Las islandesas protagonizaron hace 40 años una huelga en defensa de la igualdad que paralizó la nación
Hoy ocupan la mitad de las sillas del parlamento y de los consejos de administración
Irma Cuesta
Madrid,
11 nov. 15. AmecoPress.- Siempre hemos creído que era pura ficción: un
atractivo financiero de treinta y tantos acude a la reunión semanal con
sus jefes con un maletín de cuero en la mano izquierda y un bebé de
siete meses en la derecha. Ni siquiera las películas americanas,
tradicionalmente responsables de abrirnos las puertas a la modernidad,
han sido capaces de cerrar muchos guiones con una historia de este tipo y
un final feliz.
¿El motivo? Hay
muy pocos lugares en el mundo donde ese entregado padre no encontraría
la carta de despido sobre la mesa del despacho nada más acabar la
reunión. En realidad, algo así sólo es posible en Islandia: ese trozo de
tierra rodeado de agua, de poco más de 300.000 habitantes, en el que se
puede discutir con el jefe sobre el desplome de la corona mientras mece
a su hijo y, según los expertos, el mejor país del mundo para nacer
mujer.
Un ejemplo: La pionera
En 1980, Vigdís
Finnbogadóttir, la primera islandesa soltera que consiguió adoptar a
una niña, se convirtió también en la primera jefa de Estado
democráticamente elegida del mundo. Hoy, a sus 85 años, sigue trabajando
como embajadora de buena voluntad de la Unesco. Fue presidenta durante
16 años. 2,1 niños por mujer.
Las islandesas
tienen una de las tasas de fertilidad más altas de Europa. Quizá
influyan los nueves meses de permiso que tienen los padres.
De que en
Islandia las cosas funcionan de otro modo da idea un hecho histórico: el
24 de octubre de 1975 las islandesas fueran capaces de protagonizar una
huelga sin precedentes en demanda de una absoluta y firme igualdad
entre géneros. Aquel día, hace ya 40 años, el 90% de las mujeres
salieron a la calle para reivindicar su papel en el mundo mientras
España, por ejemplo, se preparaba para la inminente despedida de
Francisco Franco.
Los hombres no
tuvieron más remedio que ocuparse de la casa y los niños, y numerosas
escuelas, fábricas y bancos se vieron obligados a cerrar, al tiempo que
las avenidas de Reikiavik se poblaban de islandesas que demandaban a
gritos la igualdad. «Lo que ocurrió aquel día fue el primer paso para la
emancipación de las mujeres en Islandia.
Paralizó el
país por completo y abrió los ojos de muchos hombres», recuerda Vigdis
Finnbogadottir, la primera jefa de Estado del mundo elegida
democráticamente y la primera mujer presidente de la historia de Europa.
La movilización
–que nadie pensó que fuera a reunir a tantas ciudadanas– fue convocada
inicialmente por el colectivo feminista radical Red Stockings. Un grupo
demasiado extremista incluso para una sociedad en la que los hombres
tienen derecho a tres meses intransferibles de baja por paternidad, al
margen de los tres que disfruta la madre y otros tres que se reparten.
Sin embargo, al
final optaron por no monopolizar la jornada de movilización y la
rebautizaron como ‘El Día Libre de las Mujeres’. Pusieron especial
énfasis en la unidad frente a la injusticia y consiguieron lo que
parecía imposible: nueve de cada diez islandesas se incorporaron a la
causa.
La verdad es
que en aquel momento –posteriormente hubo otras dos huelgas en 2005 y
2010– solo había tres diputadas en el parlamento islandés. En otros
países del norte de Europa, en cambio, el porcentaje de representación
femenina en los puestos de poder político rondaba el 20%.
Cinco años
después, Vigdis Finnbogadottir ganó las elecciones (gobernó de 1980 a
1996) y ocho más tarde el Women’s Alliance, un partido formado solo por
mujeres, logró sentarse en el congreso. Hoy, ellas ocupan el 44% de los
escaños en el Parlamento y el 40% en los gobiernos municipales; obtienen
el 70% de los graduados universitarios; y aglutinan el 45,5% de la
fuerza laboral del país.
El Gobierno
actual, una coalición de socialdemócratas e izquierda ecologista, se ha
encargado de ilegalizar la compra de servicios sexuales, la publicidad y
el lucro de la prostitución.
En 2010,
Islandia ya fue el primer país del mundo en prohibir los clubs de
striptease por considerarlos tapaderas de prostitución y trata de
blancas. Y, por si eso no bastara como ejemplo, hace ya dos años que
entró en vigor una ley que obliga a las empresas con más de 50 empleados
a repartir las sillas de los consejos de administración entre los dos
sexos: el menos representando tiene que tener al menos un 40%.
Fuertes e independientes
La explicación a
que ‘la isla de hielo’ encabece los mayores niveles de igualdad del
Foro Económico Mundial desde hace casi diez años hay que buscarla en su
propia historia, según los expertos. Que siglos haciéndose cargo de las
tierras, las casas, los negocios y las familias cuando los hombres
salían a la mar durante meses, fueron los encargados de forjar un
carácter femenino fuerte e independiente.
Sea como fuera,
lo cierto es que todos los indicadores los colocan a la cabeza de esa
igualdad por la que luchan buena parte de las mujeres del planeta y que,
además, la mayor parte de los hombres islandeses se sienten orgullosos
de encabezar ese ranking.
Ellas, en el
sin fin de entrevistas que se sucedieron en 1975 tras la gran
movilización, aseguraron que la inmensa mayoría de sus maridos, padres y
jefes asumieron de buen grado sus aspiraciones y que muchos empresarios
se negaron a descontarles el día de sueldo. Hace unos días, recordando
aquel soleado 24 de octubre, el marido una de las cabecillas contó que
un compañero le espetó: «¿Por qué dejas que tu mujer aúlle en lugares
públicos? Yo nunca dejaría que la mía hiciera ese tipo de cosas». Según
parece, él le contestó: «Tranquilo. Ella no es del tipo de mujer que se
casaría con un hombre como tú».
Foto:
1. Vigdís Finnbogadóttir, la primera islandesa soltera que consiguió
adoptar a una niña, se convirtió también en la primera jefa de Estado
democráticamente elegida del mundo 2. La imagen habla por sí sola. Este
fue el día en que las mujeres tomaron Islandia.
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