Miguel Carbonell
La moneda está en el aire
Es posible que los resultados electorales del pasado domingo 4 de julio obedezcan en muchos casos a dinámicas propias de la situación local en cada una de las 14 entidades federativas en las que los ciudadanos fueron convocados a las urnas. Algunas derrotas con seguridad se debieron a pleitos internos en determinados partidos (es el caso del PAN en Aguascalientes) o bien a la pésima imagen de algunos gobernadores salientes. Pero en su conjunto lo que arrojan los resultados que tenemos a la vista es una enorme incertidumbre a nivel nacional, de cara a las elecciones del 2012.
En efecto, antes del 4 de julio parecía que, en una suerte de proceso histórico inevitable, el PRI recuperaría la Presidencia en el 2012, si bien faltaba saber con qué candidato. Lo que vinieron a traer los ciertamente extraños resultados de ese domingo fue una especie de “reescritura del futuro”, al poner a todos los partidos en condiciones reales de ganar en la siguiente elección. Como se dice coloquialmente: la moneda está en el aire y nadie puede sentirse seguro de nada.
Por otra parte, las elecciones pasadas confirmaron que —con los defectos y problemas que se quiera— la ruta electoral es la única legítima y reconocida para llegar al poder. El voto se ejerce con una libertad apreciable, las personas eligen entre opciones de gobierno diferentes, los propios ciudadanos cuentan los sufragios emitidos y llenan las actas en cada casilla, hay órganos locales y federales que pueden revisar las inconsistencias o irregularidades que se hayan producido y al poder llegan los que obtuvieron más votos. Puede parecer algo muy simple y obvio, pero para llegar a eso México tardó décadas y a todos los ciudadanos nos costó (y nos sigue costando) miles de millones de pesos. Los partidos políticos tienen a su disposición para el 2010 más de 3 mil millones de pesos, lo que no es poca cosa.
La incertidumbre electoral hacia el 2012 tendrá una escala previa, de gran intensidad, en la elección del próximo año en el Estado de México. Se trata de una elección crucial por varios motivos. El primero de ellos es que el Estado de México es la entidad federativa más poblada del país, con lo cual aporta el mayor número de inscritos al Registro Federal de Electorales. Hay más de 14 millones de habitantes en el territorio mexiquense (contra casi nueve en el Distrito Federal, para hacernos una idea).
La elección es también crucial porque tanto el PAN como el PRD han manifestado sus intenciones de conformar una coalición opositora para derrotar al PRI, siguiendo la fórmula que les produjo buenos resultados en Oaxaca y en Puebla. Ese es el segundo motivo por el que será muy interesante el proceso electoral local del próximo año.
Y el tercero motivo de interés es porque parece ser que en el resultado del Edomex se juega su futuro político Enrique Peña Nieto y sus posibilidades de ser primero candidato del PRI y luego presidente de la república. Hay quien ha sugerido que su imagen quedaría un tanto deteriorada si el PRI no es capaz de mantenerse en el poder en el territorio que gobierna Peña Nieto.
Todo lo anterior nos permite concluir que, en efecto, se ha vuelto a instalar la incertidumbre electoral en México y eso es una gran noticia para todos. Los años en que ya se sabía el partido que iba a ganar parecen haberse quedado cada vez más atrás. Ahora importa, y mucho, seleccionar a buenos candidatos. Importa también hacer un trabajo de equipo dentro de los partidos, evitando las fracturas internas. Importa, finalmente, presentar proyectos políticos con ideas de fondo, conforme a la agenda temática que le preocupa a los ciudadanos y no simplemente la que le interesa a los políticos.
Es decir, lo que importa es que cada vez se ofrezcan a la ciudadanía mejores proyectos, con más ideas y argumentos, con mejores candidatos que sean honestos y tengan capacidad de convencer y no solamente de vencer. Lo que importa, a fin de cuentas, es que se vaya perfeccionando al proceso democrático y que las elecciones sirvan como herramienta para mejorar el nivel de vida de todos los habitantes de México.
www.miguelcarbonell.com twitter: @miguelcarbonell
Investigador del IIJ-UNAM
En efecto, antes del 4 de julio parecía que, en una suerte de proceso histórico inevitable, el PRI recuperaría la Presidencia en el 2012, si bien faltaba saber con qué candidato. Lo que vinieron a traer los ciertamente extraños resultados de ese domingo fue una especie de “reescritura del futuro”, al poner a todos los partidos en condiciones reales de ganar en la siguiente elección. Como se dice coloquialmente: la moneda está en el aire y nadie puede sentirse seguro de nada.
Por otra parte, las elecciones pasadas confirmaron que —con los defectos y problemas que se quiera— la ruta electoral es la única legítima y reconocida para llegar al poder. El voto se ejerce con una libertad apreciable, las personas eligen entre opciones de gobierno diferentes, los propios ciudadanos cuentan los sufragios emitidos y llenan las actas en cada casilla, hay órganos locales y federales que pueden revisar las inconsistencias o irregularidades que se hayan producido y al poder llegan los que obtuvieron más votos. Puede parecer algo muy simple y obvio, pero para llegar a eso México tardó décadas y a todos los ciudadanos nos costó (y nos sigue costando) miles de millones de pesos. Los partidos políticos tienen a su disposición para el 2010 más de 3 mil millones de pesos, lo que no es poca cosa.
La incertidumbre electoral hacia el 2012 tendrá una escala previa, de gran intensidad, en la elección del próximo año en el Estado de México. Se trata de una elección crucial por varios motivos. El primero de ellos es que el Estado de México es la entidad federativa más poblada del país, con lo cual aporta el mayor número de inscritos al Registro Federal de Electorales. Hay más de 14 millones de habitantes en el territorio mexiquense (contra casi nueve en el Distrito Federal, para hacernos una idea).
La elección es también crucial porque tanto el PAN como el PRD han manifestado sus intenciones de conformar una coalición opositora para derrotar al PRI, siguiendo la fórmula que les produjo buenos resultados en Oaxaca y en Puebla. Ese es el segundo motivo por el que será muy interesante el proceso electoral local del próximo año.
Y el tercero motivo de interés es porque parece ser que en el resultado del Edomex se juega su futuro político Enrique Peña Nieto y sus posibilidades de ser primero candidato del PRI y luego presidente de la república. Hay quien ha sugerido que su imagen quedaría un tanto deteriorada si el PRI no es capaz de mantenerse en el poder en el territorio que gobierna Peña Nieto.
Todo lo anterior nos permite concluir que, en efecto, se ha vuelto a instalar la incertidumbre electoral en México y eso es una gran noticia para todos. Los años en que ya se sabía el partido que iba a ganar parecen haberse quedado cada vez más atrás. Ahora importa, y mucho, seleccionar a buenos candidatos. Importa también hacer un trabajo de equipo dentro de los partidos, evitando las fracturas internas. Importa, finalmente, presentar proyectos políticos con ideas de fondo, conforme a la agenda temática que le preocupa a los ciudadanos y no simplemente la que le interesa a los políticos.
Es decir, lo que importa es que cada vez se ofrezcan a la ciudadanía mejores proyectos, con más ideas y argumentos, con mejores candidatos que sean honestos y tengan capacidad de convencer y no solamente de vencer. Lo que importa, a fin de cuentas, es que se vaya perfeccionando al proceso democrático y que las elecciones sirvan como herramienta para mejorar el nivel de vida de todos los habitantes de México.
www.miguelcarbonell.com twitter: @miguelcarbonell
Investigador del IIJ-UNAM
Detrás de la Noticia | Ricardo Rocha
PAN-PRD: devaneos de la cohabitación
Los franceses, que son maestros en las artes amatorias, lo son también en la política. Pero siempre he creído que ni ellos mismos han acabado de discernir dónde terminan los límites del placer —si los hay— y dónde empiezan los del poder. Tal vez por ello la han llamado igual, indistintamente: cohabitación. Lo mismo para la convivencia que implica la práctica diaria —si se puede— del gozosísimo ayuntamiento carnal que para el ejercicio cotidiano de un gobierno común entre funcionarios de al menos dos partidos distintos. Tres ya implicaría el celebérrimo ménage à trois, que más bien estaría en los terrenos del primer magisterio que aquí hemos mencionado.
Todo esto viene a cuento por las mentadas coaliciones que han unido en los meses recientes al PAN y al PRD y que no se sabe cuánto tiempo más habrán de durar, pero que, por lo pronto, son una forma de cohabitación innegable. Como si de un romance se tratara, se citaron en lo oscurito, se juraron fidelidad, se hicieron promesas y al final —qué tiernos— se tomaron de la mano y se vieron a los ojos.
