Una idea a partir de la visita de Susan Buck Mors a México
Hace
unos días Susan Buck Mors visitó México para dictar una serie de
conferencias en la UNAM sobre lo que ella llamó los movimientos
sociales “translocales” y sobre su particular interpretación de las Tesis sobre el concepto de historia del autor judeomarxista Walter Benjamin. [1]
En dicho seminario abordó, en su última sesión, una polémica entre
Walter Benjamin y Max Horkheimer sobre la muerte que nos parece muy
actual en México. Desde el año 2006 con la llegada de Calderon al
gobierno, México se convirtió en un panteón lleno de muertos,
desaparecidos y desplazados producto de la militarización del país y de
los efectos de la sujeción a los planes de “combate” al narcotráfico
dictados desde los Estados Unidos. Buck Mors en dicho seminario señaló:
“somos sobrevivientes de la historia” pensando en México. ¿Cómo no
sería de ese modo si en menos de 5 años fueron masacrados, asesinados,
descuartizados miles de personas con el motivo de una guerra absurda?
Derrida en sus Espectros de Marx insistía que: “ninguna ética, ninguna política, revolucionaria o no, parece posible, ni pensable, ni justa, si
no reconoce como su principio el respeto por esos otros que no son ya
(…) ante los fantasmas de los que aún no han nacido o de los que han
muerto ya, víctimas o no de guerras, de violencias políticas o de otras
violencias, de exterminaciones nacionalistas, racistas, colonialistas,
sexistas o de otro tipo; de las opresiones del imperialistas.” [2] No es posible pensar en un mundo por venir, sin pensar en los que ya no están y fueron masacrados por la “guerra”.
Si, la violencia, las muertes, las ejecuciones, las desapariciones, los
desplazados, en México siguen. El Movimiento por la Paz con Justicia y
Dignidad, que concentró el descontento nacional en contra de la llamada
“guerra” en el año 2011, contabilizó que entre 2006 y 2011 fueron
asesinados más de 100 mil personas ni más ni menos. En última instancia
estamos ante una verdadera catástrofe social de magnitudes históricas
que, desde nuestro punto de vista, no ha sido comprendida en su total
magnitud. Según Horkheimer los muertos, muertos están, intentar
revivirlos, salvarlos, redimirlos, consistía en una misión no
“filosófica” y no “materialista”.
Según el fundador de la Escuela de Frankfurt la pretensión de Walter Benjamin en sus Tesis sobre la historia (de
redimir a los vencidos de la historia) era una idea teológica ajena al
materialismo histórico. Pero, de tener ¨razón” Horkheimer... ¿Qué
hacemos con nuestros muertos, los que fueron víctimas de una guerra
absurda con tintes de limpieza social? ¿Los olvidamos o los intentamos
salvar, redimir de algún modo? Benjamin opinaba de otro modo. En su
Tesis II sobre el concepto de historia recalcaba que “Existe una cita
secreta entre las generaciones que fueron y la nuestra. Y como a cada
generación que vivió antes que nosotros, nos ha sido dada una débil
fuerza mesiánica sobre la que el pasado exige derechos. No se debe
despachar esta exigencia a la ligera. Algo sabe de ello el materialismo
histórico.” [3]
Max Horkheimer argumentaba en
contra de la tentación “teológica” de Benjamin: los muertos, muertos
están, y no pueden ser despertados de nuevo. En estos tiempos que
corren la frivolidad es una regla: la detención del “Chapo” es primera
plana de todos los diarios nacionales (incluido el uso de drones),
mientras el asesinato de periodistas como Gregorio Jímenez en Veracruz
no merece una sola “disculpa” del Estado Mexicano. Hoy, el debate del
uso legítimo de la violencia y, con ello de la muerte, sigue. Y en
estos tiempos que corren la incomprensión también impera. El caso de
las autodefensas de Michoacán es una revelación de ello. Algunos
pasaron de verlos como legítimos opositores al gobierno de EPN,
mientras a escasos días tomaron un cáliz similar a ¨grupos
paramilitares” alentados por el mismo gobierno federal. Según Hernandez
Navaro “Los claroscuros del movimiento son evidentes. Muchos
michoacanos tomaron las armas para enfrentar a grupos delictivos y
defender su territorio, sus bienes y su seguridad. Sin embargo, es
inocultable el papel del gobierno federal en el auspicio de esos grupos
civiles armados. Esta relación pone en duda que los civiles armados
sean sólo una expresión autónoma de la voluntad de autodefensa popular.
Las autodefensas son parte de una estrategia gubernamental, no
resultado de su carencia.” [4] Entre la incomprensión y la
frivolidad, los muertos, los más de 100 mil siguen ahí. Preocupados por
ellos. ¿Qué se merecen nuestros muertos?
Es
obvio que Horkheimer diría, ya está, los muertos no se les puede
revivir. El gobierno no contento con la guerra además homenajeó a los
vencedores del teatro catastrófico. Para muestra de ello no hace falta
más que recordar que Calderón en 2012 invirtió 31.2 millones de pesos
un memorial de las víctimas de la “guerra” al lado del Campo Marte que
en realidad es un memorial de los militares caídos en “combate”. Este
memorial tuvo como objetivo congratular a las Fuerzas Armadas, en
continuidad con la política de militarización del país, homenajear a
los victimarios, más que a las víctimas. Según Calderon “este memorial
es un homenaje a los más de 205 soldados que murieron por la nación”. [5] Es la “Plaza al Servicio de la Patria”, al servicio de los vencedores de esta guerra que continúa.
Según Buck Mors hay diversas formas de integrar a las víctimas en el
discurso racional de la historia. Si la historia es crucial en Hegel en
este corpus intelectual se puede integrar el terror de la historia
desde un punto de vista racional, sin que ello contemple su justicia,
su redención. Un ejemplo de esta idea en México podría ser la que
contempla la llamada Ley de Víctimas aprobada también por Calderón,
solapada por EPN y avalada por el MPJD de Javier Sicilia que la vío
como una triunfo histórico. Si bien una de las aportaciones del MPJD
fue dar visibilidad a las víctimas de la “guerra” el movimiento vio en
este iniciativa una victoria. Esta ley concitó el apoyo de la
Organización de las Naciones Unidas, de personalidades de la cultura
como el músico Roger Waters y de decenas de organizaciones de DD.HH. en
el país.
Para el MPJD “esta ley se da certeza a la situación de las
víctimas de delitos y violaciones a los derechos humanos, se crea el
Registro Nacional de Víctimas, el Registro Nacional de Datos Forenses,
un fondo para la reparación y se anuncian los derechos de las víctimas
como la restitución, indemnización, rehabilitación y garantías de no
repetición.” Como decimos en otro artículo la conquista “histórica” del
movimiento es una Fondo Nacional de Víctimas para reparar los daños de
familiares, y un Registro Nacional para la memoria de las víctimas de
la guerra contra el narco. Se reduce a la constitución de un fondo
federal de aproximadamente 270 millones de pesos del Presupuesto de
Egresos para indemnizar con 500 meses de salario mínimo (934 mil pesos
aproximadamente) a quienes sufran “violaciones a los derechos humanos.” [6]
En última instancia registrar a las más de 100 mil muertes con nombre
en un registro y obtener una indemnización no significa, a nuestro
parecer, redimir a los muertos, ni un poco. Se acepta que hubo una
“catástrofe social” pero se indemniza con dinero la vida de miles de
personas, el dinero no recupera ni un gramo de la vida de los que
cayeron, al mismo tiempo los memoriales han servido, desde
Auschwitz, para desactivar el pasado frívolamente. La memoria de las
víctimas sucumbe a los tiempos y desactiva el pasado en el presente.
Otra iniciativa más social es lo que impulsa el colectivo Bordamos por
la Paz que en todo el país realiza acciones por la rememoración de los
muertos por la guerra. Tejen. En un tejido que se puede ver en su
página de internet podemos leer las historias de las personas que han
sido asesinadas por la “guerra” “27 de marzo de 2013. Zapopan, Jalisco.
Fueron asesinados dos hombres de 45 años aproximadamente en la colonia
Chapalita. Murieron por impacto de arma de fuego.” [7] Esto
podría ser un ejercicio de duelo “consiste siempre en intentar
ontologizar restos, en hacerlos presentes, en primer lugar en identificar los despojos y en localizar a los muertos (...) Es necesario saber. Es preciso saberlo. Ahora bien, saber es saber quién y dónde, de quién es propiamente el cuerpo y cuál es su lugar -ya que debe permanecer en su lugar.” [8]
Rememorar, salva para quién teje, salva en cierto sentido a los
asesinados. Aun con ello, con lo maravilloso de su acción, pensamos que
los responsables de la injusticia histórica de la guerra están a salvo.
La experiencia en individual, también para el que teje.
Otra opción, la más complicada, consiste en recuperar una idea
benjaminiana del potencial redentor de la revolución. Benjamin, en sus
tesis, insistía que el proletariado estaba llamado a ser la última
clase vengadora de los desposeídos, los vencidos y los oprimidos del
mundo. El odio de clase a los vencedores de la historia tiene un
elemento revolucionario y demoledor que cuando estalla el mundo se
sacude en todos su ámbitos. Una política para los muertos no debe
obviar que sólo se redime en el combate. El no olvido, el de vencer a
los vencedores, el de agregar odio y rencor por sobre de los que ya no
están. Solo estarán a salvo los muertos cuando los vencedores sean
derrotados en el combate. Los muertos, no están “muertos¨ si los
recordamos codo a codo en la lucha de clases. Como decía Benjamin “Por
cierto, que sólo a la humanidad redimida le cabe por completo en suerte
su pasado. Lo cual quiere decir: sólo para la humanidad redimida se ha
hecho su pasado citable en cada uno de sus momentos. Cada uno de los
instantes vividos se convierte en una citation à l’ordre du jour, pero precisamente del día final.” [9]
Notas
[1]
Buck Mors es una renombrada intelectual “marxista” que ha escrito un
sin número de trabajos sobre la Escuela de Frankfurt, el pensamiento
hegeliano y sobre la obra de Walter Benjamin. De sus trabajos destacan Dialéctica de la mirada, Benjamin y el proyecto de los pasajes (escrito en 1989 año crucial para la izquierda mundial), Hegel y Haití: la dialéctica del amo y el esclavo, una interpretación revolucionaria y de Los orígenes de la dialéctica negativa, Theodor Adorno y Walter Benjamin historia de una amistad. Buck
Mors participó en el año 2009 de un curioso congreso en la Universidad
de Birkbeck en Londres sobre la idea de “Comunismo” junto a Alain
Badiou, Slavoj Zizek, Judhit Balso y Toni Negri en el que ya, desde
entonces, mostró su preocupación sobre la cuestión de la historia y la
potencialidad de mirar hacía “atrás” para pensar la emancipación desde
un punto de vista a “contrapelo”.
[3] Benjamin. Walter. http://www.jacquesderrida.com.ar/restos/benjamin_historia.htm
[4] http://www.jornada.unam.mx/2014/02/04/opinion/017a2pol
[5] http://www.jornada.unam.mx/2012/11/21/politica/018n2pol
[6] http://armasdelacritica.org.mx/
[7] http://bordamosporlapaz.blogspot.mx/
[9] Benjamin, Walter. Tesis sobre el concepto de historia http://www.jacquesderrida.com.ar/restos/benjamin_historia.htm.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
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