Julio Hernández López: Astillero
Luego de elogiar el desempeño de dos perredistas gobernantes (Marcelo Ebrard y Amalia García), el presidente nacional del PAN ha dado el banderazo de salida a campañas mediáticas de desprestigio contra adversarios de aquéllos (como son, respectivamente, López Obrador y la familia Monreal).
Del jefe de la administración capitalina, Germán Martínez dijo que durante la crisis sanitaria tomó medidas “fuertes y difíciles” para cuidar a los ciudadanos más que a sí mismo, y destacó su condición atenta y el que haya estado “dispuesto a colaborar”. Apenas aplicado ese Beso de la Colonia del Valle aparecieron comentarios periodísticos dando cuenta de la confrontación creciente que se estaría dando entre el perredista-camachista, quien se ha apresurado a delinear sus propuestas presidenciales para 2012, y el despojado de 2006, que trabaja diariamente en la construcción de su segunda y última candidatura al máximo cargo público nacional. Provisionalmente es Marcelo Ebrard el prototipo de político izquierdista que gusta a los opinantes en línea, quienes además de enaltecer a su preferido aprovechan la oportunidad para insistir en la denostación, por contraste, del tabasqueño fallidamente condenado al paredón mediático.
Al panismo calderónico le complace exaltar a Ebrard con la esperanza de ahondar las discrepancias existentes entre los dos principales aspirantes “de izquierda” al 2012, que ciertamente van distanciando sus posiciones (en la misma medida que Marcelo va acercando las suyas al calderonismo, incluso físicamente) pero que mantienen un acuerdo básico de competencia interna fundado en el respeto del camino que cada cual trace (la apuesta de cada quien) y la medición final de las posibilidades electorales que tengan para que el mejor colocado sea el abanderado de lo que finalmente acaben conformando ciertos segmentos del PRD más PT, Convergencia y el movimiento de resistencia civil pacífica (ya se verá si de verdad es posible que, llegado el momento, ME y AMLO acepten ese mecanismo de medición y respeten los resultados que se produzcan, pero, por ahora, ése es el idílico pacto vigente).
El expediente zacatecano es menos terso. Amalia García y su hija Claudia Corichi, el verdadero dúo gobernante de la entidad, mantienen una guerra política contra el monrealismo, que han llevado ya a terrenos altamente peligrosos, como involucrar a los contrincantes electorales en acusaciones de narcotráfico que obviamente abren la puerta a acciones oscuras que pueden llegar a la violencia física extrema. La gobernadora García y el ex mandatario Monreal han mantenido un forcejeo político que ha pasado por la utilización de vías partidistas alternas, como ha sido el Partido del Trabajo, cuya bancada senatorial coordina Ricardo y cuyo candidato oficial a la sucesión del año entrante es su hermano David, ocupante de la presidencia municipal de Fresnillo, a pesar de la ruda oposición García-Corichi.
Justamente ese David Monreal Ávila, presidente fresnillense y candidato del PT a la gubernatura, ha sido mañosamente exhibido, junto con su hermano Cándido, como presunto acusado de narcotráfico a partir de un episodio confuso en el que aparecieron cargas de droga en una bodega sin uso y en el que, finalmente, Cándido quedó como testigo de la mala utilización, oportunamente denunciada, de su propio inmueble y no como indiciado. La magnificada difusión nacional de ese hecho, punible en los términos que corresponda pero notablemente menor a los graves problemas de seguridad que afectan a esa entidad federativa, pareciera acompasarse con los esfuerzos panistas por cerrar las puertas a toda opción electoral relacionada con el lopezobradorismo, como si se hubiera buscado una cortina monrealista de humo justamente cuando el país ve con estupefacción el operativo impecable con que decenas de hombres armados, con el apoyo de un helicóptero supervisor, liberaron de una cárcel zacatecana a 53 sentenciados, o cuando la hija de la gobernadora García, Claudia Corichi, ha sido denunciada, ante la fiscalía federal encargada de hacer como que investiga delitos electorales, por las acciones que realiza a título de directora honoraria del DIF al mismo tiempo que es senadora.
Saúl, otro de los miembros de la zacatecanamente omnipresente familia Monreal, es el comisionado político nacional del PT en la entidad, y con tal título denunció ante la genéticamente inocua Fepade que el DIF amalista reparte miles de despensas y tiene bodegas con sillas de ruedas y bicicletas para repartir con la intención de beneficiar a los candidatos del PRD. El problema es que la presunta responsable de esos actos de mapachería es la cogobernadora Corichi, senadora con fuero que no cobra sueldo como directora del DIF para así poder utilizar recursos públicos en tareas de presunta asistencia pública que en realidad son actividades electorales.
Pues bien, enmedio de ese fragor político local, con el escándalo nacional de las decenas de presos liberados supuestamente por los zetas gobernantes, el presidente nacional del PAN, que usualmente aprovecharía esas oportunidades para lanzar acusaciones flamígeras y hacer burla política, visitó este domingo la plaza y emitió sentidas declaraciones de apoyo a la perredista, conminándola a apretar tuercas en su gobierno para seguir combatiendo el narcotráfico y cerrando con una arenga que varios periódicos locales recogieron como cabeza principal de primera plana: “¡No te rajes, Amalia!”
Y, mientras la metralla blanquiazul se enfila sanitariamente contra Quique Corbatón, y en Morelos el actual gobernador, el ultraderechista Marco Adame, mantiene la tradición de que el poder político en esa entidad se funda con el delictivo, ¡hasta mañana, en esta columna que lee en un informe de la Concamin una linda muestra de poesía económica realista: “la luz al final del túnel es apenas perceptible”!
Fax: 5605-2099 • juliohdz@jornada.com.mx
Enrique Galván Ochoa: Dinero
resco como lechuga, con aparente desdén a la acusación de Roberto Madrazo de que su gobierno protegió a narcotraficantes, el ex presidente Zedillo apareció ayer en la Convención Nacional de Aseguradoras. Habló del trillado tema de las reformas estructurales que requiere el país”. Es ave de mal agüero. Evadió mencionar que hoy la economía nacional se encamina a la quiebra como aquel aciago año de 1995, cuando la nave zozobraba y tuvo que ser rescatado por el presidente Clinton. Sacrificó a la gente subiendo el IVA de 10 a 15%. Ahora sugiere otra reforma fiscal que tendría por fin cobrarlo en alimentos y medicinas, pues es imperativo aumentar la recaudación fiscal, entre otras sinrazones –eso tampoco lo dijo Zedillo– porque hay que continuar pagando la deuda todavía pendiente de 800 mil millones de pesos del Fobaproa, que nos heredó. Y fue tan astutamente tejida que, aun cuando cada año salen 40 mil millones de pesos del presupuesto federal para abonarla, sigue creciendo. De Zedillo a Calderón han sustraído más de 400 mil millones de pesos con ese fin.
Las otras influencias
Las televisoras –Televisa y TvAzteca– acaban de representar uno de los papeles más degradantes de su historia: optaron por callar el escándalo De la Madrid-Salinas de Gortari. De paso, sometieron a un papel humillante a los conductores de sus principales programas de noticias, que no hace mucho tiempo habían levantado la voz en defensa de la libertad de expresión, con motivo de la llamada ley Televisa. Las dos cadenas tienen un pasado de turbiedades en su relación con Salinas de Gortari. No se ha olvidado aquella reunión a la que el entonces presidente convocó en casa de Antonio Ortiz Mena con el fin de reunir fondos para la campaña de Luis Donaldo Colosio. El Tigre Azcárraga dio la nota colorida: había ganado tanto dinero en el salinismo que puso sobre la mesa varios millones de dólares e invitó a los demás empresarios a secundarlo. Más recientemente, ya en tiempos de Fox, beso de por medio de Bernardo Gómez en la mano de la señora Marta, el grupo Azcárraga recibió como regalo –incluido el paquetazo y otros– la concesión para operar juegos de azar. Por su lado, fue Salinas quien le vendió el Canal 13 al otro Salinas, Ricardo de nombre. El hermano incómodo –dicen las crónicas de la época– inclusive le prestó dinero –¿habrá salido de la partida secreta?– para que completara el precio. Luego la relación se ensombrecería y derivaría en tribunales. La próxima vez que los conductores de TvAzteca y Televisa quieran levantar la voz –y la ceja– para defender la libertad de expresión, será conveniente recordarles la humillación a que se sometieron por servir a sus patrones. Ninguno tuvo la dignidad de renunciar.
