“¿Qué se diría a la tripulación
de un gran navío que en la más violenta tempestad y en un mar
proceloso, nombrara piloto a un carnicero que, sin ningún conocimiento
náutico navegara por primera vez y no tuviera más recomendación que la
de haber traicionado y asesinado al capitán del barco?” Son las palabras
del doctor Belisario Domínguez, pronunciadas en el Senado el 23 de
septiembre de 1913 en repudio a la usurpación de la Presidencia de la
República por Victoriano Huerta contra el líder revolucionario Francisco
I. Madero. Dos semanas después, el senador por el estado de Chiapas fue
brutalmente ejecutado por asesinos a sueldo del régimen autoritario.
Este próximo jueves, 12 de noviembre, el Senado coronará su traición a
los enaltecidos principios de la Revolución Mexicana con la entrega de
la Medalla Belisario Domínguez a uno de los principales oligarcas del
país, Alberto Baillères. Asistirá al acto de premiación la versión
contemporánea del
piloto carnicerode antaño, Enrique Peña Nieto. El principal mérito del galardonado empresario minero y refresquero, así como miembro del consejo de administración de Televisa, ha sido su apoyo incondicional al régimen autoritario actual. El también presidente de la junta de gobierno del ITAM, es un reconocido financiador de las campañas electorales del Partido Revolucionario Institucional (PRI).
Baillères ha acumulado fortunas millonarias, 18 mil millones de dólares de acuerdo con la revista Forbes, a
costa de saquear a la nación mexicana, destruir el medio ambiente y
empobrecer a la población. De acuerdo con el reciente estudio de
Oxfam-México, escrito por Gerardo Esquivel (véase: http://ow.ly/Uoazd),
el 10 por ciento más rico de México concentra 64.4 por ciento de toda
la riqueza del país. Asimismo, entre 2002 y 2014 la riqueza de los
cuatro mexicanos más adinerados, Baillères es el número dos después de
Carlos Slim, aumentó de 2 a 9 por ciento del PIB. Mientras, México hoy
cuenta con más de 53 millones de pobres que no tienen suficiente para
satisfacer sus necesidades básicas.
Baillères ha sabido cobrar bien su apoyo a sus cómplices en el
gobierno por medio de concesiones mineras, exenciones fiscales y otros
tratos privilegiados. Hace unas semanas, a la nueva empresa de
Baillères, Petrobal, fue asignado el bloque cuatro de la segunda
licitación de la ronda uno de la privatización petrolera. En el
contexto de un régimen donde todo se compra y se vende, vale la pena
preguntarnos a cuánto habría ascendido el costo de la decisión de
entregar una medalla que simboliza la libertad de expresión a uno de los
principales responsables del fracaso de la transición democrática
mexicana.
La semana pasada, cuatro dirigentes magisteriales de Oaxaca (Juan
Carlos Orozco, Othón Nazariega, Efraín Picaso y Roberto Jiménez) fueron
enviados a la misma cárcel de máxima seguridad, el Altiplano, donde se
escapó hace unos meses Joaquín El Chapo Guzmán con la
complicidad de autoridades federales. Si fueran poderosos
narcotraficantes o empresarios mineros, los maestros podrían comprar su
liberación e incluso medallas al mérito cívico. Pero en tiempos de Peña
Nieto, como con Huerta hace 100 años, los luchadores sociales son
considerados enemigos para ser pisoteados y eliminados.
Estos nuevos presos políticos se suman a la larga lista de
periodistas, activistas y defensores de derechos humanos detenidos,
amenazados, censurados y asesinados por el actual régimen autoritario.
Ellos son los verdaderos héroes de hoy que siguen el ejemplo del doctor
Belisario Domínguez en su lucha por una nueva patria justa y
democrática.
Otros ejemplares luchadores sociales son los valientes policías
comunitarios de Ostula, Michoacán. Gracias a los reportajes de Arturo
Cano en La Jornada (http://ow.ly/UocVY)
hemos podido conocer la lucha de Cemeí Verdía, Germán Ramírez y sus
colegas en contra de las mineras (¿alguna acaso propiedad de
Baillères?), los narcotraficantes y las autoridades corruptas, cuyo
único interés es la acumulación de dinero y poder. “Ahora no sólo es
contra los templarios. Es contra el gobierno, porque está
atentando contra todos, y si nos dejamos el gobierno nos va a venir a
destruir”, señaló un líder de Ostula.
Al gobierno le estorbamos para saquear las minas. Pero debe entender que estamos al tiro, indicó otro.
En su histórico discurso del 23 de septiembre de 1913, don Belisario Domínguez reclamó al presidente usurpador por
pretender engañar a la nación mexicana, cuando
la verdad es ésta: durante el gobierno de don Victoriano Huerta, no solamente no se hizo nada en bien de la pacificación del país, sino que la situación actual de la República es infinitamente peor que antes. De acuerdo con el senador de Chiapas, si bien
para los espíritus débiles parece que nuestra ruina es inevitable, todavía existía la oportunidad de renovar la nación y avanzar por el sendero de la paz y la democracia que constituyen
el supremo anhelo de todos los mexicanos.
El distinguido doctor y político tuvo razón. Unos meses después,
Huerta sería depuesto y cabalgarían juntos Pancho Villa y Emiliano
Zapata a Palacio Nacional.
El desánimo actual es tan grande como durante los tiempos de
Belisario Domínguez. La ruina total una vez más parece inevitable. Sin
embargo, la historia nunca descansa y con nuestras acciones podemos
formar parte de una nueva reconstrucción de la patria.
Twitter: @JohnMAckerman
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