Venezuela: Mujeres fueron parte relevante de la gesta independentista
viernes 22 de mayo de 2009
Fuente: ABN
El papel de las mujeres en la gesta independentista ha sido relevante ya que se convirtieron en heroínas del proceso de la historia de Venezuela y, hasta la fecha, no ha sido reconocido el esfuerzo debido a la tergiversación y manipulación de la realidad.
Así lo manifestó, la miembro del Centro Nacional de Historia (CNH), Iraida Vargas, durante el foro denominado 'Bicentenario, 200 años después: Independencia y Revolución', quien comentó que el propósito de los foros es demostrar que el proceso independentista 'fue nuestro, que no fue, como dicen, un proceso que se inició en Europa y que lo que hicimos fue copiarnos', dijo.
El auditorio de la Casa Nacional de las Letras Andrés Bello sirvió para que se escucharan los análisis de la lucha independentista y la necesidad de que en las comunidades se conozca la verdad sobre la historia de Venezuela y sus participantes.
Así lo manifestó, la miembro del Centro Nacional de Historia (CNH), Iraida Vargas, durante el foro denominado 'Bicentenario, 200 años después: Independencia y Revolución', quien comentó que el propósito de los foros es demostrar que el proceso independentista 'fue nuestro, que no fue, como dicen, un proceso que se inició en Europa y que lo que hicimos fue copiarnos', dijo.
El auditorio de la Casa Nacional de las Letras Andrés Bello sirvió para que se escucharan los análisis de la lucha independentista y la necesidad de que en las comunidades se conozca la verdad sobre la historia de Venezuela y sus participantes.
Vargas, en su ponencia, explicó el papel de las mujeres en la historia y el proceso de independencia, pues hay hechos importantes donde no se refleja la participación de las mujeres, quienes fueron heroínas en diversos combates.
La también antropóloga e historiadora, hizo énfasis en que el reconocimiento de las mujeres en las gestas y la luchas no ha sido reconocido. 'Sólo a cinco mujeres heroínas se les ha reconocido el trabajo, pero más del 50% de la población femenina ha participado en los proyectos y batallas venezolanas', afirmó.
'La investigación histórica no nos ha reconocido el papel hecho', enfatizó Vargas quien aseveró que hasta en redes de inteligencia la participación de la mujer ha sido pieza clave y contundente y la gesta histórica.
Por su parte, el invitado de Sevilla, España, Juan Marchena, comentó que la actividad pretende rescatar la memoria perdida de los insurgentes, de los próceres participantes: mujeres e indígenas.
Marchena dijo que mirar 200 años atrás de la gesta será el resultado del tiempo. 'El resultado de lo que somos hoy y lo que fuimos ayer es por esa historia'. Leer más...
Fuente: Prensa Latina
La XXI Reunión Especializada de la Mujer del Mercado Común del Sur (MERCOSUR) se realizará la semana próxima aquí en el marco del ejercicio de la Presidencia Pro Témpore del mecanismo regional por parte de Paraguay. La cita tendrá lugar del 26 al 29 próximos, confirmó hoy la Secretaría de la Mujer, quien organiza el encuentro.
Según esa entidad, se desarrollarán dos mesas técnicas que abordarán la violencia contra la mujer y el tema de las migrantes en situación de prisión.
Estas reuniones buscan compartir resultados y definir acciones coordinadas de forma regional, analizar y definir políticas articuladas que impacten en la situación de las mujeres en situación de prisión en el área.
También se llevará a cabo un seminario regional sobre la trata de personas con el objetivo de profundizar el debate e intercambiar experiencias sobre políticas públicas para prevenir, reprimir y sancionar la trata de personas, en los países del MERCOSUR (Argentina, Brasil, Paraguay, Uruguay).
Por último, los días 28 y 29 se realizará la XXI Reunión especializada de la mujer del MERCOSUR donde se analizarán, entre otros temas, la incorporación de las féminas a las fuerzas públicas (Fuerzas Armadas y Policía Nacional) y la incorporación del enfoque de género en el ámbito del comercio.