Carlos Fernández-Vega: México SA
hora que está de moda la pasarela (y balconeo) de ex presidentes, el siempre simpático Ernesto Zedillo tuvo a bien apersonarse en la Convención Nacional de Aseguradores, donde no se refirió a las recientes acusaciones en su contra, pero sí cantó a dúo con Felipe Calderón el éxito que la pareja lanzó en Davos, Suiza, a principios de año (ahora te comprendo mucho mejor), y repitió no sólo lo que él mismo dijo diez años atrás en idéntico foro, sino lo que ahora dice el actual inquilino de Los Pinos: si no hubiera sido por nosotros, la economía hubiera colapsado (¿qué entenderán por colapso?)
Como Calderón se siente muy cómodo con Zedillo, según reconoció en Davos a principios de año, tras reír a pierna suelta por el asunto del Fobaproa, el ex mandatario vino a México para cantar a dueto con el michoacano. El que nunca tuvo cash, salvo para los banqueros, repitió lo que a los propios aseguradores dijo en su convención de mayo de 1998, cuando aseguró que haber superado de este modo fenómenos que hace apenas algunos años hubieran significado un colapso de la economía nacional, es la muestra más clara de que en materia económica estamos viviendo una nueva etapa de nuestro desarrollo; ha valido la pena, porque con ese gran esfuerzo hemos podido construir bases más sólidas para conseguir un crecimiento económico firme y que dure por muchos años. Más de una década después, sólo puso la cereza: la economía mexicana no ha sido devastada por la actual crisis global, (pero) es necesario seguir avanzando en cambios estructurales.
Y Calderón haciéndole segunda en eso de que la economía no está devastada: (es producto) del manejo responsable de nuestra economía, que nos permitió contar con reservas en divisas, con estabilidad macroeconómica, con fondos de estabilización, con cobertura y con un sistema financiero que está, sin duda alguna, en mejores condiciones que en muchas otras épocas de crisis en México y en mejores condiciones que en muchos otros países del mundo, incluyendo países desarrollados... Así hemos logrado precisamente enfrentar uno a uno los grandes problemas de México.
El auditorio ovacionó al dueto, aunque surgió la duda: ¿si México tiene esas bondades, entonces por qué la economía se desplomaría (hasta ahora, según las estimaciones oficiales) 5.3 por ciento en 2009? ¿Por qué se hundió la industria y se cancelaron más de 600 mil empleos formales en un semestre? ¿De qué sirve en la práctica ser tan perfecto?
Pero no todo fue miel sobre hojuelas, porque Zedillo no sólo vino a cantar a dueto con su amigo Calderón. También lo hizo para darle un raspón al doctor catarrito. Dijo el ex mandatario que fue ligera e irresponsable la estimación hecha sobre el impacto que para México tendría la crisis hipotecaria en Estados Unidos, puesto que desde más de un año atrás se preveía el contagio que sufriría la economía mexicana. En efecto, mientras en todo el mundo se ponían a las vivas para contrarrestar el tsunami desatado por la mayor economía del planeta, en México el secretario de Hacienda, Agustín Carstens, alegremente diagnosticaba catarrito, y gripa el jovial inquilino de Los Pinos.
Si el diagnóstico calderonista fue lerdo, el paso siguiente no fue mejor. Dijo Zedillo que las medidas tomadas hasta el momento para enfrentar la crisis global han resultado insuficientes, esto es, la tan cacareada política anticíclica no ha servido para mucho y de atemperar la sacudida, no atemperó nada, y que sólo resultó efectiva en el plano retórico. Pero mister Fobaproa bien pudo ahorrarse el viaje y el dinero del periplo –quienes lo pagaron, porque no salió de su bolsillo–, porque la falta de resultados y los diagnósticos errados son algo tan conocido y padecido por los que aquí sobreviven, que su regaño bien pudo hacerlo desde cualquiera de sus oficinas en el exterior, vía fax o de plano por medio de algún libro de ocasión.
Eso sí, coincidió con su amigo michoacano en la necesidad de seguir con las reformas estructurales, en especial la laboral y la fiscal, aunque en este último caso sería la enésima reforma, porque a pesar de las limitaciones y de que ninguna ha tocado los intereses de los barones, desde Miguel de la Madrid todos los inquilinos de Los Pinos han llamado reforma fiscal a los esperpentos que en la materia les ha aprobado el Congreso. De cualquier suerte lo dicho por Zedillo apoya el siguiente paso de Calderón, que se daría después de las elecciones del 5 de julio, y que todo apunta va directamente a cobrar IVA en todo y para todos, como en su momento fallidamente lo intentó otro de los genios del sistema político nacional, el mismísimo Vicente Fox.
En lo que sí de plano no coincidió con Calderón fue en aquello de que está muy cerca la recuperación de la economía mexicana. Zedillo fue claro en que tal recuperación será lenta aún si la crisis financiera internacional terminara a finales de este año, pues este proceso llevará más tiempo que en países desarrollados. Lo cierto es que con este personaje, más Fox y Calderón, el bienestar de los mexicanos está aún peor que en 1994, antes de los errores de diciembre.
Quien no ve las cosas tan gratas es el gobernador del Banco de México, Guillermo Ortiz, que ayer a su ingrato pronóstico económico para 2009 añadió el impacto que tendría la emergencia económica: su estimación pasó de un desplome de 4.8 a 5.3 por ciento, ya muy cerca de la debacle de 1995, con todo y que faltan siete meses de sacudida para que concluya el año del catarrito.
Las rebanadas del pastel
Muy entusiasmado estaba el inquilino de Los Pinos salvando a la humanidad y dándose coba, porque “ha quedado claro que a pesar de que México ha sido puesto a prueba en serio, con adversidades significativas que cada una de manera aislada hubiera hecho fracturarse las estructuras de una nación sin la fortaleza que tiene México, también es cierto que aún enfrentando juntas todas esas adversidades, los mexicanos no sólo estamos de pie, sino que estamos saliendo adelante… México ha pasado en muy pocos meses desafíos enormes e imponderables que hubieran hecho fracasar quizá a muchas otras naciones”, cuando alguien le recordó que las naciones no fracasan, lo hacen sus gobiernos, como el suyo comprenderá.
cfvmexico_sa@hotmail.com - mexicosa@infinitum.com.mx
Marco Buenrostro y Cristina Barros: Itacate
Opinión
Luis Hernández Navarro: Fin de época
mpecinados en ver en cada escándalo político y en cada crisis que aflora una maniobra electoral, perdemos de vista el hecho central de la coyuntura: el agotamiento acelerado de un régimen que vive sus últimos estertores.
Por supuesto, la inminencia de los comicios federales provoca que los distintos partidos traten de utilizar en su beneficio cada uno de los alborotos y pleitos de la elite, y cada uno de los desastres nacionales en curso. Pero suponer que alguna de esas fuerzas políticas ha articulado en un plan maestro todas las crisis, es una fantasía. Pensar que el gobierno federal ha provocado los altercados entre los que mandan y propiciado la emergencia sanitaria para ganar los próximos comicios, es un absurdo.
Lo que hoy se vive en el país es mucho más grave y de fondo que una mera batahola electoral. La nación atraviesa por una crisis en la que convergen varias crisis: económica, de seguridad pública, ambiental, sanitaria, diplomática, de gobernabilidad. Aunque cada una de ellas tiene su propia dinámica, han crecido por la incapacidad del gobierno federal para enfrentarlas adecuadamente, y por la división y enfrentamiento entre las elites.
Las elites están fracturadas y peleadas; sus reglas de convivencia se han roto. No es un hecho secundario el que una filtración en la radio de una conversación telefónica en la que Luis Téllez reconocía que Carlos Salinas se robó la partida presidencial secreta, se haya producido en el contexto de un fuerte enfrentamiento entre Carlos Slim y Televisa por el futuro del mercado nacional de las telecomunicaciones. Como secretario de Comunicaciones y Transportes, el doctor Téllez –no hay que olvidarlo– había tomado partido por el Canal de las Estrellas. Su renuncia al cargo no dirimió el diferendo.
