Quinto Poder
Por: Argentina Casanova*
¿Cuánta
vida te está costando tu salario? La frase debiera ser suficiente para
repensar los tiempos actuales y que encontré en una red social pero me
llevó a reflexionar sobre los mecanismos de control y opresión que, bajo
el amparo de las necesidades de trabajo se llevan a cabo en los
espacios laborales, que minan el ánimo y la salud de las mujeres y
hombres, que afectan su desempeño como sujetos dentro de un núcleo
familiar y finalmente en la misma sociedad.
Lo que tenemos, indistintamente del género, son personas afectadas
anímicamente, diezmadas emocionalmente, castradas en la frustración de
trabajos de larguísimas jornadas, estrés constante y el deterioro
paulatino de la salud derivado de lo que se le hace al organismo
sometido a presión.
El problema es que esto parece ser cada vez lo más usual, lo normal
porque en la competencia y las dinámicas laborales actuales, se pretende
que las personas acepten sí o sí esos ambientes de trabajo bajo la
presión principal de que es eso o el desempleo, es eso o el temor de no
encontrar espacios acordes a sus habilidades.
Lo que se vive cada vez más es el abuso físico y emocional sobre las
personas, bajo argumentos de que lo que prevalece es el estrés en los
espacios laborales, bajo la supuesta exigencia de eficiencia y
rendimiento que en realidad ocultan la incapacidad de coordinar equipos,
la falta de experiencia en la construcción de liderazgos y modelos de
dirección no violentos ni jerarquías opresivas.
El mal es que el modelo de dirección y coordinación laboral fue
permeado por las violencias heteropatriarcales hace mucho, y se cree, se
piensa que ese es el único modelo; en el que se puede ejercer la
violencia en la misma dinámica en la que se ejerce en los hogares, a
partir de la incapacidad machista de la gerencia de las emociones
propias.
Así, es común que dentro de más violenta sea la relación entre el
jefe/jefa y sus colaboradores, se cree que más eficiente va a ser el
rendimiento, y si no, al menos bajo el amparo del miedo a ser despedidos
tendrán que esforzarse en granjearse la aprobación de sus directivos.
Desafortunadamente este modelo cada vez más vigente está costado la
salud de las personas en los ámbitos laborales, en un sistema social en
el que las personas se tornan más agresivas pues lo que se hace es
multiplicar el efecto de la violencia. Quien es oprimido u oprimida en
su espacio laboral, seguramente lo hará con sus subalternos y/o si no
los tiene al interior de sus familias o en los espacios donde puede
ejercer una forma de poder.
Lo que tenemos como resultado es una sociedad cada vez más violenta y
enferma, que adolece de la capacidad de entender que no es la violencia
ni la opresión lo que necesitamos que se multiplique, sino la paciencia
y la comprensión, la capacidad de coordinar equipos estimulando,
motivando y propiciando que las personas sean competitivas sí, que se
esfuercen y preparen pero que se desempeñen en la medida de sus propios
recursos y sus habilidades.
Si hay algo que necesitamos cambiar para contribuir a la eliminación
de la violencia es precisamente replantearnos qué tanto las mujeres como
los hombres están replicando los mismos modelos de gerencia y
dirección, que solo se replica y reproduce la violencia para generar
ondas expansivas que terminan por minarlo todo, y el resultado lo
vivimos al salir a la calle y ver a personas infelices, enfermas y
hartas de tener que tolerar ambientes violentos de trabajo.
La decisión no es nada fácil ¿cuánta vida te está costando tu
salario? Es una pregunta que nos pone en la justa dimensión para valorar
si se trabaja en un espacio idóneo, empático y sin opresión, para
entender o tratar de apoyar a las personas que desafortunadamente no lo
están, para aspirar a contagiar e impulsar con un sentido positivo de
mejorar los rendimientos laborales en todos los espacios. Que se termine
de una vez por todas con la creencia que la violencia y la opresión son
necesarias para que los espacios laborales funcionen.
Renunciemos a la violencia como método de convivencia y formas en los
espacios laborales, y seguramente muchas cosas mejorarán en el país.
*Fundadora del Observatorio de Violencia Social y de Género en Campeche.
CIMACFoto: Montserrat Antúnez
Cimacnoticias | Campeche, Cam.
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