5/21/2009

Periodistas pal café.....



La conformación de la próxima cámara de diputados está diseñada para favorecer los planes de quienes hoy ejercen el poder formal en el país. La mayoría en San Lázaro será definida mediante arreglos entre PAN y PRI (con ayudas tácticas del Panal), a pesar de las apariencias bélicas que hoy mantienen, así es que no será de máxima importancia cuál de las dos bancadas unidas en lo esencial tendrá más integrantes. A esa mayoría pripánica dará legitimidad” la colaboración del segmento del perredismo chucho, mientras el lopezobradorismo peleará a través de unas decenas de diputados federales llevados a la curul mediante el zigzagueo pragmático entre PT, Convergencia y franjas del PRD.
Esa cámara de diputados decidirá sobre iniciativas con las que el calderonismo pretende consolidar su ejercicio político fundado en el militarismo, las alianzas (públicas y secretas) con la Casa Blanca y el Pentágono y la cesión de privilegios a los grupos económicos dominantes en el país. Un tema especialmente delicado será el relacionado con la manera en que el calderonismo fallido tratará de salir del hoyo que ya ha reconocido el propio secretario de hacienda: crear nuevos impuestos y, en particular, extender el IVA a medicinas y alimentos; o recortar el gasto público y ahondar la crisis, o echar mano de préstamos y contratar otros más. La viabilidad de la nación dependerá de esas decisiones.
La primera reacción (natural, explicable) ante el sucio manejo de lo político y lo electoral hace que muchos ciudadanos consideren la posibilidad de anular su voto o simplemente abstenerse de ir siquiera a las urnas. Abundan los argumentos emotivos y racionales que alientan a evitar lo que se considera una farsa y que, a juicio de este tecleador, acabará siendo, efectivamente, una demostración más de burla y manipulación, con un desenlace absolutamente previsible.
Pero hoy no hay más forma de protesta y resistencia que la lucha en las calles (que logró frenar el año pasado la pretensión de privatizar el petróleo) y la denuncia y la oposición en los órganos pervertidos pero subsistentes de representación política. La protesta en las calles será infinitamente mayor a la que unos cuantos puedan dar en las cámaras y otras instituciones de gobierno, pero aquellas acciones masivas necesitan el apoyo, así sea numéricamente menor, de algunos que se aventuren en el pantano legislativo sabido. Así sea sólo por eso, a sabiendas de lo que viene, es posible que sea necesario votar positivamente, es decir, a favor de alguna de las opciones partidistas. De otra manera, no habrá ni siquiera la esperanza de la lucha.
Astillas
El ex director del Pemexgate, Rogelio Montemayor, tuvo ayer dos deplorables reapariciones públicas. Una, al saberse que la Suprema Corta le negó la solicitud de que fuese echada abajo una de las penas impuestas luego del escándalo de los fondos petroleros transferidos a la campaña del ahora fallidamente resucitado Francisco Labastida. La otra tuvo lugar en Pasta de Conchos, adonde llegó en días pasados amparándose bajo la presunta condición de asesor del despacho de abogados del Grupo México, es decir, según menciona la organización Familia Pasta de Conchos en un pronunciamiento, “del despacho del secretario de gobernación, Fernando Gómez Mont”. El ex gobernador de Coahuila pretende echar a funcionar una planta de lavado de carbón en el perímetro de la mina 8, donde la secretaría federal de economía determinó suspender las obras de exploración y explotación de carbón “hasta que Industrial Minera México restablezca las condiciones de seguridad e higiene para continuar las labores de rescate” de los trabajadores sepultados en el lugar. Pero Gómez Mont, perdón, el asesor Montemayor, llegó con los deudos de los mineros para presentar “una propuesta de buena vecindad” que le permitiera reiniciar trabajos, por lo pronto nada más de “lavado”. Este martes, unos 30 trabajadores llegaron a la planta lavadora para intentar cercarla e instalarse allí, lo que fue impedido por los familiares de los mineros sepultos. Montemayor/Gómez Mont/Grupo México continuarán presionando para reabrir lo que puedan de aquella zona de tragedia... Ya antes Burger King hizo enojar a las buenas conciencias mexicanas con un anuncio en el que aparecía un luchador chaparro y regordete (que a algunos hacía recordar la estampa de cierto resultado electoral adulterado) y, ahora, la Coca-Cola vuelve a asestar un golpe al orgullo patrio (el más reciente fue el del doctorado Honoris Coca a Chente Botas) a través de una de sus empresas, Schweppes, que produce bebidas en el Reino Unido y ha iniciado una campaña publicitaria denominada “Cómo obtener un asiento en el Metro”, en la que un vagón de ese transporte público aparece ocupado únicamente por una persona con sombrero de charro y, al lado, un paquete de pañuelos desechables y una bolsa de chicharrones. En el siguiente vagón se ven, amontonados, los usuarios que prefieren el hacinamiento a correr riesgos de contagio de la influenza “mexicana”... Un lector, cuyo nombre será guardado, hace ver el culto póstumo, y acaso cargado de culpas, que Quique Gaviotón hace al recuerdo de su esposa muerta en circunstancias extrañas (suicidio, fue la versión oficial): “En Toluca, en el estado de México, a un hospital perinatal, inaugurado este año, se omite el nombre de Josefa Ortiz de Domínguez que era el nombre del hospital precedente y se pone el nombre de Mónica Pretelini, no sólo esto, pues también existe una ambulancia con el nombre de Mónica Pretelini en el Instituto Materno Infantil del estado de México, además de otras dependencias con el mismo nombre. Así como en su momento al Hospital General de Atlacomulco se le puso Maude Versini, el nombre de la entonces esposa de Montiel, ya sólo falta que en vez de Toluca de Lerdo se le ponga Toluca de Pretelini”... Y mientras los candidatos panistas siguen aprovechándose electoralmente de desgracias como la del News Divine, ¡hasta mañana, en esta columna que ve cómo, con su nueva propuesta de comisionado, el IFAI sigue calderonizándose descaradamente!
Fax: 5605-2099 •
juliohdz@jornada.com.mx
Al mismo tiempo que Inegi acusaba ayer el desplome de la economía en el primer trimestre del año, (el segundo trimestre se anticipa peor por la fantasmal epidemia), el principal diario financiero de Alemania, Handesblatt, anunciaba que México se encamina a la quiebra. Esta publicación –asociada en contenidos a The Wall Street Journal– es el espejo de lo que piensan los hombres de negocios. Contrasta con el optimismo de Julio de Quesada, titular del Consejo de Empresas Globales, quien anunció ayer ante Felipe Calderón que un grupo de trasnacionales –no dijo cuáles– invertirán 6 mil 300 millones de dólares este mismo año para crear 27 mil 300 empleos directos e indirectos. La próxima Navidad veremos si cumplieron. Dice Handesblatt: “Todos los indicadores económicos van en picada. Las importaciones y exportaciones caen al nivel de 2006, las inversiones directas extranjeras bajan al de 1999. Las transferencias del extranjero –petróleo y turismo– están a la altura de 1996. El déficit en empleos será tan alto como en 1995”. Concluye que es posible que en los próximos meses se pierda el grado de inversión, lo que sería la señal para desatar una fuga de capitales masiva.
¿Puede quebrar un país?
Con todo el sombrío panorama que pinta Handesblatt, el Inegi informa que las cosas todavía están peor. Su reporte del primer trimestre del año –la información aparece desplegada ampliamente en la edición de hoy de La Jornada– confirma que de la etapa de estancamiento de los primeros años del panismo hemos pasado a un descenso en picada. ¿Puede quebrar un país? No es una empresa privada, por tanto, no aplican las reglas de una bancarrota comercial. Pero un gobierno sí puede llegar a un extremo parecido, sumamente crítico, como ocurrió en los sexenios de Ernesto Zedillo y Miguel de la Madrid. El presidente de la frágil palabra se vio forzado a suspender el pago de la deuda externa. Zedillín estuvo a punto de dejar de pagar los tesobonos, pero lo rescató –a un precio altísimo– el presidente Clinton. Ambas crisis dejaron una huella profunda, perduran las heridas. Ya entregadas las empresas estratégicas de la nación, y los bancos en manos de extranjeros, ¿con qué moneda se pagará en la crisis del calderonismo? ¿Con las penínsulas de Yucatán o Baja California?
Ganga
Resulta increíble que en estos momentos el peso se revalúe, pero se trata de una ganga electoral: ayer el público pudo comprar dólares a $12.95. En Hacienda olvidaron que al presentar en la Cámara de Diputados las bases del siguiente presupuesto dijeron que la cotización promedio de 2010 será de $14.60. Así que lo de hoy tiene la traza de una ganga electorera. De paso se llevaron al baile –ooootra vez– la mentada autonomía del Banco de México. Parece que convencieron a Guillermo Ortiz de que ayude al PAN a conseguir votos. Sólo falta que haga un espot como el de Iridia Salazar. Por cierto, ya había hecho su debut en la revista Max con unas fotos sexys. ¿Cuánto cobró entonces y ahora? Sólo por curiosidad.
n la danza de las frases célebres pronunciadas a lo largo de tres tristes décadas, México ha deambulado del no nos volverán a saquear” y el “no permitiré que el país se nos deshaga entre las manos” de José López Portillo y Miguel de la Madrid, respectivamente, al “nunca más otra crisis” de Felipe Calderón, sin olvidar los apotegmas de los demás. Pero de los dichos de ocasión a los hechos concretos, el saqueo ha sido permanente, deshicieron al país y esta heroica nación vive no sólo otra crisis, sino, tal vez, la más profunda y dramática de todas.
