Balance de 2 años
La lucha en favor pueblo es de por vida, asegura
Es un error pensar que uno se va a sostener con relaciones públicas
Convencido de la viabilidad legal de la consulta para enjuiciar a sus
antecesores, el mandatario tiene claras las causas por las que
considera podrían ser llevados ante la justicia: de la corrupción al narcogobierno, del fraude electoral a la entrega del patrimonio nacional
El presidente Andrés Manuel López Obrador
durante la entrevista con La Jornada en Palacio
Nacional.Foto Alfredo Domínguez
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En contra del presidente Andrés Manuel López Obrador se
han alineado las élites empresariales y políticas, partidos, medios
informativos y periodistas de México y del extranjero, comentaristas,
economistas, científicos y artistas, así como organizaciones
internacionales que no han dejado de golpear –ni inventar ni insultar–
un solo día en los 21 meses que lleva en el cargo, pero él es empecinado
y se le ve tranquilo. A pesar de ello, su compromiso con la libertad de
expresión se mantiene incólume y su voluntad de transformar, intacta.
Le achacan poca voluntad ecológica, pero él defiende el programa de
reforestación más ambicioso del mundo y el fortalecimiento de las
energías limpias por medio de la reconstrucción de las hidroeléctricas
vetustas o abandonadas. Le atribuyen posturas contrarias al feminismo,
pese a que como gobernante y como dirigente ha distribuido las
responsabilidades de manera paritaria entre hombres y mujeres.
En entrevista con La Jornada en Palacio Nacional, con motivo
de su segundo Informe de gobierno, López Obrador se reivindica como un
luchador social de por vida, pero avizora el fin de su responsabilidad
política a la conclusión de su sexenio.
Yo termino, si así lo decide la gente, en 2024, y no vuelvo a participar en política, a ocupar ningún cargo ni a aspirar a nada, porque siento que contribuí y vendrán otros.
La plática tiene lugar en la recién estrenada sala de Palacio
Nacional Daniel Cabrera y los Olvidados, un insólito homenaje a la
contraparte del poder: las y los activistas, políticos, intelectuales,
periodistas y hasta guerrilleros que combatieron de todas las maneras el
autoritarismo, la corrupción, la cerrazón y la simulación que se
cocinaron en este mismo edificio y sus extensiones –notablemente, Los
Pinos– en distintas épocas. El resto del recinto le merece respeto
histórico, pero en este espacio, acondicionado por él mismo y por su
esposa, Beatriz Gutiérrez Müller, se siente a sus anchas.
En cuatro meses las autoridades federales entregaron
50 mil millones de pesos.
Estamos hablando de 2 millones de créditos de 25 mil, informó
el Ejecutivo.Foto Alfredo Domínguez
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Cuenta que en 2018, cuando era ya Presidente electo, las
negociaciones para el acuerdo conmercial entre México, Estados Unidos y
Canadá se rompieron durante una semana por su exigencia de mantener el
sector energético al margen de ese convenio; que
nadie se atrevía a decirle al presidente Donald Trump que las páticas estaban detenidas porque nosotros no aceptábamos ese capítulo, que a la postre hubo sensastez en la Casa Blanca y se aceptó la exclusión de un texto que ya se había acordado con el gobierno de Enrique Peña Nieto para someter los hidrocarburos y la electricidad a los términos del tratado trilateral.
El juicio a ex mandatarios
Convencido de la viabilidad legal de la consulta
ciudadana para enjuiciar a sus antecesores, el madatario tiene claras
las causas por las que considera podrían ser llevados ante la justicia:
de la corrupción al narcogobierno, del fraude electoral a la
entrega del patrimonio nacional. Si Estados Unidos solicitara la
extradición del ex presidente Felipe Calderón, México la concedería en
atención a los acuerdos bilaterales establecidos, dice.
Con esa misma determinación, reafirma que no se revisará la
estrategia para combatir el Covid-19, pese a la alta mortalidad
registrada, porque
es la correcta, y señala que en México, a diferencia de otras naciones, no ha habido un colapso del sistema de salud, aunque admite que el saldo de la pandemia en el país y el mundo ha sido más que catastrófico y que
todas las proyecciones fueron rebasadas.
