El paso previo histórico
de un sistema político autoritario y policial, es el control pleno de la
“oposición” sin que pierda ese carácter ante sus bases. En eso estamos,
con obviedad en el actual sexenio, como quedó demostrado con la
cooptación de los llamados “Chuchos” del PRD, hoy en completo desuso al
llegar un nuevo dirigente ajeno a ellos, pero más identificado con la
derecha en el poder por su extracción académica y política.
La cooptación de dirigentes
de “oposición”, al menos en el caso del PRD, ya no será necesaria:
Agustín Basave representa al político bien portado, que interpondrá el
diálogo sobre la confrontación. Esto sería positivo, desde luego, si la
actitud negociadora estuviera presidida por principios y no por
intereses políticos coyunturales. Ya veremos hasta dónde lo deja llegar
el PRI y cuánto margen de maniobra tendrá para evitar un pronto desgaste
como dirigente de un partido sin futuro; así es porque dejó de
representar a la izquierda que lucha por cambios verdaderos.
Otra forma de cooptación de
“opositores” está en orillar a los dirigentes a dejar a un lado el
trabajo político para dedicarse a simples “gestores sociales”. Así se
puso de manifiesto a partir de que Carlos Salinas de Gortari llegó a Los
Pinos y favoreció la organización de grupos aparentemente de
“oposición”, pero que en realidad le servían al sistema con la
estrategia de la “ayuda” social. Tal fue el origen del Partido del
Trabajo (PT), entre otros institutos políticos hoy desaparecidos.
En la actualidad, ese tipo de
trabajo “político” está en desuso porque el propio gobierno hace
“gestoría social” por conducto de la Secretaría de Desarrollo Social
(Sedesol), sin disimulo alguno, con absoluto cinismo como es del dominio
público. Sin embargo, los “izquierdistas” de la época del salinismo se
quedaron anclados en la década de los ochenta y creen que siguen siendo
necesarios, aunque en verdad lo único que les interesa es conservar los
beneficios que reciben colateralmente ayudando a la Sedesol.
La izquierda verdadera,
consciente de su papel histórico, no debe contribuir a enajenar a las
masas depauperadas, como en realidad lo hacen quienes diciéndose de
“izquierda” hacen una labor nefasta como “gestores sociales”, es decir,
dadores de limosnas para mantener a la población en actitud mendicante.
Tal acción política es profundamente reaccionaria. Que es política es
incuestionable, porque contribuye a mantener un estado de cosas
antidemocrático y que atenta contra la dignidad de ciudadanos que tienen
el oprobio de la miseria más ruin.
Esos “gestores sociales”, que
asumen el papel de redentores de los más pobres con una hipocresía
indignante, son más peligrosos políticamente que los que asumen sin
ambages su rol de representantes de la derecha en el poder. Es así
porque se ocultan tras una máscara “progresista”, cuando en realidad lo
que están haciendo es profundizar la desigualdad, al hacer creer al
pueblo que con dádivas y limosnas van a poder sobrevivir.
Es preciso decirlo
abiertamente: la gestoría social es reaccionaria porque tiene el
objetivo político de hacer creer a la masa empobrecida, que mientras no
les falten despensas no hay razón para quejarse. De ahí la facilidad
creciente para que la derecha en el poder pueda comprar con migajas
millones de votos, tal como sucedió en la elección federal del 2012, con
la aprobación de los organismos electorales cuyo papel no podía ser más
cínico.
Por eso es fundamental que la
izquierda verdadera, la que es consciente de su trascendencia histórica,
tenga como propósito central de su trabajo político, hacer comprender a
la población que vende su voto por frijoles con gorgojos y pantallas de
televisión digital que pronto quedarán inservibles, que así no va a
salir de la miseria. Muy al contrario, pues con su voto habrá de
prolongar una situación cada vez más dramática que aniquilará el futuro
de las nuevas generaciones.
Esto no es importante para los
“izquierdistas” que dicen contar con un “proyecto de gestoría social”
del que carecen quienes no son de su calaña. Dicho “proyecto”, hay que
decirlo con todas sus letras, favorece al PRI, al PAN y a los partidos
que trabajan para mantener al pueblo indefenso y enajenado. La gestoría
que urge impulsar en el sistema político mexicano es por una educación y
una concientización integrales, que permita a los más pobres defender
sus derechos.
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