Entre la más reciente tanda de chistes crueles pasaron del jactancioso “catarrito” al desplome económico y la cancelación de más de 600 mil empleos formales en sólo medio año; de la envidiable cuan fatua “solidez” del “navío de gran calado”, al “ya estamos en recesión”, y de allí al “se nos cayó la recaudación”, con el consecuente “hoyo” de 300 mil millones de pesos en las finanzas públicas. ¿Qué otras creativas muestras de humor negro repartirán entre los mexicanos mientras se agudiza el deterioro?
Habrá que ver, pero en vía de mientras el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey, campus estado de México, nos obsequia el siguiente paseo por las finanzas públicas, por medio de sus Perspectivas económicas 2009: un país en recesión, que entre otros puntos destaca lo siguiente: “la necesidad de una reforma fiscal es un hecho insoslayable (pero) el gobierno debe primero hacer su tarea de forma interna antes de reclamar un sacrificio social mayor… En el fondo, los problemas que se enfrentan tienen una larga historia, ya que si bien es cierto que la actual crisis económica se originó en el extranjero, también lo es el que se reproduce en un sistema económico poco productivo y con un pobre desempeño social”.
La dependencia que las finanzas públicas tienen respecto a los ingresos petroleros las deja expuestas a la volatilidad, sobre la cual no se tiene ninguna influencia. “Si bien es cierto que el gobierno tiene una creciente necesidad por recursos de la sociedad, también lo es que sus requerimientos tienen origen en la adopción de medidas económicas que durante las últimas décadas han mermado sus ingresos tributarios. En primer lugar se encuentra la falta de crecimiento económico, el hecho de que la economía únicamente haya crecido un promedio de 2.6 por ciento durante los últimos 28 años, sin duda implica una menor recaudación fiscal por aspectos como el consumo y el impuesto sobre la renta”.
Por si fuera poco, resalta un segundo aspecto, relacionado con el hecho de que el empleo formal se ha visto afectado por las crisis económicas que han azotado a México desde 1982. “Cuando la gente trabaja en la economía informal deja de pagar impuestos, lo cual merma la recaudación por este concepto. Las autoridades fiscales no han logrado que todo ese universo laboral tribute, fundamentalmente porque se han enfocado a los contribuyentes cautivos. Otro problema es el crecimiento de un outsourcing, que además de disminuir las prestaciones laborales de las personas en muchas ocasiones no genera pago de impuestos y ante lo cual tampoco existen acciones encaminadas a regularizar dicha situación. Un cuarto aspecto es la falta de un marco legal que impida que grandes empresas terminen pagando menores impuestos que las pequeñas y medianas”.
Por el lado de las erogaciones, el gobierno tiene una enorme responsabilidad en los desajustes, “pues la mayor parte de su gasto corresponde al denominado como corriente y aún dentro del mismo a la parte clasificada como de otros, es decir aquel que no tiene relación con los salarios o la operación de las dependencias oficiales. El análisis del presupuesto permite afirmar que su ejercicio es ineficiente. Como consecuencia de lo anterior es prioritario que se genere una cultura de evaluación del impacto que tiene cada peso que el gobierno gasta, a fin de esclarecer cuál es el beneficio social o el crecimiento económico alcanzado. Mientras ello no ocurra, el aumentar la recaudación fiscal no necesariamente solucionará el problema de finanzas públicas, y la razón es muy sencilla: en los últimos años se recaudaron ingresos superiores a los presupuestados sin el mayor impacto económico o social”. De hecho, en el primer trimestre de 2009 el gasto corriente gubernamental reportó un explosivo crecimiento de 18.7 por ciento.
Menciona también “los errores de pronóstico presentados en la elaboración de presupuesto” para el presente año. En este sentido, “el diagnóstico del marco macroeconómico modificado para 2009 y del plan contra la crisis tanto en su parte de infraestructura como en la de protección a la economía familiar generan fuertes dudas”. De hecho, advierte, “la disminución del PIB presentada por la Secretaría de Hacienda en su corrección de los Criterios de Política Económica ocurriría aún en ausencia de la crisis financiera observada. Simplemente, “la estimación oficial minimizó los problemas económicos”.
¿Cuáles son las consecuencias económicas de los errores en las prospectivas económicas y la jactancia de “catarritos” y “gripas”? Simple: el gobierno calderonista estimó ingresos “correspondientes a un desempeño económico que no se está cumpliendo”.
Las rebanadas del pastel
De la lectoría y la historia: “en 1884, hace 125 años, se escribió en una revista sobre la realidad estatal: ‘jamás se había visto semejante situación, grandes, medianas y pequeñas se aterrorizan, los primeros prevén su próxima ruina, los segundos la miseria y los terceros el hambre; ni el comerciante, ni el agricultor, ni el artesano pueden hacer ya frente a sus compromisos; los habitantes emigran poco a poco, huyendo de la miseria’. Así empezaba la emigración a Estados Unidos. En ese año, las clases productoras estaban agobiadas como nunca por los impuestos excesivos. El ministro Peña (Porfirio Díaz 1876-1910, el tira no honrado) aplicó su plan: ‘incrementar gravámenes, pero el efecto boomerang fue contraproducente, el comercio languidece, los nuevos impuestos no habían resuelto el problema’. Se escribía: ‘la crisis no se ha resuelto, por el contrario se agrava’. Parece que no aprendemos de la historia, ¿verdad?: 125 años tirados al caño, para beneficio de una muy, muy pequeña minoría. Después vino lo ya conocido en 1910” (Gerardo Lorenzo,
gerardo.lrnz@gmail.com).
cfvmexico_sa@hotmail.commexicosa@infinitum.com.mx

Pedro Miguel: Navegaciones
n fechas recientes, mi cuenta de correo ha sido invadida por mensajes que rompen el alma: gatitas huérfanas y discapacitadas, conejos con leucemia, canarios ciegos, perros ancianos que sufren enfermedades neurodegenerativas. Al pie de fotografías realmente desgarradoras, los remitentes enfatizan el deber moral de abrir el hogar y el corazón a esos seres necesitados de cariño y de cuidados (a veces, intensivos) y de reivindicar ante la energía cósmica el buen nombre de la especie humana, tan enlodado por millones de canalladas de toda clase, chiquitas, medianas, grandes, extra large y jumbo. Me conmovió especialmente el caso de un pastor alemán que, tras sufrir la pérdida de movilidad de sus extremidades posteriores, fue echado a la calle por sus amos cruelísimos y anduvo arrastrándose por las aceras hasta que el remitente del mensaje se lo encontró, lo llevó a un albergue especializado en mascotas con capacidades especiales, lo bautizó Nerón, le tomó tres fotos dramáticas y tiernas y se puso a lanzar emails de auxilio a las direcciones de conocidos y desconocidos. Recordé entonces un caso similar que presencié años atrás en un pueblito oaxaqueño: el perro de una familia campesina fue atropellado en la carretera próxima, se quedó paralítico del abdomen para abajo y sus dueños tuvieron la buena idea de fabricarle una silla de ruedas ad hoc: era como una pequeña carreta de dos ruedas, sobre la que el infortunado animal asentaba sus cuartos traseros y que se le ataba a la cintura con un cinturón viejo. De esa forma, el can, convertido a la fuerza en una criatura bípeda, podía remolcar una parte de sí mismo moviendo las extremidades anteriores. Ahora que escribo esto, realizo una búsqueda rápida y descubro que ese artilugio rústico tiene equivalentes comerciales y hasta elegantes. De hecho, en Gringolandia hay un mercado de productos especiales para bichos a los que se les ha estropeado alguna una parte del organismo:
www.handicappedpets.com
www.youtube.com/watch?v=gMs0z84cXKo
El asunto me llevó también a evocar a Julia, una vegetariana de línea dura tan colmada de buenas intenciones que parecía a punto de explotar y que era capaz de compadecerse hasta de una ortiga necesitada de riego y abono. Era oriunda de Suecia o de Holanda, o algo así, y en cuanto llegó a México, siguiendo su primer impulso y su primer contacto, se fue a una comunidad michoacana a trabajar en proyectos de desarrollo sustentable. Llegada al lugar, Julia se enteró con gran desazón que allí la principal actividad económica era la porcicultura. Superado el trauma inicial, y ante la negativa de los habitantes a cambiar su actividad tradicional por la producción de propóleo, como les proponía la forastera, ésta discurrió una propuesta genial: matar a un ser vivo era desde todo punto de vista inaceptable, de modo que si no se podía evitar la explotación de su carne resultaba obligado preservarle la vida. Como primer paso, la mujer trató de convencer a los productores de que cambiaran de giro, dejaran de hacer carnitas y que, en vez de eso, se dedicaran a la fabricación de jamón serrano, lo que podía reportarles un notable incremento en sus ingresos. Cuando logró venderles esa idea, pasó al punto dos: a cada cerdo se le amputaría, por medio de una intervención quirúrgica cuidadosa, con el concurso de un anestesista calificado y subsiguientes apapachos postoperatorios, uno de los cuartos traseros, el cual sería destinado a la producción; a cambio del daño, se compensaría al animal con una prótesis adecuada, alimentación a base de nueces y almendras, vivienda limpia y afecto humano hasta que sobreviniera su muerte natural. Hasta donde sé, los que habrían de salir beneficiados con la propuesta –ingrata que es la gente– la mandaron al cuerno.