Por donde se le vea, el que este dirigente surgido desde abajo
llegara hasta aquí fue una hazaña o, cuando menos, una de esas rarísimas
anomalías que los creyentes llaman milagros.
Llegar a Palacio Nacional para gobernar este alambicado país no fue
así nomás. López Obrador estuvo 33 años pateando México por cada una de
sus costuras. Inició su éxodo por la democracia en su natal Tabasco y ya
nadie pudo detenerlo, ni los fraudes electorales, especialmente el que
llevó a Los Pinos a Felipe Calderón, con la abierta complicidad de las
autoridades electorales, empresarios, televisoras e intelectuales que a
toda costa impidieron su arribo a la Presidencia.
Y La Jornada cubrió esa singular travesía día a día, porque estimó que la noticia estaba por encima de cualquier otra consideración.
Otro asunto excepcional es que, hasta donde vamos, el Presidente siga
ganando la partida a la solemnidad del poder y se mantenga como el que
siempre fue: un hombre llano, transparente y dicharachero que descree de
la imagen pública y de las convenciones comunes de la política y la
economía, y se aferra, en cambio, a sus propósitos de toda la vida –que
pueden resumirse en mejorar las condiciones de las mayorías y dignificar
la vida pública– y a una rutina tan simple como eficaz: levantarse
todos los días a las 5 de la mañana a trabajar y enfrentar los
obstáculos que le surgen, desde las complicadas ecuaciones de la
política exterior hasta los pleitos en su gabinete; desde la pesada
herencia de pobreza, corrupción e inseguridad hasta la elaboración de
respuestas inmediatas y directas a algunos de sus críticos más
enconados.
Foto Ilustración El Fisgón |
Sobre la decisión más difícil en lo que va de su gestión, ubicó la orden de liberar a Ovidio Guzmán López, hijo de Joaquín El Chapo Guzmán. A las ocho de la noche tomó la decisión y luego viajó a Oaxaca.
Llegué ahí y me informaron que habían liberado a los rehenes; luego me dieron otro reporte y el caso es que a las 10 de la noche ya estaba yo dormido. Y el momento más tenso: la explosión de una zanja llena de combustible en Tlahuelilpan, Hidalgo,
algo muy doloroso porque fueron muchísimos fallecidos. Era, explica, una práctica conocida de los huachioleros:
para tener apoyo de la gente rompían los ductos y hacían zanjas para que la gente llegara con sus bidones y los llenara.
En un ir y venir entre el presente y la historia nacional –una de sus
pasiones–, el político tabasqueño analiza la derrota de Francisco I.
Madero:
Era un hombre bueno, pero por su condición de clase no supo entender la importancia que tenía la tierra para los campesinos, se quedó en el aire, y sin base social no puede llevarse a cabo ninguna transformación”. Él, a su vez, afinca el mantenimiento de su popularidad, aun en medio de la crisis, en el respaldo de la población.
Es un error pensar que uno se va a sostener con relaciones públicas, quedando bien con los de arriba, manejando la imagen en los medios.
Avances sociales
Durante la entrevista, al jefe del Ejecutivo se le recuerda que La Jornada ha
seguido su actividad, desde su lucha en Tabasco hasta su arribo a la
Presidencia, pasando por la jefatura de Gobierno de la Ciudad de México,
y una pregunta obligada es:
–¿Cuál es su balance después de todo este andar?
–Yo creo que valió la pena todo el batallar para llegar aquí. La
gente se ha portado muy generosa, muy fraterna. Nos dio su apoyo, su
confianza, a pesar de los pesares, y se consiguió el triunfo para
transformar al país.
Andrés Manuel López Obrador en un
multitudinario acto de campaña en mayo
de 2018. En esa ocasión recorrió Tlalpan.
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La transformación que estamos llevando a la práctica es pacífica, sin violencia, pero igual de profunda que las otras tres transformaciones históricas: la Independencia, la Reforma y la Revolución.
–Hay una singularidad en ésta: las tres anteriores hicieron saltar
por los aires una institucionalidad y una legalidad, y la Cuarta
Transformación tiene que transitar con la legalidad como una camisa de
fuerza. Hay la desesperación de mucha gente en el sentido de que las
instituciones y las leyes están hechas para perpetuar el régimen que
cayó. ¿Cómo se le hace?
