Más de 60 por ciento de las mujeres presas, purgan penas de otros
México, D.F 15 jul 10 (CIMAC).- Un gran número de mujeres en situación de reclusión en México, purgan condenas por delitos que cometieron el marido, el hijo o el hermano, y son declaradas "cómplices, a veces inconscientes" de lo que otros hacen, es decir, son condenadas por partida doble.
En ello coinciden diversas investigaciones realizadas por académicas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Teresa González, de la Escuela Nacional de Trabajo Social (ENTS), señala que más del 60 por ciento de las mujeres que se encuentran recluidas en México cometieron delitos inducidas por su familia directa y/o en correlación, o complicidad con ellos. Marisa Belausteguigoitia Rius, directora del Programa Universitario de Estudios de Género (PUEG) señala que muchas de estas mujeres se esfuerzan por mantener unida a su familia, aún desde la cárcel siguen siendo proveedoras y resuelven problemas de sus parientes, sin recibir reconocimiento alguno.
El documento: “Historias de droga, mujeres y prisión en México”, de Corina Giacomello, que contiene entrevistas realizadas a mujeres en reclusión, narra la historia de Marta, originaria del estado de Guerrero. Introdujo siete kilos de heroína escondida en unas maletas en un vuelo procedente de Venezuela, junto con su amiga Marcela, quien viajó con ella. Ambas purgan una sentencia de diez años, en el Centro Femenil de Readaptación Social de Santa Martha Acatitla. “El que orquestó el negocio fue su cuñado”. Marta narra que cuando las detuvieron en el aeropuerto internacional de la Ciudad de México, un agente le decía: “Dime la verdad, dime quién es tu jefe” “No, yo no tengo jefe”, “Bueno, danos 80 cada uno, somos cinco” y ella respondió, no tengo ese dinero y “prefiero ir a la cárcel”.
Corina Giacomello, afirma en su texto que las mujeres en reclusión por delitos contra la salud viven una situación híbrida, entre víctimas y culpables; sus delitos son, además de un acto individual elegido, el fruto de relaciones de género desiguales que vuelven a las mujeres en obreras, y cómplices ideales para la delincuencia organizada. En este sentido, Martha Romero Mendoza, maestra por la UNAM, señala en su texto ¿por qué delinquen las mujeres?, que la mayoría de las mujeres encarceladas proviene de sectores de la población económica y socialmente desfavorecida y que permanece encarcelada por delitos típicos de personas que carecen de poder, “Han vivido en la pobreza y han sido violentadas la mayor parte de sus vidas”, afirma la también investigadora del Instituto Nacional de Psiquiatría.
A seis años de su creación, el Centro Femenil de Readaptación Social de Santa Martha Acatitla, en la zona oriente del Distrito Federal, cuenta con una población aproximada de mil 608 internas, donde se observa que las condenas por un mismo delito, para las mujeres, son superiores que para los hombres, precisa la directora del PUEG. “Esto se debe a que para la mayoría de los jueces una mujer debe ser quien brinde cariño y protección; entonces, cometer un crimen se percibe como algo contrario a su naturaleza”, precisa Marisa Belausteguigoitia.
Los conceptos de sexismo y poder patriarcal son inherentes al género. “Lo patriarcal y sus privilegios permanecen como parte de la cultura y por ende permean tanto la criminología, como los procesos criminales y de criminalización y la forma en que mujeres y hombres se enfrentan a la ley”, de acuerdo con Romero Mendoza “Todo aquello que en el sistema económico y social impida o retrase sistemáticamente el acceso de hombres o de mujeres a algún derecho universal, constituye una inequidad de género, así las mujeres que delinquen no sólo dejan de ejercer actividades y de disfrutar de bienes a los que tienen derecho, sino que se ven excluidas de la mayoría de las posibilidades de obtenerlos, es decir, viven en exclusión social”.
Dadas las condiciones de desigualdad social que prevalecen para la mujer que delinque, si el sistema de impartición de justicia no las toma en cuenta, terminará por imponerse una justicia parcial, enfatiza Romero Mendoza y agrega que mientras se apliquen sanciones análogas, a condiciones que no son iguales, lo que se va a producir es una situación de desigualdad más profunda Elena Azaola, académica del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social, señala que las mujeres en reclusión sufren de abandono y olvido.
El hecho de que los hombres no visiten a sus parejas cuando son recluidas en centros de readaptación social, se debe a un asunto de género. “Los hombres no están dispuestos a sostener una pareja en esas condiciones”.
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