9/18/2018

Descolonizar y emancipar


Magdalena Gómez

Esta semana, los días 20 y 21, se realizará en el Instituto de Investigaciones Económicas de la Universidad Nacional Autónoma de México el segundo Coloquio sobre Pensamiento Indígena Con­temporáneo. Lo destacable es que par­ticiparán tanto autoridades indígenas como pensadores indígenas de 17 pueblos del norte, centro y sur del país. Es un acto sin patrocinio público o privado, salvo el espacio que les ofrece la sede. Su reflexión abordará el significado de ser indígena en el siglo XXI; los territorios indígenas: elementos materiales e inmateriales que los constituyen y amenazas que se ciernen sobre ellos; las culturas y las lenguas: los retos de su uso público; las formas de gobierno indígena y el desarrollo, y el buen vivir.
Ya en 2016 hicieron un ejercicio similar, impulsado por Francisco López Bárcenas, a quien le preocupa la invisibilización del pensamiento y las elaboraciones que emanan desde los pueblos indígenas. Se convocan reconociendo la histórica resistencia frente a los múltiples esfuerzos del Estado neocolonial por desaparecerlos y la sabiduría de sus ancestros frente a las políticas indigenistas. Hoy, señalan, ya no tienen que ir a las montañas a esconderse de persecución, pero tienen que hacerlo fuera de las instituciones oficiales, porque a éstas no les interesa cobijarlos. Reconocen que en algunos casos los pueblos han construido sus propias instituciones. El propósito de estos dos coloquios, de contribuir a la descolonización del pensamiento indígena, tiene a pensadores pioneros no indígenas como don Pablo Gonzalez Casanova y Ro­dolfo Stavenhaguen (†), quienes plantearon con fuerza la tesis del colonialismo interno, abriendo con ello a la ruptura del falso paradigma de que la independencia formal de los estados era un proceso concluido. Señalaron y debatieron hace varias décadas que el colonialismo interno se da en todos los órdenes y ubicaron la afectación a los pueblos originarios desde la llamada conquista hasta hoy. Otro an­tecedente difícil de olvidar es el que cons­tituyeron las dos primeras declaraciones de Barbados (1971 y 1977), éstas con presencia indígena, que se produjeron a instancias de un grupo de antropólogos latinoamericanos que denunciaron los factores de opresión y discriminación a los pueblos originarios, colocando a los estados y en algunos países las misiones religiosas como promotores de políticas etnocidas; ellos también pioneros en la tercera declaración en 1993, en Brasil, profundizaron su deslinde frente a una antropología reduccionista ya en lógica neoliberal. Tampoco podemos obviar la contribución de Guillermo Bonfil Batalla con su obra México profundo. Fueron los tiempos del Encuentro Continental con liderazgos indígenas en el contexto del quinto centenario de la invasión.
Señalo estos antecedentes para recordar que los pueblos originarios no sólo han sido estudiados, han contado con aliados no indígenas que se han comprometido sin ánimo de sustituirlos, como dijo Luis Villoro, por no querer ser cómplices y como reconoció en una conferencia donde le indicaron que no era indígena: en efecto, no lo soy y, evocando a Platón, señaló que nadie puede saltar su propia sombra.
Este segundo coloquio se celebrará en el contexto del ineludible debate sobre la postura de los pueblos indígenas ante el nuevo gobierno, si bien no se convocan para ello, los temas que discutirán posiblemente les motive posiciones al respecto, e ignoro si las y los participantes asistirán con representación de sus pueblos o sólo a título personal, salvo el caso de las autoridades indígenas. Lo que parece muy claro es que las señales del próximo gobierno no auguran preeminencia de los pueblos, más bien la tiene el capital mediante los megaproyectos que se han anunciado. Los diálogos, los acuerdos, se están dando con el empresariado. A los pueblos les hacen ofertas de nueva institucionalidad indigenista, con participación en ese contexto y eventuales reformas jurídicas para suplir algunas de las ausencias actuales en cuanto a reconocimiento de derechos.
Ciertamente ya existen proyectos autonómicos indígenas en el país. De manera destacada las juntas de buen gobierno zapatistas (Chiapas), el municipio de Cherán (Michoacán), Ayutla (Guerrero) y tantos otros en contextos de organización y resistencia frente a megaproyectos; algunos agrupados en el Congreso Nacional Indígena, por lo que habrá que ver el sentido de los trabajos de este segundo coloquio, pues en su convocatoria hablan de comenzar a construir los caminos para transitar de la resistencia a la emancipación cultural y así contribuir a la construcción de la autonomía de los pueblos indígenas, para que dejen de ser colonias internas de los estados nacionales de los que forman parte. Esto es, se orientan a la descolonización y a la emancipación y sin duda sus reflexiones serán un eslabón más en ese proceso.

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