México
DF., 04 mar. 14. AmecoPress.- Ahora que se conmemorará el 104
aniversario del Día Internacional de la Mujer, el 8 de marzo, y que se
dirán tantos discursos, no entiendo porque no volteamos a nuestra
propia historia. Que yo recuerde jamás se ha hecho este importante
recordatorio en el lugar geográfico, donde pudiéramos decir nació el
movimiento más señero y avanzado de las mexicanas: Yucatán.
Cuando los
presidentes de la República quieren hacer un anuncio sobre alguna
política o cambio jurídico para las mexicanas, llaman a cientos de
mujeres a una ceremonia formal, opaca, sin chiste, donde todas esas
mujeres le aplauden. Generalmente en algún salón de la casa
presidencial de Los Pinos.
Yucatán, en
cambio, encierra las voces y los ecos de esas mujeres que se levantaron
por sus derechos en 1916 durante los Congresos Feministas; ahí donde
nació en 1922 la demanda que hoy llamamos derechos sexuales y
reproductivos, por la distribución de anticonceptivos, por la libre
decisión de mantener o interrumpir un embarazo y por la educación
sexual para la infancia y la adolescencia.
En Yucatán,
donde nació la primera liga de mujeres campesinas denominada Rita
Cetina Gutiérrez, en homenaje a esa maestra, nacida en Yucatán que creó
la sociedad científica y literaria “La Siempre Viva” y dirigió una
revista del mismo nombre.
En Yucatán,
del Instituto Literario para Niñas, que se considerada la escuela para
mujeres más importante de su época (1846). Ahí en 1923, no puede
olvidarse, el pueblo eligió con voto secreto a Elvia Carrillo Puerto
como la primera diputada local de la historia del país, Elvia Carrillo
la misma que creó esa liga de mujeres campesinas.
También fue en
Yucatán donde se eligió a la primera regidora del país, la profesora
Rosa Torre G, también en 1923. Ahí donde nació el movimiento sufragista
de las mujeres y, en 1922, precisamente cuando las mujeres demandaban
los derechos sexuales y reproductivos, el gobernador socialista Felipe
Carrillo Puerto (1922-1924) envió al congreso la primera iniciativa
para otorgar el voto ciudadano a las mujeres.
Por eso
Yucatán es el crisol de los derechos ciudadanos, económicos, sociales y
culturales para las mujeres. Ahora que ya es ley la paridad, el 50/50
para las listas electorales en virtud de la Reforma Política, sería muy
bueno que ahí se hiciera la ceremonia del 8 de marzo, puesto que el año
pasado se cumplieron los 60 años del voto femenino y el 2015 se probará
en las urnas la paridad.
No estaría mal
que ahí, en Yucatán, en ese pueblo de tantas lides, donde vieron la
primera luz, como en primavera, mujeres emblemáticas de un largo
listado. Donde sería bueno recordar a las mujeres indígenas que
asombraron la pequeñez de curas y conquistadores por su forma de
vestir. A los conquistadores les llamó la atención desde un principio
esa costumbre de las naturales; las mujeres fueron calificadas de
deshonestas por andar desnudas de la cintura para arriba. Ellas a
quienes les pusieron encima el hipil como mandato para ir a lavar al
río.
De ahí venimos
con nuestra demanda de ser personas. Ahí en Yucatán le reviramos al
conocido como prohombre de la cultura, José Vasconcelos que acabó
imponiendo el Día de la Madre, por la rebelión de las socialistas de
los círculos rojos de reflexión que pedían sus derechos.
Hasta Yucatán
llegó Hermila Galindo en 1916, como heraldo del constitucionalismo.
Hoy, de acuerdo con los informes oficiales, en Yucatán se registra la
estadística más baja en violencia contra las mujeres. No obstante,
Yucatán con
una buena parte del sureste mexicano ha olvidado su origen, anida la
pobreza y la ignorancia, todavía es grande la diferencia entre
indígenas y blancos. Tiene como herida la guerra de castas y los
frescos del Palacio de Gobierno recuerdan las imágenes de tan cruel
historia.
Yucatán es la
única entidad del país donde ha habido dos gobernadoras, entre las
apenas seis de nuestra historia. Dulce María Sauri (1991-1994), quién
también se convirtió en la dirigente nacional del PRI, e Ivonne Ortega
(2007-2012).
De esos aires
sureños donde anida tanta historia y tanta marginación, de ahí tendría
que venir la reflexión 2014 del Día Internacional de la Mujer, para
revisar la agenda, tan parecida y distinta, a la que hoy tenemos en
México: educación, salario igual a trabajo igual, cese a la violencia
contra las mujeres -que cobra a diario vidas y el futuro para miles de
mexicanas-, hacer real la igualdad para mujeres y hombres, el más
grande de los pendientes y desde donde se construyen la discriminación,
el feminicidio, el rechazo y la exclusión.
Yucatán del
que se enamoró Alma Reed. El estado mítico que un día quiso separarse
de México, por la decepción política y social. Desde donde marchan
todos los días cientos de yucatecas en busca de una mejor opción de
trabajo y de vida. Y me acabo de enterar por un estudio del INEGI, el
lugar de origen de una mayoría de trabajadoras domésticas a quienes la
modernidad les quiere cobrar impuestos.
En fin. Un
sitio de playas, paisajes, caminos. Hermoso y doloroso cuando una ve
convertidas las añejas casas de los dueños de los campos de henequén,
construidas con la sangre de las indígenas, convertidas en hoteles
exclusivos para el gran turismo. Un pueblo desde el cual podría
anunciarse y luego cumplirse un verdadero y profundo programa de cambio
cultural, de justicia para las mujeres; ahí la cuna del día de la
madre, por represión, se podría dar respuesta a las madres de las y los
desaparecidos en esta guerra que inició Felipe Calderón, y su estela de
desgracias donde nace nuestra indignación cotidiana.
Sería bueno
que se hable fuerte y profundo desde el sitio Yucateco, y de paso
podremos recordar que marzo es emblemático, porque el día 5, se cumplen
144 años del nacimiento de Rosa Luxemburgo, una de las promotoras del
histórico Segundo Congreso Internacional de Mujeres Socialistas espacio
que vio nacer la celebración del 8 de marzo y donde arrancó la larga
faena de las sufragistas del mundo entero.
Foto: Archivo AmecoPress.
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