Por Belén Spinetta
COMUNICAR IGUALDAD- Silenciadas por los grandes aparatos mediáticos, las comunidades mapuches que habitan al norte de la Patagonia Argentina resisten el avance de las petroleras sobre sus territorios ancestrales. Esa historia de luchas y resistencias es la que está detrás del juicio que se llevó adelante a principios de noviembre contra Relmu Ñamku, Mauricio Rain y Martín Maliqueo, integrantes de la comunidad Winkul Newen.
La comunidad a la que pertenece Relmu se encuentra asentada en el paraje Portezuelo Chico, ubicado en el centro de la provincia de Neuquén. La empresa que explota los yacimientos petrolíferos del territorio es Apache, la cual luego de transformarse a Yacimientos del Sur pasó a manos de YPF. Es decir, en el centro del debate está el Estado a quien se le viene reclamando por los daños ambientales y el perjuicio que genera a las comunidades la actividad petrolera.
De hecho, el 28 de diciembre de 2012, el día en que se desataron los hechos que llevaron a juicio a Relmu y sus pares, la comunidad Winkul Newen aguardaba para velar los restos de un bebé nacido con malformaciones “productos de la contaminación”, según denunciaron. Aquella tarde se encontraban resistiendo el avance de las máquinas de la empresa Apache cuando llegó la orden de desalojo. La oficial de justicia, Verónica Pelayes, acudió al paraje Portezuelo para hacer cumplir la orden acompañada de camionetas y policías, una imagen ya conocida por las/os integrantes de la comunidad que ese año habían resistido 10 intentos de desalojo; en uno de ellos las mujeres de la comunidad se rociaron con combustible como método de resistencia. Como las 10 veces anteriores, esa vez se defendieron con piedras, de esa defensa salió herida Pelayes y por ese hecho a Relmu se la acusó de intento de homicidio.
Este juicio además, fue histórico porque fue el primer juicio por un jurado intercultural: seis de lxs 12 integrantes fueron mapuches. Tras las audiencias, lxs 12 concluyeron que Relmu no era culpable. Ella lo dice claramente: “A nosotros nos juzgó el pueblo pobre”. Le preguntamos cuál es la valoración que hace del jurado y enfatiza en eso: “Pudimos percibir que las 12 personas que estaban ahí sentadas estaban relacionadas al pueblo pobre, al pueblo olvidado, al pueblo sin justicia… Quedó evidente cual era la situación de la comunidad y aunque no conocíamos a ninguno de los miembros del jurado tenían un perfil muy cercano al nuestro”. Ella enfatiza además que la fiscalía propuso juicio por jurado “porque no se iban a animar a juzgarnos con la caratula de tentativa de homicidio; para ellos era mucho más fácil como fiscales y jueces, ocultarse detrás de un jurado popular y desde allí generar las mejores condiciones para una condena, pero se olvidaron que la gente también piensa y más allá de si tiene estudio o no la gente del pueblo tiene sentido común, creo que subestimaron al jurado”.
Nota central:
“Las mujeres mapuches queremos ser protagonistas”
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