Ricardo Monreal
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En 1968 fundó Oceanografía con un capital mínimo e ingresó al mundo del contratismo petrolero sin ninguna reputación en el mercado, pero con una buena cartera de amigos, contactos y conocidos al interior de la paraestatal.
En el año 2000 estaba prácticamente quebrada y con una amenaza de embargo por adeudos millonarios al fisco. Pero llegó “el gobierno del cambio” de Vicente Fox y la suerte le cambió a Oceanografía. Se convirtió en una de las contratistas consentidas de la paraestatal.
Ana Lilia Pérez, en el libro “Camisas Azules, Manos Negras”, al igual que la comisión especial investigadora de la Cámara de Diputados constituida en 2005, dan cuenta de cómo los hijos de Marta Sahagún y otros políticos del PAN gestionaron contratos multimillonarios, de manera directa o a través de terceros, para beneficiar a la empresa que hoy, con el regreso del PRI, cayó en desgracia.
En una década (2003 al 2013), la contratista obtuvo de Pemex un total de 112 convenios con un valor de 49,000 millones de pesos. De éstos, 106 fueron otorgados en las dos administraciones panistas y ascienden a 46,000 millones de pesos. Sólo una cuarta parte de ellos, 10,530 millones de pesos correspondieron al gobierno de Fox, mientras que el resto, 35,470 mdp fueron otorgados durante la administración de Felipe Calderón.--
Si en el gobierno de Fox fue un proveedor consentido, en el de Calderón llegó al estrellato. La mayor parte de los convenios se asignaron de manera directa, en dos momentos estratégicos, 2008 y 2012, años preparatorios de elecciones y de cierre de gobierno (“Año de Hidalgo”).
Oceanografía resintió de inmediato la salida del PAN de la Presidencia. En el 2013 sólo obtuvo convenios por 3,000 millones de pesos, una inhabilitación por varios años, una intervención judicial precautoria de sus instalaciones y la acusación de fraude contra Banamex por 400 millones de dólares.
Quien piense que Oceanografía es un caso aislado, miente o se equivoca. Está hecha a imagen y semejanza del “contratismo” petrolero de Pemex: una combinación de tráfico de influencias, licitaciones a modo, “moches”, fraudes y saqueos al amparo del poder público.
Casos como éste, lejos de desaparecer, podrían elevarse a la “ene” potencia con las licencias y asignaciones que trae implícita la reforma energética. Se va la contratista consentida del panismo, pero no el “contratismo”. Su lugar será ocupado ahora por las contratistas petroleras del priismo.
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