Palabra de Antigona
"Ahí
estuvieron miles de personas, mujeres y hombres, funcionarias y
activistas, migrantes, musulmanas y latinoamericanas, congresistas y
algunas conocidas. Es decir, sin líderes visibles y con una fuerza de
convencimiento y conciencia envidiable"
México DF., 10 nov. 15. AmecoPress.- Con esa frase. Tres palabras: “queremos tener futuro”, Berta Cao del Blog Cuarto Poder, termina su crónica de lo que fue la inmensa movilización del 7 de noviembre en repudio a la violencia contra las mujeres en España. La autora afirma “hemos hecho historia”, refiriéndose a la respuesta multitudinaria y sobre todo a la capacidad feminista para mostrar la indignación que la violencia machista genera y para exigir que las diversas instancias oficiales y partidarias cumplan con sus dichos.
Más
de cien mil personas tomaron las calles en Madrid. Comenzaron su
inmensa marcha en la puerta de lo que en México sería la Secretaría de
Salud para caminar por la Gran Vía, siempre repleta de vehículos y
calles cortadas por una intensa e inacabable tarea de obras materiales.
Ahí estuvieron miles de personas, mujeres y hombres, funcionarias y
activistas, migrantes, musulmanas y latinoamericanas, congresistas y
algunas conocidas. Es decir, sin líderes visibles y con una fuerza de
convencimiento y conciencia envidiable.
Igual que el 3
de junio, en Buenos Aires, donde la protesta incluyó 70 ciudades de
Argentina; también en España las movilizaciones incluyeron otras
ciudades de las comunidades autonómicas. Tras la denuncia, el conteo de
agresiones o de asesinatos, como dice Cao, es claro que las españolas
suman su consciencia a su protesta de redes sociales o de cartas y
firmas.
Y explica:
Hemos hecho historia, sí. Y lo hemos hecho porque queremos tener un
futuro, porque nos queremos vivas. Por eso hoy mismo empezamos a
trabajar para tener un mañana contigo, con tantas, con todas. Porque con
el 7N hemos demostrado la fuerza y capacidad del feminismo y hemos
pasado ya del #YoVoy7N al #YoFui7N para reclamar que se cumplan las
mociones y proposiciones que los partidos políticos han aprobado en
ayuntamientos y diputaciones; para exigir políticas de igualdad
efectivas que acaben con la violencia de género. Y ¡Ay de quiénes no
estén a la altura de la historia!
El manifiesto
es aún más claro, de manera unitaria, exige que las violencias machistas
sean consideradas cuestión de Estado, que se legisle para aumentar la
protección a las mujeres y los y las menores que viven violencias, que
se les pueda garantizar una vida mejor, que todas las mujeres tengan una
vida libre de violencia machista.
También, dice,
que la sociedad entera asuma este problema como común, que además de
legislar hay que educar, prevenir y reflexionar sobre las violencias
cotidianas a las que las mujeres son sometidas por la sociedad
patriarcal. Cosa que en México hemos olvidado, tendiendo una gran
cortina de humo llamado feminicidio. ¿Y las demás y cotidianas
violencias que llevan a los asesinatos, qué? ¿Y la desigualdad y la
discriminación? ¿Y el acoso y el hostigamiento?
El documento
también incluyó, según informe de las organizadoras, acabar con la
“normalización de la violencia machista” y se lamentan de la falta de
respuesta y de reacción ante los feminicidios, incluso en periodos donde
se han llegado a concentrar cuatro asesinatos en 72 horas.
Lamentablemente
en México se llenan las calles por otras razones. Hace 20 años, mi
maestra Teresita de Barbieri, me decía que se iba a lograr detener el
asomo tremendo de la violencia desgarradora que vivió Ciudad Juárez,
sólo cuando nos movilizáramos y llenáramos el Zócalo; mi directora de
Cuadernos Feministas, Josefina Chávez, siempre sueña con un millón de
personas movilizadas para detener la violencia contra las mujeres.
Ambas coinciden
conmigo que necesitamos realmente convencer a la sociedad, como ha
sucedido, aunque sea temporalmente, en esos 20 años por otras razones,
como la desaparición forzada o la represión estudiantil, indígena o
magisterial. Por las mujeres nada. Si Ayotzinapa concentra por 43
desaparecidos/asesinados tanta indiganción, porque la violencia machista
no; porque las desapariciones de miles y miles de mujeres no moviliza.
Lo que menudea es esta costumbre de contar a las muertas, de firmar
cartas, de armar discursos y relatos; de hacer leyes y reformas
constantes, de argumentos sufridos y listas de nombres y firmas. Pero de
movilización nada.
¿Qué hubiera
pasado si en lugar de mujeres fueran políticos o futbolistas?”, dice
Cao, cuando se refiere a la indiferencia que ahora movilizó a las
feministas. ¿Dónde están las feministas en México? Organizando a
mujeres, juntas, por ideas y estrategias conjuntas, ¿dónde? Los
gobiernos estatales se ríen, discuten con las minorías vanguardistas con
las que negocian; con las “expertas” y las miles o decenas de siglas
sin mujeres atrás, sin redes reales. Se ríen los priistas, se burlan los
perredistas, se tapan los ojos y los oídos los panistas, los partidos
emergentes creen que nos ocupamos de “cosas sexuales” y no de los
verdaderos problemas. Los gobernadores desvían alegremente los recursos
para la prevención; nos ocupamos de “nuestras cosas” y no de lo
importante.