Faith, la perra de Oklahoma que nació sin extremidades anteriores, por lo que se volvió bípeda www.youtube.com/watch?v=EhOuCO07ENE

Conocí a Julia cuando elaboraba el proyecto. Había venido al Distrito Federal para solicitar la asesoría de un veterinario con especialidad en homeopatía y acupuntura. Me llamó por teléfono para pedirme mi opinión, nos citamos en un café, acudimos, nos presentamos, ella desplegó en la mesa unos papeles con textos y dibujos, se lanzó sin más preámbulos a exponerme su plan y yo la escuché con atención hasta que terminó. Luego le formulé algunas preguntas básicas: el precio promedio de un cerdo, los honorarios del cirujano, el costo al mayoreo de las prótesis (ella dudaba si era aceptable mandarlas a hacer en serie o si, por el contrario, la ética exigía que fuesen a la medida de cada animal amputado) y el presupuesto para la jubilación digna de los porcinos. Saqué del bolsillo una hermosa y entrañable pluma fuente, garabateé sobre una servilleta unas sumas rápidas y unas divisiones de bulto y obtuve que, para sacar gastos, los porcicultores tendrían que vender su jamón en algo así como 700 dólares el kilo. Recordé entonces al perro oaxaqueño y le sugerí que se cortara ambas patas traseras a los puercos y se les proveyera no de prótesis, sino de sillas de ruedas; de esa manera, le dije, los costos del producto a granel podrían bajar a unos 450 dólares, y aun así sería difícil colocar en el mercado aquel jamón humanitario. Ella me lanzó una mirada ofendida ante lo que consideró una inmoralidad y, sin decir palabra, recogió sus papeles de la mesa, se levantó y salió del café. Su partida súbita me dejó tan sorprendido que en el momento no me di cuenta de que se había llevado mi pluma fuente.
Años después me llegó una solicitud para que agregara mi nombre a una lista de firmantes de un proyecto formidable que aspiraba al patrocinio de la Organización Mundial de la Salud, de la Comisión Económica y Social de la ONU y de la UNESCO, y en el que la tal Julia fungía como directora estratégica. Se trataba de un plan ejecutivo muy bien diseñado, tanto en lo conceptual como en lo gráfico, que clamaba por un enfoque holístico en la relación entre los humanos y otras especies animales. Proponía, entre otras acciones, prohibir los atroces métodos de electrocución empleados para obtener esperma de sementales perezosos y sustituirlos por adaptaciones del yoga kundalini orientadas a equinos, porcinos y osos pandas del zoológico; incluir en los planes de estudio de las carreras de veterinaria una materia sobre invertebrados, para que los egresados pudiesen dar asistencia clínica y sanitaria a pulpos en desgracia, arañas con una pata rota y hasta a humanos que hubiesen atentado contra una mosca, le hubiesen producido traumatismos severos y luego, arrepentidos de su acción, pretendieran salvar la vida de su maltrecha víctima; ah, el plan de acción también estipulaba que, si no era posible persuadir a ciertas industrias químicas de que dejaran de producir insecticidas, cuando menos se les debía exigir que agregaran a sus productos un anestésico poderoso para evitar el sufrimiento final de los seres inocentes asesinados. Cuando estaba a punto de agregar mi rúbrica en el documento, me pregunté si no sería conveniente pensar menos en los zancudos con hipertensión y más en los millones de humanos que la están pasando de la chingada en este mundo, y como además la directora ejecutiva de la propuesta me había dejado sin pluma, no la firmé.
navegaciones@yahoo.comhttp://navegaciones.blogspot.com
Narcotráfico y confrontación política
El coordinador de la bancada del Partido del Trabajo (PT) en el Senado de la República, Ricardo Monreal Ávila, solicitó ayer una licencia temporal por tres semanas, a efecto de permitir, sin la protección del fuero del que goza en su condición de legislador, una eventual investigación, sin trabas, dilaciones o protección constitucional”, sobre los señalamientos que se le han hecho desde la gubernatura de Zacatecas, y que han sido amplificados por algunos medios, por supuestos nexos con el narcotráfico.
El anuncio tiene como telón de fondo el reciente intercambio de acusaciones sobre supuestos vínculos con el crimen organizado entre el legislador petista y la gobernadora de Zacatecas, Amalia García Medina. El lunes, Monreal Ávila responsabilizó a la también ex dirigente nacional del PRD por la fuga de 53 reos del penal de Cieneguillas, ocurrida el pasado sábado, y señaló que el hecho pudiera estar relacionado con “presuntas complicidades (del gobierno de García Medina) con la delincuencia organizada”. Con tales declaraciones, el senador del PT respondió a una campaña publicitaria difundida desde abril pasado por la administración estatal, en la que se hacen señalamientos velados sobre presuntas conexiones de su familia con el narco.
Al solicitar la separación temporal de su cargo, Monreal asume una actitud correcta y plausible, por cuanto se muestra dispuesto a no empantanar el curso de las posibles indagaciones en su contra y sienta un precedente por demás saludable en la vida política de nuestro país, donde abundan episodios en los que el fuero ha sido utilizado como garante de la impunidad: baste mencionar, como botones de muestra, los casos de los ex legisladores priístas Carlos Romero Deschamps y Ricardo Aldana, acusados por el desvío de más de mil millones de pesos de Petróleos Mexicanos (Pemex) para financiar la campaña del ex candidato presidencial Francisco Labastida Ochoa –en el episodio conocido popularmente como Pemexgate–, y quienes sin embargo no pudieron ser consignados en virtud de su inmunidad constitucional. Del lado del Partido Acción Nacional, destacan las denuncias por fraudes mercantiles y corrupción en contra de Jorge Nordhausen González, actual diputado por Campeche, operador de Amigos de Fox en esa entidad, quien ha podido eludir tales señalamientos gracias a su fuero de legislador.
Es claro, por lo demás, que ni la gobernadora de Zacatecas ni su antecesor en el cargo han demostrado estar a la altura de las circunstancias en el marco del intercambio de acusaciones referido: hasta ahora, ninguno de los dos ha aportado pruebas que sustenten sus denuncias y es inevitable sospechar que éstas obedecen a una confrontación político-electoral en vísperas de los comicios legislativos de este año y, sobre todo, de cara al relevo del gobierno estatal, que tendrá lugar en 2010.
Se asiste, pues, a la expansión, ahora en el ámbito de las izquierdas, de una estrategia introducida por la dirigencia nacional panista que consiste en utilizar la crisis de seguridad que vive el país –consecuencia del narcotráfico y de otras expresiones del crimen organizado, pero también resultado indeseable de las estrategias gubernamentales– como recurso de propaganda y descrédito electoral: en los últimos meses, la coalición bipartidista de facto que detenta el poder se ha enfrascado en un cruce de acusaciones sobre presuntas complicidades con los cárteles de la droga, acusaciones que, a pesar de su gravedad, no parecen tener otro fin que el posicionamiento partidista, habida cuenta de que no han sido sucedidas por las denuncias penales correspondientes.
En suma, de la creciente politización del tema del narcotráfico, inevitable por el empecinamiento oficial en mantener una estrategia condenada al fracaso, se ha pasado a la narcotización de la política, cuando menos en el ámbito propagandístico, y acaso también en otros. Así, lejos de contribuir a la reconstrucción de la credibilidad institucional –sobre todo la electoral, cuya imagen quedó severamente dañada tras los desaseados comicios de 2006–, la clase política del país pareciera empeñada en enrarecer el ambiente electoral, incrementar el descontento ciudadano y desincentivar la participación ciudadana en los comicios de julio próximo.
En días pasados un ex alumno de posgrado, Tonatiuh T. González V., me envió una propuesta atendible para las próximas elecciones. No la cito en su totalidad porque es extensa, pero sí algunas de sus partes sustantivas.
Tonatiuh partió de una consideración insoslayable en estos tiempos: que hay descontento más o menos generalizado hacia los políticos y sus partidos. Y añadió: Varios analistas políticos han defendido el derecho de los electores a anular el voto para mostrar su inconformidad, mientras que otros advierten que no se puede ignorar la realidad, ya que algún candidato ganará para posteriormente [ser representante], al mismo tiempo que la anulación, al igual que sucede con la abstención, iría en beneficio de algunos partidos y en detrimento de otros. Y propuso otra opción: “Los electores mexicanos podrían ir a votar por el candidato o partido de su preferencia pero manifestando públicamente su inconformidad con los políticos a través de múltiples manifestaciones creativas y cívicas, que además no están prohibidas por el Cofipe. Algunos ejemplos podrían ser caminar rumbo a la casilla y formarse en la fila de votación con la cara tapada con una bolsa de papel con hoyos a la altura de los ojos, la cual, obviamente, tendrían que quitarse frente a los funcionarios de casilla y al votar, pero que se podrían volver a poner después de esto. Dicha práctica es ampliamente utilizada por los fanáticos de los equipos de fútbol de distintos países para mostrar su inconformidad con su equipo, sin dejar de ir a los encuentros deportivos; también se podrían pintar en las playeras Voto bajo protesta o frases similares. Otros ejemplos se podrían retomar de algunos ciudadanos franceses que en la segunda vuelta de 2002, para evitar que ganara el ultraderechista Le Pen, tuvieron que votar por el gobernante Jacques Chirac, a pesar de que […] se habían comprobado actos de corrupción en su administración y, para demostrar su descontento con Chirac, asistieron a las urnas con guantes y pinzas en la nariz.”
