5/17/2009

Uso y abuso del optimismo



Utopía

Eduardo Ibarra Aguirre


Es comprensible que el dueto más destacado del grupo gobernante empeñe sus mejores tiempos y esfuerzos en inyectarle optimismo a todos los gobernados, particularmente a los agentes económicos, los actores sociales y políticos.

Se puede afirmar, sin temor al equívoco, que insuflar optimismo es una parte importante de la compleja y difícil tarea de gobierno, sobre todo en los tiempos que corren, previsibles desde la exageradamente sucia contienda que concluyó con el impar Haiga sido como haiga sido.

Desde principios de 2006 advertimos, como otros colegas, que el vencedor se sacaría la rifa del tigre. Y se la sacó Felipe de Jesús Calderón Hinojosa y ahora batalla con desesperación –sólo atemperada por los jugos etílicos--, para vendernos cuentas alegres que por reiterativas carecen de credibilidad.

Además, el incompetente equipo de gobierno, acaso sólo comparable con el de su antecesor del mismo partido pero no del mismo sector de intereses, no coadyuva al esfuerzo del michoacano, o lo hace de manera tan torpe como Agustín Carstens Carstens cuando desde el 7 de febrero de 2008 auguró “un catarrito” para México como efecto de la crisis económica y financiera de Estados Unidos y global. Pero vuelve por las mismas andadas, ahora con que la recesión tocó fondo en tierras aztecas.

Sé muy bien que prácticamente todas las encuestas me desmienten, pero ya el clásico del chantaje y la extorsión se ocupó, en Derecho de réplica, de exhibir el predominio de las encuestas a modo, al gusto del cliente, cuando son pagadas sin reparar en costos.

Los gestos en el uso y abuso del optimismo gubernamental llegaron a extremos penosos, cuando dos de los más desacreditados secretarios del gabinete, Javier Lozano Alarcón y Alberto Cárdenas Jiménez, uno por actuar como golpeador presidencial y el otro por vivir en divorcio permanente con la lacerante realidad agropecuaria, degustaron en público carnitas para estimular el alicaído consumo de los productos de la porcicultura.

El mensaje enviado por los comensales tuvo el efecto contrario. Más aún si tomamos en cuenta que su jefe ya había hecho lo propio, en el patio de un hospital de Michoacán, junto a Leonel Godoy Rangel. Ni en eso se coordinan, como lo mostró Gerardo Ruiz Mateos –el otrora portador de las órdenes presidenciales para que Petróleos Mexicanos asignara jugosos contratos, al decir de Ana Lilia Pérez Mendoza, reportera de Contralínea amenazada de muerte--, en Torreón, Coahuila, cuando después de pronunciar un discurso empezó a repartir saludos de mano y abrazos, con la simple mirada lo frenó el jefe, el amigo.

El optimismo del economista y abogado y del doctor que laboró en el Fondo Monetario Internacional --sin la actual prerrogativa de disponer de 5 mil pesos diarios para los alimentos propios y los de sus invitados--, no encuentran eco siquiera en los aliados naturales, los dirigentes de las cámaras patronales que pronostican “lo más difícil está por venir”, o el Consejo Coordinador Empresarial que se la jugó a fondo para que el primero despachara en Los Pinos, pero ahora sentencia: “No podemos decir que ya pasó lo peor”.

Para el Banco de México la economía sigue en una “fuerte contracción”, diversas agencias calificadoras advierten un horizonte cargado aún de nubarrones y el mismísimo FMI no tiene empacho en establecer: “México es el país de Latinoamérica más afectado por la crisis mundial”. También es el más apegado a los dogmas que aquél imponía a diestra y siniestra por la aldea a los países periféricos, y en plena revisión generalizada, el gobierno que insiste burdamente en proclamarse salvador de la humanidad, es el defensor más contumaz, llevando la deuda del gobierno a máximos históricos y el desempleo a cifras récord, justamente en el gobierno del empleo.

Acuse de recibo

Consideraciones personales (15-V-09) es comentada en los siguientes términos por Luis Felipe Moreno: “Son muchas lagunas las que existen en torno a la ‘entrevista’ hecha a Miguel de la Madrid. Pero no voy a ahondar en ellas. Sólo quiero preguntarte, mi querido amigo, si leíste el desaparecido libro sobre el capo del Golfo, editado y desaparecido por la misma editorial que lo publicó, al día siguiente de la despiadada ejecución de la autora: Yolanda Figueroa, su esposo y sus tres hijos en la zona del Pedregal de San Ángel. ¿Quién era el procurador general de Justicia del Distrito Federal en esos momentos y por qué nunca se investigó el caso y mucho menos se encontró a los culpables? Esos son los libros que se deben leer, y no como tú acertadamente dices, para qué poner atención en lo que no aporta nada nuevo. ¿Acaso en esa entrevista Miguel de la Madrid aceptó haber ordenado la muerte del periodista Manuel Buendía? Recuerdo una columna de Manuel Buendía que hablaba de algunos recursos enviados desde la SPP --léase CSG-- a España, para la adquisición de un castillo en las Europas (…) Te comento otro dato o más bien una pregunta que me hicieron: ¿Dónde y para quién trabaja uno de los hijos de MMH?”

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