Luego, han marchado juntos del brazo y por la calle. Juntos, decidieron sus estrategias para ganar al adversario común y de todos tan temido. Juntos festejaron y se levantaron las manos en señal de triunfo. Y es que no les ha ido mal. Tres estados como Puebla, Oaxaca y Sinaloa —y en una de esas Durango— no sólo son muy significativos por el número de habitantes y ciudadanos. Sobre todo lo son por los montos jugosísimos de dineros públicos que ahora los gobiernos de todos los signos destinan descaradamente al financiamiento de sus campañas locales. Y más aún para apoyar a quien resulte el ungido para la madre de todas las batallas electorales que será la presidencial del 2012. Así que podríamos decir que fue un fin de semana de ensueño donde los tórtolos cohabitaron a placer y quedaron muy satisfechos.
El problema es qué va a pasar de aquí en adelante: ¿se van a soportar el uno al otro? ¿Se van a tolerar sus defectos mutuamente? Porque la relación pasará pruebas un poco más duras que el enojo porque el otro apachurra la pasta de dientes. Y conste que no hablo del desgarramiento de vestiduras de quienes lo han calificado de un amasiato escandaloso e impúdico. No. Simplemente que todavía no está del todo claro para qué quieren ganar. Y quién y cómo van a gobernar o cogobernar. O si va a ocurrir, como ya ha pasado, que sus cachorros los manden al demonio a uno o a los dos y se dediquen a hacer lo que se les pegue la gana.
En pocas palabras, si ha valido la pena ser la comidilla del día no sólo en la calle donde todos murmuran, sino también hacia adentro, donde los más recalcitrantes miembros de las familias se avergüenzan, unos de que el petimetre se haya enamorado de la recamarera; los otros, de que el ñerito chifle y chifle desde su bici en la calle esperando que la damita de sociedad se asome al balcón.
Yo digo que fuera máscaras y que ya aclaren de una vez por todas si están dispuestos a seguir juntos “hasta que la muerte los separe”, con escala en el Estado de México. Amén.
P.D. Por vacaciones, nos volvemos a ver el 10 de agosto.
Todo esto viene a cuento por las mentadas coaliciones que han unido en los meses recientes al PAN y al PRD y que no se sabe cuánto tiempo más habrán de durar, pero que, por lo pronto, son una forma de cohabitación innegable. Como si de un romance se tratara, se citaron en lo oscurito, se juraron fidelidad, se hicieron promesas y al final —qué tiernos— se tomaron de la mano y se vieron a los ojos.
Luego, han marchado juntos del brazo y por la calle. Juntos, decidieron sus estrategias para ganar al adversario común y de todos tan temido. Juntos festejaron y se levantaron las manos en señal de triunfo. Y es que no les ha ido mal. Tres estados como Puebla, Oaxaca y Sinaloa —y en una de esas Durango— no sólo son muy significativos por el número de habitantes y ciudadanos. Sobre todo lo son por los montos jugosísimos de dineros públicos que ahora los gobiernos de todos los signos destinan descaradamente al financiamiento de sus campañas locales. Y más aún para apoyar a quien resulte el ungido para la madre de todas las batallas electorales que será la presidencial del 2012. Así que podríamos decir que fue un fin de semana de ensueño donde los tórtolos cohabitaron a placer y quedaron muy satisfechos.
El problema es qué va a pasar de aquí en adelante: ¿se van a soportar el uno al otro? ¿Se van a tolerar sus defectos mutuamente? Porque la relación pasará pruebas un poco más duras que el enojo porque el otro apachurra la pasta de dientes. Y conste que no hablo del desgarramiento de vestiduras de quienes lo han calificado de un amasiato escandaloso e impúdico. No. Simplemente que todavía no está del todo claro para qué quieren ganar. Y quién y cómo van a gobernar o cogobernar. O si va a ocurrir, como ya ha pasado, que sus cachorros los manden al demonio a uno o a los dos y se dediquen a hacer lo que se les pegue la gana.
En pocas palabras, si ha valido la pena ser la comidilla del día no sólo en la calle donde todos murmuran, sino también hacia adentro, donde los más recalcitrantes miembros de las familias se avergüenzan, unos de que el petimetre se haya enamorado de la recamarera; los otros, de que el ñerito chifle y chifle desde su bici en la calle esperando que la damita de sociedad se asome al balcón.
Yo digo que fuera máscaras y que ya aclaren de una vez por todas si están dispuestos a seguir juntos “hasta que la muerte los separe”, con escala en el Estado de México. Amén.
P.D. Por vacaciones, nos volvemos a ver el 10 de agosto.
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