Miguel Concha
L
a reciente reunión de la Alianza del Pacífico demostró el momento turbulento por el que atraviesa el mundo. La crisis del modelo neoliberal es evidente, y sus defensores están a rajatabla buscando sostenerlo y afianzarlo. En su calidad de presidente pro tempore de la alianza, el canciller de Chile dijo:
Creemos que ésta (la reunión) es una señal política importante en momentos de incertidumbre, con lo cual se denota la preocupación de los gobiernos neoliberales ante las políticas económicas proteccionistas de Donald Trump.
A esa reunión se sumaron además, como invitados, nuevos estados, entre ellos China y Corea del Sur, así como una decena de países que eran integrantes del Acuerdo Transpacífico (ATP). Su objetivo fue revisar las diversas propuestas de comercio e
integraciónentre países, por ejemplo, por medio de la firma de tratados de libre comercio (TLC) o tratados bilaterales de inversión (TBI). De una cosa ya estamos seguros: el modelo de reglas comerciales, que en continuidad con otros tratados pretendió implantar el ATP, no ha sido eliminado del todo. Por el contrario, junto con otros modelos de reglas comerciales, se convierte en una especie de estándar sobre el cual se negocian o renegocian acuerdos comerciales entre estados. El neoliberalismo busca entonces afianzarse por medio de estas reuniones de los
hombres del poder, quienes, conforme a sus intereses, vinculados siempre a las empresas trasnacionales, legalizados en acuerdos de libre comercio, procuran definir los rumbos de la economía mundial.
Por ello no es extraño que la Alianza del Pacífico pretenda reunirse también con países integrantes del Mercado Común del Sur (Mercosur), para, según el canciller chileno,
persistir en la apertura al mundo y en la integración bajo distintas modalidades, como hemos hecho en el pasado, con acuerdos bilaterales, subregionales y regionales. Se perfila entonces una guerra comercial entre potencias económicas, una guerra de estados que se ven refuncionalizados por las grandes corporaciones. Y sin embargo, para nuestra esperanza, organizaciones y movimientos sociales –que no son ajenos a este contexto y saben que es adverso para la garantía de una vida digna la vigencia de los derechos humanos y la soberanía de los pueblos– se reorganizan y articulan constantemente y a todo nivel. La semana pasada se reunieron en Buenos Aires, Argentina, algunos de estos movimientos y organizaciones, para reflexionar sobre el contexto de América Latina y el Caribe, con especial énfasis en los TLC y TBI que, parece, seguirán avanzando en la región, con países de otras regiones. Entretejieron reflexiones y estrategias para revertir amenazas y afectaciones, como las que representan el avance de tratados de esta cepa y el uso del régimen de protección de inversiones (ISDS), cuya motivación es la
resoluciónde controversias entre estados y empresas, y el cual, como también sabemos, se construye a partir de un andamiaje jurídico internacional sui géneris, pues se erige desconectado del resto de los sistemas del derecho internacional y funciona meramente con fines económicos. Dichas resoluciones son tan costosas para los estados que, por un lado, deben pagar millones de dólares si pierden sus demandas, o bien mejor abstenerse de realizar cualquier política o acción de gobierno encaminada a proteger, por ejemplo, derechos de grupos específicos o cuidado del medio ambiente, si atentan contra inversiones de empresas trasnacionales. Se configura así el chilling effect, que se realiza cuando el Estado se autorregula en favor de las empresas y en detrimento de las personas y los pueblos, absteniéndose de cumplir sus obligaciones hacia ellos.
Con el apoyo de la Asamblea Argentina Mejor Sin TLC, el Transnational Institute, Attac, Amigos de la Tierra y Redes-Red de Ecología Social, y teniendo como sede el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales, la reunión fue oportuna en este momento histórico coyuntural, que, sobra decir, nos presenta la urgencia de que, desde las posturas de las diversas organizaciones y movimientos, se construyan propuestas alternativas al modelo a escala regional. Son tiempos de cambiarlo todo, con base en las malas experiencias tenidas desde las décadas de neoliberalismo que llevamos acuestas. Es decir, de reconocer que este sistema ya no se aguanta más, y que por tanto la transformación del modelo económico es apremiante, y resulta inadmisible argüir beneficios en su defensa.
Las promesas del neoliberalismo, de que las inversiones de trasnacionales traerían mejoras en la vida de las personas, simplemente no se hicieron presentes. Por el contrario, sólo beneficiaron a un conglomerado de grandes empresas que ahora, preocupadas por cómo juega sus dados Estados Unidos, presionan a diversos países para garantizarles
certezas jurídicas. Es decir, certezas para mantener el despojo y la precarización de la vida y bienes comunes de las personas y pueblos. Sabemos también que en México esta coyuntura es oportunidad para transformar un modelo que no ha funcionado. Por ello, y con el mismo espíritu del encuentro de Buenos Aires, organizaciones sociales aglutinadas en la Convergencia México Mejor Sin ATP (tratados de libre comercio) convocan a un encuentro nacional el 30 de marzo por la mañana, en el Palacio de Minería de la Ciudad de México, con la finalidad de reflexionar y construir propuestas alternativas, por ejemplo, al Tratado de Libre Comercio de América del Norte. Es momento ahora de pensarnos como pueblos del sur global, momento de acompañarnos y aprovechar esta coyuntura para cambios de raíz y generar ese otro mundo que tanto anhelamos.
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