Una de las dificultades que se han expuesto en este periodo de espera
es el uso de los términos con los cuales López Obrador ha definido
algunas estrategias de su gobierno o calificado la situación del país
que heredará de Enrique Peña Nieto.
Acostumbrado a usar un lenguaje como candidato, ahora como presidente
electo no distingue la importancia de las diferencias semánticas y de
la responsabilidad que conllevan las mismas.
Aunque parezca que no tiene importancia, el uso de estos términos ya
le ha acarreado problemas que han impactado en la credibilidad de su
proyecto.
Más allá de haberle llamado “corazoncito” a una reportera, un término
coloquial en Tabasco, cuando López Obrador menciona que el país está en
“bancarrota”, esta expresión propia de un candidato en campaña para
atraer votos, ya no puede ser utilizada tan fácilmente por un
gobernante, pues atañe a una situación de crisis financiera y económica
que puede generar la cancelación de la deuda externa con las
consecuencias que esto podría tener para México.
Otro ejemplo de esta situación es mencionar los términos de “perdón” y
“amnistía” ante los familiares de los muertos y desaparecidos en esta
guerra contra el crimen organizado.
La sola mención del “perdón” a los victimarios ante los familiares de
las víctimas ha generado molestia y enojo social, mismo que,
precisamente, fue uno de los factores que inclinaron el voto a su favor
el pasado 1 de julio.
Aunque le recomendaron ya no insistiera en el “perdón” y la
“amnistía” antes de que entrara al segundo foro de Paz y Justicia
celebrado la semana pasada, fue justo lo que hizo ante los reclamos de
los familiares de desaparecidos y las organizaciones de víctimas de la
violencia que piden justicia, verdad y reparación de daño antes que
perdonar a los victimarios.
Con estos ejemplos, es evidente la importancia de que el presidente
electo haga cambios y ajustes en el uso del lenguaje, porque no es lo
mismo hablar como candidato que como futuro presidente de la República.
Insisto, aunque parezca una nimiedad, el uso de las palabras implica una responsabilidad en ese nivel de gobierno.
Por cierto… Ahora que está en su “gira de
agradecimiento”, López Obrador mantiene el discurso de candidato que ya
no es necesario. Otra vez habló de “camajanes” y de “prensa fifi”.
Habrá que esperar que asuma su responsabilidad como titular del
Ejecutivo para saber si utilizará otro discurso y si éste estará
acompañado de hechos y acciones como lo esperan los 30 millones de
personas que votaron por él en un acto de fe y de esperanza de que la
situación de crisis en el país cambie y mejore.
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