Estas ideas me parecen muy atractivas y llamarían la atención de los medios. Se vota pero se demuestra un cierto repudio a los partidos y a sus candidatos. Si la gente no acude a las urnas (abstención) o si anula su voto, beneficiará indirectamente a los gobiernos que tienen más recursos para influir en la orientación del sufragio, como lo está haciendo ya el Partido Acción Nacional con sus ataques al PRI (su principal competidor en esta ocasión), además de que no se notará ante la opinión pública. Los medios y el mismo IFE dirán que hubo una gran abstención (que no es excepcional en elecciones intermedias), y que muchos se equivocaron al votar por lo que sus sufragios tuvieron que anularse. En cambio, si se vota bajo protesta y se hace evidente el rechazo a los partidos y sus candidatos, éste no podrá ser manipulado y tal vez tampoco ocultado pues se trataría de una táctica que en México no tiene precedentes y por lo cual será noticia. No es lo mismo un acto privado (el voto es secreto) que una manifestación pública de descontento, de inconformidad y de rechazo.
Las propuestas del ciudadano Tonatiuh González, como me ha pedido que lo presente al preguntarle si podía citarlo, me parecen francamente adecuadas y las hago mías en este espacio. Son fáciles de llevar a cabo, son baratas y son efectivas ante la opinión pública nacional y extranjera.
Otra cosa es por qué partido votar. Si todas las baterías del PAN están dirigidas contra el PRI es por algo, no es un caprichito de Germán Martínez ni de Felipe Calderón. Quieren ganar la mayoría en las Cámaras de Diputados, tanto en la federal como en las estatales, además de las gubernaturas y presidencias municipales en juego. Esto es claro y el PAN está usando una táctica semejante a la de 2006 contra López Obrador (la llamada guerra sucia). Razón suficiente, que no única, para no votar por el blanquiazul ya que, además de corrupto, utiliza malas artes, incluso fraudulentas, para llevar a puerto sus políticas reaccionarias y oscurantistas.
La competencia entre el gobierno federal (PAN) y el del Distrito Federal (PRD) por demostrar reacción pronta y según ellos eficaz ante la contingencia por la influenza (para no repetir el síndrome del 85), también tiene visos de haber sido una maniobra con fines electorales, como lo demostraría el hecho de que se decretó el fin de las exageradas restricciones sanitarias a partir del 6 de mayo a pesar de que los contagios siguen en aumento y también el número de muertes (más en México que en otros países, aunque estadísticamente no sea significativo). El PAN, como ha sido evidente, ha querido demostrar –a través de Calderón– que lo hecho estuvo bien, tanto que el inquilino de Los Pinos incluso se autonombró salvador de la humanidad, aunque su salvación le haya costado al país un golpe más a su crítica economía.

Javier Jiménez Espriú: De genoma a genoma
De genoma a genoma
Javier Jiménez Espriú
Casi al mismo tiempo, los mexicanos nos encontramos con dos noticias: una buena y una mala, espectaculares y contrastantes.
Va primero la buena: un selecto grupo de científicos mexicanos y de tecnólogos de la información, agrupados en el Instituto Nacional de Medicina Genómica, encabezados por el doctor Gerardo Jiménez Sánchez, trazó el “mapa del genoma de los mexicanos”, con lo que se abre un futuro promisorio para la mejor atención y la preservación de la salud de los nacionales por lo cual, entre otras cosas, a decir del presidente Calderón, resultará más económica la atención de la salud.
Para lección de los tomadores de decisiones que no ven más allá de “los costos” de la investigación, he aquí la demostración de una inversión, modesta para el resultado, como modestas, si no paupérrimas, son todas las dedicadas a la investigación y el desarrollo científico y tecnológico del país, que puede cambiar el destino de la salud física de los mexicanos.
Menciono sólo al doctor Jiménez Sánchez, líder del proyecto, para no omitir, por desconocimiento, a ninguno de los participantes en el mismo, pero sugiero al Instituto Nacional de Medicina Genómica hacer públicos los nombres de todos para rendirles el merecido y agradecido homenaje que les debe la nación.
En mi reciente defensa del petróleo nacional mencionaba como altamente preocupante “el total desprecio de las autoridades por la ciencia y el desarrollo tecnológico o una acendrada convicción sobre su intrascendencia, lo que es no sólo grave para el sector de la energía, sino para el porvenir todo del bienestar de la nación. Por eso las intenciones de recortar los presupuestos de las universidades públicas; por eso el estancamiento en la inversión en investigación y desarrollo”. Ojalá que este acontecimiento modifique voluntades y criterios y lleve a reconsideraciones trascendentes y necesarias.
Va la mala: otro grupo de personas –aquí no todos mexicanos–, el señor Carlos Ahumada, por conducto de su libro Derecho de réplica; el licenciado Carlos Madrazo, en El despojo, y el ex presidente Miguel de la Madrid, en su entrevista con esa periodista excepcional que es Carmen Aristegui, cuyos avances oí por radio esta mañana, puso al descubierto –que no descubrió– “el mapa genómico de las elites del poder mexicano, público y privado”, cuyos componentes (corrupción, colusión, contubernio, malversaciones, cohechos, dádivas, extorsiones, injusticia, impunidad, narcotráfico, tráfico de influencias, asesinatos, cinismo, ineptitud, ignominia y un ilimitado número de etcéteras) ofrecen, a diferencia del mapa del genoma de los nacionales, un futuro poco promisorio para la salud pública del país. Parecería que en este caso estamos desahuciados. Que no hay remedio a la vista.
Aquí sí menciono sólo a los protagonistas de “la puesta en escena”, y no a ninguno de los personajes vinculados con los relatos, porque de otra manera caería en más omisiones que aciertos, a no ser que acompañara este artículo con un anexo más extenso que el directorio telefónico de la ciudad de México.
Pero quiero terminar con otro ¡ojalá! No podemos conformarnos con el ya ni modo, con que todo ha prescrito, con que hay que detener el escándalo, con que es mejor darle vuelta a la página, con que la verdad nos incomoda y daña, con que cada país tiene el gobierno que se merece o a los emporios que tiene que soportar, con que nadie quiso decir lo que dijo. Mi deseo es que encontremos la forma de cambiar, en este último y siniestro mapa, algunos de los cromosomas, para no seguir siendo como somos.
jimenezespriu@prodigy.net.mx
Es evidente que la sucesión de escándalos en los que aparecen personajes de todas las denominaciones ha acreditado hasta la náusea la idea corriente de que, en efecto, existe una clase política” que actúa por encima o al margen de la sociedad, siempre en beneficio propio e independientemente del origen o la procedencia de sus miembros. Imposible salir en su defensa. En el extremo opuesto, entre politólogos y buenas conciencias, se pretende que la política es mero “servicio” al margen de los intereses individuales, de grupo o de clase que los políticos representan. Ambas generalizaciones son erróneas.
El fracaso de los partidos para reformar México, así como los excesos del poder, aunado a la ceguera histórica de las elites para limitar los privilegios clasistas, la persistencia de una cultura política sustentada en la intolerancia, la exclusión y la discriminación, así como la frustración ante la parálisis reaccionaria de las instituciones bajo el panismo, han creado un vasto sentimiento de animadversión contra la “clase política” –sobre todo contra la llamada “partidocracia”– y sus escándalos, pero también contra la política en general, considerada como una actividad “sospechosa” y poco edificante por los mismos intereses fácticos que defienden su propia agenda maniobrando en los pasillos del poder sin sujetarse a las reglas del juego que les impone el pluralismo, la sociedad abierta y la urgencia de hacer de México un país menos injusto y desigual.
Sin duda, todos los políticos comparten la voluntad de gobernar, es decir, la vocación de poder, la disponibilidad para ejercer profesionalmente las funciones del Estado. Tienen en común la aspiración a ser expertos en el dominio de su actividad, considerada como un arte sujeto a ciertas reglas (aunque el oportunismo sea mal visto), pero se distinguen entre sí no solamente por sus capacidades, formación y moralidad sino, y esto es decisivo, por los fines que orientan su participación en la vida pública, esto es, por los principios y valores que los unen a otros que piensan de manera semejante (partidos, grupos, etcétera) y a los objetivos que se proponen alcanzar mediante su participación en la arena pública. Si estos fines se deslavan o desaparecen bajo el peso de las ambiciones personales o de la corrupción (o por simple estrategia de camuflaje ideológico), digamos, la función política también se degrada, aunque difícilmente se pueda probar que la naturaleza última de dicha actividad sea favorecer actitudes ilícitas o inmorales. En rigor, de labios para fuera nadie acepta que cualquier medio sirva para alcanzar objetivos legítimos (sin mancharlos), aunque muchos políticos de las más diferentes ideologías se esfuercen por demostrar lo contrario, como si trataran de probar a la vez que todos son iguales. Para esos casos, en una sociedad democrática están –o deberían estar– los tribunales.