Este pleito coincide en el tiempo con la emergencia de un nuevo ciclo de descontento popular, con la reanimación de las organizaciones guerrilleras, y –como resultado de la negligencia de la actual administración– de la disolución de la Comisión de Intermediación entre el gobierno federal y el Ejército Popular Revolucionario (EPR), que era garantía de que esta fuerza político-militar no emprendería acciones armadas.
La incompetencia del equipo de Felipe Calderón para enfrentar la tormenta ha resultado proverbial. El único terreno en el que su gestión parece eficaz es el control de los medios de comunicación.
El gobierno federal no es responsable de la crisis financiera internacional, pero sí lo es del pésimo manejo que se ha dado a ésta dentro del país. La situación es desastrosa. La economía mexicana tendrá una contracción de 4.7 por ciento este año, sin contar las pérdidas causadas por las medidas para enfrentar el brote de influenza. El Banco de México confirmó que la economía del país sigue en una fase de fuerte contracción, en contraste con el resto el mundo, donde la recesión se está atenuando.
Moody’s, una de las tres firmas de calificación financiera en el mundo, señaló que el gobierno mexicano falló en poner en práctica una política de estímulo fiscal y monetaria sólida para hacer frente a la crisis. Por ello se retrasará la recuperación de la actividad productiva. Además, asegura, el gobierno no generó la flexibilidad fiscal suficiente (gasto) para mitigar el impacto de un choque externo. La política monetaria no sincronizó al estímulo fiscal a tiempo. El relajamiento fiscal fue dudoso y lento.
La administración de Felipe Calderón no provocó la emergencia sanitaria alrededor del virus A/H1N1, pero sí la manejó muy mal. Conforme se esclarece lo sucedido se ha evidenciado su pretensión original de ocultarla, su posterior desmesura y el manejo mentiroso de las cifras de infectados y muertos. Se los recordó Fidel Castro y el jefe del Ejecutivo montó en cólera.
Durante días, la imagen que el país proyectó al mundo fue la de un territorio en cuarentena con ciudades desiertas y ciudadanos circulando con tapabocas. Cuando otras naciones reaccionaron a ese mensaje, el gobierno actuó envolviéndose en la bandera y haciéndose el ofendido. La impericia diplomática mexicana propició un choque de proporciones nada despreciables. México se compró pleitos con China, Haití, Argentina y Cuba. Y, en el colmo de la soberbia, Felipe Calderón se proclamó salvador de la humanidad.
Antes de ser conocida como la patria del A/H1N1, México había alcanzado notoriedad internacional por el baño de sangre que tiene lugar dentro de su territorio. Los 5 mil 207 asesinados durante 2008 y los 2 mil 4 ejecutados en los primeros cuatro meses de este año alertaron sobre la debilidad del Estado mexicano.
Por supuesto, el narcotráfico existía antes de que Felipe Calderón llegara a Los Pinos, pero su manejo, exitoso en términos de popularidad personal, ha sido un desastre para la seguridad pública. Según Jorge Carrillo Olea (La Jornada, (12/05/09), que algo sabe de estos asuntos, el jefe del Ejecutivo abrió una guerra sin información, sin plan y sin cálculo de consecuencias. No sabe adónde ir ni cómo ejercer el mando; no ha tenido la capacidad para controlar sus huestes. Las bases, mandos básicos y medios de las fuerzas armadas están en un estado de ánimo bajísimo y una situación moral deplorable. Tienen miedo a cumplir misiones inexplicadas y sin objetivos claros. El solitario de Palacio vive su propio Vietnam, sordo y solitario.
Mientras en México apenas y se tocan las redes y las plazas de Joaquín El Chapo Guzmán, desde Washington se advierte sobre su peligro: lo mismo se le incluye en la lista de Forbes, en la que participan los hombres más ricos del planeta, que la revista Time lo ubica en el sexto lugar de los personajes más influyentes durante 2008. A buen entendedor, pocas palabras, más allá de los halagos y los apapachos públicos, la política mexicana de combate a las drogas está siendo cuestionada en Estados Unidos.
Escándalo tras escándalo, el país se les deshace entre las manos. Vivimos un fin de época. La verdadera senilidad no está en Miguel de la Madrid y sus declaraciones, sino en el conjunto de una clase política que quiere conducir al país mirando únicamente por el espejo retrovisor.
José Blanco: Comunicación virulenta
esde el inicio de la infausta crisis sanitaria, magnificada en su alcance y gravedad por el gobierno debido a la ignorancia de las autoridades de Salud sobre la naturaleza y comportamiento del virus A/N1H1, criticamos en este espacio la muy mala condición del secretario de Salud como comunicador.
No se trataba sólo de esa ignorancia, que ampliaba la efectiva peligrosidad del nuevo virus, sino del desastre en el manejo de las cifras: cada reportero entendía lo que podía y la visión en conjunto de los medios era un caos.
Puede alegarse que, ante lo desconocido, era mejor pecar por exceso que por defecto. Pero es claro que no fueron calibradas en ningún momento las consecuencias –el alcance y el impacto– que fueron creadas, sobre todo hacia el exterior, con las medidas y con la forma de su comunicación. El gobierno creó un monstruo que no lo era tanto para quienes vivimos aquí, por cuanto, sin más, se nos informaba que un simple antivirus curaba la enfermedad en tres días.
Pero la imagen hacia el exterior fue la de un engendro que el gobierno mexicano no imaginó. No había, en sentido estricto, una política de comunicación que tuviera en cuenta todos los frentes y los impactos que provocaría en cada uno de ellos.
Recientemente tuve una reunión con un grupo de académicos latinoamericanos. Un argentino me explicó: venir a México, en el momento de la crisis, no era problema pese a las prohibiciones del gobierno argentino; cuestión de volar a Belo Horizonte, capital de Minas Gerais, en Brasil, y ahí tomar un vuelo hacia la ciudad de México. Lo mismo podía hacerse vía Santiago de Chile, donde fueron los chilenos y no su gobierno quienes prácticamente cancelaron sus vuelos a México (unos 40 mil chilenos vuelan anualmente a distintos puntos del país).
Pero en lo que coincidía este grupo de académicos era en la imagen que recogían de sus propios entornos, lo mismo en Argentina que en Brasil o Chile, y principalmente: una imagen apocalíptica de lo que en México ocurría. Cuando Calderón pidió a la ciudadanía que permaneciera encerrada en sus casas, la lectura en el exterior fue esa: en México, para el ciudadano sudamericano de a pie, ocurría algo así como la peste bubónica del siglo XIV en Europa que diezmó alrededor de un tercio de la población. El profesor argentino, conocedor del tema, fue al grano: me explicó claramente la decisión del gobierno argentino; si México estaba en tal grado de ignorancia sobre el virus ni contaba con la infraestructura médica para examinar rápidamente a los enfermos, Argentina estaba aún en peores condiciones médicas. No tenía ni los medios para tomar la temperatura a quienes arribaban al aeropuerto internacional de Ezeiza y menos aún en otros aeropuertos. Vino el arremolino neoliberal y los alevantó. Si el gobierno argentino no hubiera suspendido vuelos hacia y desde México, la sociedad argentina –acaso una de las mejor informadas de Sudamérica, en una era de comunicación mundial en tiempo real–, habría colgado del asta bandera a la presidenta Cristina Fernández.
Estados Unidos conocía el tema y tenía información sobre el virus –que actualizó rápidamente–, debido a que, aparentemente, el bicho nació allí. De modo que sólo tomó medidas precautorias y sus medios no sólo no difundieron el monstruo que crearon las autoridades de salud de México, sino que lanzó loas y fanfarrias al gobierno mexicano. Entretanto, el gobierno no se daba cuenta del daño económico que su comunicación estaba produciendo.
Sobre la decisión política de China, continuamos sin conocer sus intríngulis: nunca suspendió sus vuelos a Estados Unidos, donde la tasa de contagio avanzaba a mayor velocidad que en México.
La decisión política de Cuba parece más clara. El gobierno de la isla tiene necesidad de hacer política interna en México. Fidel sabe la amplia simpatía de que goza entre los mexicanos. De modo que un golpe a Calderón en vísperas de elecciones, juega contra el PAN. Elementary, my dear Watson.
El pasado viernes, el Centro de Prevención y Control de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) de Estados Unidos redujo el nivel de alerta para viajar a México, del estatus de Travel Warning al de Travel Precaution, lo que significa que ha eliminado la recomendación anterior de evitar viajar a México.