–Teníamos dos caminos: uno era el hacer una nueva Constitución.
Después de la Independencia (se hizo), la de 1824; tras la Reforma, la
de 1857, y luego de la Revolución, la de 1917. Si se busca una nueva
transformación, se tenía que ajustar el marco legal a las nuevas
circunstancias, y lo que procedía era convocar a un Constituyente para
aprobar una nueva ley de leyes, una Caret Magna. El otro camino era
utilizar lo establecido legalmente, hacer modificaciones o reformas que
nos permitieran llevar a cabo la transformación, los cambios y eso lo
hicimos ya. Desde luego, optamos por el segundo camino, la segunda
opción.
–¿Qué ponderó en esa disyuntiva?
–Nos habría costado más trabajo una nueva Constitución, aun teniendo mayoría en el Congreso.
–¿O habría sido más tardado?
–Sí, y habríamos dedicado más tiempo a eso. Analizamos qué se podía
transformar con lo establecido y añadiendo cosas claves. Por ejemplo, el
que la corrupción sea delito grave, que no lo era. Ese cambio en la
Constitución es muy importante. Recientemente, el que se elevaran a
rango constitucional derechos sociales, como el de la pensión, la
discapacidad, el derecho a la salud, a las becas para estudiantes
pobres…
–En ese camino por el que se optó, ¿cómo juzga la actual legislatura?
En algunos casos es una telenovela cotidiana y/o no aprueban,
modifican, refrenan… No necesariamente al ritmo que usted quisiera.
–Bueno, la que está es lo que hay… Se ha logrado avanzar, se ha
alcanzado ese propósito de hacer los cambios. Imagínense, se acaba de
aprobar en la Cámara de Diputados suprimir el fuero al Presidente.
–Hay quien piensa que se puede atorar en el Senado.
–No creo. No podrían. Entonces, estamos hablando de un cambio
legislativo que no se daba desde la Constitución de 1857, porque en esa
Carta Magna liberal, en el artículo 103, se estableció el fuero
presidencial. Se señalaba que al jefe del Ejecutivo no se le podía
juzgar más que por traición a la patria y por delitos electorales. Y en
la de 1917 se le quitó lo de delitos electorales. Se dejó nada más
traición a la patria. Y vaya que la Constitución del 17 es avanzada en
lo social, pero en lo político no, porque ahí se establece el sistema
presidencialista. El que al presidente se le pueda juzgar como a
cualquier otro ciudadano, inclusive estando en funciones, es un avance
importantísimo, es quitar un fuero. Entonces, sin necesidad de una nueva
Constitución se han logrado avances importantes.
Acierto sobre pensiones
–Para lograr el Estado de bienestar, ¿qué reformas hacen falta?
–No descarto hacia adelante hacer un capítulo en la Constitución que
establezca el Estado de bienestar y que se trate en distintos artículos
sobre los derechos sociales. Pero lo que se hizo fue que se reformó el
artículo cuarto constitucional y ahí se estableció el derecho a la
pensión, a la salud, a las becas para estudiantes pobres. También se
reformó el tercero constitucional para dar marcha atrás a la llamada
reforma educativa. Además, voy a enviar una iniciativa de ley para
pensiones, más con el propósito de reparar el daño causado por la
reforma que impulsó las administradoras de fondos para el retiro
(Afore), porque si no, los que van a empezar a jubilarse recibirían 30
por ciento, cuando mucho, de su sueldo.
–¿Hay recursos?
El jefe del Ejecutivo mexicano destaca
que
si se atiende a los de abajo se garantiza la paz para todos.Foto Alfredo Domínguez |
–Estamos trabajando en eso. En el caso de los pensionados del Seguro
Social se convenció a los empresarios para que aumentaran sus
aportaciones. Los trabajadores no van a aportar, fue realmente un logro
el que los patrones aceptaran incrementar su participación para
garantizar mejores pensiones. Yo entiendo que esto se consiguió porque
se había abusado mucho. No los empresarios, sino los que establecieron
las Afore y los que las han manejado. Creo que tenían algún temor de que
fuésemos a actuar con más radicalismo, que se regresara por completo al
sistema anterior, o sea, que se estatizara, vamos a decirlo, el manejo
de las pensiones. Por eso ellos ceden, ayudan. Yo esto lo tengo que
reconocer y le vamos a agregar a la iniciativa el que se van a reducir
las comisiones. Los de menores ingresos van a tener prácticamente su
salario completo. Sí va a haber una pérdida de todas maneras, pero a la
mayoría de los trabajadores de menores ingresos les va a tocar lo que
era su salario y va a ayudar mucho bajar el margen de intermediación, es
decir, el costo por administrar las pensiones en México, aunque este
año ha disminuido bastante; está por encima de los estándares
internacionales. Entonces, en la iniciativa que voy a enviar se va a
establecer que no podrán cobrar más de lo que cuesta administrar estas
pensiones en el mundo.
El apoyo social
–¿La situación económica no va a ser una camisa de fuerza para seguir avanzando en los derechos sociales?
–Sí, pero estamos aplicando una fórmula para que se garanticen, para
que no falte el presupuesto destinado a la población. Me he propuesto
lograr que 70 por ciento de los mexicanos se beneficie con una ayuda, ya
sea con un programa de Bienestar o con una porción del presupuesto
público. Ya debemos andar como en 65 por ciento. ¿Esto qué incluye? Pues
a todos los beneficiarios de programas sociales. Hay 32 millones de
familias en el país y estamos llegando a 23 millones. Si a esto le
sumamos los que de una u otra forma reciben algo del presupuesto, porque
trabajan al servicio del Estado, ya sean maestros, médicos, enfermeras,
marinos, soldados o policías, pues estaríamos muy cerca de 70 por
ciento.
“En un sistema como el nuestro, piramidal, donde hay una base amplia
de gente pobre, empezar a garantizar derechos sociales de abajo hacia
arriba, y llegar hasta 70 por ciento, es estar muy cerca de la clase
media-media.
Al (otro) 30 por ciento no se le margina, no se le excluye. También recibe beneficios con esta estrategia, porque al fortalecerse la capacidad de consumo, el ingreso de los de abajo, hay desarrollo empresarial y comercial. Además, lo que vale más de todo, lo que importa más, es la paz. Entonces, si se atiende a los de abajo se garantiza la paz para todos.
–Aun con estos apoyos que hay del gobierno, las proyecciones de la
Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) es que se va a
incrementar la pobreza en México.
–No tienen ellos mediciones. Son supuestos para no decir otras cosas,
porque no conozco que hayan hecho una encuesta o que estén haciendo un
trabajo de campo. Además, es muy temprano todavía para medir los efectos
de la crisis económica y de la sanitaria. Entonces, son proyecciones,
porque incluso tienden hasta a modificar sus parámetros de medición. Ya
no es lo mismo. Ya nosotros no estamos midiendo sólo crecimiento
económico.
–¿Qué más están midiendo?
–Bienestar.
–¿Cómo?
–Bueno, con la distribución del ingreso, de la riqueza, porque
crecimiento es más dinero, pero no necesariamente es mejor distribución
de ingreso. Hay un asunto nuevo, por ejemplo, muy peculiar, muy
heterodoxo, muy nuestro: es una vacuna que vamos a patentar para
enfrentar la crisis económica. No es para presumir, pero es única. ¿Qué
hacían cuando se presentaba una crisis? Pues siempre los rescates, a los
de arriba.
–Deuda pública.
–Fue lo que hicieron, revisen como se han endeudado en Europa, ya no
hablemos de Estados Unidos, porque esa es una circunstancia aparte;
Japón, Alemania… O sea, se fueron a lo mismo, a la contratación de
préstamos en cantidades desproporcionadas y a entregar dinero a
corporaciones, arriba. Lo nuestro no fue así. Nosotros ahorramos,
ajustamos el gasto para liberar fondos y metimos más apoyos abajo para
que no se afectara el consumo. No se nos cayó el consumo, no hemos
tenido una crisis de consumo, no tuvimos una crisis de inflación o
carestía.
“Esto se pudo lograr –yo creo que ya pasamos lo peor– porque
coincidió con que llegaron más remesas de nuestros paisanos migrantes.
En vez de que se cayeran los montos de lo que envían, se incrementó el
volumen, hasta ahora en 10 por ciento en términos reales. Calculamos, lo
dije en el Informe, que va a haber un récord de entradas de remesas.
Vamos a llegar a 40 mil millones de dólares y estamos hablando de que
ese dinero, que es ahora la principal fuente de ingresos del país, llega
abajo, a 10 millones de familias.”
Situación catastrófica
–¿Cuánto se usa de guardaditos?
–De lo que teníamos disponibles en salud, un fondo de 70 mil millones
de pesos, y desde antes de la pandemia, porque teníamos que levantar el
sistema, que estaba en el suelo. Se destinaron 40 mil millones
adicionales, lo aprobó el Congreso. Viene la pandemia y teníamos esos
fondos. Con eso reconvertimos hospitales, tenemos casi mil nosocomios
Covid; hay todas las camas que se requieren, ahora existe una ocupación
de 30 por ciento, y se cuenta con 70 por ciento disponibles. Nunca,
afortunadamente, tuvimos problema de saturación de hospitales. Nadie se
quedó sin una cama, nadie se quedó sin un ventilador para atenderse en
terapia intensiva.
–Esa parte ha sido exitosa, pero en el número de muertos, ¿no subestimaron mucho la epidemia? Son más de 66 mil decesos.
–Sí, es una tragedia. Fue algo terrible, doloroso, pero se manejó bien.
–¿Se imaginó 66 mil muertos?
El presidente Andrés Manuel López Obrador
considera importante que la transformación
del país sea por la vía pacífica.
Foto Alfredo Domínguez
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–Eso es un asunto que se dejó desde el principio a los médicos, los
especialistas. Yo lo dije en una conferencia con los jefes de Estado del
G-20: que no somos todólogos, sabelotodos, y que teníamos que dejar el
manejo de la pandemia a los especialistas. Fue más que catastrófico lo
que sucedió en el mundo, nadie esperaba que fuese tanto. Todas las
proyecciones fueron rebasadas. Ahora, cómo salimos nosotros, es hasta de
mal gusto hacer comparaciones, pero estamos menos mal que en otros
países.
–¿No es momento de hacer una revisión de la estrategia?
–No, es la correcta. Nuestros adversarios querían que la cambiáramos
para que nos fuera mal, y no nos ha pasado lo que lamentablemente le
está ocurriendo a Perú, ni tampoco a Estados Unidos. Tenemos menos
fallecidos –y es muy feo compararnos– que Perú, Chile, Brasil, Estados
Unidos, Francia, Inglaterra, Italia o España. Y si nos vamos a eso, en
España, en Italia y en Nueva York no podían atender a los enfermos y
tuvieron que optar, que fue una cosa terrible, por los jóvenes y dejar
sin atención a los adultos mayores, a los viejos. Eso aquí no pasó.
Entonces, nuestros adversarios, además del amarillismo, apostaban a que
iba a ser peor y hablan de muertos, pero por ejemplo no toman en
consideración la población.
–La proporción.
–Pues sí, es como si yo les contestara bueno y cuántos fallecen de
infartos al año o que yo les dijera cuántos fallecen por diabetes. O
sea, es que eso no es periodismo…
–Eso que saca Amnistía Internacional de que México es el país donde más…
–También andan muy despistados los de Amnistía Internacional y son
también muy conservadores. No por el hecho de ser esa organización son
los poseedores de la verdad. Es como lo que publica The New York Times o el Washington Post o el Wall Street Journal… qué
barbaridad… ¿La verdad inmaculada? ¡No! Uno de los problemas que
enfrenta el mundo en la actualidad es la falta de ética y de
profesionalismo en los medios. O sea, miren, hay una revista aquí
progresista, sacó en su portada un crematorio.
–¿Cuál será?
–No voy a dar detalles (ríe).
No ha caído la inversión extranjera
–Esta crisis económica, en gran medida autoimpuesta para
hacer frente a la pandemia, imprevisible, la mayor en ocho, nueve
décadas, ¿de qué manera cambió las señales, digamos en términos
beisboleros, para esta transformación que usted encabeza, en la que está
empeñado? ¿Cómo cambian los objetivos, la estrategia, la táctica para
llevar adelante los cambios con una crisis económica tan profunda?