El mensaje contra la “clase política”, que no sólo denota justificada irritación, podría, empero, tener efectos ilusorios entre la ciudadanía: un lector escribe al foro de un diario nacional: “La mejor manera de cambiar este país, en este momento, es no votar por ningún partido; la clase política está corrompida, acabemos con todos ellos”. Se piensa, porque así se desea con toda pasión y buena fe, que la inmoralidad reinante se resolverá mediante una expiación ética a cargo de la sociedad que, utópicamente, alzará sobre las ruinas del viejo régimen un nuevo orden “sin políticos”, vale decir, sin Estado.
La crisis de representación es a final de cuentas la expresión de la crisis de un “modelo” político que no acaba de extinguirse mientras que el prometido para sustituirlo sigue sin crecer. Todo está a medias. Donde la alternancia debió sentar las bases de un cambio de fondo se produjo la primera gran claudicación. Satisfechos, los partidos se acomodaron a la democracia sin asumir la reforma institucional del Estado y dilapidaron la legitimidad trabajosamente alcanzada en años de transición. Las grandes reformas no llegaron, ante la incompetencia de los poderes dominantes para percibir los vientos del cambio.
El conservadurismo se resignó con la máxima hegeliana de que “todo lo real es racional”. Desaparece toda noción de futuro. No hay proyecto porque nadie lo necesita para medrar con el reparto de posiciones. Más que el despliegue de la pulsión democrática asistimos al asalto final contra el viejo constitucionalismo del siglo XX, sin cuestionar, por cierto, algunos de sus fundamentos objetivos. En nombre de la democracia, la Iglesia vuelve por sus fueros; los medios se erigen en jueces de la vida nacional, la riqueza se concentra mientras se estigmatiza al Estado, a las organizaciones sociales; la justicia no cancela la impunidad; la democracia electoral tropieza sin remedio ante la rigidez autoritaria de los sindicatos, las asociaciones civiles y religiosas. La inmoralidad campea y a su modo la corrupción también se “democratiza” gracias a la pluralidad. El cinismo se instala como primera ideología del poder. Todo se vale. De estos años emerge un país desigual, desencantado, inmerso en la violencia y la crisis económica, torpemente paliada con mucha retórica y más demagogia.
Después de las elecciones entraremos en una fase de inevitable reajuste en la competencia política. Es evidente que el régimen de partidos existente ya no responde a las realidades del país y se hacen necesarios cambios al respecto, si no se desea llegar al 2012 en un clima de absoluta confrontación. El arreglo que permitió la alternacia ya se agotó, pero eso no significa renunciar ni a la política ni a los partidos, a elevar el nivel del debate público, que hoy se halla por los suelos. Ojalá y la izquierda tenga el valor de asumir que la fragmentación actual la lleva a la ruina, que es mejor fijar de una buena vez las diferencias y acordar caminar juntos cuando sea posible.
Estamos ante el fenómeno de la descomposición, que marca con todo rigor el largo final de un régimen que se ha vuelto decadente e insostenible. Pero la polarización, y sus secuelas en términos de la protesta social, no asegura la modificación del rumbo. Cuando falla la política se instaura la violencia. Pero la política exige compromisos, actuaciones transparentes, políticos, no sólo predicadores.
No tengo el don de la escritura; en ocasiones se tuerce y muchas veces es tosca, con ello convivo y busco superarlo. La necesidad de decir, y decir bien, obliga. Uno busca referentes para aprender. Pero no se trata de una cuestión de estilo. Junto a lo dicho debe haber un motor que impulse las palabras. Una seña de identidad. Octavio Ianni, sociólogo brasileño, me llamó la atención sobre escribir con seso, intestinos y corazón. Todo a la vez, crear un equilibrio entre un buen ensayo y una descripción agreste sin alma. Pablo González Casanova me ha recomendado la lectura de Antonio Machado, tanto como Jorge Luis Borges. Autores donde se refleja frescura y diversidad en el uso del lenguaje. Basta con recordar cómo inicia Machado la clase de poética y retórica de Juan de Mairena: “Señor Pérez, salga usted a la pizarra y escriba: ‘Los eventos consuetudinarios que acontecen en la rúa’... después de meditar, escribe: ‘Lo que pasa en la calle’.”
Conocer la gramática no lo es todo. Es necesario jugar con las palabras, transgredir las normas, buscar y recuperar significados. Impedir la condena de los conceptos fuertes evitando que la sociedad enmudezca. Transformar estética en obligación ética, en vivencia, conciencia crítica y transgresora. Forma y contenido entrelazados. No es una cuestión estilística, cuya meta se reduce a la soberbia de engrandecer egos y enaltecer la mezquindad del yo. Seguramente hay buenos estilistas, pero pocos artesanos de las letras, cuya coherencia les impide torcer el camino en medio de la batalla, negándose a ser víctima de la profecía cumplida y del tópico: donde dije digo, digo Diego.
Las palabras son un bisturí en manos de un buen médico; manipuladas por chapuzas, auguran lo peor. Se transforman en un amasijo somnoliento y pretencioso, pierden viveza. Suponen la muerte de la poética puesta en el lenguaje. El don de la escritura no puede ser una rutina. Benedetti amaba escribir para contar historias. Sus relatos captan el significado profundo del amor, el desengaño, la lucha política, la memoria. Son la esencia de la vida cotidiana, del alma y del cuerpo. Puso letra a todo cuanto es creación humana. Indagó la maldad. Se batió en duelo a la vieja usanza, con honor. No soportó la traición. Su trabajo consistía en llamar a las cosas por su nombre. Formas simples y llanas. Son méritos que convierten su vida y su obra en ejemplar.
No le valieron prendas para condenar la mentira, viniese de donde viniese y la dijera quien la dijese. Lo dicho quedó reflejado en el debate con Mario Vargas Llosa en 1984. Éste lo insulta, tildándolo de corrupto por defender las revoluciones sandinista y cubana, amén de considerarlo un robot alegre por apoyar el socialismo. Además se posesiona con una salida democrática al subdesarrollo y a las dictaduras, interpretación maniquea a la cual Benedetti responde demostrando coraje y algo de lo que carecía su contrincante: principios, altura de miras y dignidad. Los encabezados de su respuesta denotan su malestar: Ni corruptos ni contentos y Ni cínicos ni oportunistas.
En ellos subraya: Me parece absolutamente legítimo que un escritor como Vargas Llosa se sienta tan presionado por la realidad como para pronunciarse sobre ella. La circunstancia de que muchos intelectuales latinoamericanos, a pesar de no practicar la obsecuencia ni la obediencia ciega que suele atribuirnos Vargas Llosa, mantengamos nuestra adhesión a las revoluciones de Cuba y Nicaragua no impide comprender que vanos aspectos de esas realidades hieran, vulneren o incluso descalabren ciertas pautas y arquetipos de otros intelectuales... A un intelectual del alto rango artístico de Vargas Llosa debe exigírsele una mínima seriedad en los planteos, particularmente cuando éstos ponen en entredicho la probidad de sus colegas. Hablar de corruptos y contentos en una región del mundo en la que hay tantos intelectuales perseguidos, prohibidos, exiliados... en ese marco de discriminación y de riesgo, de amenazas y de crimen es, por lo menos, una actitud insoportablemente frívola.
En la segunda entrega, tras nuevos insultos de Vargas Llosa, le recuerda su historia: Hace ya unos cuantos años que mi tocayo señaló, con una imagen que hizo carrera, que la literatura ha de ser siempre subversiva y que el escritor debe ser una suerte de buitre que esté siempre dando vueltas sobre la carroña. Reconozco que mi vocación de buitre es prácticamente nula, y también la capacidad subversiva de la literatura es viable y defendible cuando el escritor distingue honestamente algo que subvertir, pero no como obligación eterna y menos como un deporte. Parece claro y elemental que si lucho por una sociedad más justa, cuando ese cambio, así sea primariamente, se produce, tratar de subvertir la situación equivaldría a proclamar una vuelta a la injusticia.
La discusión se zanjó con la salida de Mario Benedetti de las páginas de opinión de El País. El Grupo Prisa y Juan Luis Cebrián, a la sazón director del matutino, decantaron la línea editorial hacia el peruano.
Mario Benedetti hace fácil lo difícil. Capta los valores y las vilezas de los mortales. Muestra, como en el ejemplo anterior, la cara de la traición, de la ignominia. Describió la muerte diseccionando las dictaduras y sus dictadores. No le hicieron falta títulos universitarios. Tampoco se inventó, como José Joaquín Brunner, ex ministro de Educación chileno, un falso titulo de sociólogo y posgrado en Oxford. Era un artesano de la palabra, un poeta. Siempre tuvo una sonrisa y no faltó a sus compromisos; se exigía con quienes sentía eran sus compañeros de viaje.
