La isla cooperará en el fortalecimiento de las normales
Dos abrazos y cuatro palmadas sellan encuentro México-Cuba
Peña elogia logros en salud y educación; Castro valora la solidaridad
Entre discursos efusivos y apretones de manos, los presidentes Enrique
Peña Nieto y Raúl Castro reanudan la vieja amistad entre México y Cuba
Foto Reuters
Blanche Petrich y Rosa Elvira Vargas
Periódico La Jornada
La visita de Estado del presidente de Cuba, Raúl Castro Ruz, a
México, construida alrededor de la idea de un reencuentro entre dos
naciones con una larga amistad, transcurrió este viernes entre discursos
efusivos de los dos mandatarios, una breve y espontánea caminata codo a
codo por el majestuoso Paseo Montejo y una reunión ampliada de las
comitivas de los dos países de donde salieron una serie de instrumentos
que constituyen
la modernización del marco jurídicode la relación bilateral, según un comunicado del gobierno mexicano.
Además de un memorándum migratorio, se emitió uno de colaboración
académico-diplomática, otro en materia turística, otro de cooperación en
materia pesquera y agrícola y una carta de intención de cooperación
técnica para la educación básica, en la que se incluyen la cooperación
cubana en programas de alfabetización, lectura y deportes, y el
fortalecimiento de las normales.
Más tarde, en el almuerzo que ofreció a su visitante en uno de los
palacetes que adornan la principal vía de Mérida, la Quinta Montes
Molina, Peña Nieto elogió el proceso revolucionario de la isla,
reconoció su
dignidad y orgullo de ser una nación capaz de forjar su propio destinoy encomió sus logros en materia educativa, de salud, de cooperación para el desarrollo e impulso a la unidad latinoamericana.
Se congratuló por el histórico acercamiento entre Washington y La Habana y concluyó con una exclamación:
Queremos que a Cuba le vaya bien.
Raúl Castro, igualmente afectuoso, valoró el papel de México en lo que llamó
victorias de la solidaridad mundial, caribeña y latinoamericanaen hechos diplomáticos recientes: la inclusión de su país en la Cumbre de las Américas, de donde fue excluida desde su origen por el ex presidente estadunidense Bill Clinton; el restablecimiento de relaciones con Estados Unidos, impulsada por el actual jefe de la Casa Blanca, Barack Obama, y el más reciente voto, casi unánime, de la Asamblea General de la ONU contra el bloqueo.
Asimismo, se congratuló por el interés de las empresas mexicanas
en hacer negocios en Cuba, en la zona especial del puerto de Mariel. Esto, precisó,
constituye un apoyo importante al proceso de actualización del modelo económicode su país, que fue resuelto en el pasado congreso del Partido Comunista Cubano y que reafirma la intención de continuar por la vía del socialismo.
Raúl Castro pernoctó en Mérida
Agotado el programa oficial, se informó que el avión que
trajo a Raúl Castro no regresó anoche a la isla; el jefe de estado
cubano prefirió atender su agenda personal, visitar a sus amigos
yucatecos y convivir unas horas más con su hermana Ema Castro, quien
reside en México.
La pernocta del líder en México no estaba prevista en ninguna de las agendas.
Aparte de los emotivos discursos de los dos mandatarios, el
encuentro, que en su parte sustantiva no fue de más de cuatro o cinco
horas, tuvo resultados concretos de peso, por la cantidad de
instrumentos legales que firmaron los dos gobiernos.
Entre ellos destaca la firma de un nuevo memorándum de entendimiento
que, de cara a la oleada de migrantes cubanos indocumentados que llegan a
México por la frontera sur, intentará ordenar y encauzar legalmente
este flujo. A los dos gobiernos les preocupa la creciente tendencia de
utilizar el territorio mexicano como trampolín para llegar en Estados
Unidos.
En el curso de las conversaciones bilaterales, Castro y Peña
ponderaron la cantidad de convenios que se han firmado de 2013 a la
fecha. A los nueve que se suscribieron antes se suman los cinco que se
emitieron ayer. De 1928 a 2012, en 80 años de historia de relaciones
diplomáticas, se tiene registro de 15 acuerdos mutuos.
