7/13/2010

Exigimos respeto a nuestros migrantes hagamos lo mismo hacia los que vienen

Grupo de autoayuda para mujeres refugiadas de Sin Fronteras

Enfrentan personas migrantes fuertes limitaciones en México


Por Guadalupe Cruz Jaimes

México, DF, 12 jul 10 (CIMAC).- Karla Medina, sobreviviente de la guerra civil de finales de los años 70, en Nicaragua, migró hace cuatro años a México, en busca de un diagnóstico médico para su hija menor, que no encontró en su país. No obstante, en territorio nacional, la discriminación y la falta de oportunidades, han sido los principales obstáculos en su camino.

Las dificultades comienzan por tener un estatus migratorio que les permita trabajar, pues sin empleo es imposible sostenerse, señaló la nicaragüense en entrevista a Cimacnoticias, durante el cierre del segundo año de actividades del Grupo de autoayuda para mujeres refugiadas y migrantes centroamericanas, organizado por la organización “Sin Fronteras”.

“Salí de mi tierra con una visa de turista y un permiso de 30 días, pero la intención era quedarme más tiempo, el necesario para que me dijeran que tenía mi hija”, relató Karla.

En México, las esperaban dos de sus primas, migrantes nicaragüenses con varios años de residencia en el país, “ellas me decían que aquí me iban a decir lo que tenía, y la iban a poder atender, lo que tristemente en Nicaragua no iba a ocurrir”.

“Llegué con el papá de mi hija, pero él, como traía visa americana, al ver las dificultades decidió irse a Estados Unidos y nos abandonó, después de cuatro o cinco meses no volvió a buscarnos.

Eso también fue muy difícil, yo me decía ¿qué voy a hacer para cuidar a mi hija, yo sola en este lugar?”, mencionó.

Sin embargo, Karla Medina continuó luchando para que su hija, Cristel, que entonces tenía 10 años de edad, siguiera recibiendo atención médica en el Hospital Psiquiátrico Infantil, y lo logró.

“Me salí a hacer quehacer, con los vecinos y luego éstos me recomendaban en otras casas”, con esta labor apenas costeaba los pasajes, renta y alimentación de ella y su niña, pero “no tenía otra opción, era complicado porque estaba indocumentada”, añadió.

La nicaragüense permaneció cinco meses en situación migratoria irregular, “luego yo sola hice el trámite y conseguí una Forma Migratoria 3 (FM3), me lo dieron porque mi hija estaba recibiendo atención psiquiátrica en el Hospital Infantil, pero no me dieron permiso de trabajo”.

De acuerdo con Mónica Godoy, facilitadora del Grupo de autoayuda para mujeres refugiadas y migrantes centroamericanas, la FM3 otorga la calidad migratoria de “visitante no inmigrante”, la cual consiste en un permiso para vivir temporalmente en México, que deben refrendar cada año, mediante una prórroga que exprese un motivo urgente para permanecer en el país.

La petición está dirigida al Instituto Nacional de Migración, dependencia a la que también deben solicitarle autorización para poder trabajar. A decir de Godoy, “las personas migrantes con FM3 enfrentan fuertes limitaciones para vivir en México”.

Prueba de esa afirmación, es la vivencia de Karla Medina: “mi documento venció al año, sin él se me dificultó todavía más conseguir empleo, tuve que conseguir prestado para las terapias y las medicinas”, mencionó. Karla Medina.

“Enfrentar esta situación siendo mamá soltera, y con una hija con discapacidad fue muy complicado, sobre todo porque los niños no caben en cualquier lado, en los trabajos me decían qué porqué mi niña hablaba sola, fue muy difícil”, refirió.

Además, por ser extranjera, “en varios trabajos me rechazaron porque decían que cómo iban a darle empleo a una mujer de otro país, en lugar de una mexicana, ni siquiera me daban la oportunidad de demostrar mis capacidades”, lamentó Karla.

Sin empleo, ni documentación migratoria, hace dos años, la nicaragüense había decidido regresar a su país, por este motivo, acudió a Sin Fronteras, con la intención de que la orientaran para regresar.

No obstante, ese día, además de encontrar otras opciones respecto a su situación migratoria en México, halló una invitación al Grupo de Mujeres. Karla tomó la decisión de continuar en el país e integrarse a la convocatoria de Sin Fronteras.

El personal de la organización “me ayudó a volverme a documentar, conseguí una Forma Migratoria 2 (FM2) y un permiso de trabajo”, añadió.

La FM2 es la calidad de inmigrante, también está sujeta a permisos, pero permite la naturalización al cabo de de 2 a 5 años.

Con su documentación migratoria en orden, Karla tenía más posibilidades de encontrar un empleo, y en el Grupo de Mujeres consiguió una mayor entereza para afrontar las dificultades constantes que encuentran en el camino las y los migrantes en México: la discriminación y la falta de oportunidades.

“Me interesó asistir porque aún arrastro recuerdos dolorosos de la guerra, recordó la nicaragüense, fue una etapa muy difícil, aunque apenas tenía 11 años de edad, fue una experiencia traumática”. Además de experimentar este tipo de violencia, Karla Medina vivió maltrato físico por parte de su pareja.

La centroamericana sigue trabajando esas experiencias en terapia grupal, con sus compañeras y amigas migrantes, originarias de distintas naciones latinoamericanas, que radican en el país.

Desde hace 13 meses, Karla Medina labora en Control y Supervivencia, organización de ayuda a niños de la calle, su ocupación le permite sostener su hogar, pero necesita más que eso, porque pretende traer a su hija mayor a México.

“Me quiero apurar, echarle ganas, para tener a mis hijas conmigo”, señala entusiasta la nicaragüense, de 41 años de edad, quien manifiesta: “me siento más fuerte, sé lo que quiero, soy una mujer de decisiones, no me dejo manipular, ni que me griten, ni pisoteen”.

A diferencia de “cuando llegué, porque estaba muy lastimada por muchas cosas que uno arrastra, traía una autoestima bien baja, pero en el grupo encontré mucho apoyo”, menciona satisfecha.


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