Mario Benedetti ha sido un hombre comprometido con su tiempo, y por ello fue perseguido. Su palabra resulta incomoda. Él supo el significado de un doble exilio. Enfrentó decretos de busca y captura. Desde la firma por el gobierno de Bordaberry el 27 de junio de 1973 llamando a los militares al poder, con un joven Julio María Sanguinetti en funciones de ministro, se abocó a denunciar las tiranías, sin dejar de escribirle al amor. Exiliado en Madrid, recibió el cariño de unos, los más, y el odio de la elite política. No le perdonaron vivir el Sur en el Norte, decir que también existía, reclamar derechos de autodeterminación y soberanía para los países que sufren la penetración imperialista. Hoy los hipócritas lloran su muerte. Por suerte, Benedetti fue claro: en el tiempo de la globalización, lo que se globaliza es la hipocresía.
E n 2008, el Sydney Morning Herald daba cuenta de la “preocupación” de los gobiernos de Estados Unidos y Australia por la presencia de personal de salud cubano en el sur de Asia y el Pacífico, una “amenaza –decía– a la seguridad regional”. Es curioso que la potencia hegemónica mundial, embarcada en dos guerras coloniales en Asia, y su principal aliado en el Pacífico sur, se preocupen por un ejercicio de impecable solidaridad humanitaria de un pequeño país de poco más de 11 millones de habitantes, sometido, además, a la perenne hostilidad y la asfixia económica por la primera. A diferencia de las tropas y bases militares de Washington, los trabajadores de la salud cubanos están presentes para salvar vidas donde su concurso ha sido solicitado por los gobiernos nacionales, casi siempre en parajes remotos donde nunca ha ido un médico, sea porque la nación anfitriona carece del personal o porque éste rehúsa trabajar en aquellos.
La cooperación internacional de Cuba en salud no es nueva. Forma parte de la tradición solidaria de la revolución, iniciada en ese campo desde el año 1960 con la presencia de una brigada médica que atendió a las víctimas del terremoto ocurrido entonces en Chile y continuada con el envío de otra a la Argelia recién liberada del colonialismo. Entonces la isla perdió la mitad de su personal médico, estimulado a emigrar a Estados Unidos, pero hoy cuenta con 14 veces más galenos y paramédicos y la proporción más favorable en el mundo de doctores por habitante. Únicamente así podía haber creado y consolidado su sistema de salud gratuita y universal sin precedente, contribución señera a la dignidad de los cubanos al propiciarles el disfrute de este derecho humano fundamental del que está privado gran parte del género humano. De una facultad de medicina que existía al triunfo revolucionario, Cuba cuenta actualmente con 22 universidades de medicina a lo largo de su geografía y además, con la Escuela Latinoamericana de Medicina, donde estudian más de 10 mil jóvenes de 28 países, incluidos caribeños, africanos, árabes, asiáticos y estadunidenses pobres.
Más de 80 naciones reciben colaboración médica cubana y 14 se benefician del Programa de Atención Médica Integral para América Latina, el Caribe, África y Asia, surgido a iniciativa de Fidel Castro cuando a raíz del devastador paso del huracán Mitch fueron enviados varios contingentes de médicos cubanos a países de Centroamérica. Participan de este programa, entre otros, Haití, Belice, Guatemala, Honduras, Nicaragua, Bolivia, Laos y Timor Leste.
El caso de Haití es emblemático puesto que el precursor de la independencia y la liberación de los esclavos en América Latina es hoy es una de las naciones más empobrecidos del planeta, sometida a constantes intervenciones militares, precio que le han hecho pagar los grandes poderes por su osadía. Allí la atención médica de 75 por ciento de la población recae en la brigada cubana, que además de lo asistencial enfatiza en la educación para la salud de las comunidades y la medicina preventiva. Como en todos los países donde sirven, los médicos cubanos se abstienen de intervenir en la política local pero coordinan su actividad con los distintos niveles de gobierno, organizaciones populares, barriales e iglesias. Cuba y Venezuela construyen tres Centros de Diagnóstico Integral en otros tantos departamentos (provincias) de Haití –llegarán en el futuro a 10; uno por cada departamento del país–, en los que médicos cubanos y haitianos recién graduados en Cuba prestarán servicios gratuitos de cirugía, cardiología, terapia intensiva, ginecología, laboratorio clínico, radiografía y ultrasonido. Haití sólo cuenta con 2 mil médicos, concentrados casi todos en la capital y predominantemente privados, por lo que sus servicios no están al alcance de la gran mayoría de sus ciudadanos. Este solo dato permite calibrar lo que representa el aporte de los alrededor de 500 cooperantes cubanos de salud y sus colegas haitianos formados en Cuba. Pero en países como Belice la mitad del personal de salud activo es cubano y en Guatemala, Honduras y Nicaragua su cobertura alcanza a varios millones de personas.
Cuba propuso en la ONU un programa para erradicar el sida en África. Recaería totalmente en personal de la isla con un fondo financiero para medicamentos y equipos aportado por los países ricos. Aún se espera su respuesta.
aguerra_123@yahoo.com.mx
En una época de crisis y transición hegemónica como la que vivimos, son frecuentes, riesgosos y patéticos los desfases y los cruces entre una realidad que cambia estructuralmente y la terquedad de inercias con su retórica, paradigmas e intereses que corresponden a situaciones históricas que se desvanecen o mutan con inusual ímpetu. Son desfases que exigen atención porque afectan áreas críticas y conexas: economía, política y seguridad.
Con un retroceso del PIB mexicano del 5 al 6 por ciento es de alta explosividad social la ausencia de políticas anticíclicas vigorosas y generalizadas que apoyen al aparato productivo, a su sector industrial, agropecuario, de servicios y responda a la baja demanda interna y externa asociada a la crisis económica y financiera mundial.
Es un desacierto agravado por el brote del H1N1 que, como apunta S&P, impacta al comercio minorista, turismo, financiamiento hipotecario, industria automotriz y de la construcción. Que la actual política fiscal y monetaria condena al país a “una contracción mayor”, lo saben voceros de Moody’s y Standard and Poor’s (S&P), conocidas firmas calificadoras. Alfredo Coutiño, de Moody’s notó que “el gobierno (de México) no generó la flexibilidad fiscal suficiente –gasto– para mitigar el impacto de un choque externo” y que el Banco de México no sincronizó su política monetaria “al estímulo fiscal a tiempo, a pesar de la clara evidencia de recesión”. (La Jornada, 15/5/09, p. 28). Pero nuestros hacendistas tan sujetos a la condicionalidad externa no lo ven así, como el borrachito aquel que, cuando el festín neoliberal acabó, la orquesta calló y es otro día, sigue brindando, lanzando cohetes y confeti.
Pero no es el espectáculo chusco ofrecido por los neoliberales, sino los ruinosos efectos humanos y ecológicos de su sometimiento a Estados Unidos, por el desempleo, pobreza, insalubridad, devastación ambiental, polarización, informalidad económica y criminalidad que acicatea su diseño procíclico de políticas fiscales, monetarias y reformas estructurales, que Estados Unidos y Europa recetan a otros pero consideran un suicidio para sus sociedades y economías. A Washington esos efectos sirven como excusa para imponer regímenes de excepción neo coloniales en México, Colombia y Centroamérica.
Agréguese a la caída económica el colapso de legitimidad del calderonismo y se tendrá un indicio del monumental error histórico y geoestratégico que, como documenta Alfredo Jalife, acarrea la conjunción de la reforma energética y la integración militar con Estados Unidos por medio del Comando Norte. Además, la militarización de la campaña contra el narco desgasta y polariza al Ejército y la función de Defensa nacional.
El ex senador Manuel Bartlett recién advirtió que esa reforma es una privatización de facto para pseudolegalizar el contratismo desatado en Pemex. Lo que ocurre en un contexto de integración militar bajo la Iniciativa Mérida (IM), dado el despliegue terrestre y marítimo de las operaciones de la paraestatal. Semejante al Plan Colombia, la IM nos abre a la intervención/ocupación extranjera abierta o disfrazada, con efectos de gran riesgo para los derechos humanos y la soberanía.
En ese contexto es preocupante lo que ocurre en Pemex: según la senadora Rosario Ibarra de Piedra, desde hace dos años en Nuevo León se registraron “38 desapariciones de personas pertenecientes o vinculadas al sindicato petrolero… las desapariciones de petroleros tienen que ver con policías y soldados, con órdenes de alto nivel”. (La Jornada 17/5/09, p.5). Es una criminalidad de Estado (interna y/o externa) para anular el rechazo a la entrega de la renta petrolera a firmas nacionales y extranjeras como Halliburton, cercana a R. Cheney.
Finalmente debe considerarse el acople y posterior desfase de procesos que afectan la ecuación cívico-militar. En Estados Unidos se cancela por inoperante, la noción de guerra contra el narco, mientras al sur sigue como pantalla del intervencionismo del Pentágono y del entreguismo de Calderón.
http://jsaxef.blogspot.com
Granados Chapa elaboró paso a paso su discurso de ingreso a la Academia Mexicana de la Lengua el 14 de mayo pasado: la parte medular fue, ¿cómo podría ser de otra forma?, el problema de la libertad de pensamiento y de expresión, cuyas raíces explora.
Miguel Ángel examina un dato recurrente y poco estudiado de la historia de México: cuando se logra decretar constitucionalmente el derecho a la libre expresión, se produce de inmediato una curiosa y nociva reacción, la que él llama el relativismo de consagrar un derecho y de inmediato acotarlo con limitaciones, relativismo ya denunciado en 1857 durante el proceso de elaboración de la Constitución por los diputados Ignacio Ramírez, Francisco Zarco y Guillermo Prieto.
¿Una reliquia del pasado? No, Granados comprueba con numerosos datos cómo aún esa libertad acotada fue suprimida durante la dictadura de Díaz y, cómo, después de la Constitución de 1917, Venustiano Carranza se apresuró a reglamentarla y, cómo, agazapada cual influenza maligna, sigue vigente. Los artículos 6 y 7 de la Constitución de 1917 mantienen viva, explica Granados, (a) esta ley cuyo lenguaje recuerda al de Santa Anna, por más que una interpretación lineal de la historia los ubique en corrientes antagónicas.
Otro tema importante es definido así: “Nuestra lengua, en general, y la de México en particular, está sujeta a un proceso de pauperización (dato que se advierte)… en la incapacidad para formular enunciados sencillos. El empobrecimiento del lenguaje”, concluye, amenaza precipitarnos en la mudez.
Y, es obvio, entre los múltiples y muy serios problemas que nos aquejan en nuestro país, uno de los más serios es el de la educación pública y su deterioro constante; es más, el hecho de que Elba Esther Gordillo se haya convertido en la mujer más poderosa de México va en relación directa con la paulatina afasia que como epidemia nos sobreviene.
¿Y cómo no asociar este hecho con otro reciente, la entrega de la medalla Belisario Domínguez a Miguel Ángel? ¿No se otorga ésta como homenaje a –y como símbolo de– la libertad de expresión? ¿No fue privado de su lengua –se quedó sin lengua– don Belisario por criticar en el Congreso al tirano?
La lengua se degenera, se reduce, se achica, muere. Nos la han encogido mediante decretos y alianzas con liderazgos corruptos y prácticas desleales: la triste verdad es que han surgido miles de nuevos lenguajes verbales y no verbales para amordazarnos, desde los escritos en mantas por los narcotraficantes, colocados en sitios públicos muy visibles, o, lo más aterrador, en cadáveres con signos de tortura o descabezados. Comprobamos así que el lenguaje se pulveriza como los cuerpos sumergidos en ácido para hacerlos desaparecer y no dejar ningún indicio de los crímenes. Existen otras modalidades asimismo perversas para hacernos callar que no recurren ni a la tortura ni al asesinato para dejarnos mudos y que nos van privando poco a poco del lenguaje y de la reflexión.
Al negarles a las jóvenes generaciones una educación adecuada, se las deja a la merced de autoridades y profesores ineptos, y además, en manos de los medios, los cuales, en su mayoría, nos inundan con programas insulsos que ayudan paulatinamente a que nuestra lengua se deteriore cada vez más para reducirnos casi sin remedio a la afasia funcional.
Una de las tareas de un académico sería quizás cortar lengua, como lo hacía la Malinche, expresión con la que se solía definir el quehacer de doña Marina, metáfora contraria al acto literal ejercido para enmudecer a los enemigos, y que, para don Fernando Alvarado Tezozómoc y sus contemporáneos indios, se relacionaba con lo agudo, lo filoso, lo cortante, lo puntiagudo, lo medular: sólo podía cortar lengua –equivalente también a la locución cortar la pluma, antes de emprender el acto de la escritura– quien tuviera mayor facilidad de palabra y lograra por ello descifrar el idioma de los españoles, un lenguaje al parecer muy apretado.
Miguel Carbonell
No hay ideas
Conforme van avanzando las campañas nos damos cuenta de que nuestros políticos podrán tener muchas cualidades, pero no andan sobrados de ideas. Podemos verlos arrastrarse por lugares comunes, prometer más seguridad, salud, empleo, educación, crecimiento económico. Nos dicen lo que todos queremos escuchar. Lo que no nos indican es cómo van a lograrlo o qué piensan hacer para llevarnos hacia ese mundo prometido.
Claro que el ciudadano ya intuía, desde que se dieron a conocer los candidatos, que las campañas no iban a tener un alto nivel argumentativo. ¿Cómo lo podrían tener si se están volviendo a presentar los candidatos que son responsables de que estemos como estamos? ¿Qué pueden ofrecer los vividores de la política que llevan décadas medrando en el presupuesto público?
Con todo, la ciudadanía no debería resignarse con jingles, eslóganes y cancioncitas, sino que debería ser exigente con quienes le están pidiendo el voto. Habría que preguntar a quienes nos llenan de promesas si el puesto que quieren ocupar les va a permitir realizarlas. ¿Cómo promete un candidato a diputado construir una carretera o un centro deportivo si esas obras no entran en su esfera de competencia? ¿Por qué se refiere un candidato a alcalde a temas de crimen organizado si ese es tema de la Federación? Hay que pedirles que hablen de lo que sí podrían hacer si resultan electos, no de lo que les toca a otras autoridades o a otros niveles de gobierno.
También habría que preguntarles a quienes ya fueron funcionarios por qué prometen ahora lo que tenían que haber realizado en sus encargos anteriores. Un sencillo esquema de rendición de cuentas: si fuiste un inútil en tus anteriores cargos, no mereces mi voto ni mi confianza. Si hiciste bien tu trabajo, voto por ti. Así de sencillo.
Pero no nos hagamos muchas ilusiones. El seudodebate sobre la pena de muerte que presenciamos desde hace semanas y veremos en las siguientes nos demuestra, entre otras cuestiones, lo lejos que están algunos actores políticos de los ideales democráticos más básicos. La descarada e inconstitucional búsqueda de votos pinta de cuerpo entero a una parte de nuestra clase política, para la que los principios democráticos sirven sólo en función de sus intereses.
Hemos visto en los meses pasados que dirigentes de partidos y precandidatos se insultan unos a otros. El escenario ha sido como de vodevil: un dirigente insinúa que cierto partido protege al narcotráfico o, al menos, lo solapa por no aprobar determinada ley; del otro lado le contestan diciendo que es un “pequeño hitlercito”. En un tercer partido se mantenían ocupados intentando limpiar el enésimo fraude en las elecciones internas. Un desastre por donde se le quiera ver. Partidos de miras cortas, afanosamente empeñados en que los ciudadanos sigan ausentes del debate político: eso es lo que tenemos y no se vislumbra ninguna alternativa en el horizonte.
Una democracia fuerte puede y debe promover un debate público desinhibido, abierto y robusto, como lo dijo la Corte de EU hace más de 40 años. Ese debate puede contener expresiones hirientes y mordaces. Los interlocutores pueden enfocarse en lo negativo de los adversarios, pero no se vale hacer imputaciones delictivas. Decirle a un partido o candidato que es narco o que lo protege excede todos los límites admisibles en una democracia, incluso suponiendo que en ese partido hubieran militado personas sentenciadas por delitos contra la salud, dado que la responsabilidad penal es individual.
Cuando vivíamos en un régimen autoritario la responsabilidad ciudadana estaba limitada: la culpa la tenía el sistema. Mientras el sistema no cambie no podemos hacer nada, concluían los indolentes, investidos de una actitud más de súbditos que de ciudadanos. Ahora que el sistema ha cambiado se han terminado las excusas: cada uno debe cumplir con su parte en la construcción de la democracia. Pero muchos no han caído en la cuenta de que el régimen político ya ha cambiado y que cada quien debe cargar con su responsabilidad. Lo menos que nos deben ofrecer son ideas fuertes, creíbles, razonadas. Ideas que nos permitan distinguir entre las alternativas que compiten y que nos hagan elegir la que entendemos que es mejor. ¿Acaso es mucho pedir?
www.miguelcarbonell.com
Investigador del IIJ-UNAM

Rosario Ibarra
Desde el abismo del dolor
Para Carmen Aristegui, con la admiración, el cariño y la solidaridad de ¡Eureka!
Una mañana, hace ya muchos años, recibí una denuncia como las que empezaron a llegar a mis manos desde que inicié la lucha por justicia para mi hijo desaparecido.
Decía: “El profesor Epifanio Avilés Rojas fue aprehendido el 19 de mayo de 1969 en Las Cruces, municipio de Coyuca de Catalán, Guerrero, por el mayor Antonio López Rivera. Custodiado por soldados fue llevado a Ciudad Altamirano, en donde pasó la noche esposado en una celda. A la mañana siguiente, frente al pueblo reunido junto a una avioneta del Ejército, de la que descendieron el general Miguel Bracamontes y dos agentes, el general lo hizo subir a la avioneta y ordenó a los agentes: ‘Llévenlo al Campo Militar Número Uno’”.
Al leer el escrito, que puso en mis manos la señora Braulia Jaimes Hernández, esposa del maestro desaparecido y hermana de mi entrañable amigo, Florentino Jaimes, como un chispazo me llegó a la memoria una nota leída en Monterrey, en un diario capitalino, aquel ya lejano día en el que nunca pensé que me iba a encontrar seis años después en ese abismo del dolor, como Braulia Jaimes y su familia.
