Entrevista a Nayar López Castellanos, Doctor en Ciencias Políticas de la Universidad Autónoma de México (UNAM)
Nayar López
Castellanos es Doctor en Ciencias Políticas de la Universidad Autónoma
de México (UNAM), profesor-investigador y Coordinador del Centro de
Estudios Latinoamericanos (CELA) de la Facultad de Ciencias Sociales y
Políticas de esta Universidad. Autor de numerosos artículos y de varios
libros, entre otros: “Del plan Puebla - Panamá al proyecto Mesoamérica”;
“Izquierda y neoliberalismo de México a Brasil”, “Perspectivas del
socialismo latinoamericano en el siglo XXI”. Además, es Coordinador del
capítulo mexicano de la Red de intelectuales, artistas y luchadores
sociales en defensa de la humanidad. Sobre todas las cosas, López
Castellanos es un intelectual con la cabeza y el corazón puestos en las
luchas populares de México y Nuestra América. Tuvimos la oportunidad de
conversar con él en Ciudad de México, durante los primeros días del mes
de septiembre de 2018.
Miguel Mazzeo: Percibo
que el triunfo de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) en las últimas
elecciones presidenciales ha generado expectativas (en todas sus
gradaciones y sentidos) en amplios sectores de la sociedad y en el
conjunto de las fuerzas políticas mexicanas.
¿A qué circunstancias lo
atribuís?
Nayar López Castellanos: El triunfo de AMLO
en las elecciones presidenciales del pasado 1° de julio fue un hecho
histórico. Con todo y sus matices, se considera como el primer triunfo
de las fuerzas progresistas mexicanas en una contienda presidencial, el
primero que se respeta, pues ya tuvimos el antecedente del fraude en
1988 y 2006. Y hay que decir que un sector importante del movimiento que
se aglutinó con AMLO representa a una parte de la izquierda, pero hay
otras corrientes se encuentran en espacios diferentes que no
compartieron ni la campaña ni los contenidos, y que ya han realizado
planteamientos críticos en torno a los primeros pasos que ha dado este
nuevo proyecto de gobierno. Así, las expectativas generadas responden
sobre todo a compromisos asumidos como combatir la corrupción, impulsar
la austeridad como una bandera de identidad política, lo que le llaman
la austeridad republicana, crecimiento económico que permita ampliar la
estructura social a través de un amplio andamiaje que incluye becas,
subsidios y mayor presupuesto a la educación, a la vez como uno de los
mecanismos de combate a las causas que generan la inseguridad y la
violencia. AMLO tenía una frase en la campaña que se refería a este
punto: sicarios no, becarios sí. Hay otro ámbito de las expectativas que
considero muy importante y tiene que ver con la mayoría legislativa que
consiguió la coalición de AMLO en ambas Cámaras del Congreso y en 19 de
los 32 estados de la república, lo que ofrece la oportunidad de
realizar importantes modificaciones constitucionales. Por lo menos
pensaríamos que algunas de las denominadas reformas estructurales
impulsadas por Peña Nieto irán para atrás, como es el caso de la mal
llamada reforma educativa y la reforma energética. Habrá que ver que
decisiones de fondo se toman en el Congreso.
MM: ¿Ves
alguna posibilidad, aunque sea remota, de que AMLO se constituya en una
especie de precursor de un ciclo de “renovación progresista” en la
región?
NLC: Existen las condiciones para serlo en la
medida en que AMLO tome decisiones de fondo para cerrar el ciclo
neoliberal en un México no sólo devastado por la pobreza, la desigualdad
y la violencia, sino profundamente dependiente de la economía de
Estados Unidos. No sólo se requiere combatir a la corrupción y pregonar
la austeridad como política distintiva de gobierno. Nuestra realidad
necesita cambios y acciones de fondo que realmente ofrezcan un camino
diferente a la ruta neoliberal que hemos vivido los últimos 30 años. Sin
embargo, como en este momento no hay planteamientos concretos en torno a
esa ruta, resulta incierto el camino que AMLO pueda marcar en México
como referente de un segundo aire para las fuerzas progresistas
latinoamericanas. Las señales que han enviado hasta el momento, como por
ejemplo el haber participado en las negociaciones del nuevo tratado de
libre comercio con Estados Unidos, no resultan muy alentadoras. Han
dicho que se mantendrá en la Alianza del Pacífico y promoviendo las
políticas de libre comercio, que en su esencia son parte del
neoliberalismo transnacional. Más allá de algunas declaraciones, no se
vislumbra que México vea hacia el sur de forma concreta, lo cual
considero un error estratégico.
MM: ¿Considerás que es
replicable en México una especie de versión “sui generis” de la
gobernabilidad progresista y de la matriz neodesarrollista
característica de otros países de la región en la década pasada?
NLC:
Todo parece indicar que así será, pero también ello depende en gran
medida de las acciones de fondo que se puedan realizar sobre todo
durante el primer año de gobierno. En todo caso, veo al proyecto de AMLO
con importantes semejanzas a las experiencias de Argentina, Brasil y
Uruguay, un proyecto moderado, que no se plantea en ningún momento
modificar las estructuras del sistema económico capitalista, y que en
todo caso vislumbra una relación equilibrada con los dueños del capital
en aras de cierto crecimiento que permita reducir algunos de los
parámetros más extremos de la pobreza y la desigualdad. Es un hecho que
frente a las atrocidades sociales que ha generado el neoliberalismo, que
sólo profundizó la condición histórica de pobreza y atraso de nuestros
pueblos, un planteamiento que sostiene la intención de revertir ese
modelo ya resulta positiva, quién lo puede negar. El problema es que esa
visión no resuelve el problema de fondo. Es una solución en cierta
forma pasajera, tan frágil como una próxima elección que implique el
retorno a la pesadilla neoliberal, tal y como sucedió en Argentina y con
el golpe de Estado en Brasil. Veo muy lejos este proyecto de otros
parámetros como los de Venezuela y Bolivia, que se plantearon una
refundación del Estado a través de una Asamblea Constituyente, y todo lo
que de ello se ha derivado en términos políticos, económicos y
sociales.
MM: ¿Según tu punto de vista, cuáles serían los
fundamentos políticos para gestar una alternativa anticapitalista en
México? ¿Cuál sería su agenda de temas?
NLC: El
principal fundamento radica en lo que ha significado históricamente el
capitalismo para nuestros pueblos: injusticia social expresada a través
de la pobreza y la miseria de las grandes mayorías. Se trataría de
construir una agenda que contemple la dignidad humana a partir de
estructuras democráticas, que sobre todo rescaten los postulados que los
mayas zapatistas han enarbolado desde su levantamiento en 1994 y que se
rigen sobre todo por el mandar obedeciendo, por el servir y no
servirse. Una forma de organización social, política, económica y
cultural en la que todos sean sujetos de derecho, sin distinciones y con
plenas condiciones de igualdad. Un pleno reconocimiento, en los dichos y
en los hechos, de las diferentes nacionalidades que conforman a
nuestros países, sobre todo hablando de México, con decenas de naciones
integradas por las comunidades originarias en un mismo territorio, un
espacio plurinacional. Y cuando hablamos de sujetos de derechos, nos
referimos al derecho universal a salud, alimentación, educación,
trabajo, cultura, recreación, deporte, el derecho a la participación
política plena. Se trataría de superar el modelo de la democracia
representativa y alcanzar una verdadera democracia participativa, sin
cúpulas o élites, en la que las responsabilidades públicas no impliquen
la oportunidad de enriquecerse o sentirse superiores, sino de servir a
una colectividad. Sin duda, este conjunto de ideas pueden ser
compartidas desde muchas trincheras, pero el principal desafío es torcer
las históricas divisiones de las izquierdas en México, y generar una
plataforma común en que exista el firme convencimiento de la necesidad
de superar un sistema que por más reformas y adecuaciones que se le
hagan no puede garantizar la justicia social. El capital, el verdadero
ente hegemónico, no conoce de humanidad, ni de igualdad, su sustento es
la explotación, la pobreza y la violencia sistémica que genera en la
sociedad para mantener los privilegios de una minoría a costa del
trabajo y la miseria de la mayoría.
MM. ¿Cómo caracterizarías
desde el punto de vista de su composición social, política e ideológica
a la coalición que llevó a AMLO al gobierno?
NLC: Es
una coalición multifacética que se generó alrededor de un líder y sus
ideas. Desde la óptica de la geometría política, hay quienes la ubican
como de centro, centro izquierda o socialdemócrata. Tal vez esas
denominaciones ya no dicen mucho hoy en día, porque en el ámbito
partidario mexicano tanto en la izquierda como en la derecha se ha dado
un fenómeno de intercambio de banderas, por pragmatismo u oportunismo.
En esta coalición no estuvieron ni están presentes importantes sectores
de la izquierda con una larga trayectoria de lucha, destacando el
zapatismo y la mayor parte del movimiento indígena, un sector importante
de la intelectualidad, movimientos sociales autogestivos como el de
Cherán, y otros sectores de la izquierda mexicana. Aun así, podemos
decir que en esta coalición que logró el triunfo de AMLO hay de todo.
Desde sectores de izquierda hasta de la derecha. Por ejemplo, el próximo
jefe de la Presidencia es uno de los empresarios más poderosos del
país. Uno de los partidos que lo apoyaron, el PES, es profundamente
conservador. Pero también tienes diputados que provienen de sindicatos
combativos como los maestros de la CNTE. Esta composición heterogénea le
puede facilitar el cumplimiento de algunas de las expectativas por las
que 30 millones de electores depositaron su confianza en el proyecto.
Sin embargo, esa misma condición puede resultar contraproducente en la
medida en que al no ser verdaderamente profundos, los cambios terminen
siendo cosméticos. El peligro radica en que, como dice la frase, no se
puede ser amigo de todos, y entonces alguien resultará más beneficiado
que otro con los resultados de un proyecto de gobierno. A pesar de
algunas señales preocupantes, esperaríamos que el beneficiado sea el
pueblo, y que precisamente ahí se puedan ir generando los niveles de
conciencia necesarios para darse cuenta que se puede mirar más lejos,
que la organización popular puede lograr muchas cosas, y que a partir de
diversas experiencias del pasado y del presente, es real que se pueden
lograr grandes transformaciones, que la justicia social y la verdadera
igualdad son posibles, que un país que tiene tanto, en recursos humanos y
naturales, en capacidades y experiencias de lucha, en millones de
mujeres y hombres dignos e íntegros, puede dejar de ser lo que es hoy y,
como dicen los zapatistas, convertirse en un espacio de democracia,
justicia y libertad.
Foto: Alfredo Huerta
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