El bisabuelo
Las emociones de este encuentro se desbordaron cuando
Castro Ruz hizo a un lado la rigidez del protocolo y, derrochando
gracia, se presentó como abuelo, bisabuelo y aspirante
al título de ancianidadentre los presentes, con sus muy bien llevados 84 años a cuestas. Antes de levantar su copa para brindar por el país y la ciudad anfitrionas, advirtió que su discurso sería corto.
Desde pequeño, como aquel hablaba tanto, yo hablo mucho menos(se refería a su hermano Fidel, el líder de la revolución cubana, hoy retirado).
Después pidió que entre los centenares de invitados al banquete se pusiera de pie
esa muchachita rubia que anda por ahí.
Se puso de pie Emma Castro, su hermana menor, una mujer elegante,
espigada, de 80 años. La presentó como una activista que en su juventud
los acompañó a él y a Fidel a su exilio mexicano, donde junto con
Ernesto Che Guevara y otros revolucionarios planificaron la famosa expedición del Granma para desembarcar en la isla y derrocar a la dictadura batistiana. Solo que Ema
se enamoró de un mexicano y se quedó a vivir aquí.
Recordó a Gilberto Bosques, el insigne embajador mexicano que le
facilitó el asilo cuando justo hace 60 años tuvo que salir, perseguido,
con 24 años apenas.
Y después presentó a su nieto, Raúl, que es su jefe de escoltas. Y
habló de sus nueve nietos, de sus dos bisnietas de siete años y tres
meses y de un próximo bisnieto que está por nacer, en diciembre.
Y no voy a llegar a tataranieto, porque si no se van a aburrir los cubanos de mí.
Habló de un plan que tiene para después de que se retire del poder
político –hecho que tiene ya fecha precisa, 24 de febrero de 2018–,
viajar a esta ciudad, Mérida,
a saludar a mis primeros amigos mexicanos, que fueron los yucatecos. Porque fue aquí, precisamente en la Ciudad Blanca, recordó, donde aterrizó y vio por primera vez tierra mexicana, hace 60 años.
Con estas palabras generó una fuerte ovación de la concurrencia,
compuesta por gobernadores, legisladores de distintos partidos,
representantes de la clase política yucateca e invitados especiales. En
la mesa principal destacaba una asimetría. Flanqueando al presidente de
Cuba, por un lado, estaba el mandatario mexicano, y del otro el
presidente de la Cámara de Diputados, Jesús Zambrano, del PRD.
Doce horas de rumores
El avión de la fuerza aérea cubana que trajo a Mérida al
presidente y su comitiva llegó a las 10:20 de la mañana, después de 12
horas de rumores insistentes sobre su arribo. El auto que lo trasladó de
la base aérea hasta el centro histórico –un Audi negro– ingresó hasta
el patio central del palacio de gobierno. Ahí lo esperaba Peña Nieto,
efusivo y conversador. Se dieron dos fuertes abrazos, cuatro palmadas.
En un escenario austero se escucharon los himnos de los dos países, se
cumplieron los rituales marciales y se trasladaron a los salones, donde
se formalizaron los acuerdos que los dos países venían trabajando de
tiempo atrás.
Por la parte cubana asistieron cuatro ministros de Estado: Bruno
Rodríguez, de Relaciones Exteriores; Rodrigo Malmierca, de Comercio
Exterior e Inversión Extranjera; María del Carmen González, de Industria
Alimentaria, y Ena Elsa Velázquez, de Educación.
También estuvieron el embajador en México, Dagoberto Rodríguez; el
director para América Latina, Manuel Aguilera, y el director de
protocolo, Miguel Lamazares.
La comitiva mexicana estuvo encabezada por la canciller Claudia Ruiz
Massieu; el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong; el
embajador en Cuba Juan José Bremer; el secretario de Economía, Idelfonso
Guajardo; el secretario de Agricultura, José Eduardo Calzada; el de
Educación Pública, Aurelio Nuño; el de Turismo, Enrique de la Madrid, y
varios más.
Una vez concluido el programa oficial de la visita de Estado, la
presidencia cubana hizo espacio para otras actividades. Apenas el jueves
el gobierno y el legislativo de Yucatán operaron la aprobación de un
decreto para la creación de la medalla al mérito Salvador Alvarado para
condecorar a Castro Ruz.
Posteriormente, el equipo visitante organizó un coctel privado para
propiciar un encuentro de la comitiva cubana con un pequeño grupo de
invitados.
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