Javier Flores
La Jornada
El viernes 12 de julio se publicó en el Diario Oficial de la Federación (DOF) el Plan Nacional de Desarrollo 2019-2024 (PND), que había sido aprobado dos semanas antes en la Cámara de Diputados. Así, se cuenta ya con el documento formal en el que se define lo que es hoy y lo que será en lo que resta del sexenio la Cuarta Transformación, y también cuáles son las ideas que guiarán el desarrollo de las diferentes áreas del quehacer nacional, entre ellas la ciencia, la tecnología y la innovación, a las que me referiré aquí.
Es la primera vez en la que el PND se somete a la consideración de los legisladores. Fue aprobado por mayoría de votos (305), todos de Morena y sus aliados, y el total rechazo de los partidos de oposición (139), cuyas objeciones pueden consultarse en el diario de los debates de la Cámara baja del 27 de junio. También es muy relevante que la redacción final del documento corrió a cargo del propio Presidente de la República, según nos enteramos en la conferencia de prensa matutina del miércoles 10 de julio, pues sus contenidos originales formaron parte de las diferencias entre el titular del Poder Ejecutivo con el ahora ex secretario de Hacienda Carlos Urzúa. Esto es parte del contexto accidentado en el que surge el plan sexenal.
La única diferencia entre lo entregado a los diputados el 30 de abril y lo publicado en el DOF es que se conserva sólo la primera parte –que es la más conceptual– eliminando la segunda, considerada por algunos como anexos. De este modo, terminan teniendo razón quienes señalaban críticamente que se dedicaban solamente cinco líneas a la ciencia en el PND. De-saparecen así definiciones (qué se va a entender por innovación, por ejemplo), indicadores de los avances, metas, relaciones con los objetivos de desarrollo sostenible y los ejes transversales. A propósito de estos ejes, no existe en el documento original ni en el publicado en el DOF, ninguna evidencia de que la ciencia es considerada un eje transversal del Plan de Desarrollo como se ha dicho, por lo que esta noción, si bien es deseable, puede quedar almacenada en el archivo de los buenos deseos.
Nos quedamos así con un documento puramente conceptual, el cual será difícil conectar en algunos casos con acciones concretas, aunque el ejercicio no deja de ser interesante. Por ejemplo, se propone crear a escala global una propuesta posneoliberal. Como he mostrado aquí, es difícil hablar de una ciencia neoliberal en México (La Jornada, 25/9/18), en todo caso, hay una ciencia rezagada desde mucho tiempo antes del neoliberalismo, que en los últimos 30 años se ha desarrollado en un entorno económico neoliberal. Significaría que la política de ciencia deberá dar un giro, para crear un modelo original fortalecido que sea ejemplo a escala mundial. Ojalá que así sea, pero no se ve, al menos en el arranque, que se vaya en esa dirección, simplemente a juzgar por los recursos asignados a esta tarea (menores que en la última década de la "oscuridad neoliberal") que ahora estarán además condicionados a demostrar resultados a muy corto plazo.
La intervención social es un punto clave en el PND: "La participación de la sociedad resulta indispensable: construiremos la modernidad desde abajo, entre todos y sin excluir a nadie", lo cual incluye desde los "potentados" hasta los desvalidos pasando por los intelectuales y los pueblos originarios. Esto es compatible con lo expresado en las cinco líneas dedicadas a la ciencia en el documento que señala que habrá un Plan Nacional de Innovación, coordinado por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) con la participación de universidades, pueblos, científicos y empresas, lo cual suena muy bien, porque pone el énfasis en la consulta.
Pero… un momento. Si la participación es un elemento clave en el PND, ¿por qué el documento que se discutió en San Lázaro y se publicó en el Diario Oficial, no tiene cambios respecto de la propuesta original? Si se realizaron decenas de reuniones y consultas organizadas por el Conacyt, el Foro Consultivo y por los propios legisladores. Surgieron cientos de propuestas y no se le cambió una sola coma. Incluso la Comisión de Ciencia y Tecnología de la Cámara de Diputados hizo propuestas muy pertinentes; pero todas ellas, independientemente de su origen, fueron desechadas. ¿Dónde quedó la participación de la sociedad? No hay más remedio que concluir que las consultas fueron una simulación, una auténtica pérdida de tiempo. ¿Así se va a elaborar y aprobar la nueva ley de ciencia y tecnología?
No puede negarse que el PND tiene cosas positivas para el país, pero hay en el tema de la participación una falta de congruencia, que no es responsabilidad del redactor o redactores, sino de quienes la aprobaron desestimando la participación social. En una de las frases más afortunadas del texto, al referirse al combate a la corrupción, se subraya el empeño por acabarla: "no sólo la corrupción monetaria, sino la que conllevan la simulación y la mentira".
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