Grave impacto, alertan especialistas
Arribo masivo de turistas acarrea trata de personas y tráfico de drogas: experta
▲ En diciembre pasado, en una ceremonia encabezada por el presidente
Andrés Manuel López Obrador, 12 comunidades indígenas de Chiapas
pidieron permiso a la Madre Tierra para construir el Tren Maya.
Calakmul, en Campeche, por su extensión de vegetación
continua, es la segunda reserva de selva más importante de América
tropical, después de la Amazonia. El área Sian Ka’an, en Quintana Roo,
alberga un sistema de ríos subterráneos que interconecta cenotes y
petenes. Se trata de dos reservas de la biosfera de alta importancia en
el país. Por ellas pasará el Tren Maya con la amenaza de que pierdan su
conectividad ecológica y se fragmenten.
Lo anterior se señala en el estudio El Tren Maya, ¿por qué están tan preocupados los biólogos?,
de Casandra Reyes, Celene Espadas y otros expertos del Centro de
Investigación Científica de Yucatán y la Unidad de ciencias Sociales de
la Universidad Autónoma de Yucatán.
El reporte expone la importancia de la selva: equivale a los pulmones
del planeta, regula la temperatura y provee agua. Su fauna contribuye
al control natural de plagas, además de servicios como la polinización,
lo cual permite a las plantas producir frutos.
Este tipo de polinización es requerida por la gran mayoría de los vegetales que comemos, por lo que la muerte masiva de las abejas o los murciélagos podría atentar contra la producción de alimentos.
Agrega que grandes mamíferos que habitan la región, como el jaguar y
el puma, controlan poblaciones de herbívoros, ayudan a la
regeneración de las plantas en los bosques. Hay otros servicios
ambientales tangibles, como la madera, leña, frutos, plantas
medicinales, colorantes, especias y animales para caza, entre otros. A
todo esto se suman los servicios culturales, las comunidades locales con
sus prácticas y pensamientos buscan establecer una relación de armonía, lo menos depredadora posible con la naturaleza.
Apunta que la zona arqueológica de la reserva aún es de difícil
acceso, hay poca infraestructura turística y llegan menos de 40 mil
paseantes al año. El reporte proyecta que con la llegada del tren, de
casi 17 millones de visitantes que arriban al año a Cancún 3 millones
irían a Calakmul, lo cual multiplicaría los números actuales.
En relación con el impacto social, Giovanna Gasparello, investigadora
del Instituto Nacional de Antropología e Historia, advierte que este
proyecto generaría un turismo de masas, con el supuesto objetivo de
crear
desarrollo. Trae aparejado actividades económicas ilegales, como la trata de personas, el lavado de dinero y el tráfico de drogas.
Señala en entrevista que, según datos oficiales, en 2017 en Playa del
Carmen hubo un índice de homicidios dolosos de 89 por cada 100 mil
habitantes, cuando el promedio nacional es de 25 por cada 100 mil. En
Bacalar, con sólo 90 mil habitantes, el índice es de 38.1. Alerta que en
vez de ser una herramienta de inclusión y bienestar social, el turismo
masivo
de sol y playaestá basado en una serie de despojos de tierras, en los cuales están involucrados grandes inversionistas.
Plantea que este proyecto promueve un reordenamiento territorial en
la Península de Yucatán. Su propósito es concentrar a los campesinos que
viven en comunidades dispersas, en 15 centros urbanos por construir o
ya existentes, para disponer de su fuerza de trabajo en la industria
turística. Esto es grave no sólo por el desarraigo, sino porque esa
población dependería de una actividad que puede irse abajo por factores
como el sargazo o el aumento de la violencia.
Por si fuera poco, las características geográficas de la Península hacen que el agua sea muy escasa, advierte.
Foto Cuartoscuro
Angélica Enciso L. y Fernando Camacho
Periódico La Jornada
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