embargo fundamentales en la constitución del partido oficial de la ‘revolución mexicana’, bajo la conducción de Calles. Más aún, la organización misma de este movimiento (...) constituyó el punto de partida de las tecnologías de control de masas, mediante las cuales el Estado post-revolucionario capturó las lealtades y apoyo del pueblo mexicano”. El trabajo de Renique, sobre Región, raza y nación en el antichinismo sonorense, puede leerse en www.astillero.tv, al igual que el texto de Manuel González Oropeza antes citado aquí.
El profesor Jorge Guerrero vio en televisión la llegada de mexicanos traídos de China y reparó en que la esposa de Calderón se presentó en la escalerilla del avión sin su cubrebocas, y también es de notar que la gran mayoría de los pasajeros pasaban frente a ella sin siquiera voltear a mirarla, y que incluso, en su afán de robar cámara, Margarita Zavala quizo acercarse a acariciar a una niña que siguió impertérrita su descenso.
Un lector poblano reporta y pregunta: “El martes pasado, en el municipio de Libres, en el estado de Puebla, el nuevo arzobispo encabezó una misa multitudinaria, violentando todas las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud. ¿Será que nuestro góber precioso aplicará el mismo protocolo que el IFE en Tabasco para sancionar a López Obrador?”.
Y, mientras Newsweek en español habla de La negligencia de México, y relata cómo las tempranas evidencias de la existencia de virus peligrosos fueron desatendidas porque en Los Pinos sólo importaban los preparativos de la recepción de Barack Obama, ¡feliz fin de semana, con la novedad de que La Jornada San Luis, dizque dirigida por el autor de los presentes teclazos, dejará de circular sábados y domingos, como una necesaria medida de ahorro que ayude a la gatuna publicación potosina (poseedora de más de siete vidas) a tratar de salvar las dificultades económicas y profesionales de un periódico que durante más de diez años pudo salir diariamente, sin excepción, pero que ahora necesita un repliegue táctico!
Fax: 5605-2099 • juliohdz@jornada.com.mx
Ya están enterados: Marcelo Ebrard, después de consultar con su equipo de expertos, decidió levantar todas las restricciones que había impuesto al funcionamiento de restaurantes, bares, estadios, etcétera. La ciudad es otra vez un ave con alas en libertad. Sin embargo, a la gente no le van a quitar de la cabeza la idea de que el gobierno –federal y local– causó más estragos que el virus. Hay algunas disposiciones que deberían conservarse como norma permanente. Una de ellas es el uso de cubrebocas y guantes por el personal que maneja alimentos y bebidas, tanto en restaurantes como en supermercados. Esta sección es paranoicamente avara para otorgar buenas calificaciones a los políticos, pero Ebrard esta vez se la ganó. No tuvo temor a corregir el rumbo.
El frijol que no quiso Haití
Ya lo comentamos Jacobo y yo en De Una a Tres, ayer, pero no es superfluo volver al tema. Hoy al mediodía el señor Rubén Rivera Llanes, vecino de Atizapán de Zaragoza, presentará en Los Pinos una petición escrita dirigida al presidente Calderón a fin de que distribuya en aquel suburbio el frijol que rechazó el gobierno de Haití. Reaccionó con innecesaria rudeza, los llamó muertos de hambre. Lo cierto es que con la propaganda negativa que el propio mexicano promovió en su contra (¡autogoool!) en todo el planeta, por hambreado que esté un país no va a aceptar alimentos mexicanos. Pero en Atizapán hay mucha gente necesitada, ahí no le hacen el feo a los frijolitos que “ni los negros quisieron” (Fox dixit).
Devolución de impuestos
Una buena noticia para los contribuyentes de la categoría personas físicas que presentaron su declaración fiscal entre el 13 y el 19 de abril, y solicitaron la devolución del ISR. Fueron autorizadas más de 64 mil peticiones y suman alrededor de 452 millones de pesos. El titular del SAT, Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena, no ha dejado hasta hoy de cumplir el compromiso. Si usted es uno de los afortunados, pague su tarjeta de crédito o póngase al corriente con la hipoteca. Cuando pase la ventolera del virus va a estallar el problema de los clientes y los bancos.
e@Vox Populi
Asunto: no llegaron los kits
Somos maestros de educación primaria. Debido a la supuesta epidemia de influenza porcina/humana, se anunció por todos los medios que el secretario de Salud distribuiría los materiales de limpieza necesarios para desinfectar las escuelas del Distrito Federal, así como los kits de aseo al personal docente. Pues bien, los famosos kits que contendrían el gel para desinfectarse las manos, los cubrebocas y el papel sanitario no aparecen por ninguna parte. Se nos indicó que quienes contáramos con jabones en barra los desecháramos, pues sólo el gel antibacterial sirve para desinfectar. Lo que nos llegó es lo siguiente:
–Un bulto de 5 kilos de detergente en polvo.
–Un bote de 10 litros de cloro (el producto no es concentrado).
–Seis jabones de barra (¿por fin?)
–Algunas escobas.
El material debe cubrir la limpieza de ambos turnos. Posiblemente piensan que será suficiente con un trapo y algo de detergente para callarnos la boca. ¿Dónde están los donativos que se recibieron del extranjero? No hay agua en muchas escuelas para que los alumnos se laven las manos cuando sea necesario. Nos repugna la ideología y el modo de actuar de la señora Gordillo, pero creo que en esta única ocasión estamos de acuerdo con lo que dijo: “no nos negamos a volver al trabajo, pero no hay condiciones”. Te rogamos que guardes en secreto nuestra identidad, no queremos quedarnos sin empleo.
Grupo de maestros de primaria
R: Si hay un rebote de la enfermedad y pega en las escuelas, ya sabemos –gracias a ustedes– quién será el responsable.
Asunto: el camino
La clave para que cesen las desigualdades que padecemos la mayoría de los mexicanos es que encontremos la forma de acabar con esa minoría que nos las impone. Tendría que ser ejerciendo nuestro voto por quienes nos garantizaran esto, pero los diputados y senadores han dado muestras de que solamente ven por sus intereses. Sus representados no les importamos. Además, ¿quién cree en el IFE? Se aceptan sugerencias.
Marilú Robles Pretelín/Distrito Federal
R: Mientras no se invente otro camino mejor, y pacífico, hay que insistir en el voto.
Asunto: el germen
¡Qué casualidad! Ahora resulta que nuestro gobierno salvó a la humanidad de un enorme riesgo: la influenza. Votemos por el PAN, que es sinónimo de acción responsable, dice su propaganda. Va por la mayoría en la Cámara de Diputados. Vaya campaña electoral más burda.
Ing. Mario Landeros Martínez/Distrito Federal
R: A estas alturas mucha gente tiene claro que el germen se llama Germán.
Asunto: espacio en el avión
Con respecto a esta “epidemia” que vivimos quisiera hacer una observación y me llama la atención que nadie le pregunte al secretario de Salud. Si la recomendación de la OMS es mantener una distancia mínima de 2.25 metros entre las personas para evitar riesgos de contagio; si por esa razón se plantean restricciones en la operación de restaurantes, cines, teatros, etcétera, ¿cómo es posible que no se mencione que viajar en avión también aumenta el riesgo? Diariamente salen y llegan vuelos de Aeroméxico, Iberia, Air France, KLM, Lufthansa, British, Japan Airlines, etcétera. La distancia entre pasajeros en un avión dista mucho de ser la recomendada por las autoridades sanitarias y los pasajeros permanecen expuestos y apretaditos durante 12 horas continuas. Algo no cierra. ¿En qué nos están mintiendo?
Carlos Baidenbaum F./Distrito Federal
R: Las cabinas de los jets ejecutivos están diseñadas para que haya una buena distancia, aunque no de más de dos metros. Quizá ya se les olvidó cuando viajaban en clase toilette.
galvanochoa@yahoo.com • Foro: http://dinero.tv/
El frijol que no quiso Haití
Ya lo comentamos Jacobo y yo en De Una a Tres, ayer, pero no es superfluo volver al tema. Hoy al mediodía el señor Rubén Rivera Llanes, vecino de Atizapán de Zaragoza, presentará en Los Pinos una petición escrita dirigida al presidente Calderón a fin de que distribuya en aquel suburbio el frijol que rechazó el gobierno de Haití. Reaccionó con innecesaria rudeza, los llamó muertos de hambre. Lo cierto es que con la propaganda negativa que el propio mexicano promovió en su contra (¡autogoool!) en todo el planeta, por hambreado que esté un país no va a aceptar alimentos mexicanos. Pero en Atizapán hay mucha gente necesitada, ahí no le hacen el feo a los frijolitos que “ni los negros quisieron” (Fox dixit).
Devolución de impuestos
Una buena noticia para los contribuyentes de la categoría personas físicas que presentaron su declaración fiscal entre el 13 y el 19 de abril, y solicitaron la devolución del ISR. Fueron autorizadas más de 64 mil peticiones y suman alrededor de 452 millones de pesos. El titular del SAT, Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena, no ha dejado hasta hoy de cumplir el compromiso. Si usted es uno de los afortunados, pague su tarjeta de crédito o póngase al corriente con la hipoteca. Cuando pase la ventolera del virus va a estallar el problema de los clientes y los bancos.
e@Vox Populi
Asunto: no llegaron los kits
Somos maestros de educación primaria. Debido a la supuesta epidemia de influenza porcina/humana, se anunció por todos los medios que el secretario de Salud distribuiría los materiales de limpieza necesarios para desinfectar las escuelas del Distrito Federal, así como los kits de aseo al personal docente. Pues bien, los famosos kits que contendrían el gel para desinfectarse las manos, los cubrebocas y el papel sanitario no aparecen por ninguna parte. Se nos indicó que quienes contáramos con jabones en barra los desecháramos, pues sólo el gel antibacterial sirve para desinfectar. Lo que nos llegó es lo siguiente:
–Un bulto de 5 kilos de detergente en polvo.
–Un bote de 10 litros de cloro (el producto no es concentrado).
–Seis jabones de barra (¿por fin?)
–Algunas escobas.
El material debe cubrir la limpieza de ambos turnos. Posiblemente piensan que será suficiente con un trapo y algo de detergente para callarnos la boca. ¿Dónde están los donativos que se recibieron del extranjero? No hay agua en muchas escuelas para que los alumnos se laven las manos cuando sea necesario. Nos repugna la ideología y el modo de actuar de la señora Gordillo, pero creo que en esta única ocasión estamos de acuerdo con lo que dijo: “no nos negamos a volver al trabajo, pero no hay condiciones”. Te rogamos que guardes en secreto nuestra identidad, no queremos quedarnos sin empleo.
Grupo de maestros de primaria
R: Si hay un rebote de la enfermedad y pega en las escuelas, ya sabemos –gracias a ustedes– quién será el responsable.
Asunto: el camino
La clave para que cesen las desigualdades que padecemos la mayoría de los mexicanos es que encontremos la forma de acabar con esa minoría que nos las impone. Tendría que ser ejerciendo nuestro voto por quienes nos garantizaran esto, pero los diputados y senadores han dado muestras de que solamente ven por sus intereses. Sus representados no les importamos. Además, ¿quién cree en el IFE? Se aceptan sugerencias.
Marilú Robles Pretelín/Distrito Federal
R: Mientras no se invente otro camino mejor, y pacífico, hay que insistir en el voto.
Asunto: el germen
¡Qué casualidad! Ahora resulta que nuestro gobierno salvó a la humanidad de un enorme riesgo: la influenza. Votemos por el PAN, que es sinónimo de acción responsable, dice su propaganda. Va por la mayoría en la Cámara de Diputados. Vaya campaña electoral más burda.
Ing. Mario Landeros Martínez/Distrito Federal
R: A estas alturas mucha gente tiene claro que el germen se llama Germán.
Asunto: espacio en el avión
Con respecto a esta “epidemia” que vivimos quisiera hacer una observación y me llama la atención que nadie le pregunte al secretario de Salud. Si la recomendación de la OMS es mantener una distancia mínima de 2.25 metros entre las personas para evitar riesgos de contagio; si por esa razón se plantean restricciones en la operación de restaurantes, cines, teatros, etcétera, ¿cómo es posible que no se mencione que viajar en avión también aumenta el riesgo? Diariamente salen y llegan vuelos de Aeroméxico, Iberia, Air France, KLM, Lufthansa, British, Japan Airlines, etcétera. La distancia entre pasajeros en un avión dista mucho de ser la recomendada por las autoridades sanitarias y los pasajeros permanecen expuestos y apretaditos durante 12 horas continuas. Algo no cierra. ¿En qué nos están mintiendo?
Carlos Baidenbaum F./Distrito Federal
R: Las cabinas de los jets ejecutivos están diseñadas para que haya una buena distancia, aunque no de más de dos metros. Quizá ya se les olvidó cuando viajaban en clase toilette.
galvanochoa@yahoo.com • Foro: http://dinero.tv/
Jehová expulsó del jardín del Edén a Adán y Eva después de que comieron el fruto del árbol de la sabiduría, lo que los hizo sabios, para impedir que también comieran del árbol de la vida, lo que los haría inmortales, con lo cual serían como dioses: sabios e inmortales. Una vida consciente de sí misma y del mundo, dotada del instrumento formidable de las manos para transformar el mundo, de postura erguida que le permitió ver más lejos, el Homo Sapiens, una vez que controló el fuego y dominó a las bestias de pieles gruesas, pudo poblar todo el planeta.
Encender el fuego para calentar la cueva fue el comienzo de la emisión de gases a la atmósfera que hoy producen el efecto invernadero y el calentamiento global. Pero se requirió del desarrollo masivo de ciudades cada vez más grandes y pobladas, y la concentración de creciente población en ellas, para que las emisiones de gases de efecto invernadero crecieran de manera exponencial. Las megalópolis son producto del capitalismo industrial, pues la fábrica es la primera forma de producción permanente que requiere de fuertes concentraciones de seres humanos en espacios reducidos, y de formas nuevas de energía. Por ello la revolución industrial disparó la contaminación de suelos, agua, y atmósfera.
El ser humano domesticó algunos animales que le eran útiles, pero el capitalismo, en su búsqueda insaciable de ganancias, generalizó el modelo industrial a la crianza de animales (cerdos, aves y reses). Los horrores de este sistema, aplicado por una trasnacional, en la cercanía de Perote, para la cría de decenas de miles de puercos hacinados viviendo literalmente en la mierda, narrados por Alejandro Nadal en La Jornada (06/5/09 y entregas anteriores), superan cualquier novela antiutópica. Hay fuertes indicios de que la influenza (o gripa) porcina (al igual que la aviar) expresan la Némesis animal que hoy amenaza la salud del ser humano1.
En 2008, antes del estallido de la crisis financiera y económica, el planeta vivió una severa crisis alimentaria que, aparte del componente especulativo que tuvo una fuerte presencia, estuvo determinado, como lo será de aquí en adelante, porque el modelo agrícola (altos rendimientos por hectárea basados en monocultivos con altísimas dosis de agroquímicos que contaminan el suelo y el agua), al lado de la crianza animal industrial, está llegando a los límites de su productividad y está enfermando al ser humano directamente (al comer carne, leche y huevos de animales saturados de hormonas y medicamentos) e indirectamente a través de las influenzas aviar y porcina y la enfermedad de las vacas locas: Némesis alimentaria.
¿Quién podría imaginar que la aplicación del modelo industrial a la cría de aves y puercos habría de llevar a las autoridades al extremo de prohibir la realización de actividades docentes y (una parte) de las productivas para, así, reducir la cercanía y la interacción entre seres humanos y, con ello, tratar de parar la transmisión del virus de influenza porcina? En las dos semanas infernales que han pasado desde que se nos hizo saber (tarde y mal) que estábamos en crisis de salud, me encontré varias veces conversando sobre cómo parar la mayor parte de las actividades económicas sin dejar morir de hambre a los seres humanos, la mayoría de los cuales vive al día y sólo tiene ingresos cuando trabaja. Incluso pensando que sólo sobrevivirían quienes pudieran tener acceso a un pedazo de tierra que sembrar y cosechar.
Cuando ocurren crisis tan extremas como ésta, se hacen transparentes, casi visibles y palpables, verdades fundamentales (y elementales) que, sin embargo, los “científicos sociales” al servicio del establishment niegan cínicamente: 1) Que del trabajo humano depende la generación de riqueza real (valores de uso) de los que, a su vez, depende la generación de valores monetarios y de ganancias capitalistas, ya que sin la presencia en las empresas de sus trabajadores y empleados (aislados por la influenza), éstas dejan de funcionar. 2) Que tampoco pueden seguir funcionando las empresas cuya clientela, por miedo al contagio, deja de “consumir sus productos” (restaurantes, cines, museos). 3) Que el consumo de casi todo se puede posponer, menos los alimentos, el agua y el gas para cocinar: se podría parar la economía, excepto la producción, transporte y comercialización de alimentos, el abasto de agua y gas, y los servicios de salud, así como de todos sus proveedores esenciales. 4) Que, por tanto, a largo plazo, la supervivencia de la humanidad depende de que se resuelvan las crisis alimentaria y ambiental y, desde luego la de salud, mucho más que la económica, ya que ésta pone en riesgo, más que a la humanidad, al capitalismo. 5) La salud es un bien colectivo y no sólo individual. Como brillantemente señala Asa Cristina Laurell, secretaria de Salud del Gobierno Legítimo, en La Jornada del día de ayer (p.3a), la “primera víctima de las reformas de salud bajo la lógica mercantil y de competencia, es la salud colectiva, la de la comunidad y con ello la seguridad sanitaria del pueblo”. 6) La seguridad sanitaria depende sólo del gasto público y, como se aprecia en la gráfica, la participación del gasto público en el gasto total en salud en México es el más bajo de todos los países de la OCDE (empatados con EU).
Irresponsablemente, la gente se volcó, con la vuelta a la “normalidad”, sin tapabocas al Metro, el más hacinado de todos los lugares, mientras se exige a restaurantes, teatros y cines distancias enormes entre persona y persona, y “se hace teatro” desinfectando establecimientos escolares que estuvieron cerrados desde el 24 de abril (unos 12 días) cuando nos han dicho (quizás sin saber) que el virus se mantiene vivo en superficies lisas sólo durante 72 horas. Ojalá, ahora que la gente salió de nuevo a ganarse la vida, y muchos millones irán a clases el lunes, no haya un repunte de la epidemia.
1 Así explica Octavio Martínez el concepto de Némesis Médica que desarrolló Iván Illich (en su libro del mismo nombre) y que en esta entrega aplico a otros campos: “Para el hombre griego libre, la peor de las faltas humanas era la hybris o arrogancia de quererse igualar a sus dioses, de conocer y dominar sus poderes. La hybris despierta la furia de los dioses y como condena, los hombres han de arrostrar a Némesis, la venganza de los dioses. El ejercicio de la medicina, desde siempre y por siempre, estará signado por errores conceptuales y de acción por parte de médicos e instituciones de asistencia (“complejo médico-industrial”) en detrimento del paciente...” (“La promoción de la salud. Némesis Médica”, Revista Facultad de Medicina, Universidad Nacional de Colombia, 2003, 51(3): 158-163).
jbolt@colmex.mx
Encender el fuego para calentar la cueva fue el comienzo de la emisión de gases a la atmósfera que hoy producen el efecto invernadero y el calentamiento global. Pero se requirió del desarrollo masivo de ciudades cada vez más grandes y pobladas, y la concentración de creciente población en ellas, para que las emisiones de gases de efecto invernadero crecieran de manera exponencial. Las megalópolis son producto del capitalismo industrial, pues la fábrica es la primera forma de producción permanente que requiere de fuertes concentraciones de seres humanos en espacios reducidos, y de formas nuevas de energía. Por ello la revolución industrial disparó la contaminación de suelos, agua, y atmósfera.
El ser humano domesticó algunos animales que le eran útiles, pero el capitalismo, en su búsqueda insaciable de ganancias, generalizó el modelo industrial a la crianza de animales (cerdos, aves y reses). Los horrores de este sistema, aplicado por una trasnacional, en la cercanía de Perote, para la cría de decenas de miles de puercos hacinados viviendo literalmente en la mierda, narrados por Alejandro Nadal en La Jornada (06/5/09 y entregas anteriores), superan cualquier novela antiutópica. Hay fuertes indicios de que la influenza (o gripa) porcina (al igual que la aviar) expresan la Némesis animal que hoy amenaza la salud del ser humano1.
En 2008, antes del estallido de la crisis financiera y económica, el planeta vivió una severa crisis alimentaria que, aparte del componente especulativo que tuvo una fuerte presencia, estuvo determinado, como lo será de aquí en adelante, porque el modelo agrícola (altos rendimientos por hectárea basados en monocultivos con altísimas dosis de agroquímicos que contaminan el suelo y el agua), al lado de la crianza animal industrial, está llegando a los límites de su productividad y está enfermando al ser humano directamente (al comer carne, leche y huevos de animales saturados de hormonas y medicamentos) e indirectamente a través de las influenzas aviar y porcina y la enfermedad de las vacas locas: Némesis alimentaria.
¿Quién podría imaginar que la aplicación del modelo industrial a la cría de aves y puercos habría de llevar a las autoridades al extremo de prohibir la realización de actividades docentes y (una parte) de las productivas para, así, reducir la cercanía y la interacción entre seres humanos y, con ello, tratar de parar la transmisión del virus de influenza porcina? En las dos semanas infernales que han pasado desde que se nos hizo saber (tarde y mal) que estábamos en crisis de salud, me encontré varias veces conversando sobre cómo parar la mayor parte de las actividades económicas sin dejar morir de hambre a los seres humanos, la mayoría de los cuales vive al día y sólo tiene ingresos cuando trabaja. Incluso pensando que sólo sobrevivirían quienes pudieran tener acceso a un pedazo de tierra que sembrar y cosechar.
Cuando ocurren crisis tan extremas como ésta, se hacen transparentes, casi visibles y palpables, verdades fundamentales (y elementales) que, sin embargo, los “científicos sociales” al servicio del establishment niegan cínicamente: 1) Que del trabajo humano depende la generación de riqueza real (valores de uso) de los que, a su vez, depende la generación de valores monetarios y de ganancias capitalistas, ya que sin la presencia en las empresas de sus trabajadores y empleados (aislados por la influenza), éstas dejan de funcionar. 2) Que tampoco pueden seguir funcionando las empresas cuya clientela, por miedo al contagio, deja de “consumir sus productos” (restaurantes, cines, museos). 3) Que el consumo de casi todo se puede posponer, menos los alimentos, el agua y el gas para cocinar: se podría parar la economía, excepto la producción, transporte y comercialización de alimentos, el abasto de agua y gas, y los servicios de salud, así como de todos sus proveedores esenciales. 4) Que, por tanto, a largo plazo, la supervivencia de la humanidad depende de que se resuelvan las crisis alimentaria y ambiental y, desde luego la de salud, mucho más que la económica, ya que ésta pone en riesgo, más que a la humanidad, al capitalismo. 5) La salud es un bien colectivo y no sólo individual. Como brillantemente señala Asa Cristina Laurell, secretaria de Salud del Gobierno Legítimo, en La Jornada del día de ayer (p.3a), la “primera víctima de las reformas de salud bajo la lógica mercantil y de competencia, es la salud colectiva, la de la comunidad y con ello la seguridad sanitaria del pueblo”. 6) La seguridad sanitaria depende sólo del gasto público y, como se aprecia en la gráfica, la participación del gasto público en el gasto total en salud en México es el más bajo de todos los países de la OCDE (empatados con EU).
Irresponsablemente, la gente se volcó, con la vuelta a la “normalidad”, sin tapabocas al Metro, el más hacinado de todos los lugares, mientras se exige a restaurantes, teatros y cines distancias enormes entre persona y persona, y “se hace teatro” desinfectando establecimientos escolares que estuvieron cerrados desde el 24 de abril (unos 12 días) cuando nos han dicho (quizás sin saber) que el virus se mantiene vivo en superficies lisas sólo durante 72 horas. Ojalá, ahora que la gente salió de nuevo a ganarse la vida, y muchos millones irán a clases el lunes, no haya un repunte de la epidemia.
1 Así explica Octavio Martínez el concepto de Némesis Médica que desarrolló Iván Illich (en su libro del mismo nombre) y que en esta entrega aplico a otros campos: “Para el hombre griego libre, la peor de las faltas humanas era la hybris o arrogancia de quererse igualar a sus dioses, de conocer y dominar sus poderes. La hybris despierta la furia de los dioses y como condena, los hombres han de arrostrar a Némesis, la venganza de los dioses. El ejercicio de la medicina, desde siempre y por siempre, estará signado por errores conceptuales y de acción por parte de médicos e instituciones de asistencia (“complejo médico-industrial”) en detrimento del paciente...” (“La promoción de la salud. Némesis Médica”, Revista Facultad de Medicina, Universidad Nacional de Colombia, 2003, 51(3): 158-163).
jbolt@colmex.mx
Aleluya! Bienaventurados los tercos que todo ven color de rosa, que de ellos será el reino de la recesión. ¡Milagro!, porque algún rayo celestial logró abrirle los ojos al secretario de Hacienda, Agustín Carstens, quien por fin se dio cuenta –así sea en el discurso– de que la situación económica nacional está color de hormiga, y lo hace tras su obsesiva negación de lo que todos registran y padecen desde hace ya muchos meses.
