7/14/2019

Un sistema de salud que necesita terapia


 
Editorial La Jornada
El señalamiento hecho ayer por el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, sobre el déficit de médicos existente en el sistema de salud nacional y la elevada tasa de rechazo de aspirantes que las universidades públicas presentan en la carrera de medicina, evidencia una situación tan paradójica como preocupante. Por un lado, en el país hacen falta más profesionales de la salud: hay 2.4 médicos por cada mil habitantes, cuando el promedio de los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) es de 3.4, según datos de ese ente intergubernamental. Por otro lado, como lo señaló el propio jefe del Ejecutivo, en el más reciente examen de ingreso al estudio de la carrera médica en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) sólo fueron aprobados 2 por ciento de los aspirantes. Un choque frontal de la necesidad con la disponibilidad.
El problema, sin embargo, es más complicado que la mera falta de agentes de la salud para atender a la ciudadanía (lo que por sí solo genera innumerables complicaciones): un vistazo a la distribución de los médicos en el territorio nacional revela que la mayor parte de aquellos se concentran en áreas urbanas muy determinadas, en tanto que en las zonas rurales más marginadas y desfavorecidas económicamente la disponibilidad de personal médico y de enfermería se reduce de manera dramática. La diferencia entre las percepciones que reciben en la ciudad y el campo, las posibilidades de desarrollo profesional en los dos ámbitos, y no en menor grado los altos índices de inseguridad que prevalecen en algunas regiones rurales, son los principales elementos que favorecen es-te desequilibrio.
Hay todavía otro componente: si se examinan las sucesivas generaciones de graduados en medicina se advierte un muy alto porcentaje de médicos generales (cerca de 60 por ciento del total) y una proporción mucho menor de especialistas, quienes además concentran sus actividades mayoritariamente en la Ciudad de México y los estados de Jalisco y Nuevo León. El resultado es que algunas entidades de la República sencillamente ca-recen, por ejemplo, de geriatras, oncólogos o endocrinólogos.
Estas asimetrías configuran una situación de rezago que se viene arrastrando desde hace décadas y que es preciso corregir. Y si a esa situación le agregamos el sistemático rechazo de aspirantes mencionado por López Obrador, la paradoja se convierte en un serio obstáculo para el desarrollo social de México.
En paralelo con las medidas que el gobierno federal adopte para compatibilizar demanda de espacios con tasas de aceptación, se hará necesario, asimismo, atender en una etapa posterior, la de los haberes de los médicos. Según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), la mayoría de estos profesionales ganan en promedio 77 pesos por hora, suma que difícilmente se corresponde con el tiempo de estudios que han invertido y con la responsabilidad que les corresponde en el ejercicio de su profesión.

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