El encuentro aglutinará a ministras de la Mujer de los países miembros plenos del MERCOSUR y a representantes de Chile, Bolivia, Ecuador, Perú, Colombia, México y Venezuela.
Según esa entidad, se desarrollarán dos mesas técnicas que abordarán la violencia contra la mujer y el tema de las migrantes en situación de prisión.
Estas reuniones buscan compartir resultados y definir acciones coordinadas de forma regional, analizar y definir políticas articuladas que impacten en la situación de las mujeres en situación de prisión en el área.
También se llevará a cabo un seminario regional sobre la trata de personas con el objetivo de profundizar el debate e intercambiar experiencias sobre políticas públicas para prevenir, reprimir y sancionar la trata de personas, en los países del MERCOSUR (Argentina, Brasil, Paraguay, Uruguay).
Por último, los días 28 y 29 se realizará la XXI Reunión especializada de la mujer del MERCOSUR donde se analizarán, entre otros temas, la incorporación de las féminas a las fuerzas públicas (Fuerzas Armadas y Policía Nacional) y la incorporación del enfoque de género en el ámbito del comercio.
El encuentro aglutinará a ministras de la Mujer de los países miembros plenos del MERCOSUR y a representantes de Chile, Bolivia, Ecuador, Perú, Colombia, México y Venezuela.
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Si bien hay diversos avances a favor de los derechos de la mujer, aún el machismo continúa imponiéndose, en particular en lo relativo al acoso sexual, tanto en el sector gubernamental como en el privado, mientras la violencia de género se refleja en las estadísticas nacionales, dijo a END la Procuradora Especial para la Mujer, Débora Grandison, en el marco del foro sobre la Ley de Igualdad de Oportunidades.
La Procuradora señaló que las mujeres han luchado en los últimos 30 años por que se le reconozcan sus derechos, en la participación, en las tomas de decisiones, en la educación y en el acceso a financiamiento, entre otros temas retomados por la Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer, Cedaw --por sus siglas en inglés--.
"Por lo tanto, en los últimos años el Estado ha realizado acciones para el mejoramiento de la situación, tal es el caso de la elaboración de la Ley de Igualdad de Oportunidades; el que el 47 por ciento de las instituciones estatales estén encabezadas por mujeres en la dirección o en las áreas administrativas; también en la Asamblea Nacional, a diferencia de sus contrapartes, el partido de gobierno tiene 13 diputadas, y este año se está declarando a Nicaragua libre de analfabetismo, pero aún falta por hacer", dijo. Sin embargo, Grandison señaló que todavía en diversos ámbitos de la sociedad, tanto en la empresa privada como en las instituciones estatales, se tiene que luchar por igualdad de salario y de condiciones laborales, al igual que contra la discriminación y contra el acoso sexual.La Procuradora señaló que las mujeres han luchado en los últimos 30 años por que se le reconozcan sus derechos, en la participación, en las tomas de decisiones, en la educación y en el acceso a financiamiento, entre otros temas retomados por la Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer, Cedaw --por sus siglas en inglés--.
La actividad fue realizada ayer en el Centro de Convenciones Crowne Plaza, con la participación de instituciones y organizaciones civiles que trabajan en la defensa y promoción de los derechos de la mujer, quienes expresaron su punto de vista de la situación, y tomaron nota para un futuro plan de acción de cara a superar la problemática actual. Leer más...
Según un estudio que presentará hoy el Fondo de Desarrollo de las Naciones Unidas para la Mujer (UNIFEM), el 28.3 por ciento de los hogares hondureños está dirigido por mujeres, quienes por la inequidad de género siguen siendo marginadas dentro de la sociedad
El estudio denominado Mapeo de Género, elaborado por la Escuela Agrícola de El Zamorano, también señala que el 51.2 por ciento de los puestos profesionales y técnicos en Honduras el ocupado por mujeres, sin embargo a nivel de puestos de directores, gerentes y administradores, sólo un 32.5 por ciento está ocupados por mujeres, es decir, los niveles de toma de decisiones son todavía espacios de hombres.
El estudio denominado Mapeo de Género, elaborado por la Escuela Agrícola de El Zamorano, también señala que el 51.2 por ciento de los puestos profesionales y técnicos en Honduras el ocupado por mujeres, sin embargo a nivel de puestos de directores, gerentes y administradores, sólo un 32.5 por ciento está ocupados por mujeres, es decir, los niveles de toma de decisiones son todavía espacios de hombres.
Por su parte, el nuevo informe titulado Progreso de las Mujeres en el Mundo, Género y Rendición de Cuentas, publicado por el Fondo de Desarrollo de las Naciones Unidas para la Mujer (UNIFEM), revela que se requieren mecanismos más estrictos para detectar los avances relacionados con la igualdad de género y así cumplir con los compromisos nacionales e internacionales sobre los derechos de la mujer.
La responsabilidad hacia las mujeres empieza incrementando el número de mujeres en puestos de toma de decisiones, pero no se puede quedar ahí, según el criterio de los organismos de las Naciones Unidas.
La implementación tiene todavía un largo camino que recorrer en cuanto a traducir los compromisos relacionados con los derechos de las mujeres en cambios en sus vidas. A la fecha, las mujeres están en una proporción minoritaria de 4 a 1 en las legislaturas del mundo en su conjunto; más del 60 por ciento de todos los trabajadores no pagados, dentro de la familia en el mundo, son mujeres.
También se dice que las mujeres todavía ganan en promedio 17 por ciento menos que los hombres y alrededor de un tercio de las mujeres sufre violencia de género en su vida. En algunas partes del mundo una de cada diez mujeres muere por causas relacionadas con el embarazo, aún cuando los medios para prevenir la mortalidad materna son costeables y muy conocidos, precisa el documento.
Fuente: Prensa Latina
Una conferencia magistral sobre equidad de géneros cerrará hoy el VII Taller Internacional Mujeres del Siglo XXI, que transcurre aquí con unas 100 delegadas de siete países.
La psicóloga cubana Mariela Castro, directora del Centro Nacional de Educación Sexual, impartirá una esperada conferencia sobre uno de los temas más polémicos de la agenda social contemporánea.
Las participantes realizan desde el pasado 18 de mayo comisiones de trabajo, y en la jornada final debatirán sobre el tema género vinculado a la Metodología y la Subjetividad.
Norma Vasallo, presidenta del comité organizador, precisó que en este encuentro participan especialistas de España, Cuba, Venezuela, Argentina, Perú, Guatemala y Estados Unidos.
Agregó que estas citas bienales se celebran desde 1995, convocadas por la Dirección Nacional de la Federación de Mujeres Cubanas y la Cátedra de la Mujer, de la Universidad de La Habana.
El debate y análisis de los trabajos incluyeron materias como educación, ruralidad, medio ambiente, salud, feminismo, masculinidad, medios de comunicación, música, arte y literatura, familia, migración, derechos humanos y violencia de género.
El evento potencia además la creación de un espacio de reflexión teórico-científico sobre la dimensión de género y otros asuntos relacionados con las mujeres, como la teoría feminista.
Leer más... La psicóloga cubana Mariela Castro, directora del Centro Nacional de Educación Sexual, impartirá una esperada conferencia sobre uno de los temas más polémicos de la agenda social contemporánea.
Las participantes realizan desde el pasado 18 de mayo comisiones de trabajo, y en la jornada final debatirán sobre el tema género vinculado a la Metodología y la Subjetividad.
Norma Vasallo, presidenta del comité organizador, precisó que en este encuentro participan especialistas de España, Cuba, Venezuela, Argentina, Perú, Guatemala y Estados Unidos.
Agregó que estas citas bienales se celebran desde 1995, convocadas por la Dirección Nacional de la Federación de Mujeres Cubanas y la Cátedra de la Mujer, de la Universidad de La Habana.
El debate y análisis de los trabajos incluyeron materias como educación, ruralidad, medio ambiente, salud, feminismo, masculinidad, medios de comunicación, música, arte y literatura, familia, migración, derechos humanos y violencia de género.
El evento potencia además la creación de un espacio de reflexión teórico-científico sobre la dimensión de género y otros asuntos relacionados con las mujeres, como la teoría feminista.
Fuente: AINI / Kaos en la Red
Mujeres indígenas del occidente y el oriente de Bolivia coincide en que deben exigir y vigilar la aplicación de la nueva Constitución Política del Estado para garantizar la participación política de las mujeres, "Hay que aplicar la igualdad, la paridad, la alternancia en todos los niveles de los espacios políticos y públicos"aseguraSegundina Flores dirigente de la Federación Nacional de Mujeres Campesinas, Indígenas y Originarias Bartolina Sisa.
Por su parte, Eva Melgar, cacique de genero de la Organización Indígena Chiquitana, sostiene que "hoy las mujeres indígenas debemos ejercer el derecho a la participación activa en la vida pública y orgánica garantizada en nuestra carta magna"
Sobre este tema la nueva constitución política de Bolivia en su articulo 26 dice que Todas las ciudadanas y los ciudadanos tienen derecho a participar libremente en la formación, ejercicio y control del poder político, directamente o por medio de sus representantes y de manera individual o colectiva. La participación será equitativa y en igualdad de condiciones entre hombres y mujeres.
Las organizaciones de mujeres indígenas vienen promoviendo encuentros para discutir y diseñar estrategias que les permita hacer realidad lo que dice la Constitución, "Como mujeres tenemos el objetivo de alcanzar el 50% de participación política en nuestras organizaciones y en los cargo públicos" dice Segundina Flores que participo de la Segunda Cumbre Social de la Mujeres de Bolivia recientemente celebrada en la ciudad de Santa Cruz.
Por su parte, Eva Melgar, que asistió al Encuentro de Mujeres Indígenas del Oriente, Amazonía y Chaco de Bolivia comenta que "las mujeres indígenas de tierras bajas hemos resuelto que se debe participar en las futuras elecciones generales ocupando puesto importantes y no solo de relleno y así lo haremos cumplir".
La primera gran prueba para las mujeres indígenas de poner en marcha sus derechos a la participación política se viene el 6 diciembre cuando se celebren las elecciones generales donde se elegirán a las y los miembros de la Asamblea Plurinacional y posteriormente el 10 de abril del 2010 en las elecciones de autoridades regionales y locales.
La Ley Electoral Transitoria que rige estas elecciones en su articulo 9 garantiza la igualdad de oportunidad entre varones y mujeres "las listas de candidatas y candidatos a Senadoras y Senadores, Diputadas y Diputados titulares y suplentes, Asambleístas Departamentales, Consejeros Departamentales, Concejales Municipales y autoridades en los municipios deberán respetar la igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres, de tal manera que exista un candidato titular varón y enseguida una candidata titular mujer, una candidata suplente mujer y un candidato suplente varón, o viceversa.
Sobre la participación en las futuras elecciones Segundina Flores sostiene que vigilaran la aplicación de la ley electoral "los partidos políticos, agrupaciones ciudadanas e incluso los pueblos indígenas que vayan a las elecciones deben estar consciente que ahora en sus listas debe haber 50% de mujeres candidatas como titulares se acabo eso de estar solo de suplentes". TambiénEva Melgar recuerda que "desde nuestras organizaciones se vienen capacitando a las mujeres para que asuman los cargos públicos y dirigenciales,yya no escuchar que las mujeres indígenas no somos capaces de ejercer esos puestos".
Por su parte, Eva Melgar, cacique de genero de la Organización Indígena Chiquitana, sostiene que "hoy las mujeres indígenas debemos ejercer el derecho a la participación activa en la vida pública y orgánica garantizada en nuestra carta magna"
Sobre este tema la nueva constitución política de Bolivia en su articulo 26 dice que Todas las ciudadanas y los ciudadanos tienen derecho a participar libremente en la formación, ejercicio y control del poder político, directamente o por medio de sus representantes y de manera individual o colectiva. La participación será equitativa y en igualdad de condiciones entre hombres y mujeres.
Las organizaciones de mujeres indígenas vienen promoviendo encuentros para discutir y diseñar estrategias que les permita hacer realidad lo que dice la Constitución, "Como mujeres tenemos el objetivo de alcanzar el 50% de participación política en nuestras organizaciones y en los cargo públicos" dice Segundina Flores que participo de la Segunda Cumbre Social de la Mujeres de Bolivia recientemente celebrada en la ciudad de Santa Cruz.
Por su parte, Eva Melgar, que asistió al Encuentro de Mujeres Indígenas del Oriente, Amazonía y Chaco de Bolivia comenta que "las mujeres indígenas de tierras bajas hemos resuelto que se debe participar en las futuras elecciones generales ocupando puesto importantes y no solo de relleno y así lo haremos cumplir".
La primera gran prueba para las mujeres indígenas de poner en marcha sus derechos a la participación política se viene el 6 diciembre cuando se celebren las elecciones generales donde se elegirán a las y los miembros de la Asamblea Plurinacional y posteriormente el 10 de abril del 2010 en las elecciones de autoridades regionales y locales.
La Ley Electoral Transitoria que rige estas elecciones en su articulo 9 garantiza la igualdad de oportunidad entre varones y mujeres "las listas de candidatas y candidatos a Senadoras y Senadores, Diputadas y Diputados titulares y suplentes, Asambleístas Departamentales, Consejeros Departamentales, Concejales Municipales y autoridades en los municipios deberán respetar la igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres, de tal manera que exista un candidato titular varón y enseguida una candidata titular mujer, una candidata suplente mujer y un candidato suplente varón, o viceversa.
Sobre la participación en las futuras elecciones Segundina Flores sostiene que vigilaran la aplicación de la ley electoral "los partidos políticos, agrupaciones ciudadanas e incluso los pueblos indígenas que vayan a las elecciones deben estar consciente que ahora en sus listas debe haber 50% de mujeres candidatas como titulares se acabo eso de estar solo de suplentes". TambiénEva Melgar recuerda que "desde nuestras organizaciones se vienen capacitando a las mujeres para que asuman los cargos públicos y dirigenciales,yya no escuchar que las mujeres indígenas no somos capaces de ejercer esos puestos".
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jueves 21 de mayo de 2009
"En una doble perversión, a las mujeres se nos hace creer que somos cuerpo y poco más, pero no se nos enseña a adueñarnos de ese cuerpo, a habitarlo y vivirlo en libertad"
Los principales ejes de la liberación femenina se han organizado a partir de la distinción del espacio público y el espacio privado. La participación de las mujeres en los espacios públicos es quizás el aspecto más evidente de los logros del movimiento feminista, aunque tiende a desconocerse (y, muchas veces, deliberadamente se ignora) la compleja historia de largo aliento que ha derivado en el creciente número de trabajadoras remuneradas, la mayoría aún en empleos precarios y algunas en puestos de poder y toma de decisiones.
En los libros de historia que manoseamos en el colegio, aquellos con páginas plagadas de imágenes de héroes que, a caballo y uniformados, traían y llevaban la guerra por el planeta, faltó Marie Gouze y su Declaración de los derechos de la mujer y la ciudadana. En las aulas nadie habló de las sufragistas ni de la mano de obra femenina que no atentaba contra la familia o las buenas costumbres, siempre y cuando alimentara la maquinaria de la guerra en tiempos de crisis. Más allá de la iconografía nacionalista que dibuja a la patria como madre frondosa y valiente, y de los tres o cuatro rostros de siempre, la historia oficial deja a las mujeres en el anonimato o el olvido.
La toma del espacio público por las mujeres pertenece a la historia marginal, esa de la que una sólo se entera si le interesa estudiar el feminismo. Pero ahí estamos, unas con conciencia de género y otras negadas a toda ideología, trabajando a cambio de un sueldo, desarrollando ideas, ocupando talleres, tribunas y oficinas. Y, sin embargo, el espacio público no es un tema acabado desde la reflexión feminista, democrática y equitativa. La pobreza, la explotación laboral, el acoso y el hostigamiento afectan, hasta hoy, mayoritariamente a las mujeres. El trabajo doméstico no remunerado sigue siendo sostén del capitalismo en tanto reproductor de mano de obra e infraestructura básica gratuita indispensable para el funcionamiento social.
Hay, sin duda, temas no resueltos en lo que respecta a la participación de las mujeres en la vida pública. No obstante, el quid de la cuestión femenina se encuentra en el espacio privado, concretamente en el cuerpo. Si bien se ha ganado un vasto terreno en cuanto a los derechos sexuales y reproductivos gracias al motor de la lucha feminista, el cuerpo de las mujeres sigue en manos del Estado, del templo, de la iniciativa privada, de su pareja sentimental y de las costumbres.
El caso de las niñas rurales de Mauritania, cebadas a golpes para conseguir marido y ser un digno símbolo de opulencia, no se diferencia demasiado de otros ritos y creencias acaso menos brutales, pero que persiguen o perpetúan principios análogos. Es inevitable pensar en esas niñas sin que la mente nos lleve a las anoréxicas y bulímicas que viven dentro y fuera de la gran pantalla, al igual que resulta inevitable pensar en los pies vendados de las chinas de antaño sin evocar los juanetes de las modelos e hijas de vecino occidentales que usan tacones desde la pubertad, o en la mutilación femenina sin reflexionar en la total ausencia del clítoris en nuestros libros de anatomía, las charlas con nuestras madres o, peor aún, con nuestros compañeros sexuales.
En efecto, la barbarie que caracteriza la violación de los derechos humanos en otras culturas debe motivarnos a la indignación y la denuncia, pero también representa la oportunidad de pulir una mirada que no debe carecer de autocrítica.
Las mujeres, en todas las latitudes, crecemos con la convicción de que es indispensable modificar nuestro cuerpo para hacerlo apetecible, para agradar al otro, para complacer. Siempre hay algo que sobra (en mi cultura: vello, grasa, arrugas, celulitis...) y algo que falta (en mi cultura: pechos generosos y firmes, aromas delicados, maquillaje, ropa de moda...). Y el mensaje subyacente tampoco cambia según la geografía: nadie te va a querer tal como eres, nadie va a querer casarse contigo.
En ese discurso, un discurso que por desgracia está adquiriendo matices de universalidad, el amor y el bienestar, bajo el tramposo disfraz de la vida en pareja, quedan condicionados por la imagen. Cada vez más hombres caen en un engaño similar, pero las mujeres tenemos siglos de experiencia en la materia y conocemos al dedillo la doble moral que hace de nuestra anatomía el mejor regalo y el peor castigo.
El cuerpo y su imagen son el salvoconducto o la condena en diferentes etapas de la vida: ser delgada u obesa, pudorosa o coqueta, mesurada o promiscua, discreta o golfa. El cuerpo y su biología nos marcan a los ojos de la sociedad a través del tamiz de la sexualidad: nuestro estado de ánimo, temperamento y carácter, se supone, se explican por pura fisiología y nunca escapan a comentarios socarrones.
Desde la joven marginada que llega a la maquila mexicana o al taller filipino y debe someterse mes a mes a una prueba de embarazo dentro de la empresa bajo amenaza de perder el trabajo si se niega o se encuentra en estado, hasta la ministra española o la presidenta argentina a quienes se mide primero y fundamentalmente por el atuendo o cuán bien o mal cumplen con su papel de esposa o madre, el criterio para calificar a toda mujer pasa, antes o después, por el cuerpo. En una doble perversión se nos hace creer que somos cuerpo y poco más, pero no se nos enseña a adueñarnos de ese cuerpo, a habitarlo y vivirlo en libertad. Libertad de elegir cuándo, cómo y con quién arroparlo, disfrutarlo, desnudarlo, cuidarlo, compartirlo y quererlo como vehículo para desplazarnos y comunicarnos con el mundo.
Tampoco la izquierda ha conseguido entender del todo que no somos propiedad colectiva. ¿Cuántas revoluciones reclaman para sí la recuperación y usufructo de sus tierras, sus recursos y sus mujeres? ¿Cuántos camaradas se refieren a sus compañeras como mi mujer? Las palabras no son inocentes: reflejan cosmovisiones, creencias, supuestos.
El argumento aparentemente más sólido para afirmar que el feminismo está superado se basa en la participación pública femenina, pero el camino es largo y las ideas no dejan de cobrar vigencia. Cuánto echamos de menos la rabia del feminismo setentero: aquellas mujeres que malamente la mayoría sigue tildando de locas porque la única imagen que los medios rescatan es la quema de sostenes, sin reconocer que todo movimiento social necesita un impulso radical para poner sobre la mesa lo urgente y lo importante.
Hoy son necesarias aquellas que tuvieron la visión de plantear la ajenidad del propio cuerpo como la raíz del control patriarcal y, en consecuencia, su conquista como vía hacia una genuina liberación.
En los libros de historia que manoseamos en el colegio, aquellos con páginas plagadas de imágenes de héroes que, a caballo y uniformados, traían y llevaban la guerra por el planeta, faltó Marie Gouze y su Declaración de los derechos de la mujer y la ciudadana. En las aulas nadie habló de las sufragistas ni de la mano de obra femenina que no atentaba contra la familia o las buenas costumbres, siempre y cuando alimentara la maquinaria de la guerra en tiempos de crisis. Más allá de la iconografía nacionalista que dibuja a la patria como madre frondosa y valiente, y de los tres o cuatro rostros de siempre, la historia oficial deja a las mujeres en el anonimato o el olvido.
La toma del espacio público por las mujeres pertenece a la historia marginal, esa de la que una sólo se entera si le interesa estudiar el feminismo. Pero ahí estamos, unas con conciencia de género y otras negadas a toda ideología, trabajando a cambio de un sueldo, desarrollando ideas, ocupando talleres, tribunas y oficinas. Y, sin embargo, el espacio público no es un tema acabado desde la reflexión feminista, democrática y equitativa. La pobreza, la explotación laboral, el acoso y el hostigamiento afectan, hasta hoy, mayoritariamente a las mujeres. El trabajo doméstico no remunerado sigue siendo sostén del capitalismo en tanto reproductor de mano de obra e infraestructura básica gratuita indispensable para el funcionamiento social.
Hay, sin duda, temas no resueltos en lo que respecta a la participación de las mujeres en la vida pública. No obstante, el quid de la cuestión femenina se encuentra en el espacio privado, concretamente en el cuerpo. Si bien se ha ganado un vasto terreno en cuanto a los derechos sexuales y reproductivos gracias al motor de la lucha feminista, el cuerpo de las mujeres sigue en manos del Estado, del templo, de la iniciativa privada, de su pareja sentimental y de las costumbres.
El caso de las niñas rurales de Mauritania, cebadas a golpes para conseguir marido y ser un digno símbolo de opulencia, no se diferencia demasiado de otros ritos y creencias acaso menos brutales, pero que persiguen o perpetúan principios análogos. Es inevitable pensar en esas niñas sin que la mente nos lleve a las anoréxicas y bulímicas que viven dentro y fuera de la gran pantalla, al igual que resulta inevitable pensar en los pies vendados de las chinas de antaño sin evocar los juanetes de las modelos e hijas de vecino occidentales que usan tacones desde la pubertad, o en la mutilación femenina sin reflexionar en la total ausencia del clítoris en nuestros libros de anatomía, las charlas con nuestras madres o, peor aún, con nuestros compañeros sexuales.
En efecto, la barbarie que caracteriza la violación de los derechos humanos en otras culturas debe motivarnos a la indignación y la denuncia, pero también representa la oportunidad de pulir una mirada que no debe carecer de autocrítica.
Las mujeres, en todas las latitudes, crecemos con la convicción de que es indispensable modificar nuestro cuerpo para hacerlo apetecible, para agradar al otro, para complacer. Siempre hay algo que sobra (en mi cultura: vello, grasa, arrugas, celulitis...) y algo que falta (en mi cultura: pechos generosos y firmes, aromas delicados, maquillaje, ropa de moda...). Y el mensaje subyacente tampoco cambia según la geografía: nadie te va a querer tal como eres, nadie va a querer casarse contigo.
En ese discurso, un discurso que por desgracia está adquiriendo matices de universalidad, el amor y el bienestar, bajo el tramposo disfraz de la vida en pareja, quedan condicionados por la imagen. Cada vez más hombres caen en un engaño similar, pero las mujeres tenemos siglos de experiencia en la materia y conocemos al dedillo la doble moral que hace de nuestra anatomía el mejor regalo y el peor castigo.
El cuerpo y su imagen son el salvoconducto o la condena en diferentes etapas de la vida: ser delgada u obesa, pudorosa o coqueta, mesurada o promiscua, discreta o golfa. El cuerpo y su biología nos marcan a los ojos de la sociedad a través del tamiz de la sexualidad: nuestro estado de ánimo, temperamento y carácter, se supone, se explican por pura fisiología y nunca escapan a comentarios socarrones.
Desde la joven marginada que llega a la maquila mexicana o al taller filipino y debe someterse mes a mes a una prueba de embarazo dentro de la empresa bajo amenaza de perder el trabajo si se niega o se encuentra en estado, hasta la ministra española o la presidenta argentina a quienes se mide primero y fundamentalmente por el atuendo o cuán bien o mal cumplen con su papel de esposa o madre, el criterio para calificar a toda mujer pasa, antes o después, por el cuerpo. En una doble perversión se nos hace creer que somos cuerpo y poco más, pero no se nos enseña a adueñarnos de ese cuerpo, a habitarlo y vivirlo en libertad. Libertad de elegir cuándo, cómo y con quién arroparlo, disfrutarlo, desnudarlo, cuidarlo, compartirlo y quererlo como vehículo para desplazarnos y comunicarnos con el mundo.
Tampoco la izquierda ha conseguido entender del todo que no somos propiedad colectiva. ¿Cuántas revoluciones reclaman para sí la recuperación y usufructo de sus tierras, sus recursos y sus mujeres? ¿Cuántos camaradas se refieren a sus compañeras como mi mujer? Las palabras no son inocentes: reflejan cosmovisiones, creencias, supuestos.
El argumento aparentemente más sólido para afirmar que el feminismo está superado se basa en la participación pública femenina, pero el camino es largo y las ideas no dejan de cobrar vigencia. Cuánto echamos de menos la rabia del feminismo setentero: aquellas mujeres que malamente la mayoría sigue tildando de locas porque la única imagen que los medios rescatan es la quema de sostenes, sin reconocer que todo movimiento social necesita un impulso radical para poner sobre la mesa lo urgente y lo importante.
Hoy son necesarias aquellas que tuvieron la visión de plantear la ajenidad del propio cuerpo como la raíz del control patriarcal y, en consecuencia, su conquista como vía hacia una genuina liberación.
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