Mustang
Carlos Bonfil
Un asunto de familia. A
la larga lista de cintas mexicanas, dirigidas por jóvenes talentos, que
con oportunidad centran su atención en el tema de la violencia tanto
doméstica como institucional en el país, se suma ahora Las elegidas, segundo largometraje de David Pablos (La vida después, 2012),
una poderosa radiografía del negocio de la trata de mujeres y sus
efectos devastadores en la vida de un grupo de adolescentes.
Si antes se había abordado con franqueza inusitada el tema del bullying escolar en Después de Lucía, de Michel Franco, o la espiral de horror que desata la guerra contra el narcotráfico en una familia, en Heli, de Amat Escalante, o el trágico involucramiento de un grupo de jóvenes en el tráfico clandestino de sangre propia y ajena en Te prometo anarquía, de Julio Hernández Cordón, lo que ahora propone Pablos es una historia de amor, en clave de thriller, donde
la violencia se genera desde una célula familiar particularmente
degradada. Una familia que opera como clan criminal, y donde el
patriarca organiza metódicamente el secuestro de mujeres adolescentes,
utilizando como carnada a sus hijos varones. La organización doméstica
que perversamente transforma un cortejo amoroso en sometimiento físico y
sicológico, luego en secuestro y explotación sexual mediante el
chantaje, semeja un microcosmos de las vastas operaciones del crimen
organizado en el país y de sus técnicas intimidatorias.
Esta exposición de las mecánicas delictivas predominantes en el país
tiene su punto de partida en un relato de Jorge Volpi que el realizador
ha transformado en guión contundente y ágil, aderezado con una historia
romántica cuyos soportes emocionales más sugerentes son la frustración y
el desasosiego de adolescentes enfrentados a una realidad que los
rebasa y somete. Los personajes juveniles operan aquí como el barómetro
preciso de una sociedad civil crecientemente vulnerada y atemorizada.
Algo presente ya en la espléndida Heli, de Escalante, pero
matizado aquí por una sobriedad narrativa que es ya el sello más
distintivo en la primera obra de este joven talento. En un tema tan
delicado como esta violencia que desborda el ámbito doméstico para
volverse viral en todo el territorio mexicano, Pablos toma fuertes
distancias con la sordidez y el tremendismo, tan endémicos en nuestro
cine, prefiriendo un lirismo oscuro no exento de ternura. La apuesta es
novedosa y atractiva, y así parece confirmarlo el reconocimiento en
festivales que, con toda justicia, ha comenzado a conquistar su cinta.
Se exhibe hoy en la Sala 1 de la Cineteca Nacional, 15 y 20:30 horas.
Mustang, belleza salvaje
El encierro patriarcal. Una pequeña población turca a
orillas del mar negro. En ese lugar, las tradiciones ancestrales se
mantienen imperturbables bajo la severa vigilancia de las matronas y los
jefes de familia. Mustang, belleza salvaje (Mustang), primer
largometraje de la realizadora franco-turca Deniz Gamze Ergüven,
egresada de la Fémis, refiere la historia de cinco hermanas huérfanas,
cuya existencia cotidiana bajo la tutela de un tío autoritario y una
abuela sumisa, se ve súbitamente trastornada cuando sus inocentes juegos
adolescentes con sus compañeros de escuela son interpretados en el
pueblo como una pérdida anticipada de la honra virginal y un motivo de
vergüenza para sus protectores.
La realizadora elige para su narración el punto de vista de Lale, la
hermana más pequeña, quien asiste a las primeras inquietudes románticas y
eróticas de sus compañeras de juego, y a la creciente represión
doméstica de que son víctimas cada una de ellas. La ortodoxia más
estricta preside los rituales del hogar: matrimonios arreglados por la
voluntad patriarcal, observancia severa de una conducta intachable y
casta por parte de las adolescentes destinadas al tálamo forzado,
imposibilidad de toda expresión de un albedrío libre. Y a la menor
infracción, un encierro a piedra y lodo, según la sentencia inflexible:
mujer honrada, pata quebrada y en casa.
Las prohibiciones patriarcales en esa trinchera fundamentalista en
plena Turquía laica son inverosímiles y propias del mayor extremismo
islámico. Las mujeres no deben reír abiertamente en público, ni mostrar
gozo alguno, e ir ataviadas siempre con ropas de
color de mierda, según protesta una protagonista. Las estrategias juveniles para burlar la ortodoxia son ingeniosas y muy divertidas, pero pronto se revelan frustrantes. El encierro se agudiza y la rebeldía crece hasta tomar formas insospechadas. El título de la cinta alude a los mustangos, caballos salvajes capaces de derribar violentamente toda tentativa de encierro prolongado. La metáfora es clara y eficaz. Mustang, belleza salvaje exhibe las contradicciones de una sociedad patriarcal turca atrapada hoy entre la persistencia del oscurantismo moral y el anhelo de una modernidad en armonía con el espíritu europeo. La realizadora evoca esa crisis cultural y sus jóvenes protagonistas la encarnan estupendamente.
Se exhibe en la sala 1 de la Cineteca Nacional. 12:30 horas.
Twitter: @Carlos.Bonfil1
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