Según el anuncio del CDC, el monitoreo permanente sobre el virus en México, con el auxilio de las autoridades de salud mexicanas –nosotros no podemos hacerlo solos–, le ha permitido obtener una perspectiva más amplia sobre el mismo. Dice que existe evidencia de que el brote en México ha estado disminuyendo en muchas ciudades, aunque no en todas. Además, agrega, Estados Unidos y otros países están registrando un crecimiento en el número de casos que no están asociados con viajes a México. Concluye que el riesgo de enfermedad severa por el virus A/H1N1 ahora aparenta ser menor que lo que se pensaba originalmente. El Departamento de Estado, seguidamente, actualizó su recomendación a los mismos términos.
Hay aquí, creo, algunos elementos para diseñar una política de comunicación directa y en medios del exterior, para comenzar a resarcir los graves daños colaterales económicos que produjo la imprudente e impensada comunicación del gobierno.
Enrique Dussel: ¿Y cuando todo se corrompe?
os últimos acontecimientos, con testimonios de los actores políticos del más alto nivel, nos muestran, sean cuales fueren las explicaciones o excusas de los que denuncian y los denunciados, todos sin excepción, actos que expresan una enorme corrupción política que deja a la sociedad civil desconcertada y con una pregunta en los labios: ¿no tendrán razón aquellos que en manifestaciones multitudinarias exclamaron: ¡Qué se vayan todos!”? O como expresaba el gran poeta político E. Galeano recientemente: “¿Es justa la justicia? ¿Está parada sobre sus pies la justicia del mundo al revés” (La Jornada, 9/05/09, p. 38). ¿Es posible que un país resista tanta corrupción de su clase política como para sobrevivir? ¿No han acaso desaparecido sociedades en la historia que no pudieron alcanzar al menos cierta conciencia crítica para poder evitar la dirección de su caminar que los llevaba al precipicio? ¿Cuáles podrían ser las motivaciones que habría que despertar para impedir que el sonámbulo se destroce?
Pienso que para comenzar habría que preguntarse cuándo se origina la corrupción política, ya que pareciera que no se tiene conciencia del huevo donde nace esa serpiente venenosa que termina por comerse a sí misma. ¿Qué es la corrupción política? ¿Dónde nace? ¿Cuáles son sus primeros pasos? La respuesta, por ser simple (aunque no superficial), hará reír a carcajadas al cínico corrupto desde su pedestal, al realista político sin principios y sin escrúpulos.
Como indica el poeta, la “justicia” está parada sobre su cabeza porque el mundo está “al revés”. De manera muy precisa usa una metáfora para indicar un hecho fundamental: hay cierta inversión después de la cual todo queda “patas arriba” –en lenguaje cotidiano–. Esta inversión es un fenómeno cognitivo que se denomina “fetichismo” (en referencia a dioses hechos por hombres a los cuales después se rinde culto como si fueran divinos: se trata de una inversión donde por un espejismo aparecen como dioses meros objetos vulgares).
Bien, la corrupción comienza por una inversión, por un fetichismo que oculta el fenómeno al que invierte el mundo en su provecho, pero permanece igualmente invisible a las víctimas de la inversión. Pasa por ser “justicia” la justicia de un “mundo al revés”. ¿Qué se invierte, quién se aprovecha de la inversión y quién la sufre?
La comunidad política, y en última instancia el pueblo, la totalidad de la población histórica que habita un territorio dentro de cuyo horizonte se han organizado instituciones políticas, es la única sede del poder político, de la soberanía2. Digo la única instancia, es decir, la exclusiva. Todas las instituciones3 son sólo el lugar del ejercicio delegado de dicho poder político del pueblo. El Estado no es soberano; el soberano es el pueblo que otorga soberanía a las instituciones políticas que ha constituido para su servicio.
Si quien ejerce el poder participativo tiene presente que, ocupando la sede de alguna institución (sea, por ejemplo, el Poder Ejecutivo, el Legislativo, el Judicial o el poder ciudadano –el cuarto poder de la Constitución Bolivariana de Venezuela–), lo hace en nombre del pueblo, en aquello de que “los que mandan mandan obedeciendo” (que Evo Morales plasmó con la fórmula del “poder obediencial”), dicho ejercicio del poder no es dominación sino servicio, y el político en cuestión ejerce un acto de justicia en un mundo sobre sus pies.
El mundo se pone “al revés” (se invierte) cuando el que ejerce el poder representativo olvida que está al servicio del pueblo, y se desliza el contenido semántico de la sede del poder: desde la comunidad política o el pueblo el poder pareciera ahora tener a la institución como su sede (el Estado se declara soberano, aún con respecto a su propio pueblo). Es cuando, por ejemplo, un presidente cree que tiene el “monopolio del poder”, o que el legislador piensa que es la fuente creadora “de la ley” (siendo que ese Poder Legislativo le ha sido otorgado por el pueblo). En ese momento se corta la comunicación con la fuente, con el fundamento del poder político que es la comunidad política o el pueblo, y éste deja de alimentar, regenerar, dar potencia a la institución y al que ejerce la función institucional. El funcionario, el político, de mero representante, pone ahora su voluntad como el fundamento del ejercicio del poder. Dicho político (y la respectiva institución) se ha fetichizado, se ha invertido, está “al revés”.
Desde ese momento todo ejercicio del poder por el político se ha corrompido. La corrupción originaria consiste en esta simple inversión: el pueblo deja de ser la sede del poder; la institución, que es una mediación al servicio del pueblo, se pone ahora como la sede del poder mismo, y coloca al pueblo como obediente (es la definición de Max Weber de poder político)4. Desde este momento la “justicia” del “mundo al revés” es injusta. El poeta pregunta: “¿Es justa [esta] justicia?” Respondemos: en el mundo corrupto la justicia del sistema es injusta. Miguel Hidalgo no cumplió con la justicia de la Recopilación de las Leyes de Indias que ordenaba a los colonos de la Nueva España obedecer al rey. Hidalgo consideró esa justicia injusta y no cumplió esas leyes ilegítimas para los patriotas. Pudo haber dicho: “¡Que se vayan todos!” (virrey, oidores, etcétera), al menos luchó y murió para que eso aconteciera. Tampoco E. Zapata aceptó las leyes que pretendían robar las tierras a las comunidades.
Como nos enseñaba el filme La ley de Herodes, el presidente municipal se corrompió cuando aprendió a usar la violencia (el revólver) para hacer cumplir la constitución (que en verdad era sólo, en su cinismo, su propia voluntad fetichizada, corrupta, última referencia del ejercicio de su poder). Se entiende entonces aquello de que “los que mandan mandan mandando” y así comienzan a ocultar sus intenciones, a mentir sistemáticamente al pueblo por la mediocracia (televisiva, radial, etcétera.); a robar ellos, sus familiares y sus cómplices; a asesinar en casos extremos; es decir, a compartir con otros su propia corrupción, que se expande como el virus de las epidemias y se hace sistema, cultura política, donde todos están podridos, hasta ciertos sectores de partidos de izquierda que nunca han atendido al clamor del soberano: el pueblo (que Antonio Gramsci definía como “el bloque social de los oprimidos”).
La corrupción corroe al sistema hasta los huesos; es enfermedad gravísima, exige una terapia urgente y profunda, pero: ¿qué hacer? –se preguntaría Lenin–, ¿en quién confiar? –¿no sería caer en liderazgos nuevamente?– ¿por dónde comenzar?
En un discurso famoso Fidel Castro exclamó: “¡Cuando el pueblo crea en el pueblo!” En eso consiste la conciencia crítica como consenso de las mayorías, de los oprimidos, de los excluidos. Los nuevos movimientos sociales antisistémicos, los ciudadanos de buena voluntad, los sindicalistas que se oponen a los charros, las feministas, los pueblos originarios que nos recuerdan una política nueva, en fin, la población que no ha dejado de luchar por la vida… y por rescatar a la Patria de los corruptos, deberían comprometerse en poner al “mundo sobre sus pies”, en participar en la política obediencial de los que todavía tienen esperanza (como la definía Ernst Bloch).
