Trabajo remunerado, derecho fundamental para las mujeres
Por Miriam González, enviada
Brasilia, Brasil 14 jul 10 (CIMAC).- El acceso de las mujeres al trabajo remunerado, es un derecho humano fundamental para su desarrollo, y para garantizar su contribución a la economía familiar y a la de su país, coincidieron expertas durante el panel “Empleo, responsabilidades familiares y obstáculos socioculturales, para la igualdad de género en la economía”.
En el segundo día de actividades de la XI Conferencia Regional sobre la Mujer de América Latina y el Caribe que se realiza aquí, subrayaron que en la región, donde privan el desempleo femenino por encima del masculino, la precarización salarial es una constante, además de que en ellas recae más del 50 por ciento de las cargas de trabajo.
Aunado a la proliferación de centros de discriminación y de explotación (maquilas), donde se les despoja de todos sus derechos por un salario mínimo, jornadas de trabajo extenuantes, condiciones laborales riesgosas, e incluso trabajos forzados, a cambio de comida, o un lugar dónde dormir.
En la región, prevalece una cultura de desvalorización del trabajo femenino que las coloca en una triple discriminación, por ser mujeres, pobres y de raza o etnia diferente, puntualizaron.
A ellas se les destinan horarios parciales de trabajo precisamente para que puedan realizar las tareas “inherentes a su sexo” como es el cuidado de hijas e hijos, personas de la tercera edad y enfermos.
Ante esta realidad, la responsabilidad de los Estados, es asumir con voluntad política las estrategias y los programas con perspectiva de género, promover legislaciones y acciones encaminadas al logro de la igualdad de oportunidades laborales.
Helena Hirata, directora del departamento de Sociología de Sao Paulo, consideró que es “necesaria la creación de nuevos modelos económicos para conciliar la vida política y privada de las mujeres, reto que esta crisis económica nos presenta, porque ha propiciado el aumento de la precarización de las condiciones laborales de las mujeres”.
Ello nos revela la discriminación laboral a la que se enfrentan las mujeres, lo que ha implicado un desplazamiento de las latinoamericanas a otros países, sin embargo, siguen ocupándose en las mismas actividades, trabajo doméstico y cuidado de los otros.
Para las profesionistas, la realidad no es distinta, la mayoría no cuenta con un despacho propio, por lo que siguen siendo asalariadas, y sus ingresos no son los mismos, que los de los titulares de los despachos.
“Lo que hace necesaria la creación de políticas públicas, a favor del trabajo remunerado y de más empleos con condiciones laborales que no violen sus derechos humanos, un proceso que necesita el acompañamiento de las organizaciones de la sociedad civil y de las feministas” dijo la experta.
CASO NICARAGUA
En Nicaragua, los ingresos de las mujeres que no se dedican al cuidado de los otros, son mayores que los de aquellas que laboran en el trabajo doméstico o son niñeras, debido al valor que estas labores tienen en la sociedad, de acuerdo con la investigación sobre economía política y social del cuidado 2009.
Isolda Espinosa, Consultora de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) en Nicaragua, citó una investigación que incluyó 5 ocupaciones relacionadas con el cuidado directo de otras personas, tales como trabajadoras del hogar, niñeras, maestras de preescolar, enfermeras y auxiliares de enfermería.
Se demostró que las mujeres que se dedican al cuidado de los otros en el área urbana, principalmente trabajadoras del hogar, perciben un salario, mientras que las mujeres rurales no cuentan con un ingreso económico.
Las mujeres de 18 a 49 años de edad, dedicadas al trabajo doméstico y el cuidado infantil, trabajan más de 48 horas semanales, tienen menores ingresos por hora, y sus condiciones laborales son precarias, no cuentan con sindicatos, seguro social, salario digno, contrato escrito de trabajo y nula educación escolar.
El 24 por ciento de las niñeras son menores de 18 años, pese a que en Nicaragua se prohíbe el trabajo para este grupo poblacional y son quienes tienen los menores índices educativos.
Respecto al nivel educativo se encontró que para las mujeres dedicadas al trabajo doméstico y como niñeras, no requerían de ningún tipo de instrucción escolar.
“Ante este contexto, es necesario crear empleos con condiciones laborales dignas para las mujeres que no violen sus derechos humanos” dijo la también especialista en Economía.
Ante un auditorio semivacío de representantes de los gobiernos, las panelistas reiteraron la responsabilidad de los Estados, en las acciones universales a favor de las mujeres, para enfrentar los obstáculos socioculturales que subsisten en la región, y que limitan la participación de las mujeres en los espacios públicos, y de toma de decisión.
Brasilia, Brasil 14 jul 10 (CIMAC).- El acceso de las mujeres al trabajo remunerado, es un derecho humano fundamental para su desarrollo, y para garantizar su contribución a la economía familiar y a la de su país, coincidieron expertas durante el panel “Empleo, responsabilidades familiares y obstáculos socioculturales, para la igualdad de género en la economía”.
En el segundo día de actividades de la XI Conferencia Regional sobre la Mujer de América Latina y el Caribe que se realiza aquí, subrayaron que en la región, donde privan el desempleo femenino por encima del masculino, la precarización salarial es una constante, además de que en ellas recae más del 50 por ciento de las cargas de trabajo.
Aunado a la proliferación de centros de discriminación y de explotación (maquilas), donde se les despoja de todos sus derechos por un salario mínimo, jornadas de trabajo extenuantes, condiciones laborales riesgosas, e incluso trabajos forzados, a cambio de comida, o un lugar dónde dormir.
En la región, prevalece una cultura de desvalorización del trabajo femenino que las coloca en una triple discriminación, por ser mujeres, pobres y de raza o etnia diferente, puntualizaron.
A ellas se les destinan horarios parciales de trabajo precisamente para que puedan realizar las tareas “inherentes a su sexo” como es el cuidado de hijas e hijos, personas de la tercera edad y enfermos.
Ante esta realidad, la responsabilidad de los Estados, es asumir con voluntad política las estrategias y los programas con perspectiva de género, promover legislaciones y acciones encaminadas al logro de la igualdad de oportunidades laborales.
Helena Hirata, directora del departamento de Sociología de Sao Paulo, consideró que es “necesaria la creación de nuevos modelos económicos para conciliar la vida política y privada de las mujeres, reto que esta crisis económica nos presenta, porque ha propiciado el aumento de la precarización de las condiciones laborales de las mujeres”.
Ello nos revela la discriminación laboral a la que se enfrentan las mujeres, lo que ha implicado un desplazamiento de las latinoamericanas a otros países, sin embargo, siguen ocupándose en las mismas actividades, trabajo doméstico y cuidado de los otros.
Para las profesionistas, la realidad no es distinta, la mayoría no cuenta con un despacho propio, por lo que siguen siendo asalariadas, y sus ingresos no son los mismos, que los de los titulares de los despachos.
“Lo que hace necesaria la creación de políticas públicas, a favor del trabajo remunerado y de más empleos con condiciones laborales que no violen sus derechos humanos, un proceso que necesita el acompañamiento de las organizaciones de la sociedad civil y de las feministas” dijo la experta.
CASO NICARAGUA
En Nicaragua, los ingresos de las mujeres que no se dedican al cuidado de los otros, son mayores que los de aquellas que laboran en el trabajo doméstico o son niñeras, debido al valor que estas labores tienen en la sociedad, de acuerdo con la investigación sobre economía política y social del cuidado 2009.
Isolda Espinosa, Consultora de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) en Nicaragua, citó una investigación que incluyó 5 ocupaciones relacionadas con el cuidado directo de otras personas, tales como trabajadoras del hogar, niñeras, maestras de preescolar, enfermeras y auxiliares de enfermería.
Se demostró que las mujeres que se dedican al cuidado de los otros en el área urbana, principalmente trabajadoras del hogar, perciben un salario, mientras que las mujeres rurales no cuentan con un ingreso económico.
Las mujeres de 18 a 49 años de edad, dedicadas al trabajo doméstico y el cuidado infantil, trabajan más de 48 horas semanales, tienen menores ingresos por hora, y sus condiciones laborales son precarias, no cuentan con sindicatos, seguro social, salario digno, contrato escrito de trabajo y nula educación escolar.
El 24 por ciento de las niñeras son menores de 18 años, pese a que en Nicaragua se prohíbe el trabajo para este grupo poblacional y son quienes tienen los menores índices educativos.
Respecto al nivel educativo se encontró que para las mujeres dedicadas al trabajo doméstico y como niñeras, no requerían de ningún tipo de instrucción escolar.
“Ante este contexto, es necesario crear empleos con condiciones laborales dignas para las mujeres que no violen sus derechos humanos” dijo la también especialista en Economía.
Ante un auditorio semivacío de representantes de los gobiernos, las panelistas reiteraron la responsabilidad de los Estados, en las acciones universales a favor de las mujeres, para enfrentar los obstáculos socioculturales que subsisten en la región, y que limitan la participación de las mujeres en los espacios públicos, y de toma de decisión.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario