Carlos Martínez García
La Jornada
Se han magnificado el
alcance y contingente distribuidor de la Cartilla moral que impulsa el
gobierno. El pequeño documento redactado por Alfonso Reyes en 1944 no es
el mismo que ha puesto a circular por decenas de miles la Presidencia
de la República. En la nueva versión se tienen depositadas expectativas
de cambio ético en la ciudadanía, son buenos deseos, pero difícilmente
tendrán las repercusiones anheladas.
El campo religioso evangélico mexicano es amplio y diverso. He tratado de mostrarlo en otros momentos (https://www.jornada.com.mx/2019/05/08/opinion/016a1pol y https://www.jornada.com.mx/2019/06/19/opinion/016a1pol).
El cristianismo evangélico tiene presencia organizada en el país desde
hace más de siglo y medio. A pesar de ello es un colectivo sobre el cual
existe desconocimiento en la llamada comentocracia, lo que resulta en
análisis inexactos. Por distintas razones los evangélicos han tenido
cobertura informativa como nunca. Ha sido así en parte por un escándalo,
el de Naasón Joaquín García (líder de La Luz del Mundo) y la cercanía
con el proyecto gubernamental de Andrés Manuel López Obrador de quien
dirige, Arturo Farela Gutiérrez, la Confraternidad de Iglesias
Cristianas Evangélicas de México (Confraternice).
En el primer caso, el de Naasón, la organización eclesiástica que
preside no es evangélica, sino paraevangélica. Es decir, tiene ciertos
puntos de contacto con el núcleo duro de las creencias y prácticas
evangélicas, al tiempo que enfatiza doctrinas ajenas al evangelicalismo
(no evangelismo, como erróneamente se ha escrito en varios lugares). En
cuanto a Confraternice, quien la encabeza declaró que las organizaciones
religiosas a dicha confraternidad poseen 7 mil templos (https://bit.ly/2XMilX9), y los feligreses van a diseminar la Cartilla moral.
Por otra parte, datos consultados hace pocas semanas en el sitio de
Internet de la Dirección General de Asuntos Religiosos muestran que
Confraternice tiene afiliadas a 139 de 5 mil 572 asociaciones religiosas
cristianas evangélicas, 2 por ciento del total.
El ensayo de Reyes fue rasurado en la edición que distribuye el
gobierno de AMLO. Le quitaron referencias religiosas para hacerlo más
laico. El objetivo de don Alfonso fue proporcionar los rudimentos de la
moral y su necesidad en la vida pública, por ello tiene tono de homilía.
La Cartilla de 1944 fundamentó sus postulados en principios cristianos:
Todas las religiones contienen también un cuerpo de preceptos morales, que coinciden en lo esencial. La moral de los pueblos civilizados está toda contenida en el cristianismo. El creyente hereda, pues, con su religión, una moral ya hecha(Alianza Editorial y Conaculta, 1994, p. 9). Y es precisamente la que llama
moral ya hecha, la cual explica en las páginas siguientes.
En otro momento Reyes encomia el aporte cristiano a la conducta moral:
Si la ley tiene un valor general, la vergüenza opera como una energía individual. Pero todavía la vergüenza parece sernos impuesta desde afuera. El cristianismo insistió en añadir a ese sentimiento de la vergüenza, característico del mundo pagano, el sentimiento mucho más íntimo de la culpa, el coraje de reconocer y rectificar los propios errores morales, aun cuando no tengan testigos(p. 27). Las anteriores líneas fueron desparecidas de la neo- Cartilla.
La pequeña obra de Alfonso Reyes refleja un ideario, lo que debería
ser la conducta ciudadana inflamada por convicciones de hacer el bien.
Difícilmente se puede estar en desacuerdo con lo que plantea. La
cuestión es otra, si al gobierno le corresponde andar catequizando y ser
auxiliado en la tarea por un sector de las iglesias evangélicas. Lo
urgente es hacer valer el estado de derecho, la herramienta más
persuasiva que tiene el aparato gubernamental para sujetar a quienes
vulneran las garantías individuales y colectivas de los demás.
El presidente de Confraternice aparece ante la opinión pública, y
gracias en buena medida a la opinión publicada (la comentocracia), como
representante de los evangélicos del país. Él nunca lo ha declarado así.
Pero como es quien desde hace varios años más ha sabido brindar
información y opiniones a medios de comunicación, y ante el silencio de
otros liderazgos, de lo cual Arturo Farela no es responsable, el vacío
lo llena quien sabe comunicar y aprovechar el momento de los
reflectores.
Solidaridad con Guillermo Sheridan. En La Jornada del lunes Hermann Bellinghausen escribió un admirable artículo,
El derecho de Guillermo Sheridan. En el escrito enuncia el perfil de
un brillante crítico literario, un escritor de mérito, historiador de la literatura mexicana, quien, por otra parte, tiene
posturas opuestas a cualquier cosa que huela o suene a izquierda. Coincido con Hermann en que con sus escritos Sheridan nos hace pensar, y me solidarizo con él ante las amenazas recibidas.
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