1 Filósofo
2 Véase mi reciente obra Política de la Liberación. Arquitectónica, Trotta, Madrid, 2009, vol. II, pp. 46ss.
3 En la misma obra, pp. 179ss.
4 Véase en la obra citada, pp. 110ss.
Marco Rascón: Estado emocional fallido
Miguel de la Madrid, sus confesiones y arrepentimientos, debemos agradecerle habernos liberado de la influenza A/H1N1, ya que entre él y Carlos Salinas desaparecieron el virus en unas cuantas horas.
Esto revela que el virus es mental; es decir: que si piensas en él, existe; si lo olvidas desaparece. Gracias a Miguel de la Madrid, el virus ya no es tema central de nuestras desagracias y esto es, por ello, su obra póstuma.
De Carlos Salinas sólo se ha dicho lo que ya sabíamos, pero ambos lograron poner de nuevo la descomposición política por encima del colapso económico.
Dicen que sólo los niños, los borrachos y ahora los ex presidentes dicen la verdad. Ahora la verdad era menos alarmista y sólo requería precisión y eficacia que no podía resolverse con un sistema de salud desmantelado. Acostumbrados a dar noticias optimistas falsas sobre la situación económica (la recesión era un catarro), pasaron al alarmismo como mentira, pues en las leyes del mercado consideraban tener todas las vacunas, mientras que para las biológicas y virales reconocieron no tener respuestas.
Antes la historia era para recordar raíces, batallas, propósitos, señalar efemérides, exaltar las luchas por la patria, pero hoy el pasado es para revelarnos la esencia de quienes nos han gobernado y nos han llevado a este estado emocional fallido de frustración nacional y falta de identidad. ¿Cómo se verá en los nuevos libros de texto la lucha contra el virus, en medio de las confesiones entre ex presidentes y la moral de la política mexicana?
El gran logro del último episodio fue haber convertido la ineptitud y el discurso catastrofista en la unidad nacional que salió al mundo por las tribunas gubernamentales y se convirtió en chovinismo viejo, del que esgrimía el PRI cuando nos protegía de las ideas exóticas que contaminaban con ideas democráticas a los ciudadanos.
En un santiamén nos enemistamos con Haití, con China, con Cuba, con Chile, Argentina, y sólo nos quedó el refugio del norte que, pese al virus, nos abrió la puerta para sepultar los tiempos del muro de la era Bush. Estados Unidos en este episodio de epidemia y colapso nos recogió como a un Estado damnificado, recogido entre el basurero de las naciones que naufragan en la peste, las hambrunas, los conflictos permanentes donde al final se revela que todos son corruptos.
Esta primavera negra será recordada como un punto de inflexión que tendrá fuerza para despertar al México bronco que ya se asoma. Las fuerzas políticas se hunden, la mediocridad ya no da para más en la conducción de los gobiernos, pues ahora lograron que lloviera sobre mojado y de la recesión pasáramos al colapso económico, sólo por excesos de lengua. Gobiernos que siempre han llegado tarde, ahora en el contexto de la lucha electoral y la disputa por el Congreso, quisieron manipular un virus como manipulan a los ciudadanos y lograron la debacle. ¿Sería la misma historia si los ciudadanos salen a la calle y los funcionarios se quedan en su casa con el cubrebocas?
El discurso gubernamental que recibe reconocimientos del norte demostró que Bush no sólo era un gobierno, sino una cultura, y dejó escuela. Las alertas de colores que se inauguraron aquí son las mismas que pusieron en Estados Unidos cuando la amenaza del ántrax y el terrorismo. Son las mismas para hacer declaratorias de guerra contra narcos, virus, terroristas que justifiquen la militarización y pongan límites a los derechos civiles y las garantías individuales asentadas en las constituciones. Bush se fue, pero su cultura de forma de gobierno, con cartas patrióticas, se refugió en México y en nuestra clase política.
En este Estado emocional fallido la lucha polarizada también está en crisis. Los que apostaron al fracaso del país y su debacle primero se quedaron mudos y hoy, cuando el virus desaparece tímido entre los escándalos, aparecen con un grosero oportunismo tardío. ¿Por qué no se dijo que el virus no era peligroso durante la contingencia? ¿Por qué dentro del mismo lopezobradorismo unos se sumaron al alarmismo extremo y, cuando el pueblo necesitaba referentes, fue abandonado con el silencio? Si uno paró el Paseo de la Reforma para liquidar su fuerza premeditadamente, el actual jefe de Gobierno paró la ciudad para ganar la carrera al opositor interno, por una candidatura presidencial anticipada, vía el terror y las alertas.
La reunión en los Pinos fue una liana para todos bajarse del alarmismo y pasar a la normalidad. Si la obra destructora la hicieron cada uno con su iniciativa, la retirada la organizaron juntos para no acusarse.
El pasado domingo en La Jornada aparece Felipe Calderón entregando cepas del virus a un funcionario de la OMS para hacer vacunas. Nos hubiera agradado la misma foto entregando las cepas a los investigadores de la Universidad Nacional Autónoma de México, el Instituto Politécnico Nacional, a nuestros investigadores para hacer las vacunas en México.
¿Hay razones para estar en este Estado emocional fallido?
http://www.marcorascon.org
Pedro Miguel: Industria del desaliento
al presenciar las guerras de fango (seguramente real, en su mayor parte) en las que está enfrascada la clase política, uno se pregunta si es que ésta se ha quedado sin árbitro que les modere la boca a sus integrantes o si se trata también de una campaña de posicionamiento y de imagen destinada a sembrar en la ciudadanía una percepción precisa: el asco.
Vamos a ver: cuando los propios protagonistas del quehacer institucional confirman que éste sirve para maldita la cosa porque la impunidad es más importante que el país, porque el cinismo es el lubricante básico del aparato del poder y porque la inmoralidad siempre hallará la manera de legalizarse a sí misma, lo lógico es que una buena parte de la gente de la calle –la que no tiene acceso a las oficinas, los restaurantes, los estudios televisivos, los confesionarios o los burdeles donde se toman las decisiones realmente importantes– concluya que creer en las leyes es perder el tiempo, que atenerse a las reglas del juego formal es un autoengaño, que la nación no tiene remedio y que más vale concentrarse en sobrevivir, y hasta en vivir mejor, como afirma el descaro calderonista, y acomodarse en la pequeña corrupción tolerable.
Parece, pues, que con sus guerritas o guerrotas, ex políticos, paleo políticos y para políticos proponen a la población un acuerdo implícito: Ustedes despreocúpense, que esto no tiene remedio. Háganle como puedan para salir adelante y no se ensucien de más en esa inmundicia mayor que es la vida republicana; déjennos hacernos ricos en ella que nosotros, a cambio, nos encargaremos (al fin que ya estamos batidísimos) de gestionar la sordidez y la mierda.
El escándalo político como industria del desaliento ciudadano es una hipótesis ineludible cuando se asiste a un fuego cruzado con proyectiles de gran calibre como los que vemos pasar sobre nuestras cabezas, por ejemplo, en el reciente duelo de artillería que sostuvieron, entre Coyoacán y Tlalpan, el demente y el delincuente, como se calificaron ellos mismos. Y más, si se considera que estas vistosas escaramuzas tienen lugar a cosa de un mes de las próximas elecciones, a las que ya desde antes se les auguraba una participación ciudadana más bien raquítica. Ustedes votaron por mí, y ya ven; luego les impuse a aquél, después sufragaron por un monito que quién sabe cómo se llamaba; a continuación se ilusionaron con el alto vacío y por último les enjaretaron un segundo espurio; para colmo, ya han visto lo fácil que nos resulta comprar dirigencias enteras en los partidos de oposición; así que hagan sus cuentas y pregúntense: ¿para qué se molestan en votar? Mejor quédense en casita y vean los resultados en el Canal de las Estrellas que sería, cómo creen, incapaz de mentirles.
Tal vez los surtidores sucios que vemos brotar por todas partes y los infortunados desencuentros declarativos entre los señores licenciados constituyan, en alguna medida, un intento del cártel que ocupa el poder por culminar la expropiación a su favor de la vida pública, es decir, lograr que el legítimo propietario de ésta, el pueblo, renuncie en definitiva a ejercer sus derechos cívicos y se diga: ¿De qué me sirve a mí este cochinero?