Y no podemos
armar lo que hicieron las argentinas en junio ni esta inmensa marcha
nacional en España porque además estamos cada quien con nuestros
“asuntos” y “luchas”, aisladas y sin conexión. Lo intentamos hace unos
años, creamos un pacto para denunciar la persecución de mujeres que
abortaban e iban a la cárcel ¿se acuerdan? Y después, nada, nuevas
agrupaciones, membretes, historias sin historia; cada quien atiende a su
juego, como Antón Pirulero.
Mientras el
fenómeno de la violencia crece. Es indignante la impunidad por
hostigamiento y acoso, como el caso de los funcionarios de la
Procuraduría General de la República, como antes lo ha sido el pomposo
eje de la cultura en el Museo de Arte Moderno y lo significó la
indiferencia en la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, y ello
puede suceder por esta desarticulación que nos acosa.
Esta muestra en
España, en un momento de enorme crisis económica y política, de
elecciones autonómicas y de la jefatura de Estado; en medio del anuncio
de un proceso de separación de Cataluña y de un 25 por ciento de paro
laboral, certifica con claridad el proceso educativo para comprender la
discriminación femenina, el reconocimiento de la migración y de la
violencia machista, tanto como un acumulado de organización de las
mujeres.
Ello a pesar de
que durante todo el gobierno exitoso del Partido Socialista Obrero
Español, PSOE, las mujeres feministas gozaron de un gran tutelaje del
Estado, lo que no significó para ellas sujeción al o a los gobiernos y
tampoco esos gobiernos pensaron en tratarlas como dependientes o
vasallas.
Lo que quiero
decir es que el tutelaje, político y económico del Estado, por ley y
respeto a la ciudadanía, sólo pude darse en estados realmente
democráticos como lo que sucedió en España tras la muerte de Franco. Sin
ese proceso no hay más que simulación y vasallaje. Mi contacto diverso
con el movimiento feminista español me hace afirmar que si reciben, si
cobran, si tienen edificios proporcionados por el Gobierno para operar,
pero con sentido democrático ni el gobierno les pide sumisión, ni ellas
se asumen como súbditas; negociar no es entregarse, pero cumplir con la
ley tampoco es compra de conciencias. Entender esto es bien difícil,
sobran los hechos y las anécdotas, donde quienes manejan los
presupuestos lo hacen como si fuera su patrimonio y no el de la
sociedad, etcétera.
Tenemos que soñar en crear esta fuerza transformadora que nos ayude realmente a enfrentar la violencia contra las mujeres.
Cao afirma
claramente lo que es indiscutible. El Movimiento Feminista ha vuelto a
sacar músculo en las calles de Madrid 20 meses después de aquella gran
manifestación que fue ‘El Tren de la Libertad’. Sin apoyo de la mayoría
de los medios de comunicación. Sin rostros conocidos. No se puede negar
que esta marcha se ha construido desde abajo, paso a paso, ‘verso a
verso’, hasta hacer historia.
El 7N ha
sobrepasado las expectativas de sus convocantes. Ha superado el mejor de
los sueños de quienes empezamos, allá por diciembre, un diálogo virtual
sobre la necesidad y la oportunidad de movilizarnos en Madrid para
gritar “Basta ya” después de un año, 2014, en el que el repunte de la
violencia de género nos parecía insoportable. No sabíamos que 2015 iba a
ser más brutal, más salvaje. Porque salvaje es asesinar
premeditadamente a quien dicen amar.
No creamos el
7N para apelar a las conciencias, sino para conseguir que se incluyera
la violencia de género en las agendas políticas. Para demostrar que las
mujeres somos sujeto político y exigir que se nos trate como tal.
Hay que
destacar la presencia en la manifestación de mujeres jóvenes, muchas y
muy jóvenes, con consignas novedosas (“Si el amor te aprieta, no es tu
talla”, “No es un caso aislado, es el patriarcado”) que se han combinado
con las tradicionales (“Vamos a quemar la Conferencia Episcopal”,
“Contra el machismo, ni un paso atrás”) o las más inquisitivas
(“Escucha, machista, estás en nuestra lista”, “Cuidado, os avisamos,
somos muchas más que cuando empezamos”). También han estado las mujeres
latinoamericanas, mujeres inmigrantes que comparten luchas y
reivindicaciones. Vinieron las jóvenes musulmanas, que quieren cambiar
el mundo y no con los vándalos del ISIS. Estuvieron las alcaldesas, las
concejalas, las diputadas y otras mujeres en cargos públicos de mayor o
menor representación. Y hombres de todas las edades, acompañando en la
lucha.
El 7N es un
nuevo hito en la lucha feminista que quizás tampoco pase a la historia,
aunque desde el 15M no había habido una movilización como ésta en
Madrid. Nunca antes había habido en nuestro país una marcha tan numerosa
convocada por el Movimiento Feminista.
Veremos.
Foto: Archivo AmecoPress.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario