ALGUNAS CONSIDERACIONES SOBRE LA FORMACIÓN DE COOPERATIVAS Y COOPERATIVISTAS EN MÉXICO
Ponencia que presenta el Lic. Eduardo Miranda Esquivel, Presidente Colegiado de la Unión de Juristas de México en la Mesa IV.- Aspectos Críticos en la Formación Cooperativa, el 23 de junio de 2010, en el DF., preparatoria del Tercer Congreso Internacional sobre Legislación y Políticas Públicas de Fomento Cooperativo, a celebrarse el 06 de julio de 2010, en la ciudad de México.
COOPERATIVISMO UNA OPCIÓN VIABLE DE ECONOMÍA SOCIAL
El cooperativismo es y seguirá siendo una opción viable de economía social de las y los trabajadores y desempleados del país, mientras exista el capitalismo, así como la crisis, la pobreza y la desigualdad que éste genera. Sin embargo, sino se tiene claro cual es su verdadera esencia y propósitos el resultado siempre será el fracaso y dispersión de estas empresas, dificultando su organización, resultados y bienestar de sus socios y por tanto el de su aportación a la lucha global contra el neoliberalismo, nueva edición del capitalismo salvaje y globalizado de nuestra época. En la educación y capacitación de los cooperativistas ésta consideración es imprescindible para lograr su adecuada y exitosa formación política, cultural y técnica.
Actualmente existen cooperativas en casi todos los 198 países del mundo reconocidos por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y otros Estados soberanos, los cuales en su absoluta mayoría se encuentran inmersos en la globalización capitalista. El modelo cooperativo en todos los casos, independientemente de los regímenes políticos, es complementario de otros sistemas económicos dominantes, como los de libre empresa, economías sociales planificadas o economías mixtas, pero en la mayoría de ellos con una incidencia importante en los niveles de producción, ahorro y empleo digno o decente, estimándose que de los 7 mil millones de seres que habitan el planeta, más de 800 mil son cooperativistas.
FUERZA REAL Y COMPROMISO DEL COOPERATIVISMO MEXICANO
Pese a que en México la organización cooperativa se inicia aproximadamente hace 140 años, su fuerza real hoy es limitada y sin predominio relevante en el producto bruto interno nacional, sin que se tengan actualmente estadísticas confiables sobre su peso numérico, productivo y financiero. Las cooperativas nacieron en los albores de la conformación tardía del capitalismo mexicano, en 1873 la primera de producción constituida por sastres, en 1876 la primera de consumo organizada por obreros ferroviarios y en 1879 la primera de ahorro. Su reconocimiento y regulación legal se inicia, aunque en forma confusa, desde el Código de Comercio de 1889, en seguida en la Constitución de 1917 y a la postre con la expedición de cuatro leyes generales en el siglo XX (1927, 1933, 1938 y 1994).
El cooperativismo históricamente desde sus raíces y nacimiento ha estado presente en las luchas del pueblo de México, en las disputas contra la intervención extranjera y la defensa de la República, en el combate a la dictadura porfirista, en apoyo al movimiento revolucionario de 1910 y en la consolidación del Estado de bienestar social fincado en la época del cardenismo (1934-1940), estableciendo una vasta tradición político progresista que se mantiene hasta nuestros días, dentro de los principios y valores adoptados por los propios cooperativistas. Precedente que es importante considerar y continuar para que los cooperativistas sepan guiarse en la economía, mercado y escenario nacional, así como para fijar quiénes son sus verdaderos amigos, dónde y cómo invertir sus modestos recursos.
Es decir que, una adecuada formación de cuadros cooperativistas no puede ni debe quedarse solamente en la formación técnica y cultural, las cuales sin duda son obligatorias para alcanzar la excelencia de calidad y la competencia en los bienes y servicios que se produzcan, sino además y al mismo tiempo, conviene procurarse una formación política que funde entre los socios un compromiso y conciencia de clase para sí, brindándoles claridad para entender porqué el Estado mexicano terminó por abandonar e incluso combatir al cooperativismo, al igual que lo hace con los ejidos, las comunidades agrarias, los grupos solidarios, las cajas populares y otras expresiones de organización popular, al desmantelar el fomento cooperativo como política pública de carácter social bajo la rectoría del Estado.
DATOS Y ESTADÍSTICAS GENERALES SOBRE COOPERATIVAS
Con datos de la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) tenemos que al año 2000 habían solicitado su registro más de 20 mil cooperativas a nivel nacional, de las cuales según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), para ese mismo año, solamente se encontraban activas 10 mil 156, siendo 6 mil 925 de producción y 3 mil 231 de consumo, con 464 mil 206 socios, sin que dicho Instituto o cualquier otra autoridad considerara la participación de las cajas populares de ahorro, que para el año de 1995, mantenían un membresía de más de 1.5 millones de socios, con la constitución de la Caja Popular Mexicana, formada por más de 60 cajas populares de aquel entonces, según datos de la Enciclopedia Wikipedia.
Por otro lado, se estima también que actualmente en México existen más de 7 millones de personas relacionadas directamente con actividades cooperativas de las cuales alrededor de 5 millones participan en el sector de ahorro y préstamo popular, siendo muy escaso el número de cooperativistas ocupados en actividades de producción y consumo. Estos 7 millones de personas representan, sin considerar a otras indirectamente relacionadas con el cooperativismo, menos del 7 por ciento de la población total, que para el cierre de 2009 se calculó en aproximadamente en 108 millones de mexicanas y mexicanos; sin poder identificar su peso dentro de la Población Económicamente Activa Ocupada (PEAO), que se estimó en esas mismas fechas en más de 47 millones de personas.
Las estadísticas cooperativas se hacen más difíciles de identificar debido a los criterios legales y registrales que se aplicaron con la aprobación y vigencia de la Ley General de Sociedades Cooperativas de 1994, la cual desclasó a las cooperativas del sector obrero, las normó en una ley especial pero contradictoriamente sujeta a la legislación comercial, como sociedades mercantiles con ánimo de lucro y las subsumió para efectos económicos en la categoría de micro, pequeñas y medianas empresas, las cuales conforman un vasto universo de más de 4 millones de unidades económicas en el país. Será hasta el censo de este año que probablemente se pudiera contar con datos específicos del sector cooperativo del país.
DIVERSOS PROBLEMAS DEL SECTOR COOPERATIVO
Durante años en diversos diagnósticos y estudios hemos madurado la tesis de que los diversos problemas que padecen el sector y movimiento cooperativo del país se deben a diversas causas que tienen que ver con el sistema y modelo económico y político que prevalece. En el capitalismo mexicano y en el ánimo de su oligarquía dominante no cabe el cooperativismo. Éste no es considerado en el esquema y planes del desarrollo nacional, aunque la ley así lo prevea, al proyectarlo como sinónimo de retroceso, subversión y fracaso. El cooperativismo no se respeta ni se ejerce por el Gobierno Federal ni por la mayoría de los gobiernos de las entidades, con excepción del Gobierno del Distrito Federal.
Producto de la acción del Estado y la incapacidad de los cooperativistas de difundir por si mismos o a través de sus aliados sus principios y acciones, la mayoría de la población desconoce el cooperativismo, y aunque el más conocido es el escolar que nació en 1926, únicamente se practica en la Educación Básica por la reglamentación que existe, pero no se aplica en sus principios universales, valores y compromiso con la comunidad, siendo el caso, que la mayoría de las cooperativas escolares solamente son un botín de directores y profesores sin escrúpulos. En general se carece de una educación, capacitación y cultura cooperativa que estimule la constitución y desarrollo de nuevas empresas, como alivio a la economía popular.
No existen apoyos en financiamiento y los que se llegan a dar son escasos y caros, con altos costos de transacción. Tampoco existen instancias públicas de asistencia técnica accesible y especializada a cooperativas en temas de administración, contabilidad, finanzas, mercados y otros. La falta de programas oficiales de fomento cooperativo y la inexistencia de una banca de desarrollo social que financie a cooperativas con créditos flexibles, dificulta su apertura y desarrollo, además de su integración horizontal para lograr escalar procesos y obtener economías de escala que faciliten su fortalecimiento. Cuando las cooperativas logran producir, no existen apoyos estatales que faciliten el comercio de sus bienes y servicios, con excepción del Gobierno capitalino que lo tiene anunciado y pendiente de concreción.
Aunado a lo anterior y a la falta de visión de algunos cooperativistas sobre el modelo de economía que han elegido como medio de vida y de compromiso cívico, están los problemas internos que tienen que ver con el liderazgo, la administración, los métodos de dirección y la formación de cuadros, cuyos problemas son afines a otros tipos de organización social y que están relacionados con la gran estructura política, económica y social del país, determinada por relaciones capitalistas de explotación y subordinación del trabajo asalariado y por el saqueo de los recursos nacionales, dominadas por monopolios, bancos extranjerizados y opulentas empresas que poseen y controlan absolutamente todo, sin oposición significativa hasta hora de los diferentes movimientos y resistencias que se agitan en la patria.
COOPERATIVAS Y SINDICATOS HERMANOS DE SANGRE
La solidaridad, la cooperación y la ayuda mutua entre los hombres y los pueblos tiene un antecedente muy remoto en la historia del mundo y en la de nuestro país, no obstante, las cooperativas de producción, consumo y ahorro popular como se les conoce actualmente son producto del capitalismo, al igual que los sindicatos, porque cooperativas y sindicatos son hermanos de sangre ya que ambos sectores y movimientos se encuentran enlazados por su origen y el propósito de mejorar las condiciones laborales y de vida de las y los trabajadores para enfrentar la rapaz explotación en el trabajo y frenar el abuso de los patrones, banqueros, tenderos, comerciantes y mercaderes.
Es imprescindible conocer y entender la naturaleza de las cooperativas como expresiones económicas del movimiento de los trabajadores, para lograr su correcta ubicación en el contexto nacional y situar correctamente sus limitaciones, evitando posturas erróneas que desprecian y minimizan su importancia o prácticas que sobredimensionan sus alcances, o bien, actitudes que distorsionan su estructura y fines convirtiéndolas en partidos, asociaciones o instituciones de beneficencia, pero no en verdaderas cooperativas como organizaciones económicas del pueblo.
En ese sentido, la debilidad del cooperativismo del país es similar o peor a la que mantiene en nuestros días el sindicalismo, cuya fuerza no rebasa el 10 por ciento de la PEA ocupada del país, explicándose dicha situación en ambos casos por similares razones, al encontrase históricamente estos sectores vinculados entre sí. Quizás la presencia más fuerte de ambos movimientos se concentra actualmente en la ciudad de México y zona metropolitana, por sus características económicas y políticas, de tal modo que la fortaleza actual del movimiento cooperativo y sindical está en su fuerza ideológica, como alternativas de organización para millones de seres damnificados del neoliberalismo en los últimos 30 años, con la bandera de que otro mundo mejor es posible. En ese quehacer los cooperativistas están más cercanos a la clase obrera que al grupo de los capitalistas.
ASPECTOS CRÍTICOS EN LA FORMACIÓN COOPERATIVA
La concepción errónea de la teoría y práctica del cooperativismo y la falta de un diagnóstico económico y político del acontecer nacional, constituyen el núcleo de los aspectos críticos en la formación cooperativa, que se traducen en una ausencia de información y educación de sus socios, en lo técnico, cultural y político. En general es escasa la capacitación de cuadros de dirección para la sucesión de liderazgos. Se ejerce con timidez la autocrítica interna y la crítica constructiva, fraternal y abierta entre cooperativas. La solidaridad es reducida entre sí y con el movimiento social, e insuficiente la participación de la mujer y la juventud en el cooperativismo. A lo anterior habría que agregarle, que esta situación también se alimenta del cúmulo de falsedades que el Estado y sus corifeos promueven sobre el cooperativismo.
La falta de comprensión sobre la naturaleza del cooperativismo y los aspectos críticos en la formación cooperativa en muchas de las ocasiones han llevado al truene a diversas sociedades que en otrora han sido exitosas o que se formaron con altas expectativas, por desviaciones que van desde el hecho de que algunas “cooperativas” son consecuentes en el quehacer político y social pero quiebran en el aspecto económico, al dejar de considerar que las cooperativas son organizaciones eminentemente económicas, para dar la lucha económica contra el sistema, dominado por la estructura capitalista. Y otras, al privilegiar el aspecto económico, sin compromiso social, terminan por naufragar en la competencia capitalista o en la simulación, como negocios privados de sus directivos.
Otras desviaciones, conciben al cooperativismo como la formula salvadora que gradualmente nos conducirá al socialismo, o bien como la “tercera vía” que habrá de llevar a las y los mexicanos a una nueva economía con “rostro humano”, sin capitalismo rapaz ni socialismo “totalitario”, dejando de considerar la situación nacional y la correlación de fuerzas, las leyes de la economía y el carácter auxiliar o complementario del cooperativismo en el modo de producción dominante en el país, sujeto a relaciones de intercambio desigual, explotación del trabajo ajeno y subordinación de las y los trabajadores, resultando entonces solo un sueño guajiro pensar que el cooperativismo gradualmente nos llevarán al socialismo o a una nueva sociedad sin explotados ni explotadores. La importancia del cooperativismo en las condiciones actuales de México es que posibilita la sobrevivencia y lucha con dignidad del pueblo para la reorientación de la economía del país.
TIPOS DE COOPERATIVISMO EN MÉXICO
Más allá de la división legal de las cooperativas en sociedades de consumidores de bienes y/o servicios, de productores de bienes y/o servicios, y de ahorro y préstamo, en la práctica cooperativa comúnmente encontramos tres tipos de cooperativismo: empresarial, social y de simulación. Los dos primeros casos son parte del auténtico cooperativismo, e independientemente de sus particularidades, generalmente su sociedad redunda en beneficio de sus asociados y en algunos casos de la comunidad, tendiéndose como prototipos del cooperativismo empresarial a la Cooperativa La Cruz Azul y el grupo que la rodea, junto con la Confederación Nacional Cooperativa de Actividades Diversas; y, en el cooperativismo social, más cercano a las posiciones del movimiento obrero, se ubican a la Cooperativa Pascual y recientemente a la Cooperativa Tradoc (ex – trabajadores de Euzkadi), por citar solamente algunos ejemplos.
El tercer tipo de cooperativismo es el peligroso y el que deshonra al sector, pues está compuesto de empresas o negocios, generalmente empresas fantasmas o intermediarias, también llamadas outsourcing, que se aprovechan de la figura jurídica para simular empresas sociales pero en los hechos son negocios capitalistas que conllevan el propósito de evadir deberes fiscales y responsabilidades patronales en obligaciones laborales que nacen de la relación de trabajo: estabilidad en el empleo, salarios dignos, prestaciones y seguridad social, entre otros. Esta variante, aunque con nobles fines, también podría estarse creando involuntariamente cuando se propone la creación de cooperativas de servicios en la administración pública, ante la falta de voluntad de los gobiernos para cumplir la ley, basificar a sus trabajadores y reconocer su derecho a la sindicalización.
En México, a diferencia de otros países, por su historia y sus condiciones actuales el cooperativismo está más cerca de la izquierda que de la derecha, a pesar de que existe una tradición ortodoxa de los cooperativistas de respeto a las ideas políticas de sus agremiados, lo cual ha dificultado por décadas la definición e integración del movimiento cooperativo, dándose el caso de que el cooperativismo social es más enfático en su solidaridad y participación con el movimiento popular progresista de izquierda, que el empresarial que despliega modos patronales, aunque ambos mantienen un compromiso con su comunidad. Cabe señalar que el cooperativismo de las cajas de ahorro y préstamo, que ha tenido una importante participación de clérigos, está más inclinado a un cooperativismo de carácter social, con peso significativo de Alianza Cooperativista Nacional y ahora de la Confederación de Cooperativas de Ahorro y Préstamo de México.
SITUACIÓN NACIONAL Y MOVIMIENTO COOPERATIVO
La crisis, el desempleo, el aumento incontenible de la economía informal y la precarización de la ocupación en general son una cruda realidad nacional que amenaza el país y particularmente a su pueblo y clase trabajadora. Las principales variables de la economía se encuentran estancadas o a la baja. El desempleo abierto en 2010 alcanza alrededor de 3 millones de personas de la PEA; más de 4 millones se encuentran en el subempleo y cerca de 13 millones trabajan en la economía informal. Se estima que existen más de 7 millones de jóvenes que no trabajan ni estudian, porque no hay empleos ni cupo en las escuelas. De diciembre de 2006 a marzo de 2010, el desempleo creció 79 por ciento, demostrando el fracaso de las políticas del presidente Felipe Calderón, llamado asimismo el “Presidente del empleo”.
La pobreza y la inequidad social siguen en aumento. Cerca del 50 por ciento de la población total del país vive en pobreza patrimonial, 6 millones más que al inicio del gobierno de Calderón, mientras que casi 20 millones de personas están en pobreza alimentaria, es decir que ni para comer o comer bien tienen, esto es 5 millones más que en 2006. El nivel de vida de las y los trabajadores y clases medias se ha deteriorado como nunca. En últimos tres años se ha duplicado el costo de la canasta básica y caído, aproximadamente en 42 por ciento, el poder adquisitivo de los salarios. El salario mínimo de 57.46 pesos en la zona geográfica “A”, el más alto en este momento y que perciben casi 18 millones de trabajadores de la población activa es totalmente insuficiente para satisfacer las necesidades de una familia, según datos de la Facultad de Economía de la UNAM y del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval).
Las razones de estos fenómenos se ubican principalmente en aspectos económicos, políticos y sociales, como la excesiva concentración de riqueza y liberalización del sistema, la inexistencia de una economía propia y diversificada, la falta de articulación y desarrollo del mercado interno y la existencia de un mercado informal e ilegal de numerosos productos del extranjero, que desplazan los productos nacionales. Así como por la presencia de una fuerte inversión privada directa con estímulos estatales en actividades que no son fuente de empleos, la ausencia de políticas públicas eficaces de empleo y bienestar, el flujo constante de migración indígena y profesional y la debilidad del sector social de la economía, derivado de una exclusión gubernamental al sistema cooperativo de producción y consumo.
El neoliberalismo en nuestro país ha propiciado la desvalorización del trabajo en general, la explotación salvaje de las y los trabajadores y la negación de los derechos de estos, además, de promover una cultura antisocial basada en la concepción de privilegiar lo privado sobre lo social, lo individual sobre lo comunitario, exacerbando la pasión por el negocio privado, el enriquecimiento y el animo de lucro por encima de la satisfacción de las necesidades sociales, desconociendo los valiosos postulados del constitucionalismo social mexicano, lo cual ha propiciado de los gobiernos un modelo de propiedad y de apropiación al amparo del poder, que ha concentrado la riqueza en unas cuantas familias y grupos oligárquicos, además del saqueo de la nación, el empobrecimiento de la población trabajadora, de las clases medias y aún del empresariado nacional de la micro, pequeña y mediana empresa privada y social.
A esta difícil y compleja situación nacional habría que agregarle la creciente descomposición política, violencia y militarización en el acontecer nacional. Alrededor de 23 mil muertes es el saldo de los últimos tres años de gobierno, por ejecuciones, enfrentamientos y fuego cruzado en la “guerra” de Calderón contra el narco, además de los “daños colaterales” a la economía y a las poblaciones, evidenciando la existencia de un gobierno autoritario y de un Estado de guerra no declarada contra la sociedad en su conjunto, que en el marco de un régimen de excepción ha propiciado innumerables abusos contra los derechos humanos de las personas y la criminalización de las protestas sociales, provocando estos hechos la vulnerabilidad y existencia del país como Estado nación y su gobernabilidad democrática en perjuicio de todas las clases y grupos nacionales.
En ese escenario nacional la situación de los diferentes movimientos clasistas y sectoriales es difícil en la coyuntura actual, pues existe dispersión, por ejemplo, en los sectores sindical, campesino, popular y estudiantil, entre otros, por su falta de unidad y articulación para definir rumbos programáticos y de acción en la mejorara de sus condiciones y exigir un cambio, pero sí la unidad de estas resistencias es complicada, aún lo es más la del sector y movimiento cooperativo, por las características y debilidades que este mantiene y que han sido tocadas en apartados anteriores, siendo el caso del Distrito Federal y las acciones de sus gobiernos democráticos en los últimos 12 años, una excepción y una experiencia de políticas públicas de fomento al empleo y la economía social cooperativa que se han ido consolidando en alianza entre los gobiernos progresistas de la ciudad y el sector cooperativo local y nacional.
FOMENTO COOPERATIVO EN LA CIUDAD DE MÉXICO
El movimiento cooperativo de la Ciudad, integrado por el sistema cooperativo y sus organismos, con el apoyo del Gobierno democrático en más de una década (1997 a 2010), ha logrado crear un espacio permanente de coordinación, análisis y trabajo, mediante la organización de foros, congresos, talleres y otras formas de educación, capacitación y expresión popular y la cimentación de una política pública de protección al empleo y al fomento cooperativo, así como, el establecimiento de un marco legal de apoyo al cooperativismo, expresado en la Ley de Fomento Cooperativo para el DF (2006), el Programa General de Fomento Cooperativo (2009), diversas acciones y un padrón actualizado de cerca de 500 cooperativas, que fijan un distintivo de vanguardia en el país en la promoción del cooperativismo y otras formas de economía popular y solidaria.
No obstante, una década no ha sido suficiente para apuntalar la economía social en el Distrito Federal, primero por el peso determinante de las políticas federales y sus repercusiones en la ciudad; segundo, por la falta de claridad, cohesión, sensibilidad y voluntad política de los diferentes gabinetes que han gobernado la capital de 2007 a la fecha; y, tercero, por la debilidad misma del sector y movimiento cooperativo en la ciudad que ha sido incapaz de dinamizar las políticas públicas en la materia, más allá de lo que hasta ahora se logrado y que en cierta forma, ha dependido de la iniciativa conjunta de funcionarios de izquierda encargados de la materia del trabajo, previsión social y fomento al empleo y algunos dirigentes de las cooperativas emblemáticas del país, con el apoyo de investigadores e intelectuales especializados en el cooperativismo.
En mi opinión el movimiento cooperativo auténtico durante estos últimos treinta años de políticas neoliberales antisociales, aunque con debilidad, ha logrado mantenerse como una alternativa de ocupación y organización económica popular con ideales, principios y valores que proyectan una ideología y cosmovisión distinta a la del capital, difundiendo y mostrando con su experiencia la necesidad de luchar por una nueva economía y por la justa distribución de la riqueza y de las oportunidades para generarla, mediante la igualdad jurídica y la equidad social. En ese sentido, cabe señalar que la constitución y ejemplo de la Sociedad Cooperativa Trabajadores de Pascual, surgida de la lucha obrera en 1985 y luego, la constitución de la Sociedad Cooperativa Trabajadores Democráticos de Occidente (TRADOC, ex trabajadores de Euzkadi), en 2005, también de origen en la lucha obrera, vienen a oxigenar y apuntalar una vertiente de cooperativismo social, que puede fortalecerse desde las filas del desempleo y el trabajo de capacitación de los gobiernos democráticos, como facilitadores de ésta opción de vida.
ALTERNATIVAS DE FOMENTO COOPERATIVO
A manera de conclusión, la alternativa que tiene el cooperativismo y las cooperativas del país, en la actualidad, para convertirse en una verdadera opción de cambio económico de la organización social del trabajo y de todas las relaciones políticas, depende, entre otros factores de:
Que los gobiernos progresistas y de orientación de izquierda, apoyados en el constitucionalismo social, las recomendaciones internacionales de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y la experiencia internacional y local del DF, apoyen al cooperativismo con la legalización y programación de políticas publicas en la materia que sean exigibles, ejecutables y con presupuesto, ya que en el caso de la ciudad de México, pese a que existe un marco legal desde 2006 y un Programa a ejecutar desde 2009, ni el gobierno central ni la Asamblea Legislativa han destinado recursos para la ejecución y cumplimiento de la Ley, lo cual es indebido y vergonzoso para un gobierno que se jacta de su carácter social y de izquierda.
Que las sociedades, uniones y confederaciones, junto con el Consejo Superior, tensen su esfuerzo organizacional para fortalecer sus propias sociedades y construir al mismo tiempo redes populares, para expandirse entre sus iguales, particularmente con el sindicalismo de clase y las redes solidarias de economía popular. El cooperativismo solo tiene expectativa si se concibe y practica como parte contribuyente de un movimiento más amplio contra el sistema capitalista, asumiendo compromisos políticos y sociales reales por la democracia y un nuevo proyecto de nación; y,
En ese sentido, el camino está por el cooperativismo social, sustentado en la riqueza de sus experiencias y en la subsistencia con dignidad, ya sea que se derive de las luchas obreras de nuestro tiempo, de las empresas recuperadas o de la organización de las y los desempleados y personas de la economía informal. En esa labor se enaltece, la capacitación y formación de cooperativas y cooperativistas desde el quehacer de los propios cooperativistas y de la función pública progresista.
www.mercataloniasolidaria.wordpress.com
ResponderBorrarsaludos desde Barcelona !
Modesto Beltrán Petter's
www.mercatalonia.net
HACE AÑOS RECIBI UN TALLER SOBRE COOPERATIVISMO EXCELENTE PERO HOY PIENSO QUE LAS COOPERATIVAS SON LA GRAN SOLUCION PARA LA CRISIS QUE SE VIVE EN MEXICO, POCO TRABAJO , POCOS INGRESOS, PRECIOS CADA DIA MAS ALTOS.
ResponderBorrarHACE AÑOS TAMBIEN VISITE EN CHICAGO ILL UN SUPERMERCADO QUE ERA UNA COOPERATIVA, CON SERVICIO AL PUBLICO.PORQUE EN MEXICO NO INICIAMOS UN FUERTE MOVIMIENTO HACIA LA EXPANSION DE LAS COOPERATIVAS, OTRAS NACIONES LO HAN HECHO VER POR EJEMPLOEL PERU. PODRIA SER LA GRAN OPORTUNIDAD.