Por si las moscas (es un decir, que las moscas están allí, y son muchas), y así fuera sólo para no hacerle demasiado fácil el trabajo a quienes han venido expropiando todo lo demás, es deseable y necesario informarse, decidir y votar. Ahora más que nunca, el sufragio es una forma de resistencia ante la inmoralidad legalizada de la clase política.
navegaciones@yahoo.com - http://navegaciones.blogspot.com
Javier Flores: Influenza: inaceptable manejo de los datos
xiste un consenso sobre la respuesta ejemplar que ha dado la sociedad mexicana ante la alerta sanitaria para enfrentar al virus A/H1N1, pero no la misma opinión sobre la forma en la que el gobierno mexicano ha manejado los datos acerca de la evolución de la enfermedad. Cuando la noche del 23 de abril José Ángel Córdova, secretario de Salud, alertó sobre la epidemia y se establecieron las medidas iniciales de prevención, incluida la suspensión de las actividades escolares, la primera reacción fue de pánico; pero aun así, todos los mexicanos cumplieron al pie de la letra las recomendaciones de las autoridades. La manera de manejar una contingencia sanitaria debe incluir, sin dudarlo, la información oportuna y confiable a la población, para que las comunidades afectadas puedan protegerse y saber qué hacer en cada momento. Sin embargo, éste no ha sido el caso.
No me voy a referir aquí a la disputa sobre si se informó oportunamente o no a la comunidad internacional sobre los primeros casos de la nueva epidemia. Tampoco al evidente cantinfleo al dar a conocer las cifras de casos probables, confirmados, hospitalizaciones o muertes, especialmente en la última semana de abril. Seguramente no van a faltar los estudios que documenten estas fallas. Me voy a referir aquí a los datos actuales. A la manera en que la Secretaría de Salud (Ssa) maneja hoy la información sobre la epidemia que, pese al optimismo oficial, seguimos viviendo.
La decisión de retornar a las actividades normales se anunció el 3 de mayo (las actividades económicas se reanudarían al día siguiente y las educativas a partir del 7 de mayo en la enseñanza media superior y superior, y en todos los niveles educativos a partir del día 11); la información de la que disponía en ese momento la sociedad era nula. La población solamente contaba con los dichos de los funcionarios que afirmaban que el número de casos se encontraba en descenso. Pero a excepción de un pequeño grupo, las cifras nadie las conocía, pues fue el 6 de mayo cuando se incluyeron en la página de Internet de la Ssa. Los datos publicados en esa fecha mostraban claramente que los casos de influenza A/H1N1 (confirmados por pruebas de laboratorio) se habían reducido drásticamente, pues habían pasado de más de 150 el 27 de abril a casi cero el 5 de mayo, lo que daba la imagen de que la epidemia había cedido… Pero esto resultó falso.
Aquí es importante señalar que se han tomado decisiones muy importantes, que afectan y ponen en riesgo a toda la población sobre datos imprecisos. Como puede constatarse en las propias cifras de la Ssa publicadas el 15 de mayo, el número de casos nunca llegó a cero. Peor aún, se produjo una nueva curva de ascenso de los casos confirmados entre el primero de mayo (con 87) que alcanzó un nuevo pico el 5 de ese mes (112), el mismo día que el licenciado Calderón se declaró salvador de la humanidad. Si la determinación sobre el levantamiento de las medidas de emergencia se hubiera dado con estos datos a la vista, seguramente algunos de los expertos involucrados en esa decisión lo hubieran dudado. Como sea, lo que resulta incuestionable es que hay un retraso inaceptable de más de una semana de la información. Sólo cabe una explicación: se ocultan deliberadamente los datos y se retrasa su presentación a la sociedad.
Lo que viene haciendo la Ssa es publicar gráficas sobre la evolución de la epidemia, a las que se añaden cada día los resultados de pruebas correspondientes a fechas anteriores. Pero nunca nos da a conocer con precisión, no digamos los datos del día de hoy, sino los de hace una semana. Se trata de un manejo perverso de la información sobre una enfermedad que pone en peligro la salud y la vida de los mexicanos. Todavía no podemos saber, por ejemplo, cuál es el impacto del levantamiento de las medidas de emergencia. Para colmo, los fines de semana la Ssa interrumpe la información, como si el virus se fuera de vacaciones.
La epidemia no ha cesado ni en México ni en el resto del mundo. Pero la Ssa nos oculta la evolución de los casos al día de hoy. A cambio nos ofrece boletines de prensa, que, como es su costumbre, no aclaran nada, pues se trata de datos acumulados de fechas anteriores. Lo único cierto es que el número de muertes ha aumentado; hasta ayer eran 70.
La epidemia no ha cesado. La sociedad mexicana se ha portado a la altura de las circunstancias pero las autoridades no, pues manipulan descaradamente una información que es vital. ¿A qué le temen?
Sergio Ramírez: La mirada de la medusa
n un panel del Festival Literario del Pen Club celebrado recientemente en Nueva York, escuché decir al joven novelista peruano Santiago Roncagliolo, ganador del premio Alfaguara, que una diferencia fundamental de la nueva generación de escritores de América Latina con las muy anteriores es el afán de apartarse de la constante de la historia pública que atrapó a los abuelos con todas sus anormalidades y desmanes. Por el contrario, los nuevos lo que buscan es desprenderse de esa costra de la historia y vivir una nueva clase de aventura imaginativa, alejada de toda frontera; un poco no ser de ninguna parte, y por tanto, no ser de ninguna historia en particular.
Mediante este afán persistente, los viejos insistieron, y aún insisten, además, en buscar señales de identidad en la escritura; una identidad cuya pretensión mayor fue la de construir una sola novela coral, con novelistas corresponsales en distintos puntos de la geografía del continente para que contaran una gran historia total, como lo propuso alguna vez Carlos Fuentes. Todo esto habría llegado ya por fin, a su fin.
Ya no tuve tiempo de comentar con Santiago que pienso exactamente lo contrario, que el apego a la historia pública sigue vivo en los nuevos novelistas. Y lo comprobé en el viaje de regreso, cuando comencé a leer su última novela Memorias de una dama, que encontré en la habitación de mi hotel con una graciosa dedicatoria suya, estupenda novela llena de humor y tensión narrativa. No se aparta en ella de la historia pública, como tampoco en Abril rojo, que le dio el premio Alfaguara.
Puedo ilustrarlo también con numerosos ejemplos que provienen de las más recientes obras de los novelistas más jóvenes de América Latina, donde la anormalidad de la historia interviene de manera insoslayable, una constante que ha atravesado las fronteras del siglo XXI. Tiranías ilustradas, dictaduras cerriles, represión y corrupción. La mano del poder encarnando al destino que golpea las vidas privadas como sobre un tablero del que hace saltar las fichas y provoca muertes, prisiones, exilios, despojos. Esos temas siguen allí, tan letales como la mirada de la medusa; basta ver hacia atrás, o poner los ojos en el presente para quedar petrificados por la fascinación del horror.
Ya Abril rojo, a manera de una espléndida alegoría, ilustraba la violencia contemporánea en el Perú, el doble golpe del puño de la represión del ejército y del puño de la guerrilla maoísta de Sendero Luminoso, que cayeron con ritmo implacable sobre las vidas de miles de campesinos convertidos en víctimas de aquella doble locura represiva. Es una novela sobre el poder, y sin la presencia del poder no hay novela en América Latina. Es lo mismo que ocurre con la novela de otro peruano, aún más joven, Daniel Alarcón, Radio ciudad perdida, que vuelve al tema de esa misma doble violencia, tanto oficial como insurgente, ensañada sobre aldeas enteras en el Perú.
En Memorias de una dama, Santiago nos cuenta la historia de una dominicana muy rica, autoexiliada en París al final de sus días. Más bien ella le cuenta su historia a un joven escritor peruano, alter ego de Santiago, al que contrata para dejar constancia de su paso por el mundo, un relato que, según el propio joven escritor, es la historia de una mujer de la aristocracia dominicana, hija de un conspirador mafioso, fascista y agente de la CIA. Una mujer que nace entre palacios y mármoles y termina destruida por su propia familia y su propio dinero. Un libro de no ficción. Realidad pura y documentada.
Por tanto, más allá de la vida privada de la protagonista, o dentro de ella, se alzan los entretelones de la vida pública bajo las dictaduras de Trujillo en República Dominicana, y de Fulgencio Batista en Cuba. Dos dictaduras clásicas. La pugna interna de la novela se refiere precisamente a esta doble circunstancia: sin la historia pública, actos arbitrarios de poder, corrupción, espionaje, y sin la manera en que las vidas privadas de la familia de la protagonista, y la suya propia, se relacionan con los entramados de ese poder, de donde proviene su riqueza ilícita, no habría novela que valiera la pena. Ésa es al fin y al cabo la propuesta del libro.
Es una nueva visita a la República Dominicana de Trujillo la que hace Santiago en Memorias de una dama, una especie de meca de los novelistas de todas las edades, desde Vargas Llosa en La fiesta del Chivo, a Junot Díaz en La maravillosa vida breve de Oscar Wao, esta vez el trujillato visto por un dominicano que creció en Nueva Jersey como hijo de emigrantes, y que, igual que Daniel Alarcón, escribe en inglés, pero son, ambos, escritores latinoamericanos.
Trujillo seguirá siendo un personaje, bajo el perverso resplandor de todas sus crueldades, excesos y excentricidades, una especie de prototipo del dictador mítico que de la letra de los porros pasa a las páginas de las novelas donde sigue brillando inmarcesible. La razón de esta permanencia no parece ser complicada. Existe Trujillo como personaje de novela, igual que Batista, o Somoza, porque la historia pública sigue siendo anormal en el siglo XXI, y es capaz de seguir produciendo dictadores, dueños del destino de los demás y vestidos con los mismos oropeles fantasiosos. Se puede, por tanto, comparar. Es un juego de espejos que a través de las décadas nos atrapa a todos con sus deslumbres, y cuando queremos imaginar, la historia real se refleja frente a nosotros desafiando a la imaginación.
Esa constancia es la que nos dejan novelas jóvenes de mucha tradición, sobre el poder y sus delirios, como Palacio quemado, del boliviano Edmundo Paz Soldán, como Historia secreta de Costanagua, del colombiano Juan Gabriel Vásquez, o como Memorias de una dama. La mirada de la medusa, nos sigue petrificando.
http://www.sergioramirez.com
Teresa del Conde: Finnegans Wake: 70 años hoy
Ricardo Rocha Detrás de la Noticia19 de mayo de 2009
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Mejor el poeta
Sí, ya sé que debiera estar hablando del desastre que es la economía y la negrura que anticipa. O de los escatológicas revelaciones sobre la podredumbre de la política y lo bajo de los altos personajes. De cómo unos cuantos se han apoderado del país para medrar, para enriquecerse, para abusar del poder y de los más débiles. Peor aún, para aliarse con los criminales y hacer correr la sangre.
Tal vez debiera hablar de esas cosas. Sólo que hoy, si me perdonan, yo escojo al poeta. Aquel que de verdad ha tenido que ver con mi vida. El que se me ha quedado para siempre. Cuya obra se metió en mis entrañas para no irse nunca. Con el que aprendí a decir algunas de las cosas más lindas que pueden expresarse a una mujer: “Si te quiero es porque sos/ mi amor, mi cómplice y todo./ Y en la calle codo a codo/ somos muchos más que dos”.
O bien aquello con lo que uno podría darse para siempre: “Compañera/ usted sabe/ que puede contar conmigo,/ no hasta dos ni hasta diez/ sino contar conmigo”.
Era un predestinado: Mario Orlando Hamlet Hardy Brenno Benedetti nació hace 88 años, fue contador, cajero, taquígrafo y vendedor de refacciones para automóviles. Hasta que descubrió sus tres vocaciones: la literatura, la izquierda y Luz, su compañera de toda la vida a la que ahora se ha ido a encontrar.
En las letras, Benedetti —siempre uruguayo pero cada vez más universal— exploró por igual el cuento que el ensayo, la novela y el teatro pero, sobre todo, nos estremeció con su poesía. Y fue el único poeta intruso en el círculo estrecho de los grandes novelistas del boom latinoamericano al lado de García Márquez, Cortázar, Vargas Llosa y Fuentes. Por eso su voz se hizo miles de libros en idiomas insospechados y la alegría de recepciones multitudinarias en cualquier lugar del mundo.
En el terreno de las ideas, Mario forzó a sangre y tinta una congruencia que mantuvo hasta el último aliento.
Hombre de izquierda purísima, expresó sus convicciones no sólo en revistas y diarios sino en la militancia con los Tupamaros; lo que le valió la persecución, el exilio y una condena a muerte de la dictadura militar que lo persiguió hasta el regreso a su patria, que ahora lo ve partir en paz. Porque los buenos no deberían sufrir tanto.
Por eso hoy prefiero mirar a este perseguidor de la utopía que para darnos valor supo decirnos: “No te salves/ no te quedes inmóvil/ al borde del camino/ no congeles el júbilo/ no quieras con desgana/ no te salves ahora/ ni nunca/ no te salves”.
Menos mal que los políticos se van. Y los escritores se quedan
Enrique del Val BlancoSalvar el empleo19 de mayo de 2009
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Según las opiniones de varios expertos en el tema, si bien la crisis económica no será igual a la de 1929 sí se necesitarán años para recuperarse, a pesar de las optimistas declaraciones de muchos gobiernos, entre ellos por supuesto el nuestro, que hace 10 días anunció que estábamos en recesión y hace cinco ya vio señales de recuperación. ¡Así de dinámica es la economía mexicana!
Uno de los graves problemas observados en todo el mundo es que la salida a la crisis se pretende hacer con el mismo enfoque que las de otros años, es decir, apoyando hasta el extremo a las empresas, sin tomar en cuenta lo que pase con los trabajadores y sus empleos.
Es tal el desprecio de los gobernantes por el empleo que recientemente, en la República Checa, hubo una cumbre dedicada al tema y, casualmente, ninguno de los principales dirigentes de los países de la zona asistió, lo cual demuestra otra vez hacia dónde están dirigidas las tablas de salvamento.
El presidente Obama ha destinado sumas multimillonarias para salvar a Wall Street. Hasta podríamos decir que esta es ya una paraestatal estadounidense, por los apoyos otorgados a bancos, aseguradoras, automotrices, etcétera. Pero este salvamento se da con condiciones. Una de ellas es que reduzcan el empleo pues, como en el caso de los automóviles, ya no hay compradores para tanta producción y la única manera es con despidos masivos. Esta industria, en conjunto, tendrá que sacrificar a 100 mil personas, cosa nunca antes vista.
En nuestro país también vemos cómo se apoya a los empresarios. Nuevamente es a costa de las cuotas patronales al IMSS, que desde la gran reforma del presidente Zedillo lo único que sucede es que las cuotas de este sector se reducen, aumentan las del gobierno y el empleo no crece. Una solución magnífica para los empresarios. La pregunta es: ¿por qué si a los patrones se les da oportunidad de retrasar su contribución, no se les da también a los trabajadores?
Y habrá apoyos a la industria aeronáutica, en la que por el fundamentalismo económico reinante, se insistió en vender las dos principales líneas aéreas por separado y dejar entrar al casino aéreo a quien quisiera. Ahora enfrentan una crisis que, por cierto, ya se veía venir antes de la epidemia pero ha sido muy conveniente como justificación para los dueños. No tardará el tiempo en que de nuevo Aeroméxico y Mexicana pasen a formar parte del sector paraestatal, con el gobierno absorbiendo como siempre las deudas de los comerciantes. Ya debería acabarse con el cinismo de saber desde antes que si pierde el negocio el gobierno entrará al quite. Y ellos tan tranquilos.
Pretender utilizar los instrumentos económicos de gobierno y regulación tradicionales para salir de la crisis y dejar que todo continúe igual es tener una visión corta de lo que está sucediendo en el mundo. Como dice una estrofa del himno de la Internacional, “ya no queremos salvadores que sirvan sólo al capital”, cosa que se lleva haciendo durante más de 100 años.
Analista político y economista
Alberto Aziz Nassif¿En dónde estamos?19 de mayo de 2009
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Para analizar el sistema político en estos días se necesita distinguir los diferentes registros que cruzan el país: por una parte, los escándalos y los golpes de opinión pública y, por la otra, el balance de qué tan vulnerada está nuestra democracia. No se derrumbará, pero tampoco parece que podrá salir del malestar en el que se encuentra instalada desde hace tiempo.
En el discurso político lo primero es saber el lugar que ocupa el emisor y así se podrá entender lo que dijo. A diferencia de la novela de Ahumada, en donde el autor genera una gran desconfianza y fácilmente se pueden encontrar las mentiras y las verdades a medias de sus dichos, lo que sucedió con la entrevista De la Madrid-Aristegui nos ubica en una perspectiva diferente. No hay dudas de lo dicho por el ex presidente ni de su solvencia. El mayor aval de lo que dijo se estableció con la operación de silenciamiento que se hizo en las horas posteriores a la transmisión radiofónica de la entrevista. Al mejor estilo mafioso se hizo un rápido control de los daños para el priísmo salinista, que sigue en la primera línea de ese partido. La versión periodística de Reporte Índigo da cuenta de quién y cómo se hizo una humillante operación de silenciamiento (EL UNIVERSAL, 15/V/2009).
El poder salinista para silenciar al ex presidente fue más fuerte que la voluntad de hacer público su balance político. Sin embargo, paradójicamente, una vez que se hizo la operación de silenciamiento, lo dicho en la entrevista cobró mayor valor. Otra vez volvemos al dilema entre lo nuevo y lo sabido: que la corrupción tiene nombre y apellido; que se robaron la “mitad” de la partida secreta; que hubo dinero sucio y contacto con el narco; que hubo contratos indebidos con Pemex; todo es del conocimiento popular. El grave problema del sistema político mexicano no es que este tipo de actos delictivos pasen, sucede en otros países.
La diferencia es que aquí no pasa gran cosa en términos de justicia. En otros países se juzga y se condena a sus políticos y como resultado varios presidentes están en la cárcel; el último fue Fujimori en Perú. Las palabras del ex presidente De la Madrid nos hablan de la impunidad que domina en México. A pesar de que ya se sabe, no deja de ser muy fuerte escuchar que la justicia estorba al poder y que la impunidad es condición de funcionamiento de la maquinaria del sistema.
Cuando se piensa en dónde estábamos hace 20 años en materia de democracia electoral y de libertad de expresión, es muy sencillo ver las diferencias con la situación actual. Podemos observar cambios, y la mayoría de ellos, positivos. Llegó la alternancia en todos los niveles de gobierno y la competencia electoral es una constante en el país. La alternancia ha tenido implicaciones en la división de poderes y en la mayor autonomía que hoy tienen los poderes del Estado.
Sin embargo, los otros registros muestran que ha regresado el conflicto electoral y la disputa por las reglas del juego (hace unos días el Tribunal Electoral le dio un golpe al corazón de la reforma electoral, al aprobar la publicidad del Partido Verde). El desempeño del Poder Legislativo es poco satisfactorio y los legisladores son poco apreciados por la ciudadanía. El Poder Judicial golpea, de tanto en tanto, a la credibilidad ciudadana por no llegar al fondo de asuntos importantes (sobre todo en expedientes que afectan el poder de gobernantes que han abusado y se mantienen en la impunidad; por ejemplo, el caso del góber precioso y la periodista Lydia Cacho).
A pesar de los cambios, México sigue aprisionado por una complicada y colorida trenza de intereses que tienen capturado al Estado mexicano: monopolios empresariales (por ejemplo, el reciente desafío de TV Azteca a la legalidad), grupos y liderazgos del mundo sindical y corporativo (Gordillo y Valdemar Gutiérrez, los nuevos aliados del panismo gobernante) y, por supuesto, el crimen organizado, que sigue rebasando a las autoridades (una muestra es el reciente “rescate” de los 53 presuntos zetas de la cárcel Cieneguillas en Zacatecas). Quizá por ello hace unas semanas tuvo resonancia en nuestro país el tema de los estados fallidos. El problema de fondo es que los gobiernos de alternancia no han modificado el escenario de captura, corrupción e impunidad. Esa será una de las facturas históricas más relevantes que tendrá que pagar el panismo.
Con los recientes golpes de opinión pública han aparecido de nuevo los sótanos de la política; imágenes desagradables que se amplifican en épocas electorales. Sin duda, mayor combustible para que siga incrementándose la antipolítica, el rechazo abierto a los partidos y a las elecciones.
No son buenas noticias para una democracia incipiente que ha sido severamente vulnerada por estos intereses facciosos. En otros países estas crisis de representación abrieron salidas poco deseables. ¿Podrán surgir opciones políticas que puedan transformar esta descomposición? Por lo pronto, no se ve quiénes ni cómo. En suma, lo que está en discusión no es el pasado, sino sus herencias que afectan el presente y el futuro inmediato.
Investigador del CIESAS
Javier Corral Jurado
La escaramuza legislativa
Caen hachazos sobre la reforma electoral. No sólo los principales consorcios mediáticos trabajan duro para derribarla en lo que fue su principal medida, la prohibición de la contratación comercial de publicidad en radio y tv por parte de candidatos y partidos. Acciones y omisiones llevadas a cabo por los propios partidos y las autoridades electorales han venido restándole el valor y los méritos que hasta hace muy poco se presumían en el marco de una de las decisiones legislativas de honda reivindicación para la política y de recuperación de soberanía para el Estado.
Fueron largos los discursos de los tres principales líderes en el Senado, y ninguno para el aburrimiento; tocaron el fondo de la cuestión y anunciaron la liberación de la política a manos de los consorcios comunicacionales. Se ponía fin al tonel sin fondo que representaba en gasto para las campañas la publicidad en medios. Fue amplia la reacción social a favor, con la excepción del reducido grupo de mexicanos que maneja la radio y la tv comercial, del Consejo Coordinador Empresarial, más un puñado de intelectuales que dieron marco conceptual a la resistencia mercantil de los concesionarios y empresarios.
Sobre la desconfianza se colocó la esperanza fundada, pues varios advirtieron que sería suicida un supuesto contrario, esto es, el que los reformadores devinieran en burladores de su propia reforma. Pero conforme fueron avanzando las precampañas y luego la campaña, la “nueva época” está quedando sólo como un respiro en la ya prolongada historia de sometimiento de la política a los intereses mediáticos.
Empezó el descenso cuando los reformadores no quisieron completar su tarea, modificando el andamiaje jurídico complementario para dar fuerza a la reforma. Ya no digamos a través de una nueva legislación de medios electrónicos que ampliara la oferta comunicacional en el país; tampoco concretaron las sanciones necesarias para obligar el cumplimiento. Y esa omisión echó abajo la valiente escaramuza legislativa. De ahí parte todo lo que ha venido después.
Los tres principales partidos no defendieron su obra ante los juicios de amparo atraídos por la SCJN. Luego, cuando el IFE tuvo la oportunidad de reconquistar confianza y credibilidad, el momento en el que pudo sancionar a las televisoras por empaquetar los spots e interrumpir la programación deportiva con seis minutos seguidos de anuncios, partidos y televisoras presionaron para dejar impune el hecho.
Las actuales campañas asestan también duros golpes a la reforma, porque candidatos de todos los partidos han buscado hacerse de espacios y coberturas vía compra, ante dos hechos evidentes: la centralización de la producción de spots por parte de los comités nacionales de los partidos, y la manera en que los medios han venido cerrándo a la información de las campañas en protesta por la reforma electoral. Los concesionarios han buscado desacreditar y volver odiosa la reforma ante los ciudadanos, y los partidos coadyuvan a hacerla inútil.
El caso más grotesco es el de los spots del Partido Verde, que con el pretexto de informar sobre el desempeño de sus legisladores contrató en la tv la transmisión de cientos de éstos como publicidad institucional y no como lo que son y está prohibido: propaganda política. Y frente a ello, la decisión deplorable de una autoridad: el hachazo artero del Tribunal Electoral convalidando la compra de ese tipo de espacios.
Esa raja sí lastimó el tronco. En una sentencia absurda que concitó la voluntad de los magistrados Constancio Carrasco, Flavio Galván, Manuel González Oropeza, Alejandro Luna Ramos, Salvador Nava Gomar , Pedro Esteban Penagos y de la presidenta María del Carmen Alanís, se convalidó esa forma de defraudación a la legislación electoral, a pesar de que el IFE había acordado dos multas por 20 millones de pesos. Además de la exoneración inadmisible a ese partido, el TEPJF se coloca hoy a la cabeza de esa simulación en el que se ha convertido la reforma electoral.
Profesor de la FCPyS de la UNAM
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