–Nos permitió profundizar más en nuestra estrategia. No hubo cambios.
Hubo algunos ajustes, pero desde antes de la pandemia, les explicaba,
ya habíamos destinado 40 mil millones de pesos adicionales para la
salud. Ya había yo recorrido hospitales. Hice una gira por 80 hospitales
del IMSS Bienestar en las zonas más apartadas. Ya sabíamos que nos
teníamos que aplicar porque habíamos heredado un sistema de salud
abandonado, colapsado. Ya sabíamos que nos faltaban médicos,
especialistas, porque la política neoliberal llevó a la privatización de
la educación, a negar la posibilidad de tener médicos y especialistas.
“Todo eso ya lo conocíamos, de modo que cuando se presenta la
pandemia, pues ya sabemos lo que tenemos que hacer: contratar más
médicos, formarlos. No se ha informado lo suficiente, pero formamos
miles de médicos generales para atender adecuadamente a los enfermos
graves de Covid, que aprendieran a intubar porque no teníamos los
especialistas en el país. No los tenemos todavía. Entonces lo que
hicimos fue acelerar lo que ya teníamos pensado. Antes del Covid creamos
el Insabi. Se hizo a un lado el llamado Seguro Popular, que ni era
seguro ni era popular y estaba plagado de corrupción y se creó este
Instituto de Salud para el Bienestar, con otras características, a
partir de la gratuidad, la atención médica y medicamentos gratuitos.
Ya desde antes del Covid sabíamos de la gran corrupción en la compra de medicamentos, de equipos médicos, de materiales de curación; cómo algunas empresas vinculadas a políticos hacían su agosto, vendiendo medicinas caras, a veces ni entregando pedidos, adulterando el contenido de los medicamentos. Desde el principio manifesté que el propósito era transformar.
–¿Cómo se mantiene el mismo objetivo cuando el tamaño del pastel es
mucho más pequeño? Porque así va a ser, la economía se está achicando y
las necesidades e incluso las ofertas de su gobierno son mayores. ¿De
dónde van a salir?
–Es que era mucha la corrupción, era mucho el dinero que se fugaba,
más de lo que imaginamos. Empezando por estas sillas. Estas sillas sí,
las compraron en 250 mil pesos cada una. Hubiéramos hecho la entrevista
de pie, no sea que las vayamos a dañar (risas). (La referencia es a las
sillas de piel abullonada que la administración anterior dejó en Los
Pinos y que la actual trasladó a Palacio Nacional, en donde proliferan
en varios salones. Sólo en la sala
Daniel Cabrera y los olvidadoshay unas 24.)
–En algunos estratos –y no necesariamente los sectores políticos o
académicos a los que usted menciona como sus adversarios– no hay
credibilidad en ese plan. 95 por ciento de las empresas son pequeñas y
medianas. No son grandes bancos, no son grandes corporaciones y persiste
la impresión de que su gobierno las dejó a su suerte; o sea, que
mientras que en otros países que tienen sus propias crisis de finanzas
públicas hay cierto tipo de apoyo, en México cada quien debe rascarse
con sus uñas, porque el empeño o la estrategia de su gobierno es atender
con estos programas sociales. Y esos estratos medios que representan
una corriente de opinión, que votan, sienten que el gobierno no se está
fijando. ¿Qué responde a esto?
–Que no es cierto, que sí estamos apoyando. Nada más en créditos para
pequeñas empresas se entregaron en cuatro meses como 50 mil millones de
pesos. Estamos hablando de 2 millones de créditos de 25 mil.
Los sectores secundario y terciario se cayeron
–Pero para una empresa, ¿usted para qué cree que le servirían 25 mil?