Se me escapa el nombre del periódico, pero nunca olvidé el del periodista que hizo la narración: José Reveles, a quien no conocía, pero que al hablar con él, tras la desaparición de mi Jesús, su solidaridad hacia la lucha por los desaparecidos se ganó mi más acendrado afecto.
Por allí hay quienes me dicen: “Ya párele, no sea terca…”, y luego dejan caer una “perla”: “Contra el gobierno no se puede”. Los escucho y sonrío para mis adentros por su supina ignorancia, por su desconocimiento de la historia del mundo. ¿Quiénes si no los pueblos tercos, obstinados en sus convicciones, amantes de la libertad y la justicia, las han hecho realidad? Veo y escucho a los conformistas y se me alza más alto la voluntad de lucha… y pienso sin odio, más bien llena de conmiseración: “pobres personas”, mediocres, adoradoras de las cadenas de quienes los explotan, obedientes del absurdo, lacayos sin librea, desnudos de voluntad… huérfanos de dignidad…
En este mes del Día del Trabajo, del Día de la Madre, del Día del Maestro, ¿de qué podemos alegrarnos? ¿En cuál de esas fechas hubo algo bueno para el pueblo de México?
A mis compañeras y a mí, madres de desaparecidos, nos duele la fecha oprobiosa de los 40 años de la desaparición de Epifanio Avilés Rojas, el primer desaparecido de la lista de nuestra organización, que tiene un saldo doloroso que dejaron los gobiernos priístas, que se ha acrecentado por los gobiernos panistas, en hechos en los que tiene una responsabilidad vergonzosa el Ejército mexicano, que actúa en obediencia ciega al llamado comandante supremo de las Fuerzas Armadas y en desacato a la Constitución y al Código de Justicia Militar.
Un ejemplar de éste lo recibí de manos de un general, que sentía pena inmensa por el otrora “glorioso” conglomerado de hombres que lucharon y resguardaron la independencia del país. Se sentía avergonzado de saber de las cárceles clandestinas en los sótanos y cerca de la biblioteca del fatídico campo Número Uno, de la Base Naval de Icacos, de La Joya y de todos los cuarteles que albergaban a las víctimas de la ilegalidad, que él consideraba deshonra para las Fuerzas Armadas. ¡Le asistía la razón!
Por aquellos años del inicio de mi terrible batallar, como mi humilde persona pasaba inadvertida, logré entrar a la prisión militar durante casi seis meses. Valiéndome de la bondad del pueblo mexicano, les dije a las mujeres que esperaban entrar a visitar a sus presos que era madre de un desertor. ¡Y vaya si conocí “las entrañas del monstruo”, pues era interminable la lista de injusticias de las que se quejaban los allí encarcelados, y no pensé que se tratara de aquellos legendarios llamados “los presos de Burgos” que gritaban su inocencia a los cuatro vientos.
En fin, que a lo largo de la lucha, de ir a las instalaciones del Ejército, de hablar con militares y de convivir con los solados presos y con sus familias, vi con claridad que sus integrantes son (como decía Paquita Calvo) pueblo uniformado, y descubrí que muchos de los “mandos” no están de acuerdo con lo que ordenan los encaramados en el poder y que atenta o de plano va en contra del mandato constitucional. Por eso, nunca he llegado a odiar a los que visten uniforme, porque muchos buscan de qué vivir, que son los más, aunque —claro— no faltan los que se corrompen y corrompen a otros y maltratan y golpean y torturan y encierran en cárceles ilegales a sus hermanos de raza y de clase.
Desde este espacio me atrevo a hacer un llamado al generoso pueblo mexicano, a todo, también al uniformado, para que juntos, pacíficamente organizados, luchemos por que nunca jamás haya quien hable o escriba desde el abismo del dolor.
Dirigente del comité ¡Eureka!


Ricardo Rocha
Detrás de la Noticia
El oficio más antiguo
No, no es el que usted está pensando. Que, por lo demás, puede ser ejercido con una gran dignidad y gracia. Así que, por favor, seamos más respetuosos con las meretrices.
La ocupación a que me refiero es la que tiene que ver con la mayoría de los que trabajan en el ámbito de la política. Cuyo sentido de la dignidad se desgasta día a día por la realmente más vieja de las profesiones: la prostitución política.
Así que ya va siendo hora de mandar al diablo la vieja tesis de que tuvo que ser una mujer —seguramente primitiva— la que se convirtió en la primera hetaira, al ofrecer sus favores a algún hombre de Neanderthal a cambio de un fruto o trozo de caza. Y qué tal si el primer acto de deshonra no fue por mera supervivencia. Qué tal si se trató de un acto de poder atendiendo a esa otra acepción que, sobre la prostitución, tiene el diccionario: “Buscar o vender uno su empleo, autoridad, etcétera, abusando bajamente de ello por interés o por adulación”.
Así que ya podemos desatar nuestra imaginación y suponer a una cavernícola pero también a un cavernícola ofreciendo sus servicios al jefe o jefa del clan por un mejor posicionamiento en la cueva o por alguna otra suerte de privilegio en la tribu. En pocas palabras: prostitución política.
Una socorrida vocación de la que hombres y mujeres dan cuenta por igual a lo largo de la historia. Como por ejemplo en aquellos días del loquísimo Nerón, cuyo arrepentido maestro Séneca sucumbió finalmente a las conjuras e intrigas de la corte a pesar de ser un dramaturgo genial y el filósofo que alumbraría el humanismo europeo.
Díganme si no en la mexicana realidad de nuestro tiempo tenemos innumerables ejemplos de un quehacer público absolutamente prostituido: por quienes han hecho de la mentira una forma de vida; por aquellos que venden sus ideales a cambio de privilegios temporales; por los que se corrompen a cambio de platos de lentejas; los que roban el patrimonio que es de todos; los que llegaron limpios y ahora se refocilan en el miasma compartido; los que, antes hermanos, ahora se arrojan las excrecencias unos a otros —y unas a otras y otras a unos— en una patética y cotidiana batalla campal sin escrúpulos y sin pudor alguno.
Ya no se trata de ver quién es inocente. Sino de quién es más culpable que el otro. Quién ha sido el más cobarde. Quién el más soberbio. Quién el más abyecto. Quién el más sucio. Quién el más frío. Quién el más oportunista. Quién el más inescrupuloso. Quién el del estómago más duro.
Hoy, los que nos gobiernan se cruzan tan tranquilamente acusaciones de narcotraficantes y asesinos. De rateros o abusivos en el mejor de los casos. Como si nadie pudiera reconocer mérito alguno en el otro. Como si ni el uno ni el otro tuvieran mérito alguno. Salvo los que ahora nos quieren vender en campañas que suponen que todos somos idiotas.
De la vergüenza pasamos a la indignación en un momento. Y un día después a la náusea. Y más tarde al hartazgo. Y luego, quién sabe, en una de esas al “¡que se vayan todos!”. ¿O no?

Lydia Cacho
Plan B
Rebelión en las escuelas
Ahora a los niños y las niñas de las escuelas les enseñan el miedo, la exclusión y la intolerancia. Por órdenes de la Secretaría de Educación y de la Secretaría de Salud, estudiantes del colegio Montessori, acostumbrados a repartir su almuerzo con sus compañeras, para saber que el pan y el agua se comparten con el prójimo, no pueden hacerlo más. Luego de años de enseñarles a cooperar, en una semana han aprendido a despreciar a sus iguales. En las escuelas públicas y privadas están prohibidas la colaboración, la compasión y la ayuda mutua. Ya no pueden prestarse lápices ni plumas ni plastilina ni crayolas, porque podrían contagiarse de una enfermedad mortal, según les dijeron los maestros.
A un niño que estornudó le dieron una paliza, a una niña que tosió le escupieron entre todos los niños. Ya no quieren jugar basquetbol porque alguien dijo que el sudor contagia la influenza. Otros, viendo que los futbolistas salvadoreños usarán tapabocas para jugar contra el Tri, inventaron insultos para decir salvadoreño; cultivando la xenofobia pagan con la misma moneda.
Las autoridades irresponsablemente propagaron el miedo y la paranoia en las escuelas. Algunos se resisten, la mayoría obedece. Los niños se miran como leprosos en el baño público, una maestra huele las manos de sus alumnas asegurando que usen la cubeta de cloro, a falta de agua corriente las desinfectan. Les han prohibido comer paletas, compartir bolsas de botanas fritas, darse abrazos, besos, hacer un “dame cinco” luego de un gol, hasta jugar pelota.
Lo que estamos presenciando es inaceptable. Se comparan las epidemias con las de hace 100 años, cuando la ciencia no había avanzado ni los medios alertaban ni la higiene era la norma. Despiertan los miedos del pasado, acarrean la ignorancia decimonónica, perpetúan el caos, alimentan la intolerancia, el odio, el miedo a estar cerca de la prójima y del prójimo. Que no digan que no les advertimos, algún día se dirá que la intolerancia se aprendió en la escuela, basada en la ignorancia de 2009.
¿Qué tal rebelarnos? Que nuestros niños y niñas obsequien un lápiz, la mitad de un emparedado, que se abracen. Que sepan que el peligro está en un virus que ha tocado solamente a una de cada 26 mil personas en México, que además la mayoría están vivas y bajo tratamiento. Que sepan que ser compasivo, ser amable jugar o compartir no son enfermedades mortales.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario