Más dañino aún que cualquier virus en pleno siglo XXI, es la propagación de informaciones falsas, infundadas o totalmente irracionales, como es el hecho de dar nacionalidad a una epidemia. “La gripe mexicana”, llaman a tontas y a locas algunos comunicadores extranjeros a esta epidemia cuyos primeros brotes probablemente aparecieron en EU, según admiten las autoridades sanitarias de dicho país y que desde luego no se limitaron a su territorio, sino que han surgido hasta hoy contagios en dieciocho naciones.
Ahora, gracias al infundio propagado, los mexicanos son los más temibles portadores de bichos que hay en el planeta y tienen que sufrir todo tipo de atropellos a sus derechos donde quiera que se encuentren, como lo son las constantes revisiones sanitarias o confinamientos, entre otras medidas aplicadas con todo rigor discriminatorio.
La SRE está obligada a circular un memorándum internacionalmente o lo que sea que pudiera servir de contrapeso a algo que a la larga va a ser muy costoso, puesto que ya prefigura un estigma aunado a los que han etiquetado históricamente a los connacionales.
La sorpresiva irrupción del virus así como la contundente y hasta drástica respuesta de los gobiernos, principalmente el de aquí, han generado sobre todo dudas y pánico.
Puede ser una enorme coincidencia pero da lugar a sospechas un asunto que de la noche a la mañana acaparó todos los espacios de los medios de comunicación y la atención pública se quedó prendida del tema, olvidándose una serie de asuntos prioritarios, como el mayor endeudamiento del país aprobado en el congreso y la crisis social que nos flagela.
Los virus constituyen entidades moleculares fronterizas entre la materia inorgánica y la vida, por tanto su comportamiento apunta hacia la búsqueda de formas de perpetuarse y propagarse. Como la mayoría de las especies, utilizan para ello vehículos o medios, como son las proteínas de las células de los organismos donde se alojan después de burlar los cerrojos que los sistemas inmunológicos no lograron mantener. Para este aprendizaje utilizaron millones de años y a su vez los cuerpos invadidos desarrollaron cada vez mejores medidas de seguridad o inmunidad que les permitieron subsistir y hasta dominar el medio ambiente por encima de otros seres.
La raza humana en todas sus variantes y épocas los ha padecido como parte de un todo viviente, que se conforma en base a múltiples interacciones entre las partes que lo integran, desde los virus y bacterias hasta los grandes mamíferos, pasando por la vida marina y el manto vegetal de la tierra. Ahora se sabe que hasta los componentes de la radiación solar y otros cuerpos cósmicos contienen partículas que inciden en la salud y desarrollo de los organismos vivientes. ¿Tienen los virus un origen de naturaleza extraterrena? Algunos opinan que así es.
De cualquier forma los registros de epidemias y pestes son abundantes y han incidido en el curso de la historia, como fue el caso de los pueblos invadidos y conquistados por los europeos en el siglo XVI. Los virus de los advenedizos mataron más individuos que las espadas y arcabuces.
El desconocimiento de la higiene o la negación de la misma a causa de los dogmas europeos arrastrados desde el Medioevo, crearon las condiciones para que se propagara la llamada peste bubónica transmitida por la rata o el cólera morbus que se transmitía por fuentes contaminadas, como los llamados hidrantes o las norias donde se filtraban residuos sépticos.
¡Aguas! Gritaban desde las ventanas para que se apartaran los transeúntes de los chorros vertidos por bacinicas al “arroyo” de la calles de las villas y ciudades europeas. El drenaje es un invento relativamente moderno aunque ya se le utilizaba en Tenochtitlán, gracias a las facilidades hidrológicas de los valles del Anáhuac y el elevado valor que concedían los prehispánicos al baño corporal. De ahí proviene la tradición del temaxcal o baño cerrado, donde el vapor se encarga de humedecer, limpiar y hasta sanar a quien lo toma.
Un estigma semejante han vivido los asiáticos, principalmente de origen chino, al atribuírseles epidemias como la “fiebre amarilla”, de origen rural, explicada por la convivencia demasiado estrecha entre humanos y animales.
La sofisticación de la higiene que trajo como consecuencia cambios radicales en el entorno humano, ha sido la mejor defensa contra los virus, junto con la información proveniente de la ciencia y los consecuentes productos antivirales, tanto alopáticos como homeopáticos, siendo estos últimos más confiables por la técnica de empleo, como lo es la aplicación de dosis infinitesimales que no dejan secuelas negativas en el organismo, a diferencia de las sustancias que desarrollan los laboratorios: Los peores casos de gripa o influenza que me han referido, provienen de personas que se vacunaron contra tales padecimientos.
Otro de los asuntos relacionados que llama la atención consiste en las diferentes formas en que la gente ha tomado la “emergencia sanitaria”. Las actitudes van desde la indiferencia total de quienes vieron en la suspensión de ciertas actividades una oportunidad para pasear o descansar, hasta los que van por la calle con parte del rostro cubierto como quien protagoniza un libreto de película catastrófica.
Desde luego que el activismo comercial mostró los reflejos acostumbrados al elevarse el costo de las mascarillas de tela (no son solamente cubre bocas) por arriba de treinta pesos en las farmacias.
No faltaron los políticos vivales como un candidato del PAN a la gubernatura de San Luis Potosí, quien sin más se puso a repartir dichos artefactos faciales junto con volantes donde se promociona. Nada extraño por cierto entre la clase política mexicana bastante entrenada en esos menesteres, que no en aprender qué es y cómo se lleva a efecto el servicio público que consiste en el arte de gobernar.
Las universidades públicas y privadas en lugar de llamar a sus comunidades científicas para enfrentar analíticamente la situación, cerraron la puerta y se plegaron al discurso oficial del régimen. Mala sintonía que no augura nada provechoso para la sociedad en estos tiempos que reclaman un criterio absolutamente crítico basado en el conocimiento.
En el momento que exige una auditoria social a fondo, optaron por fortalecer las tesis gobiernistas arriba del carro del miedo.
No queda más que la sociedad que pudiera y de hecho puede organizarse, para emplear a fondo estrategias novedosas que no dejen todo en manos de quienes por costumbre controlan lo social: llámese políticos, empresas trasnacionales y hasta medios de comunicación.
En este sentido me alienta mucho contar con este medio fabuloso de la Internet, que nos permite el libre y amplio intercambio de textos apoyados muchas veces con imagen y siempre o casi siempre orientados a desentrañar la escenografía que los tramoyistas internacionales se afanan en mantener, a expensas de los que mansamente les sirven.
carlos antonio villa guzmán
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