Uno de los rasgos
característicos más odiosos, injustos e inhumanos de la ideología y de
la práctica neoliberales es la pretensión de limitar, acotar y
desmantelar los sistemas de pensiones. Y se puede afirmar que en México
durante los últimos 30 años esa pretensión ha tenido rotundo éxito.
La
conversión del sistema de pensiones solidario (público, estatal) en un
sistema privado e individualizado constituyó una de las mayores
regresiones y derrotas de los trabajadores en su lucha histórica por el
derecho a una ancianidad digna.
Pero los enemigos de las
pensiones no descansan. Ahora pretenden aumentar la edad de la
jubilación de 65 a 68 años. Que eso busquen la oligarquía y la
burocracia financiera no es para llamar la atención. Pero que lo declare
uno de las funcionarios más cercanos al presidente electo, Andrés
Manuel López Obrador, significa que el tabasqueño, sus 30 millones de
votantes, los ancianos y la clase trabajadora en su conjunto están
durmiendo con el enemigo.
Los promotores de esta medida
argumentan que tal es la tendencia en todo el mundo. Pero olvidan o no
dicen que en todo el planeta domina la ideología neoliberal. Y olvidan o
no dicen que la arrolladora victoria electoral de López Obrador
significó en México la derrota en toda la línea de esas políticas
neoliberales de empobrecimiento popular.
Esquivel dijo,
ciertamente, que el aumento de la edad de jubilación tendría lugar hacia
mediados del próximo sexenio. Y, ciertamente también, lo dijo en un
foro de connotados capitalistas, es decir, de los enemigos históricos y
más feroces de los sistemas de pensiones.
De modo que uno puede
pensar que se trató de un discurso de circunstancias sólo para halagar
el oído de la oligarquía. De, como se dice popularmente, darles atole
con el dedo. De decirles sí, pero no decirles cuándo.
Considerando
esta posibilidad, de todos modos es muy preocupante que uno de los más
cercanos colaboradores de López Obrador anuncie un eventual aumento en
la edad de jubilación. Porque además de la injusticia que significaría
ese aumento, pondría en contra del nuevo gobierno y del propio López
Obrador a millones de personas que, hayan votado por él o no lo hayan
hecho, serían las principales víctimas de esa nueva injusticia social.
En
sentido contrario a esa declaración de Esquivel, lo cierto es que López
Obrador es un firme partidario de las pensiones dignas. El tabasqueño
dotó a los ancianos de la celebérrima pensión universal cuando gobernó
la capital del país. Y acaba de anunciar un sustancial incremento de
ésta para todo el país.
Blog del autor: www.economiaypoliticahoy. wordpress.com
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