Tal vez por decisión divina, el siempre festivo doctor “catarrito” cambió sus lentes oscuros por unos anteojos de alta graduación que, por fin, le permiten ver un poco más allá de la idílica versión oficial –por él mismo promovida, junto con el inquilino de Los Pinos–, de que la economía mexicana “es un navío de gran calado”, “sólida” como el acero y con un futuro venturoso que de aquí a 40 años se convertirá “en la cuarta más poderosa” del planeta.
Gran paso el dado ayer por Agustín Carstens (“finalmente se puede decir que México está en recesión”) ante los corresponsales extranjeros, aunque de muy corto alcance, como se acostumbra en el gobierno de la “continuidad”. Lo anterior, porque a pesar del desplome de la actividad económica, y el empleo junto a él, la caída de las exportaciones, de los precios de intercambio, de las remesas, del tipo de cambio, etcétera, etcétera, el secretario de Hacienda responsabilizó a la emergencia sanitaria de dicha recesión.
Por fin alguien encontró un elemento productivo a dicha emergencia. Y ese alguien fue el doctor Carstens, quien la responsabiliza de la recesión, no obstante que días atrás él mismo aseguró que su costo económico no sería de proporciones mayores. Que los principales indicadores económicos reporten descensos constantes y pronunciados desde siete u ocho meses atrás no tiene la menor importancia, pero sí, y de forma destacada, que en tan sólo dos semanas una emergencia sanitaria tire al bote de la basura toda la “solidez” del “navío de gran calado”.
Qué cómoda posición, porque si no hubiera sido la influenza la “causante” de la debacle económica del país, entonces lo hubiera sido una tormenta tropical, el desbordamiento de un río, la hambruna en Etiopía o, ya entrados en gastos, la deposición de un pajarito, que de cualquier suerte pretextos sobran. El propio Carstens días atrás estimó que la epidemia tendría un costo económico de 0.3 a 0.5 por ciento del producto interno bruto, pero ayer modificó la estimación gubernamental en cuanto al descenso del PIB en 2009: de 2.8 la “actualizó” a 4.1 por ciento, es decir, 1.3 puntos porcentuales de diferencia, con lo que queda claro que si bien la epidemia tiene peso específico en el asunto económico no es la causante ni la determinante de la desbarajuste que vive el país en este renglón, como en tantos otros.
En cualquier gobierno civilizado el diagnóstico de un “catarrito” que implique un costo económico equivalente a 4.1 por ciento (y contando) del producto interno bruto, no sólo obligaría la puesta en marcha de un plan de emergencia, sino la salida inmediata de quien determinó el alcance de la enfermedad. Pero el mexicano no entra en esa categoría.
Y como el librito neoliberal de “contingencias” sólo tiene una página, y en ella un parrafito, entonces el doctor Carstens ya anunció cómo procederá el gobierno calderonista para “contrarrestar” la crisis resultante, según dice, de “la combinación de la crisis financiera y la epidemia de influenza humana que han impactado negativamente la economía nacional”: a) recorte presupuestal; b) más impuestos; c) mayor déficit (esta opción, de entrada, hay que descartarla, porque la “continuidad” es adoradora del déficit cero).
Así, practicará dos “alternativas” tangibles: a y b, o lo que es lo mismo, recorte presupuestal (Miguel de la Madrid sacó la tijera y desde entonces el gobierno no ha dejado de usarla como “solución” a los problemas económicos del país, y allí están los resultados) y una nueva kermes de impuestos. De hecho, lo anunció el propio Carstens: propondrá al Legislativo “una reforma fiscal el próximo año” (2010) y “realizar un cambio a las reglas del presupuesto”.
Obvio es que la nueva kermes fiscal no comenzará antes de las elecciones del 5 de julio próximo (ni Dios lo quiera, porque resta votos), de tal suerte que preparáos, mexicanos pagadores, porque si el IETU y el “nuevo impuesto” a las gasolinas os dejaron encuerados, ya viene otro “reformón” que no consistirá más que en retomar la intentona foxista de IVA para todos y en todo, y de exprimir los bolsillos de los causantes cautivos, porque la gran empresa se mantendrá a buen resguardo en el sistema de regímenes especiales. Así, a golpe de impuestos el gobierno calderonista quiere cubrir sus ineficiencias, sus tardanzas y sus excesos, y, desde luego, que los mexicanos “vivan mejor”.
Y ya entrados en gastos, el Banco de México informó que en abril pasado la inflación fue de 0.35 por ciento (la mayor para un periodo igual desde 2005), para un anualizado de 6.27 por ciento, aunque en el renglón de la canasta básica el crecimiento de precios llegó a 7.75 por ciento.
Las rebanadas del pastel
Que siempre sí hubo complot: que siempre sí participaron Carlos Salinas de Gortari, Vicente Fox, Diego Fernández de Ceballos, Rafael Macedo de la Concha, Eduardo Medina Mora, Santiago Creel, el desaparecido Ramón Martín Huerta, Enrique Peña Nieto, Rosario Robles y demás fauna de la clase política nacional; que siempre sí utilizaron el aparato de Estado e intentaron destruir la imagen del peje candidato y evitar su llegada a Los Pinos; en fin, que siempre sí es cierto lo que esos mismos personajes negaron permanente y tajantemente (“es política ficción”, aseguraba el que se niega a ser ex presidente) y que, como si fuera acto de fe, creyeron hasta la última palabra de Carlos Ahumada, en aquel no lejano 2004, cuando el misil no se dirigía a ellos. Pues bien, ahora que ha sido encuerada, la misma fauna política grita a los cuatro vientos que el argentino es un mentiroso, “siempre lo fue”, y se retuerce lastimosamente. Por ejemplo, a La Ardilla le falta tiempo para defenderse en los medios, exigiendo que crean en su dicho, mientras los demás se dicen garantes de la ética y las prácticas democráticas. Sí, Chucha... Un enorme abrazo, con beso tronador, para mi Chicharín adorado en su séptimo aniversario.
cfvmexico_sa@hotmail.com • mexicosa@infinitum.com.mx
Tal vez por decisión divina, el siempre festivo doctor “catarrito” cambió sus lentes oscuros por unos anteojos de alta graduación que, por fin, le permiten ver un poco más allá de la idílica versión oficial –por él mismo promovida, junto con el inquilino de Los Pinos–, de que la economía mexicana “es un navío de gran calado”, “sólida” como el acero y con un futuro venturoso que de aquí a 40 años se convertirá “en la cuarta más poderosa” del planeta.
Gran paso el dado ayer por Agustín Carstens (“finalmente se puede decir que México está en recesión”) ante los corresponsales extranjeros, aunque de muy corto alcance, como se acostumbra en el gobierno de la “continuidad”. Lo anterior, porque a pesar del desplome de la actividad económica, y el empleo junto a él, la caída de las exportaciones, de los precios de intercambio, de las remesas, del tipo de cambio, etcétera, etcétera, el secretario de Hacienda responsabilizó a la emergencia sanitaria de dicha recesión.
Por fin alguien encontró un elemento productivo a dicha emergencia. Y ese alguien fue el doctor Carstens, quien la responsabiliza de la recesión, no obstante que días atrás él mismo aseguró que su costo económico no sería de proporciones mayores. Que los principales indicadores económicos reporten descensos constantes y pronunciados desde siete u ocho meses atrás no tiene la menor importancia, pero sí, y de forma destacada, que en tan sólo dos semanas una emergencia sanitaria tire al bote de la basura toda la “solidez” del “navío de gran calado”.
Qué cómoda posición, porque si no hubiera sido la influenza la “causante” de la debacle económica del país, entonces lo hubiera sido una tormenta tropical, el desbordamiento de un río, la hambruna en Etiopía o, ya entrados en gastos, la deposición de un pajarito, que de cualquier suerte pretextos sobran. El propio Carstens días atrás estimó que la epidemia tendría un costo económico de 0.3 a 0.5 por ciento del producto interno bruto, pero ayer modificó la estimación gubernamental en cuanto al descenso del PIB en 2009: de 2.8 la “actualizó” a 4.1 por ciento, es decir, 1.3 puntos porcentuales de diferencia, con lo que queda claro que si bien la epidemia tiene peso específico en el asunto económico no es la causante ni la determinante de la desbarajuste que vive el país en este renglón, como en tantos otros.
En cualquier gobierno civilizado el diagnóstico de un “catarrito” que implique un costo económico equivalente a 4.1 por ciento (y contando) del producto interno bruto, no sólo obligaría la puesta en marcha de un plan de emergencia, sino la salida inmediata de quien determinó el alcance de la enfermedad. Pero el mexicano no entra en esa categoría.
Y como el librito neoliberal de “contingencias” sólo tiene una página, y en ella un parrafito, entonces el doctor Carstens ya anunció cómo procederá el gobierno calderonista para “contrarrestar” la crisis resultante, según dice, de “la combinación de la crisis financiera y la epidemia de influenza humana que han impactado negativamente la economía nacional”: a) recorte presupuestal; b) más impuestos; c) mayor déficit (esta opción, de entrada, hay que descartarla, porque la “continuidad” es adoradora del déficit cero).
Así, practicará dos “alternativas” tangibles: a y b, o lo que es lo mismo, recorte presupuestal (Miguel de la Madrid sacó la tijera y desde entonces el gobierno no ha dejado de usarla como “solución” a los problemas económicos del país, y allí están los resultados) y una nueva kermes de impuestos. De hecho, lo anunció el propio Carstens: propondrá al Legislativo “una reforma fiscal el próximo año” (2010) y “realizar un cambio a las reglas del presupuesto”.
Obvio es que la nueva kermes fiscal no comenzará antes de las elecciones del 5 de julio próximo (ni Dios lo quiera, porque resta votos), de tal suerte que preparáos, mexicanos pagadores, porque si el IETU y el “nuevo impuesto” a las gasolinas os dejaron encuerados, ya viene otro “reformón” que no consistirá más que en retomar la intentona foxista de IVA para todos y en todo, y de exprimir los bolsillos de los causantes cautivos, porque la gran empresa se mantendrá a buen resguardo en el sistema de regímenes especiales. Así, a golpe de impuestos el gobierno calderonista quiere cubrir sus ineficiencias, sus tardanzas y sus excesos, y, desde luego, que los mexicanos “vivan mejor”.
Y ya entrados en gastos, el Banco de México informó que en abril pasado la inflación fue de 0.35 por ciento (la mayor para un periodo igual desde 2005), para un anualizado de 6.27 por ciento, aunque en el renglón de la canasta básica el crecimiento de precios llegó a 7.75 por ciento.
Las rebanadas del pastel
Que siempre sí hubo complot: que siempre sí participaron Carlos Salinas de Gortari, Vicente Fox, Diego Fernández de Ceballos, Rafael Macedo de la Concha, Eduardo Medina Mora, Santiago Creel, el desaparecido Ramón Martín Huerta, Enrique Peña Nieto, Rosario Robles y demás fauna de la clase política nacional; que siempre sí utilizaron el aparato de Estado e intentaron destruir la imagen del peje candidato y evitar su llegada a Los Pinos; en fin, que siempre sí es cierto lo que esos mismos personajes negaron permanente y tajantemente (“es política ficción”, aseguraba el que se niega a ser ex presidente) y que, como si fuera acto de fe, creyeron hasta la última palabra de Carlos Ahumada, en aquel no lejano 2004, cuando el misil no se dirigía a ellos. Pues bien, ahora que ha sido encuerada, la misma fauna política grita a los cuatro vientos que el argentino es un mentiroso, “siempre lo fue”, y se retuerce lastimosamente. Por ejemplo, a La Ardilla le falta tiempo para defenderse en los medios, exigiendo que crean en su dicho, mientras los demás se dicen garantes de la ética y las prácticas democráticas. Sí, Chucha... Un enorme abrazo, con beso tronador, para mi Chicharín adorado en su séptimo aniversario.
cfvmexico_sa@hotmail.com • mexicosa@infinitum.com.mx
Esta semana, la bandera del nacionalismo mexicano se desplegó con una fuerza inusitada. Desde Buenos Aires hasta Nueva York, los funcionarios del gobierno utilizaron una retórica rabiosa para defender, supuestamente, los intereses de los mexicanos en terceros países. El caso de China fue el más sonado. Desde el domingo, la inmensa mayoría de los medios en México dedicaron tiempo y recursos para levantar la voz y apuntar el dedo acusador en contra del gobierno de Pekín por el supuesto trato vejatorio hacia el grupo de 70 mexicanos que fueron puestos en cuarentena en territorio chino. Discriminación, engaños, maltrato y xenofobia fueron sólo algunos de los adjetivos que alimentaron un remolino en el que se hundieron los matices y la información precisa. Del naufragio de la prudencia, sin embargo, hay vestigios que hablan de otra historia.
El primero de mayo, el presidente Felipe Calderón recibió del embajador de China en México, Yin Hengmin, 5 millones de dólares en provisiones y dinero para apoyar los esfuerzos de México contra el virus de la influenza A/H1N1. En el hangar presidencial le agradeció “sinceramente” al pueblo chino la ayuda enviada, en especial al presidente Hu Jintao, a quien llamó amigo de México. Tres días más tarde, al tiempo que llegaba un segundo avión desde China con provisiones, el mismo Calderón calificó de xenófobas, injustas y unilaterales “las medidas restrictivas y el trato inadecuado” que recibieron los mexicanos en China. ¿Qué pasó en tres días para que China pasara de ser amigo de México a colocarse en el centro de la crítica nacional?
El jueves 30 de abril aterrizó en Shanghai el vuelo de Aeroméxico proveniente de la ciudad de México. En el avión viajaba un mexicano que, al hospedarse en un hotel en Hong Kong, su destino final, resultó portador del virus A/H1N1. En las siguientes horas los gobiernos de China y Hong Kong empezaron una labor meticulosa para identificar a los pasajeros tanto del vuelo de Aeroméxico como a las personas que convivieron con el enfermo en la aeronave de Shanghai hacia Hong Kong. En los siguientes días, 70 mexicanos, 45 chinos, 20 canadienses, al menos cuatro estadunidenses y todo el personal del hotel donde el mexicano se había hospedado en la ex colonia británica fueron puestos en cuarentena.
¿Qué llevó al gobierno chino a actuar de esta manera? De entrada, simplemente por la composición del grupo, la respuesta no tiene que ver con prácticas discriminatorias hacia los mexicanos. Más bien tiene que ver con la realidad demográfica y sanitaria china. A manera de comparación, es interesante analizar la densidad de población de la delegación más poblada del Distrito Federal, Iztacalco, con el distrito de Hongkou, en Shanghai. Mientras que la primera cuenta con 18 mil habitantes por kilómetro cuadrado, en la segunda viven más de 56 mil personas por kilómetro cuadrado, es decir, el triple de habitantes. Aún más preocupante para el gobierno de Pekín son algunos de los hábitos que tienen los chinos. Por ejemplo, en las vecindades tradicionales, conocidas con el nombre de shikumen en Shanghai y hutong en Pekín, los baños son públicos, lo que facilita la transmisión de gérmenes. Igualmente preocupante es que los chinos acostumbran carraspear y escupir en la calle, un hábito muy ajeno a los buenos modales mexicanos, pero que forma parte de esta sociedad. Todos estos factores fueron causa de alarma, en 2005, cuando China vivió la epidemia del SARS.
Con esto en mente, las autoridades chinas procedieron a tomar medidas que, cierto, en muchos casos fueron desafortunadas (como la detención en la provincia de Cantón de un mexicano que venía regresando de Camboya o los recursos pueriles para sacar a mexicanos de sus hoteles), pero que tenían como fin evitar el contagio, no establecer políticas xenófobas. Era comprensible que la gente en cuarentena, en especial la que se encontraba en el hotel Guomen, en Pekín, se hubiera sentido incómoda ante la situación. Lo que no fue comprensible es que la embajada (no así el consulado de México en Shanghai), en vez de presentar una nota y evitar escalar el conflicto, se lanzara de lleno a un discurso carente de todo matiz. Desde el domingo, comenzó a crecer la necesidad de que la sombra de un Eugenio Anguiano o de un Sergio Ley, ambos brillantes embajadores de México en China, cobijara la estrategia mexicana y le diera sus dimensiones justas al problema. Pero con el paso de los días la ausencia de la diplomacia se hizo presente.
El contraste entre la opinión de las autoridades y de la comunidad mexicana en China, desde que se inició la crisis, fue clara (incluidos aquellos paisanos en cuarentena en Shanghai que los medios mexicanos convenientemente dejaron de lado). Miguel Antonio Figueroa García, una de las personas que decidió no regresar a México en el charter que envió la cancillería, le comentó a esta articulista: “Es necesario lo que está haciendo China. La cultura de la higiene acá es muy distinta. No hay quejas, sólo toca aguantar”. Rodrigo Silva, director y dueño del portal de Internet latinoamericanosenchina.com, la plataforma cibernética por excelencia de los latinos en esta parte del mundo, declaró que tanto él como la mayoría de sus usuarios pensaban que “se sentían apenados por el borlote. Ya nadie se acuerda de que China fue el primer país en enviarle ayuda a México. Lo sucedido está fuera de toda proporción”.
Así, sin matices de por medio, la relación bilateral se quedó sin claroscuros. Un hecho penoso, porque la importancia de los intercambios entre México y China sugiere prudencia, pero sobre todo porque la historia de los abusos indiscriminados contra la comunidad china en México la exige. No hay que olvidar nunca la virulencia del movimiento antichino en México, donde más de 300 personas de ese origen fueron asesinadas en la matanza de Torreón, en 1911. Felipe Calderón debería considerar que remover viejos odios e ignorar el peso de la historia es un lujo que se puede dar un político, no así un estadista.
* Maestra en Estudios Chinos por la Universidad de Harvard
Luis Javier Garrido: El tapabocas
El primero de mayo, el presidente Felipe Calderón recibió del embajador de China en México, Yin Hengmin, 5 millones de dólares en provisiones y dinero para apoyar los esfuerzos de México contra el virus de la influenza A/H1N1. En el hangar presidencial le agradeció “sinceramente” al pueblo chino la ayuda enviada, en especial al presidente Hu Jintao, a quien llamó amigo de México. Tres días más tarde, al tiempo que llegaba un segundo avión desde China con provisiones, el mismo Calderón calificó de xenófobas, injustas y unilaterales “las medidas restrictivas y el trato inadecuado” que recibieron los mexicanos en China. ¿Qué pasó en tres días para que China pasara de ser amigo de México a colocarse en el centro de la crítica nacional?
El jueves 30 de abril aterrizó en Shanghai el vuelo de Aeroméxico proveniente de la ciudad de México. En el avión viajaba un mexicano que, al hospedarse en un hotel en Hong Kong, su destino final, resultó portador del virus A/H1N1. En las siguientes horas los gobiernos de China y Hong Kong empezaron una labor meticulosa para identificar a los pasajeros tanto del vuelo de Aeroméxico como a las personas que convivieron con el enfermo en la aeronave de Shanghai hacia Hong Kong. En los siguientes días, 70 mexicanos, 45 chinos, 20 canadienses, al menos cuatro estadunidenses y todo el personal del hotel donde el mexicano se había hospedado en la ex colonia británica fueron puestos en cuarentena.
¿Qué llevó al gobierno chino a actuar de esta manera? De entrada, simplemente por la composición del grupo, la respuesta no tiene que ver con prácticas discriminatorias hacia los mexicanos. Más bien tiene que ver con la realidad demográfica y sanitaria china. A manera de comparación, es interesante analizar la densidad de población de la delegación más poblada del Distrito Federal, Iztacalco, con el distrito de Hongkou, en Shanghai. Mientras que la primera cuenta con 18 mil habitantes por kilómetro cuadrado, en la segunda viven más de 56 mil personas por kilómetro cuadrado, es decir, el triple de habitantes. Aún más preocupante para el gobierno de Pekín son algunos de los hábitos que tienen los chinos. Por ejemplo, en las vecindades tradicionales, conocidas con el nombre de shikumen en Shanghai y hutong en Pekín, los baños son públicos, lo que facilita la transmisión de gérmenes. Igualmente preocupante es que los chinos acostumbran carraspear y escupir en la calle, un hábito muy ajeno a los buenos modales mexicanos, pero que forma parte de esta sociedad. Todos estos factores fueron causa de alarma, en 2005, cuando China vivió la epidemia del SARS.
Con esto en mente, las autoridades chinas procedieron a tomar medidas que, cierto, en muchos casos fueron desafortunadas (como la detención en la provincia de Cantón de un mexicano que venía regresando de Camboya o los recursos pueriles para sacar a mexicanos de sus hoteles), pero que tenían como fin evitar el contagio, no establecer políticas xenófobas. Era comprensible que la gente en cuarentena, en especial la que se encontraba en el hotel Guomen, en Pekín, se hubiera sentido incómoda ante la situación. Lo que no fue comprensible es que la embajada (no así el consulado de México en Shanghai), en vez de presentar una nota y evitar escalar el conflicto, se lanzara de lleno a un discurso carente de todo matiz. Desde el domingo, comenzó a crecer la necesidad de que la sombra de un Eugenio Anguiano o de un Sergio Ley, ambos brillantes embajadores de México en China, cobijara la estrategia mexicana y le diera sus dimensiones justas al problema. Pero con el paso de los días la ausencia de la diplomacia se hizo presente.
El contraste entre la opinión de las autoridades y de la comunidad mexicana en China, desde que se inició la crisis, fue clara (incluidos aquellos paisanos en cuarentena en Shanghai que los medios mexicanos convenientemente dejaron de lado). Miguel Antonio Figueroa García, una de las personas que decidió no regresar a México en el charter que envió la cancillería, le comentó a esta articulista: “Es necesario lo que está haciendo China. La cultura de la higiene acá es muy distinta. No hay quejas, sólo toca aguantar”. Rodrigo Silva, director y dueño del portal de Internet latinoamericanosenchina.com, la plataforma cibernética por excelencia de los latinos en esta parte del mundo, declaró que tanto él como la mayoría de sus usuarios pensaban que “se sentían apenados por el borlote. Ya nadie se acuerda de que China fue el primer país en enviarle ayuda a México. Lo sucedido está fuera de toda proporción”.
Así, sin matices de por medio, la relación bilateral se quedó sin claroscuros. Un hecho penoso, porque la importancia de los intercambios entre México y China sugiere prudencia, pero sobre todo porque la historia de los abusos indiscriminados contra la comunidad china en México la exige. No hay que olvidar nunca la virulencia del movimiento antichino en México, donde más de 300 personas de ese origen fueron asesinadas en la matanza de Torreón, en 1911. Felipe Calderón debería considerar que remover viejos odios e ignorar el peso de la historia es un lujo que se puede dar un político, no así un estadista.
* Maestra en Estudios Chinos por la Universidad de Harvard
Luis Javier Garrido: El tapabocas
La decisión del gobierno de facto de Felipe Calderón de imponer a México el jueves 23 de abril una “alerta sanitaria” exagerada frente a la aparición del que en su origen se llamó virus de “influenza porcina”, no ayudó mayormente a proteger la salud de los mexicanos, y luego de dos semanas la demagogia oficial ha entrañado graves consecuencias para el país, por lo que ante la inconformidad de diversos sectores el gobierno ha tenido que dar marcha atrás en su iniciativa.
1. El retorno a la “normalidad” de la vida colectiva fue decretado el lunes 4, echándose atrás luego de varios días de cuestionamiento sobre las cifras de las víctimas (el jueves 27 eran 149 muertos y ayer sólo 29), el carácter del virus, que se decía incurable y más tarde se reconoció que se cura, la inutilidad de las medidas de control social, y los estragos que las acciones del gobierno generaron a la vida económica.
2. Los hechos son más claros a las dos semanas de haber decretado el gobierno de facto su alerta y ahora se conoce que manipuló las cifras y trató de engañar. Nada ejemplifica mejor lo acontecido que el patético espectáculo que dio Calderón el miércoles 6 injuriando a los gobiernos de varios países porque tomaron en serio las informaciones demagógicas que virtió sobre el que se rebautizó como virus A/H1N1 o de la “influenza humana” y que en otros países llaman ya el mexican flu.
3. Luego de la alerta emitida, antes que brindar a la población el apoyo de la infraestructura médica del Estado, que se halla en extremo disminuida al seguir los panistas desmantelando al IMSS y al ISSSTE, el gobierno de facto lanzó una campaña para atemorizar a los mexicanos exigiéndoles con lógica neoliberal que se cuidaran ellos mismos, usando un tapabocas que nada más servía para generar una imagen visual, con una campaña de terror pocas veces vista, al grado de que un buen número de especialistas se empezaron a interrogar si lo que estaban buscando Calderón y sus amigos con el pretexto del virus no era un objetivo político.
4. El señalamiento más grave hecho a Felipe Calderón en estos días no es, por consiguiente, el de la ausencia de una política sanitaria y de salud en su gobierno, el de la inexistencia de un sistema de prevención en materia de salud o el del abandono a que está llevando a la investigación científica, y ni siquiera el de su ineptitud ante la situación que él generó, sino el derivado del origen de su propia iniciativa: de lo desproporcionado de las medidas impuestas frente a la naturaleza de un mal que nunca fue una epidemia, ni mucho menos una pandemia, como pretendieron él y sus colaboradores, enredados en la manipulación de las cifras y en el ocultamiento de la información, lo que evidenció muy pronto para muchos que se trataba de un plan premeditado con finalidades políticas ante la coyuntura electoral, aflorando así una posible responsabilidad política y jurídica de Calderón y de varios de sus colaboradores.
5. La supuesta “influenza porcina” no desnudó al país, sino al régimen y sus manipulaciones. El diagnóstico equivocado del gobierno espurio ante el problema y las erróneas políticas que impuso habrían sido consecuencia, según sus defensores, de la información equivocada entregada por las instancias de salud, y no de la mala fe, como se empeñaron en decir los comentaristas de Televisa en Tercer Grado el miércoles 6, pero las evidencias van en otra dirección: la campaña desmesurada de amedrentamiento, según se ha señalado, fue urdida por el enviado del Partido Popular español, Antonio Solá, gurú de Calderón, y su objetivo habría sido doble: a) fabricarle una imagen de autoridad al gobierno panista para justificar con base en encuestas el fraude electoral en julio, y b) llevar a cabo un ensayo de control de la población en términos totalitarios.
6. El decreto de Calderón para darse un marco seudojurídico a fin de enfrentar la situación, publicado en el Diario Oficial el 25 de abril (pp. 2-4), da pistas de lo que buscaba el gobierno espurio en estos días, pues no sólo no hubiera servido para combatir una epidemia de haber ésta existido, sino que es anticonstitucional y no hizo más que mostrar el talante fascistoide de los panistas. Fundándose en el hecho de que la Constitución prevé que la autoridad sanitaria “será ejecutiva” para dictar medidas preventivas, ante lo que llamó en esa fecha “un nuevo tipo de virus”, que se habría propagado “en la ciudad de México y sus alrededores” causando “al menos 20 muertos”, y que afirmaba “no es el habitual de la influenza estacional”, sino “mutante de un virus que tiene origen porcino”, Calderón se otorgó la facultad de violar domicilios, de cancelar el derecho de reunión y de suspender de hecho otras garantías individuales, sin obedecer al principio del 29 constitucional de que esto no puede hacerse, sino mediante una ley votada por el Congreso.
7. El gobierno espurio pretendió enfrentar la situación mostrándose como un poder eficiente, pero Calderón y sus amigos se equivocaron desde un principio, cometiendo todo tipo de torpezas que los exhibieron como un grupúsculo reaccionario e improvisado que buscaba manipular los datos con propósitos políticos, tratando de aparecer como los salvadores del pueblo sin darse cuenta de que estaban atropellando derechos y ocultando la información. El carácter absurdo de las medidas tomadas, que contrastaba con la respuesta de los demás países con casos similares, no hizo sino evidenciarlos más.
8. La medida de suprimir las actividades públicas, desde espectáculos hasta restaurantes, aunada a la exigencia a todos de desconfiar de los demás como supuestos portadores de un virus mortífero y de encerrarse, obligó a los mexicanos a enclaustrarse cautivos del duopolio televisivo que se erigió, en fin, una vez más, como el verdadero poder, portador de la verdad.
9. El daño hecho a México por Felipe Calderón, cualquiera que haya sido la maquinación tras la decisión, es gravísimo y no se podrá reparar distribuyendo 27 mil millones de pesos del erario como “estímulos” a los empresarios o como embute electoral a los trabajadores. La crisis económica que se ha agravado, el desastre en la porcicultura (que ha perdido 2 mil millones) y en la industria turística, el destino de los mexicanos en el exterior, la credibilidad de México en el mundo y el empobrecimiento de las mayorías son el resultado de toda esta serie de acciones perversas del gobierno que no puede quedar impune.
10. En una democracia se haría una investigación rápida y eficaz sobre las responsabilidades oficiales en tan turbio asunto, pero aquí existe el riesgo de que el episodio no quede más que como un precedente de que la extrema derecha hecha gobierno puede manipular impunemente al pueblo.
1. El retorno a la “normalidad” de la vida colectiva fue decretado el lunes 4, echándose atrás luego de varios días de cuestionamiento sobre las cifras de las víctimas (el jueves 27 eran 149 muertos y ayer sólo 29), el carácter del virus, que se decía incurable y más tarde se reconoció que se cura, la inutilidad de las medidas de control social, y los estragos que las acciones del gobierno generaron a la vida económica.
2. Los hechos son más claros a las dos semanas de haber decretado el gobierno de facto su alerta y ahora se conoce que manipuló las cifras y trató de engañar. Nada ejemplifica mejor lo acontecido que el patético espectáculo que dio Calderón el miércoles 6 injuriando a los gobiernos de varios países porque tomaron en serio las informaciones demagógicas que virtió sobre el que se rebautizó como virus A/H1N1 o de la “influenza humana” y que en otros países llaman ya el mexican flu.
3. Luego de la alerta emitida, antes que brindar a la población el apoyo de la infraestructura médica del Estado, que se halla en extremo disminuida al seguir los panistas desmantelando al IMSS y al ISSSTE, el gobierno de facto lanzó una campaña para atemorizar a los mexicanos exigiéndoles con lógica neoliberal que se cuidaran ellos mismos, usando un tapabocas que nada más servía para generar una imagen visual, con una campaña de terror pocas veces vista, al grado de que un buen número de especialistas se empezaron a interrogar si lo que estaban buscando Calderón y sus amigos con el pretexto del virus no era un objetivo político.
4. El señalamiento más grave hecho a Felipe Calderón en estos días no es, por consiguiente, el de la ausencia de una política sanitaria y de salud en su gobierno, el de la inexistencia de un sistema de prevención en materia de salud o el del abandono a que está llevando a la investigación científica, y ni siquiera el de su ineptitud ante la situación que él generó, sino el derivado del origen de su propia iniciativa: de lo desproporcionado de las medidas impuestas frente a la naturaleza de un mal que nunca fue una epidemia, ni mucho menos una pandemia, como pretendieron él y sus colaboradores, enredados en la manipulación de las cifras y en el ocultamiento de la información, lo que evidenció muy pronto para muchos que se trataba de un plan premeditado con finalidades políticas ante la coyuntura electoral, aflorando así una posible responsabilidad política y jurídica de Calderón y de varios de sus colaboradores.
5. La supuesta “influenza porcina” no desnudó al país, sino al régimen y sus manipulaciones. El diagnóstico equivocado del gobierno espurio ante el problema y las erróneas políticas que impuso habrían sido consecuencia, según sus defensores, de la información equivocada entregada por las instancias de salud, y no de la mala fe, como se empeñaron en decir los comentaristas de Televisa en Tercer Grado el miércoles 6, pero las evidencias van en otra dirección: la campaña desmesurada de amedrentamiento, según se ha señalado, fue urdida por el enviado del Partido Popular español, Antonio Solá, gurú de Calderón, y su objetivo habría sido doble: a) fabricarle una imagen de autoridad al gobierno panista para justificar con base en encuestas el fraude electoral en julio, y b) llevar a cabo un ensayo de control de la población en términos totalitarios.
6. El decreto de Calderón para darse un marco seudojurídico a fin de enfrentar la situación, publicado en el Diario Oficial el 25 de abril (pp. 2-4), da pistas de lo que buscaba el gobierno espurio en estos días, pues no sólo no hubiera servido para combatir una epidemia de haber ésta existido, sino que es anticonstitucional y no hizo más que mostrar el talante fascistoide de los panistas. Fundándose en el hecho de que la Constitución prevé que la autoridad sanitaria “será ejecutiva” para dictar medidas preventivas, ante lo que llamó en esa fecha “un nuevo tipo de virus”, que se habría propagado “en la ciudad de México y sus alrededores” causando “al menos 20 muertos”, y que afirmaba “no es el habitual de la influenza estacional”, sino “mutante de un virus que tiene origen porcino”, Calderón se otorgó la facultad de violar domicilios, de cancelar el derecho de reunión y de suspender de hecho otras garantías individuales, sin obedecer al principio del 29 constitucional de que esto no puede hacerse, sino mediante una ley votada por el Congreso.
7. El gobierno espurio pretendió enfrentar la situación mostrándose como un poder eficiente, pero Calderón y sus amigos se equivocaron desde un principio, cometiendo todo tipo de torpezas que los exhibieron como un grupúsculo reaccionario e improvisado que buscaba manipular los datos con propósitos políticos, tratando de aparecer como los salvadores del pueblo sin darse cuenta de que estaban atropellando derechos y ocultando la información. El carácter absurdo de las medidas tomadas, que contrastaba con la respuesta de los demás países con casos similares, no hizo sino evidenciarlos más.
8. La medida de suprimir las actividades públicas, desde espectáculos hasta restaurantes, aunada a la exigencia a todos de desconfiar de los demás como supuestos portadores de un virus mortífero y de encerrarse, obligó a los mexicanos a enclaustrarse cautivos del duopolio televisivo que se erigió, en fin, una vez más, como el verdadero poder, portador de la verdad.
9. El daño hecho a México por Felipe Calderón, cualquiera que haya sido la maquinación tras la decisión, es gravísimo y no se podrá reparar distribuyendo 27 mil millones de pesos del erario como “estímulos” a los empresarios o como embute electoral a los trabajadores. La crisis económica que se ha agravado, el desastre en la porcicultura (que ha perdido 2 mil millones) y en la industria turística, el destino de los mexicanos en el exterior, la credibilidad de México en el mundo y el empobrecimiento de las mayorías son el resultado de toda esta serie de acciones perversas del gobierno que no puede quedar impune.
10. En una democracia se haría una investigación rápida y eficaz sobre las responsabilidades oficiales en tan turbio asunto, pero aquí existe el riesgo de que el episodio no quede más que como un precedente de que la extrema derecha hecha gobierno puede manipular impunemente al pueblo.
La rápida expansión de la influenza humana A/H1N1 en 21 países del orbe expresa que actualmente las enfermedades infecciosas se mueven global e inevitablemente, tanto como las canciones, las películas, las mercancías, las finanzas y la gente.
Independientemente de los estragos económicos que nos mantendrán sin dormir (y a muchos sin comer) por mucho tiempo, hoy los mexicanos estamos menos tensos por la baja letalidad que el virus muestra hasta ahora y por la efectividad del tratamiento. Pero además porque, pese a la desconfianza prevaleciente hacia los políticos y al mal manejo de las cifras, la gente comprende la emergencia y ha colaborado de manera ejemplar al ajustarse a las medidas sanitarias difundidas en las campañas, al menos en la ciudad de México, donde, al parecer, las prácticas preventivas y la vida cotidiana están cambiando de manera sustancial.
Nos corresponde celebrarlo y hacer visibles los aprendizajes, porque en este país las buenas noticias brillan por su ausencia, particularmente en los rubros de salud y educación.
Las y los ciudadanos hemos aprendido mucho en pocos días, entre las mejores lecciones quiero destacar la toma de consciencia sobre:
1) La desnaturalización de la gripa; hay que asumirla como una enfermedad que puede ser grave, que exige cuidarse y evitar los contagios.
2) La importancia de acudir oportunamente al médico y no esperar a estar grave.
3) La capacidad de la población para superar el auge del individualismo.
4) La desigualdad del derecho a la salud y a la vida. ¿Por qué hay más mexicanos y más mujeres muertas por influenza?
5) La responsabilidad de las autoridades del Gobierno del Distrito Federal para actuar de manera inmediata y solidarizarse con el gobierno federal, dejando a un lado que este último ha actuado obstaculizando las políticas de salud reproductiva y los derechos de las mujeres protegidos en la ciudad de México, al deslindarse de su obligación de atender la interrupción legal del embarazo en los hospitales federales.
6) El costo en muertes por el desmantelamiento sistemático de la salud pública y el desprecio a la inversión en investigación biomédica (y en todos los campos) por parte del Estado neoliberal.
7) La malas condiciones de salubridad que prevalecen en las escuelas (más de 26 mil carecen de agua, y casi en ninguna hay jabón ni toallas sanitarias), y en comercios, fondas, restaurantes y medios de transporte colectivo.
8) La eficacia de la educacion preventiva por vía de los medios electrónicos de comunicación.
Uno de los grandes aciertos fue haber sustituido tiempos oficiales de radio y televisión del gobierno y del Instituto Federal Electoral (IFE) con campañas sanitarias e informativas sobre la situación de la emergencia epidemiológica. Entiendo que estos días se discute la posibilidad de que los partidos políticos cedan minutos en las próximas semanas a los mensajes de sostenimiento de la campaña preventiva. Considero, y hago un llamado urgente a todos (sé que implica cambiar leyes y acuerdos políticos), para solicitar que los candidatos presenten sus plataformas electorales, utilizando los tiempos oficiales del gobierno, y que los partidos políticos y el IFE mejor cedan 100 por ciento de sus tiempos a la educación y sensibilización de docentes, a fin de incrementar el conocimiento y las competencias de niñas, niños, adolescentes y jóvenes, así como contribuir a mejorar los lamentables niveles educativos del país. De paso evitan torturar a la ciudadanía con miles de promesas que ya nadie cree.
Entre los principales retos, pese a la flexibilización de las medidas preventivas, se mantiene la necesidad de cambiar los hábitos de higiene, así como de regular los modales y la distancia social: evitar el saludo de mano y el beso, no acercarse a otros en actos ni reuniones. Se necesita invertir mucho en la educación y en campañas masivas, pues se trata de cambiar pautas culturales que han permanecido por siglos y que se apoyan en largas raíces históricas. Las medidas recuerdan los tiempos del doctor Kellog, cuando en el país del norte se promovieron medidas higiénicas compulsivas al grado de recomendar reducir los contactos corporales y la estimulación sexual para evitar el contagio de gérmenes.
Pero los mexicanos actuamos como los virus, nos movemos entre las paredes de células vivas para perpetuarnos y propagarnos.
No sé si somos los más besucones del mundo, pero si Bésame mucho fue reconocida como la canción en idioma español más cantada y gravada del siglo XX, por algo será. Ahora tendremos que actualizar su letra para lanzarla a todo el planeta y posicionarla en el nuevo siglo: No quiero tenerte muy cerca, ni mirarme en tus ojos, ni verte junto a mí. Piensa que tal vez mañana yo ya estaré lejos, muy lejos de ti. Bésame, bésame poco… que tengo miedo perderte, perderte después.
gabriela_afluentes@prodigy.net.mx
Independientemente de los estragos económicos que nos mantendrán sin dormir (y a muchos sin comer) por mucho tiempo, hoy los mexicanos estamos menos tensos por la baja letalidad que el virus muestra hasta ahora y por la efectividad del tratamiento. Pero además porque, pese a la desconfianza prevaleciente hacia los políticos y al mal manejo de las cifras, la gente comprende la emergencia y ha colaborado de manera ejemplar al ajustarse a las medidas sanitarias difundidas en las campañas, al menos en la ciudad de México, donde, al parecer, las prácticas preventivas y la vida cotidiana están cambiando de manera sustancial.
Nos corresponde celebrarlo y hacer visibles los aprendizajes, porque en este país las buenas noticias brillan por su ausencia, particularmente en los rubros de salud y educación.
Las y los ciudadanos hemos aprendido mucho en pocos días, entre las mejores lecciones quiero destacar la toma de consciencia sobre:
1) La desnaturalización de la gripa; hay que asumirla como una enfermedad que puede ser grave, que exige cuidarse y evitar los contagios.
2) La importancia de acudir oportunamente al médico y no esperar a estar grave.
3) La capacidad de la población para superar el auge del individualismo.
4) La desigualdad del derecho a la salud y a la vida. ¿Por qué hay más mexicanos y más mujeres muertas por influenza?
5) La responsabilidad de las autoridades del Gobierno del Distrito Federal para actuar de manera inmediata y solidarizarse con el gobierno federal, dejando a un lado que este último ha actuado obstaculizando las políticas de salud reproductiva y los derechos de las mujeres protegidos en la ciudad de México, al deslindarse de su obligación de atender la interrupción legal del embarazo en los hospitales federales.
6) El costo en muertes por el desmantelamiento sistemático de la salud pública y el desprecio a la inversión en investigación biomédica (y en todos los campos) por parte del Estado neoliberal.
7) La malas condiciones de salubridad que prevalecen en las escuelas (más de 26 mil carecen de agua, y casi en ninguna hay jabón ni toallas sanitarias), y en comercios, fondas, restaurantes y medios de transporte colectivo.
8) La eficacia de la educacion preventiva por vía de los medios electrónicos de comunicación.
Uno de los grandes aciertos fue haber sustituido tiempos oficiales de radio y televisión del gobierno y del Instituto Federal Electoral (IFE) con campañas sanitarias e informativas sobre la situación de la emergencia epidemiológica. Entiendo que estos días se discute la posibilidad de que los partidos políticos cedan minutos en las próximas semanas a los mensajes de sostenimiento de la campaña preventiva. Considero, y hago un llamado urgente a todos (sé que implica cambiar leyes y acuerdos políticos), para solicitar que los candidatos presenten sus plataformas electorales, utilizando los tiempos oficiales del gobierno, y que los partidos políticos y el IFE mejor cedan 100 por ciento de sus tiempos a la educación y sensibilización de docentes, a fin de incrementar el conocimiento y las competencias de niñas, niños, adolescentes y jóvenes, así como contribuir a mejorar los lamentables niveles educativos del país. De paso evitan torturar a la ciudadanía con miles de promesas que ya nadie cree.
Entre los principales retos, pese a la flexibilización de las medidas preventivas, se mantiene la necesidad de cambiar los hábitos de higiene, así como de regular los modales y la distancia social: evitar el saludo de mano y el beso, no acercarse a otros en actos ni reuniones. Se necesita invertir mucho en la educación y en campañas masivas, pues se trata de cambiar pautas culturales que han permanecido por siglos y que se apoyan en largas raíces históricas. Las medidas recuerdan los tiempos del doctor Kellog, cuando en el país del norte se promovieron medidas higiénicas compulsivas al grado de recomendar reducir los contactos corporales y la estimulación sexual para evitar el contagio de gérmenes.
Pero los mexicanos actuamos como los virus, nos movemos entre las paredes de células vivas para perpetuarnos y propagarnos.
No sé si somos los más besucones del mundo, pero si Bésame mucho fue reconocida como la canción en idioma español más cantada y gravada del siglo XX, por algo será. Ahora tendremos que actualizar su letra para lanzarla a todo el planeta y posicionarla en el nuevo siglo: No quiero tenerte muy cerca, ni mirarme en tus ojos, ni verte junto a mí. Piensa que tal vez mañana yo ya estaré lejos, muy lejos de ti. Bésame, bésame poco… que tengo miedo perderte, perderte después.
gabriela_afluentes@prodigy.net.mx
Entre las personas de izquierda y los luchadores antisistémicos suele predominar la idea de que la crisis actual es una crisis de ellos”, del capital y de los capitalistas, que tiene consecuencias dramáticas sobre el mundo del trabajo. Más difícil resulta aceptar que atravesamos, también, una crisis “nuestra”, de los modos y estrategias en que venimos comprendiendo el modo de dominación y las salidas posibles en un sentido emancipatorio.
Si nos apoyamos en una cierta lectura de Marx, podemos concluir que estamos ante una fenomomenal crisis de sobreproducción, ya que el capitalismo ha conseguido producir montañas de mercancías que no pueden ser adquiridas por la población, lo que sólo puede resolverse mediante la destrucción de las mercancías sobrantes y de los millones de puestos de trabajo que las producen. Este análisis pone en lugar destacado las leyes de la economía política, muy en particular la tendencia decreciente de la tasa de ganancia, como centro de gravitación del declive de la acumulación de capital.
Si nos apoyamos en la lectura de Marx, podemos concluir que la crisis en curso se debe a una insuficiente su-bordinación del trabajo al capital, lo que lleva a éste a huir hacia otros espacios geográficos y buscar nuevas formas de acumulación, como la que David Harvey ha bautizado “acumulación por desposesión”, que incluye la sobredimensión del sistema financiero y el conjunto de recetas neoliberales que se aplicaron al influjo del Consenso de Washington. Esta lectura destaca el papel de la lucha de clases, tanto en la gestación como en la resolución de las crisis, a la que se considera como llave maestra del orden (y del caos) social.
No se trata de optar por uno o por otro énfasis. Ambos atraviesan de modo contradictorio la obra de Marx. Sin embargo, entre economistas, políticos y militantes suele predominar la primera mirada, positivista digamos, que tiende a priorizar la crisis como algo esencialmente ajeno cuyas consecuencias pagamos los de abajo. Ante nosotros se están acumulando algunas evidencias que nos deberían llevar a navegar por aquella definición de Marx que sostiene que “la historia de todas las sociedades es la historia de la lucha de clases”.
En las semanas recientes algunos destacados funcionarios del gobierno estadunidense y directores de multinacionales aseguran que hay síntomas de que la crisis ha tocado fondo o está en vías de ser superada. Las bolsas se están recuperando lentamente, el consumo en algunos rubros muestra síntomas de reactivación y ciertos sectores de la producción estarían levantando nuevamente vuelo. Sin embargo, las quiebras continúan, los déficits se profundizan y, sobre todo, las tasas de de-socupación no paran de crecer. Un sector nada despreciable de los de arriba se muestra optimista, y ese solo dato resulta preocupante, ya que revela que lo que ellos entienden por salir de la crisis es muy diferente a lo que sienten y aspiran los de abajo.
La crisis actual es una excelente oportunidad para reforzar la subodinación del trabajo, como viene procurando la clase dominante desde la enorme crisis del fordismo y el taylorismo de la década de 60.
En este punto, y por doloroso que sea, debemos reconocer que a más de un año de instalada la crisis, no han existido reacciones importantes de los trabajadores. Aunque es posible y deseable que ello suceda, no hay indicios fuertes que indiquen que esa tendencia se vaya a modificar. Sin potentes y continuos movimientos y levantamientos, el capital puede dormir tranquilo y conducir la crisis de modo que refuerce el punto central de sus objetivos de clase: una mayor domesticación del trabajo.
Aquí caben dos apreciaciones. Por un lado, la larga experiencia sindical no ha servido para reforzar las tendencias obreras a superar el capitalismo y, por el contrario, ha profundizado la aspiración a integrarse al sistema del modo más favorable posible. La impresión dominante es que no se trata siquiera de cambiar equipos dirigentes, ya que es la propia “forma sindicato” la que muestra límites consistentes. En este sentido, la experiencia latinoamericana, donde ninguna de las ya importantes luchas contra el neoliberalismo ha sido protagonizada por el movimiento sindical, puede servir de orientación. Los trabajadores se han levantado bajo otras identidades (como vecinos, inmigrantes, pobres, desocupados…), pero el eje de sus luchas no ha girado en torno al lugar de trabajo sólidamente dominado por la patronal.
La segunda cuestión se relaciona con el Estado y la democracia representativa. El grueso de las luchas conducidas por las izquierdas se enfoncan a demandas hacia los estados o por ganar espacios mediante la participación en procesos electorales, como viene haciendo la izquierda revolucionaria francesa con grandes expectativas de acumular votos y cargos públicos para continuar la lucha en mejores condiciones.
Ambas lógicas, la sindical y la estatista, están inspiradas en la acumulación de fuerzas, un concepto simétrico al de acumulación de capital, que en la historia de las luchas de los oprimidos ha mostrado enormes limitaciones en el camino hacia la emancipación. Podrían ponerse muchos más ejemplos (el concepto de organización, el papel de la toma del poder estatal, la relación entre local y global, las transiciones, etcétera) que ilustran que la mentada crisis no sólo es de “ellos”, sino también nuestra, del conjunto de tesis, formas de comprender la sociedad y de las prácticas acuñadas desde la revolución francesa.
No hay un camino trazado para salir de este laberinto, en gran medida porque sabemos que es más fácil salir del error que de la confusión. Lo único seguro es que sólo un amplio y multifacético conjunto de levantamientos, rebeliones e insurrecciones, a escala local y global, pueden permitir encontrar caminos necesariamente nuevos para hacer de la crisis una vía de superación del capitalismo. Lo demás habrá que reaprenderlo, porque en tiempos de confusión sistémica se impone crear nuevas formas de acción.
Si nos apoyamos en una cierta lectura de Marx, podemos concluir que estamos ante una fenomomenal crisis de sobreproducción, ya que el capitalismo ha conseguido producir montañas de mercancías que no pueden ser adquiridas por la población, lo que sólo puede resolverse mediante la destrucción de las mercancías sobrantes y de los millones de puestos de trabajo que las producen. Este análisis pone en lugar destacado las leyes de la economía política, muy en particular la tendencia decreciente de la tasa de ganancia, como centro de gravitación del declive de la acumulación de capital.
Si nos apoyamos en la lectura de Marx, podemos concluir que la crisis en curso se debe a una insuficiente su-bordinación del trabajo al capital, lo que lleva a éste a huir hacia otros espacios geográficos y buscar nuevas formas de acumulación, como la que David Harvey ha bautizado “acumulación por desposesión”, que incluye la sobredimensión del sistema financiero y el conjunto de recetas neoliberales que se aplicaron al influjo del Consenso de Washington. Esta lectura destaca el papel de la lucha de clases, tanto en la gestación como en la resolución de las crisis, a la que se considera como llave maestra del orden (y del caos) social.
No se trata de optar por uno o por otro énfasis. Ambos atraviesan de modo contradictorio la obra de Marx. Sin embargo, entre economistas, políticos y militantes suele predominar la primera mirada, positivista digamos, que tiende a priorizar la crisis como algo esencialmente ajeno cuyas consecuencias pagamos los de abajo. Ante nosotros se están acumulando algunas evidencias que nos deberían llevar a navegar por aquella definición de Marx que sostiene que “la historia de todas las sociedades es la historia de la lucha de clases”.
En las semanas recientes algunos destacados funcionarios del gobierno estadunidense y directores de multinacionales aseguran que hay síntomas de que la crisis ha tocado fondo o está en vías de ser superada. Las bolsas se están recuperando lentamente, el consumo en algunos rubros muestra síntomas de reactivación y ciertos sectores de la producción estarían levantando nuevamente vuelo. Sin embargo, las quiebras continúan, los déficits se profundizan y, sobre todo, las tasas de de-socupación no paran de crecer. Un sector nada despreciable de los de arriba se muestra optimista, y ese solo dato resulta preocupante, ya que revela que lo que ellos entienden por salir de la crisis es muy diferente a lo que sienten y aspiran los de abajo.
La crisis actual es una excelente oportunidad para reforzar la subodinación del trabajo, como viene procurando la clase dominante desde la enorme crisis del fordismo y el taylorismo de la década de 60.
En este punto, y por doloroso que sea, debemos reconocer que a más de un año de instalada la crisis, no han existido reacciones importantes de los trabajadores. Aunque es posible y deseable que ello suceda, no hay indicios fuertes que indiquen que esa tendencia se vaya a modificar. Sin potentes y continuos movimientos y levantamientos, el capital puede dormir tranquilo y conducir la crisis de modo que refuerce el punto central de sus objetivos de clase: una mayor domesticación del trabajo.
Aquí caben dos apreciaciones. Por un lado, la larga experiencia sindical no ha servido para reforzar las tendencias obreras a superar el capitalismo y, por el contrario, ha profundizado la aspiración a integrarse al sistema del modo más favorable posible. La impresión dominante es que no se trata siquiera de cambiar equipos dirigentes, ya que es la propia “forma sindicato” la que muestra límites consistentes. En este sentido, la experiencia latinoamericana, donde ninguna de las ya importantes luchas contra el neoliberalismo ha sido protagonizada por el movimiento sindical, puede servir de orientación. Los trabajadores se han levantado bajo otras identidades (como vecinos, inmigrantes, pobres, desocupados…), pero el eje de sus luchas no ha girado en torno al lugar de trabajo sólidamente dominado por la patronal.
La segunda cuestión se relaciona con el Estado y la democracia representativa. El grueso de las luchas conducidas por las izquierdas se enfoncan a demandas hacia los estados o por ganar espacios mediante la participación en procesos electorales, como viene haciendo la izquierda revolucionaria francesa con grandes expectativas de acumular votos y cargos públicos para continuar la lucha en mejores condiciones.
Ambas lógicas, la sindical y la estatista, están inspiradas en la acumulación de fuerzas, un concepto simétrico al de acumulación de capital, que en la historia de las luchas de los oprimidos ha mostrado enormes limitaciones en el camino hacia la emancipación. Podrían ponerse muchos más ejemplos (el concepto de organización, el papel de la toma del poder estatal, la relación entre local y global, las transiciones, etcétera) que ilustran que la mentada crisis no sólo es de “ellos”, sino también nuestra, del conjunto de tesis, formas de comprender la sociedad y de las prácticas acuñadas desde la revolución francesa.
No hay un camino trazado para salir de este laberinto, en gran medida porque sabemos que es más fácil salir del error que de la confusión. Lo único seguro es que sólo un amplio y multifacético conjunto de levantamientos, rebeliones e insurrecciones, a escala local y global, pueden permitir encontrar caminos necesariamente nuevos para hacer de la crisis una vía de superación del capitalismo. Lo demás habrá que reaprenderlo, porque en tiempos de confusión sistémica se impone crear nuevas formas de acción.
Al ubicar el tema de la seguridad como prioritario, el gobierno federal, por vía de la Secretaría de Hacienda, presentó a la Cámara de Diputados el proyecto de Presupuesto 2009 en el que a la Secretaría de Salud se le imponía un recorte de 4 mil millones de pesos. En septiembre pasado, ante los senadores de la Comisión de Salud, el secretario del ramo, José Ángel Córdova Villalobos, advertía sobre las consecuencias de este recorte. El Congreso de la Unión enmendó la plana al Ejecutivo y logró la reasignación de una importante suma de recursos para atender responsabilidades del Estado en materia social. No obstante, en las reasignaciones el Centro Nacional de Vigilancia Epidemiológica y Control de Enfermedades tuvo una merma de 860 millones de pesos con respecto a 2008, que en términos porcentuales es 18.3 por ciento. La reducción habla de la importancia que el gobierno brindaba a las tareas preventivas de carácter epidemiológico, hasta antes de la aparición del virus A/H1N1.
Mientras tanto, la comunidad científica internacional, preocupada por la posibilidad de la aparición de nuevas epidemias relacionadas con determinadas combinaciones y mutaciones de virus, daba cuenta de casos de influenza similares a los presentados en nuestro país. Varios han aparecido en diferentes publicaciones científicas del mundo. Uno se titula: “Caracterización de un virus de la influenza A durante un brote de enfermedad respiratoria en los cerdos y las personas durante una feria del condado en Estados Unidos”, realizado por los investigadores Amy L. Vincent, Sabrina L. Swenson, Kelly M. Lager, Phillip C. Gauger, Christina Loiacono y Yan Zhang (www.sciencedirect.com). En el citado artículo se identifica un virus de la influenza que afectó cerdos y personas en agosto de 2007, durante la feria de un condado en Ohio, Estados Unidos.
Investigadores, biólogos y científicos estadunidenses buscan determinar la relación entre este hecho y los aparecidos en Texas, California y México. Sin resultados concluyentes, pero con estricto rigor científico, debaten la manera de enfrentar el nuevo desafío. Destaca en este contexto la declaración del presidente Obama: “Si hay un día que nos recuerde nuestra participación en la ciencia y la investigación es hoy”, lo cual ha servido para dedicar 3 por ciento del PIB a la investigación científica.
Otro estudio significativo es acerca del caso de un joven de 17 años que estuvo en contacto con la crianza de cerdos: en diciembre de 2005 fue infectado con un virus similar al aparecido en México. Dicha investigación ha sido publicada por el Centro para el Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos, donde se explica que los síntomas que presentaba el joven infectado eran los mismos de quienes hoy han sido contagiados en México y en el mundo. Después de analizar las muestras de la mucosidad nasal del paciente, se identificó al virus como influenza porcina A/H1N1. A los pocos días, el paciente se recuperó y volvió a su vida normal.
Otro caso aparecido el año pasado es el documentado por un grupo de investigadores españoles, quienes exponen un estudio de caso en el que explican la forma en que un hombre de 50 años, que trabajaba en una granja porcina, en Aragón, España. En noviembre de 2008, desarrolló fiebre, tos, cansancio extremo, irritación en la nariz y escalofrío. Las muestras de un frotis faríngeo envíada al Laboratorio de Microbiología del Hospital Universitario Miguel Servet, en Zaragoza, confirmó que el virus encontrado estaba filogenéticamente relacionado con los virus H1N1 de los cerdos. El paciente no necesitó hospitalización y se recuperó a plenitud.
Sin ser los únicos, casos como éstos han sido estudiados tras la aparición de nuevos virus. No obstante, aún existen más preguntes que respuestas y la experiencia nos indica que si no existe una verdadera preocupación científica, respaldada con suficiencia presupuestaria, nuestra capacidad de respuesta será reactiva y confusa. Responder a la interrogante de por qué la mayoría de los muertos por este virus están en México requiere un ejercicio responsable, de investigación y análisis.
Las teorías de la conspiración gubernamental o de la salvación del mundo desde México, en relación con la aparición del virus A/H1N1, coinciden en su ignorancia frente a un fenómeno del cual mucho desconocemos. Si queremos construir una política de Estado en materia de salud, nuestros gobernantes y políticos deben asumir con humildad una actitud respetuosa frente a los retos gigantescos que nos plantea la nueva realidad nacional e internacional.
Sin embargo, esta crisis de nuevo ha servido para saber que somos parte de un pueblo hermoso, solidario y compañero, que nada tiene que ver con la fantochería de su mediocre clase gobernante. Felicitaciones a las y los investigadores mexicanos, quienes con pocos recursos han realizado una importante tarea antes y durante la etapa de emergencia. Lo que se gasta en Spot debería transferirse a las instituciones de investigación, sería una contribución de mayor eficacia para el futuro de México o, mejor dicho, ¿podríamos querer emular la pretensión del presidente Obama para destinar 3 por ciento del PIB a la investigación científica?
Mientras tanto, la comunidad científica internacional, preocupada por la posibilidad de la aparición de nuevas epidemias relacionadas con determinadas combinaciones y mutaciones de virus, daba cuenta de casos de influenza similares a los presentados en nuestro país. Varios han aparecido en diferentes publicaciones científicas del mundo. Uno se titula: “Caracterización de un virus de la influenza A durante un brote de enfermedad respiratoria en los cerdos y las personas durante una feria del condado en Estados Unidos”, realizado por los investigadores Amy L. Vincent, Sabrina L. Swenson, Kelly M. Lager, Phillip C. Gauger, Christina Loiacono y Yan Zhang (www.sciencedirect.com). En el citado artículo se identifica un virus de la influenza que afectó cerdos y personas en agosto de 2007, durante la feria de un condado en Ohio, Estados Unidos.
Investigadores, biólogos y científicos estadunidenses buscan determinar la relación entre este hecho y los aparecidos en Texas, California y México. Sin resultados concluyentes, pero con estricto rigor científico, debaten la manera de enfrentar el nuevo desafío. Destaca en este contexto la declaración del presidente Obama: “Si hay un día que nos recuerde nuestra participación en la ciencia y la investigación es hoy”, lo cual ha servido para dedicar 3 por ciento del PIB a la investigación científica.
Otro estudio significativo es acerca del caso de un joven de 17 años que estuvo en contacto con la crianza de cerdos: en diciembre de 2005 fue infectado con un virus similar al aparecido en México. Dicha investigación ha sido publicada por el Centro para el Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos, donde se explica que los síntomas que presentaba el joven infectado eran los mismos de quienes hoy han sido contagiados en México y en el mundo. Después de analizar las muestras de la mucosidad nasal del paciente, se identificó al virus como influenza porcina A/H1N1. A los pocos días, el paciente se recuperó y volvió a su vida normal.
Otro caso aparecido el año pasado es el documentado por un grupo de investigadores españoles, quienes exponen un estudio de caso en el que explican la forma en que un hombre de 50 años, que trabajaba en una granja porcina, en Aragón, España. En noviembre de 2008, desarrolló fiebre, tos, cansancio extremo, irritación en la nariz y escalofrío. Las muestras de un frotis faríngeo envíada al Laboratorio de Microbiología del Hospital Universitario Miguel Servet, en Zaragoza, confirmó que el virus encontrado estaba filogenéticamente relacionado con los virus H1N1 de los cerdos. El paciente no necesitó hospitalización y se recuperó a plenitud.
