Simón Vargas Aguilar*
Hasta hace unos meses
la ciudad de México se había salvado de los efectos de la cruenta guerra
contra el narcotráfico, o al menos esa era la impresión que se quería
dar. En la capital del país no eran comunes las surrealistas estampas de
la violencia que generan los cárteles y sus células, que en otras regiones, en el norte del país, ya son habituales.
Aunque el jefe de Gobierno, Miguel Ángel Mancera, y sus funcionarios de seguridad y justicia aseguren una y otra vez que los cárteles del narcotráfico no operan en el Distrito Federal, la verdad es que los hechos tienen tiempo demostrando lo contrario.
La violencia, levantones, ejecuciones y sucesos con el sello
típico del narcotráfico llevan años ocurriendo en la capital o muy
cerca de ella. Están, por ejemplo, los 24 cuerpos maniatados y con
huellas de tortura encontrados en La Marquesa; el levantón de
13 personas en el bar Heaven; las extorsiones y ejecuciones en la
Condesa, Roma, Polanco o Centro Histórico; y ahora, en días recientes
han aparecido colgados, calcinados y narcomantas dirigidas a las autoridades locales.
Estas prácticas son comunes en entidades como Tamaulipas, Chihuahua o Veracruz, donde los cárteles llevan
años peleándose por las plazas y rutas de trasiego de droga, pero nunca
se habían presentado en el DF. Otro factor que se ha detectado es el
alto índice de homicidios, los cuales habían aumentado 22 por ciento
hasta el pasado mes de agosto, en comparación con el mismo periodo de
2014, según cifras del Sistema Nacional de Seguridad Pública.
Aun así el discurso oficial sigue negando la existencia y
establecimiento de estos grupos criminales en la capital; son solamente
objetivos en movimiento, afirma el jefe de Gobierno capitalino. Pero
ante la cada vez más evidente infiltración del narco en el DF convendría preguntarnos si no ha llegado el momento de cambiar el discurso, ya que éste es simplemente insostenible.
¿Podría acaso esta negación ser una estrategia? Quizás, porque
aceptarlo tendría graves implicaciones. Pero el hecho de asegurar que
los equipos de inteligencia del Gobierno del Distrito Federal no han
recabado la suficiente
información que permita establecer actividades de narcotráfico, tal como asevera Mancera, empieza a ser preocupante para analistas nacionales e internacionales, sobre todo si además de los hechos antes mencionados consideramos dos informes del gobierno de Estados Unidos, que advierten sobre la operación de al menos cinco cárteles del narcotráfico en la capital.
El primero es el realizado por la agencia antidrogas de Estados Unidos (DEA, por sus siglas en inglés), denominado: México: actualización de evaluación del tráfico de drogas; áreas de las organizaciones de control dominante, donde la dependencia estima la operación de cinco organizaciones criminales en el DF, que son: el cártel de Sinaloa, Los Zetas, los Beltrán Leyva, el cártel del Golfo y una célula de Los caballeros templarios (http://1.usa.gov/1Mo9vSK).
El segundo es un informe titulado México: organizaciones criminales y organizaciones del tráfico de drogas, realizado
por el Servicio de Investigación del Congreso de Estados Unidos (CRS,
por sus siglas en inglés), donde se menciona la operación de tres
organizaciones criminales en la ciudad de México: Los Zetas, los Beltrán Leyva y La familia michoacana. De
este último advierten que se encuentra en constante disminución a
escala nacional, pero que se mantiene con fuerza en el estado de México y
en algunas zonas pobres de la capital (http://bit.ly/1McHxJD).
En días pasados, algunos medios extranjeros, como The Wall Street Journal y The Guardian, han
publicado reportajes donde analizan la problemática capitalina en
materia de seguridad. A partir de la consulta a especialistas en el tema
y las estadísticas de incidencia delictiva y homicidios, cuestionan que
siga firme la aseveración de las autoridades de que la capital de
México es una zona libre de crimen organizado (http://bit.ly/1Y3wHtp).
En este contexto, resulta ilógico pretender que el Distrito Federal no se ha contaminado con la operación de los cárteles, sobre
todo cuando aquí reside el poder económico y político del país. Del
mismo modo, su ubicación geográfica y la presencia del aeropuerto
internacional le dan un inmenso valor geoestratégico para ser el lugar
ideal donde celebrar reuniones con los diversos grupos del crimen
trasnacional.
Puede ser que continuar negando la presencia y operaciones de estas
organizaciones criminales en el DF sirva también a estrategias
políticas. Sin embargo, ante el aumento de la violencia y las prácticas
típicas del narco, se pierde la credibilidad, y con ello la
confianza de la ciudadanía, la cual después es más difícil de recuperar.
Una mejor táctica sería implementar políticas inteligentes para
prevenir y abordar el crimen organizado. La transparencia y la rendición
de cuentas oportunas deben ser políticas públicas vigentes y presentes.
* Analista en temas de seguridad, justicia, política y educación. Si
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