Laura M. López Murillo (especial para ARGENPRESS.info)
“Se acabó.
El sol nos dice que llegó el final,
por una noche se olvidó
que cada uno es cada cual”
Joan Manuel Serrat
En algún lugar de la noche, conforme se extinguen los ecos de la fiesta resurgen los márgenes de la realidad que se diluyeron momentáneamente por el influjo de una quimera...
Laura M. López Murillo es Licenciada en Contaduría por la UNAM. Con Maestría en Estudios Humanísticos, Especializada en Literatura en el Itesm.
La fiesta del futbol que el mundo celebró en Sudáfrica se traslada a España, que según la Federación Internacional de Fútbol (FIFA) es el país más feliz del planeta. El mundial de fútbol confirma, una vez más, que la humanidad necesita placebos para conservar alguna esperanza, por vana que parezca. Pero esa necesidad existencial es explotada por la industria del entretenimiento que logra acaparar la atención de todo el mundo en una confrontación deportiva diseñada para promoción de actitudes y la divulgación de estereotipos.
El predominio de la ética del lucro se manifiesta en la profesionalización, que debe entenderse como la capitalización de las habilidades y la comercialización de los esfuerzos. Los actuales modelos de excelencia predominan en el ámbito deportivo y son patrocinados por firmas comerciales o consorcios industriales.
Pero mientras millones y millones de personas siguieron los incidentes del Mundial de Fútbol en Sudáfrica, los grandes consorcios mediáticos incrementaron sus ganancias a niveles exponenciales. Porque los verdaderos vencedores son los organismos organizadores de la Copa Mundial de Futbol, las firmas que vendieron la transmisión de los 64 juegos y los patrocinadores que insertaron sus anuncios publicitarios durante la fiesta futbolera.
Del monto estratosférico de las ganancias generadas durante la Copa Mundial sólo una mínima parte favoreció al pueblo sudafricano durante la construcción de los estadios y la organización del evento. Los millones generados en la fiesta futbolera saldrán de Sudáfrica en cuanto los medios, los patrocinadores y los visitantes retornen a sus lugares de origen.
Y así, hasta el próximo Mundial y durante cuatro largos años, los medios masivos alimentarán la esperanza de quienes sueñan con el triunfo, y fortalecerán la quimera del juego como el único camino en el ascenso a la gloria. En un vulgar mercadeo venderán ídolos y exportarán los moldes de la excelencia y los modelos del éxito, guiando las ilusiones de un mundo necesitado de alegrías, capitalizando las dosis esporádicas de placebos existenciales que requiere la humanidad.
Porque ahora, como siempre y desde entonces, la gloria de los héroes y la fama de los ídolos son indispensables para sobrellevar los devaneos de la fortuna, para fortalecer las ilusiones cuando se hayan extinguido los ecos de la fiesta, cuando resurgen los márgenes de la realidad que se diluyeron momentáneamente por el influjo de una quimera…
Laura M. López Murillo es Licenciada en Contaduría por la UNAM. Con Maestría en Estudios Humanísticos, Especializada en Literatura en el Itesm.
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