Sin ser los únicos, casos como éstos han sido estudiados tras la aparición de nuevos virus. No obstante, aún existen más preguntes que respuestas y la experiencia nos indica que si no existe una verdadera preocupación científica, respaldada con suficiencia presupuestaria, nuestra capacidad de respuesta será reactiva y confusa. Responder a la interrogante de por qué la mayoría de los muertos por este virus están en México requiere un ejercicio responsable, de investigación y análisis.
Las teorías de la conspiración gubernamental o de la salvación del mundo desde México, en relación con la aparición del virus A/H1N1, coinciden en su ignorancia frente a un fenómeno del cual mucho desconocemos. Si queremos construir una política de Estado en materia de salud, nuestros gobernantes y políticos deben asumir con humildad una actitud respetuosa frente a los retos gigantescos que nos plantea la nueva realidad nacional e internacional.
Sin embargo, esta crisis de nuevo ha servido para saber que somos parte de un pueblo hermoso, solidario y compañero, que nada tiene que ver con la fantochería de su mediocre clase gobernante. Felicitaciones a las y los investigadores mexicanos, quienes con pocos recursos han realizado una importante tarea antes y durante la etapa de emergencia. Lo que se gasta en Spot debería transferirse a las instituciones de investigación, sería una contribución de mayor eficacia para el futuro de México o, mejor dicho, ¿podríamos querer emular la pretensión del presidente Obama para destinar 3 por ciento del PIB a la investigación científica?
Siguen transcurriendo días aciagos. Vivimos inmersos en una vorágine de información cada vez más confusa e inquietante, mientras el mundo entero se va transformando en un lugar poblado de amenazas: alerta sanitaria mundial por temor a una pandemia, crisis económica globalizada” que se ha agravado por la amenaza del virus A/H1N1, y aparición de alarmantes manifestaciones sociales como son la discriminación y la xenofobia. La irracionalidad y la desmesura campean a sus anchas.
Algunos países, desoyendo las explicaciones científicas de la Organización Mundial de la Salud, se encierran inútilmente en sus fronteras o se niegan a comer carne de cerdo. Ante tales circunstancias, resulta imperioso preguntarnos cómo hemos podido llegar a una situación tan grave y qué podemos reflexionar al respecto.
Freud teorizó acerca del funcionamiento de la psique para conocer mejor la naturaleza humana y con ello poder aliviar el sufrimiento mental y procurar mejorar la calidad de vida de los individuos. Dentro del contexto de la teoría sicoanalítica freudiana existe un concepto fundamental para entender la conducta de los seres humanos: el concepto de pulsión, que rige el funcionamiento síquico.
La pulsión es definida como un “proceso dinámico consistente en un empuje (carga energética, factor de motilidad) que hace tender al organismo hacia un fin.
Según Freud, una pulsión tiene su fuente de excitación corporal (estado de tensión); su fin es suprimir el estado de tensión que reina en la fuente pulsional; gracias al objeto, la pulsión puede alcanzar su fin”. Esta “fuerza”, como la describe Freud, se encuentra en la frontera entre lo somático y lo síquico.
Su teoría acerca de las pulsiones aparece en 1905 y culmina, con varias modificaciones, en 1920. Freud habla de la pulsión de apoderamiento, entendiendo por ésta una pulsión no sexual, cuyo fin consiste en dominar al objeto por la fuerza.
En los trabajos anteriores a Más allá del principio del placer (1920), donde la dualidad pulsional se juega entre las pulsiones de vida y de muerte; la de apoderamiento se describe como una pulsión no sexual, que sólo con posterioridad se une a la sexualidad y que al principio se dirige hacia un objeto exterior y constituye el único elemento presente en la crueldad primitiva del niño.
Hacia 1905, en Tres ensayos sobre la teoría sexual, menciona abiertamente que la crueldad infantil se atribuye a una pulsión de apoderamiento que en su origen no tendría como fin el sufrimiento del otro, sino que simplemente no lo tomaría en cuenta. Es en el texto Las pulsiones y sus destinos (1915), donde se expone la primera tesis freudiana acerca del sadomasoquismo y es en Más allá del principio del placer donde se introduce el concepto de pulsión de muerte.
Derivado de la teoría pulsional surge el concepto de la compulsión a la repetición (tras la que sigilosamente se oculta la pulsión de muerte), que nos permite entender cómo a lo largo de la historia se repiten los mismos errores, los mismos fracasos, las mismas guerras, la misma explotación, la misma avaricia de los poderosos, los mismos abusos, las mismas mentiras, las mismas miserias.
Se empieza por el apoderamiento que ignora las necesidades del otro, se transita por el sadomasoquismo (explotación que causa dolor y priva al otro de sus derechos más elementales) y se termina por la destrucción cruel e indiscriminada del otro.
Acumular, robar, someter, engañar, estafar, destruir sin miramientos son las acciones cotidianas de los poderosos que llevan el mundo al caos, sin que los responsables de tantos desastres experimenten el mínimo sentimiento de culpa.
Algunos países, desoyendo las explicaciones científicas de la Organización Mundial de la Salud, se encierran inútilmente en sus fronteras o se niegan a comer carne de cerdo. Ante tales circunstancias, resulta imperioso preguntarnos cómo hemos podido llegar a una situación tan grave y qué podemos reflexionar al respecto.
Freud teorizó acerca del funcionamiento de la psique para conocer mejor la naturaleza humana y con ello poder aliviar el sufrimiento mental y procurar mejorar la calidad de vida de los individuos. Dentro del contexto de la teoría sicoanalítica freudiana existe un concepto fundamental para entender la conducta de los seres humanos: el concepto de pulsión, que rige el funcionamiento síquico.
La pulsión es definida como un “proceso dinámico consistente en un empuje (carga energética, factor de motilidad) que hace tender al organismo hacia un fin.
Según Freud, una pulsión tiene su fuente de excitación corporal (estado de tensión); su fin es suprimir el estado de tensión que reina en la fuente pulsional; gracias al objeto, la pulsión puede alcanzar su fin”. Esta “fuerza”, como la describe Freud, se encuentra en la frontera entre lo somático y lo síquico.
Su teoría acerca de las pulsiones aparece en 1905 y culmina, con varias modificaciones, en 1920. Freud habla de la pulsión de apoderamiento, entendiendo por ésta una pulsión no sexual, cuyo fin consiste en dominar al objeto por la fuerza.
En los trabajos anteriores a Más allá del principio del placer (1920), donde la dualidad pulsional se juega entre las pulsiones de vida y de muerte; la de apoderamiento se describe como una pulsión no sexual, que sólo con posterioridad se une a la sexualidad y que al principio se dirige hacia un objeto exterior y constituye el único elemento presente en la crueldad primitiva del niño.
Hacia 1905, en Tres ensayos sobre la teoría sexual, menciona abiertamente que la crueldad infantil se atribuye a una pulsión de apoderamiento que en su origen no tendría como fin el sufrimiento del otro, sino que simplemente no lo tomaría en cuenta. Es en el texto Las pulsiones y sus destinos (1915), donde se expone la primera tesis freudiana acerca del sadomasoquismo y es en Más allá del principio del placer donde se introduce el concepto de pulsión de muerte.
Derivado de la teoría pulsional surge el concepto de la compulsión a la repetición (tras la que sigilosamente se oculta la pulsión de muerte), que nos permite entender cómo a lo largo de la historia se repiten los mismos errores, los mismos fracasos, las mismas guerras, la misma explotación, la misma avaricia de los poderosos, los mismos abusos, las mismas mentiras, las mismas miserias.
Se empieza por el apoderamiento que ignora las necesidades del otro, se transita por el sadomasoquismo (explotación que causa dolor y priva al otro de sus derechos más elementales) y se termina por la destrucción cruel e indiscriminada del otro.
Acumular, robar, someter, engañar, estafar, destruir sin miramientos son las acciones cotidianas de los poderosos que llevan el mundo al caos, sin que los responsables de tantos desastres experimenten el mínimo sentimiento de culpa.
Porfirio Muñoz LedoEl parto de San Lázaro08 de mayo de 2009
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Al iniciarme como senador de la República me asombró la rutina aprobatoria de los tratados internacionales en sesiones secretas; esto es, con las tribunas y las curules vacías. Terminada la atropellada lectura de las minutas, los legisladores eran llamados por una chicharra hasta completar el quórum de levanta dedos.
Así eran ratificados sin debate instrumentos de la mayor relevancia. Acudí al archivo para saber si lo mismo había ocurrido tratándose de la Carta de las Naciones Unidas o la Declaración Universal de los Derechos del Hombre. Corroboré que no habían merecido análisis del Legislativo mexicano. Me dediqué entonces a comentar todos los que fueron sometidos al pleno, lo que contribuyó a elevar a 749 el número de mis intervenciones en tribuna. Cuando se aprobó, por ejemplo, el Convenio 169 sobre pueblos indios, advertí sobre la trascendencia de sus disposiciones, que de haberse acatado, hubiesen ahorrado trágicas confusiones.
Volvemos hoy, por obra de la transa, a las oscuras prácticas del viejo régimen. ¿Alguien sabe que el 23 de abril la Cámara de Diputados aprobó reformas a los artículos primero, 11, 33, 89 y 102 de la Constitución? Las despachó sin posicionamiento de los legisladores ni de los grupos parlamentarios, para esconder el vergonzante parto de los montes de un gran proyecto, madurado y negociado durante años.
El tema “Derechos humanos y libertades públicas” se convirtió en el 2000 en la columna de la Comisión de Estudios para la Reforma del Estado. Formulamos 21 propuestas y planteamos reordenar el título I de la Constitución, incorporando derechos fundamentales dispersos —como los laborales— y trasladando a otro capítulo los de los artículos 25, 26, 27 y 28.
En 2008, la CENCA sumó la participación de expertos, organizaciones civiles y representantes de instancias internacionales competentes. Partimos de una propuesta integral elaborada bajo auspicios del Alto Comisionado de la ONU. Su titular fue poco después removido por la incidencia del texto en la cuestión del fuero militar. Se recibieron mil 395 documentos de la sociedad y 143 propuestas de los partidos. Celebramos 62 reuniones de trabajo y presentamos a la subcomisión redactora 94 iniciativas consensuadas sobre: reconocimiento y protección de derechos humanos, derechos sociales y derechos civiles y políticos. Estas fueron remitidas, sin discusión en el pleno de la CENCA, a la presidencia de la Cámara de Diputados.
Varios grupos parlamentarios —excepto el PAN— rescataron el texto en abril de 2008, mediante una iniciativa que descartaba los derechos sociales y reducía a una tercera parte la propuesta original. Destaca la omisión de las disposiciones referentes a la radio y la tv, la personalidad jurídica de los pueblos indios y la conversión de tratados en leyes nacionales.
Un año más tarde aparece la diminuta iniciativa que acaba de votarse, que además contiene errores elementales y retrocesos. Dispone que el título I cambiará de nombre, pero no dice por cuál, elimina facultades de refuerzo a la CNDH y —contra del derecho de gentes— considera la decisión administrativa para expulsar extranjeros como “definitiva e inatacable”.
La pésima recepción del proyecto entre los senadores hace suponer que no tendrá destino. Encallado como se encuentra el de federalismo y municipalismo y extraviadas el resto de las iniciativas, la CENCA resultó un fiasco. Insistimos en un proceso de rendición de cuentas y en la convocatoria a un periodo extraordinario para la toma de decisiones conducentes.
Bajo endebles argumentos de “realismo legislativo” se ha roto el equilibrio de poderes, aunque una mayoría artificial de la cámara condene los abusos de Fox. Ello explica el golpe de mano de Calderón al Congreso, al suspender por decreto garantías individuales sin acatar lo dispuesto el artículo 29 de la Constitución.
Las facultades concedidas a la Secretaría de Salud en caso de “epidemias de carácter grave” se limitan a la esfera de su competencia y no podrían afectar derechos fundamentales, como lo hace la disposición presidencial.
Ahora el Ejecutivo inunda los espacios de la comunicación con su “salvamento de la humanidad”. La propaganda ha de ser institucional y no para la promoción de funcionarios y partidos. Al IFE corresponde detener el agravio y no cohonestar otra vez la violación del sufragio.
Ex embajador de México ante la Unión Europea
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