–Pues mire, hay en el Seguro Social cerca de un millón de empresas y
hay ahora 19 millones 500 mil trabajadores, esa es la proporción. Le
dimos crédito a las pequeñas compañías, hasta 10 trabajadores y fueron
créditos que se entregaron en dos días, sin burocracia, sin ninguna
garantía más que la palabra de los inversionistas y se alcanzó a cerca
de 200 mil de estas firmas pequeñas. Pero además se entregaron créditos a
pequeños negocios familiares del sector informal de la economía. Nunca
en la historia de México se habían entregado tantos créditos con ese
monto a pequeñas empresas. No hablemos de los bancos, esos nunca han
volteado a ver a ese sector. Además, préstamos a tasas de 5.5 por ciento
anual, la del Banco de México, a pagar en 36 meses; tres meses de plazo
y empezar a pagar 800 pesos mensuales, a partir de los tres meses de
gracia, tres años. Entonces fue mucho lo que se dispersó abajo.
Es que si no es con eso, los programas sociales y las remesas, se nos cae el consumo. ¿Y qué ha pasado? Las tiendas en donde la gente compra sus mercancías básicas han aumentado sus ventas en este año 10 por ciento con relación al año pasado. ¿Cuáles son estas tiendas? Chedraui, Soriana y otras... no les voy a hacer publicidad.
–Pero hay miles y miles de otros negocios, pequeños restaurantes…
–Ah, no, no, no. La crisis afectó mucho, mucho, mucho. Pero no había
posibilidad de hacerlo de otra manera. Había que optar. La política
siempre es optar entre inconvenientes. Nosotros teníamos la presión de
los que querían que aplicáramos la fórmula de rescate como el Fobaproa. Y
dijimos
no. Y en esto coincidían tanto los integrantes de las grandes corporaciones o representantes de las grandes firmas económicas, financieras, que venían aquí a plantearme eso, como los economistas o personalidades de izquierda. Por eso estoy hablando de que esto es nuevo, porque hasta en el flanco izquierdo se quedaron influenciados por la política neoliberal, por las recetas neoliberales.
“También contesto esto para que se tome en cuenta: si se fortalece el
consumo –y esto no es nuevo, la fórmula en general sí es inédita y por
eso la vamos a patentar–, el que la gente humilde tenga para consumir y
así reactivar el comercio y reactivar la industria es un planteamiento
de los magonistas en el plan liberal de 1906. Al momento que se
fortalece el consumo, todas estas empresas no pierden mercado, no se
pierde mercado, y de una u otra manera hay un beneficio. Hay cuestiones
que son muy difíciles de resolver en una crisis. Por ejemplo, el turismo
se nos cayó; el sector servicio, lo mismo. Tuvimos la suerte de que no
se nos cayó el sector primario, el sector agropecuario, por eso no
tuvimos escasez de alimentos, prácticamente se mantuvo el sector
primario, no así los sectores secundario y terciario, que se cayeron
totalmente.
Hubo presiones para contratar deuda
–Usted ha señalado con frecuencia el costo tan fuerte de
la deuda en las finanzas públicas, y a pesar de la decisión de no
contratar nueva, ésta va a subir por sí misma debido a las
circunstancias de contracción económica y depreciación del tipo de
cambio. ¿Considera que sería pertinente, que sería un buen momento de
replantear con los acreedores de México o una auditoría a esa deuda?
Porque realmente mucha de ella fue contratada en condiciones –y hay
reportes de gobiernos que lo antecedieron– en que los préstamos
contratados se perdían en pozos sin fondo. Otros gobiernos progresistas
en América Latina han hecho una auditoría de sus deudas y/o renegociado
condiciones de pago. Dada la estrechez financiera por la que atraviesa
el país, ¿valora que sería posible cualquiera de esa dos opciones?
–No creo porque nosotros vamos a salir sin necesidad de llevar a cabo
una restructuración a fondo de la deuda pública. Lo está haciendo
Argentina, y muy bien. Lograron una quita casi de 50 por ciento de su
deuda. Ayudamos nosotros a esa restructuración. Pero son otras
circunstancias. El gobierno anterior de Argentina quebró las finanzas
del país, quebró la economía, no quiero decir con la complicidad, pero
sí con la colaboración, anuencia, participación, de organismos
financieros internacionales. El FMI y otros organismos financieros
(sabían) que (ese país) ya no tenía capacidad de endeudamiento, y como
estaban en puerta las elecciones y querían que se religiera el
presidente anterior, soltaron y soltaron más de lo que se podía manejar.
Al final de cuentas endeudaron al país y no lograron su propósito
político; porque también había ese propósito, no sólo era endeudar.
“Ahora, Alberto Fernández, quien es un buen presidente, planteó que
no podían pagar ni la cantidad ni en los plazos y empezó una
restructuración de la deuda. Costó trabajo y ya lo resolvieron. Nosotros
tenemos una situación distinta. Hemos manejado con mucha
responsabilidad las finanzas públicas y consideramos que vamos a salir.
Sí hay un aumento de deuda por lo que tú mencionas: porque se cae la
economía y porque hay una depreciación del peso, pero no pedimos deuda
adicional y esto nos va a permitir recuperarnos pronto. Hay países que
se fueron a 30 por ciento de su deuda, es decir, que contrataron 30 por
ciento más de lo que tenían. A nosotros sólo nos va a aumentar por los
efectos de la devaluación –ahora se le llama eufemísticamente
depreciación– y por la caída de la economía; vamos a perder ocho puntos.
“El año pasado no aumentó la deuda, y eso nos ayudó. Es más, hasta
marzo en vez de aumentar había bajado. Entonces ya no se pudo por la
pandemia mantener el mismo nivel de endeudamiento, pero nos vamos a
recuperar con crecimiento y además porque ya se está apreciando el peso.
Llegó a estar a 25 por dólar, un poco más. Hoy está abajo de 22. Vamos a
salir adelante y consideramos que con el crecimiento, con el manejo
honrado del presupuesto, con la austeridad, nos va a alcanzar. No vamos a
irnos a un plan de restructuración de deuda; queremos también mantener
la confianza en el país. Se tiene mucha confianza en México, como nunca.
Esto se demuestra con la llegada de la inversión extranjera; no se ha
caído. Y esperamos que va a llegar más.
“Otro guardadito es la revisión de contratos. Por ejemplo,
el de Odebrecht de la planta de polietileno. Es un contrato que de
cancelarse –que ya debería estar cancelado– nos va a permitir un ahorro
de 5 mil millones de pesos: lo que pagaba Pemex de subsidio por el gas
que no tiene, que tiene que importar. Un gas que se tiene que vender 30
por ciento más bajo que el precio de mercado y que tiene que ponerlo en
la planta y pagar el transporte, más las multas por falta de abasto. Es
un contrato leonino. Eso no puede continuar. Lo mismo en los contratos
que se hicieron con algunas empresas de generación de electricidad.
Firmas que tienen contratos con subsidio; eso no se da en ninguna parte
del mundo. Estamos negociando. Lo mismo que se hizo con los gasoductos.
Todo eso nos permitirá ahorros.”
–¿Cuánto es el estimado de esos ahorros?
–Pues bastante. No tengo un estimado preciso, pero la idea es
recuperar. Nos interesa, por ejemplo, el caso del señor Lozoya, porque
por primera vez se conoce el modus operandi con más detalle,
con más claridad. Ahora, eso es importante para que no haya repetición,
pero también es importante el recuperar todo lo que se pueda. Hablábamos
de la reforma a la Constitución: la extinción de dominio. Fue una
reforma que establecimos nosotros. Entonces, todos esos medios regresan
al patrimonio público. Por ejemplo lo que se pagó de sobreprecio sólo en
la planta de fertilizantes son 200 millones de dólares.
–¿Pero sí está garantizada esa devolución?
–Dicen que no. Pero si no hay devolución no hay reparación del daño, y
sin eso no se puede otorgar beneficios legales. ¿Cómo le hacen en
Estados Unidos? No es para copiar, pero allá hay testigos protegidos. Lo
de Odebrecht se sabe por una investigación en Estados Unidos. Les bajan
las penas a cambio de que hablen. Aquí existía ya ese mecanismo legal,
no se aplicaba más que para casos de narcotraficantes pero no para
delincuentes de cuello blanco. Ahora es muy interesante porque es un
beneficio que se da al que hable del de más arriba y ampliando la
información para conocer a todos los involucrados y poder recuperar
bienes.
El petróleo sigue siendo negocio
–Pemex produce hoy menos de cuando inició el actual gobierno ¿Qué va a pasar con Pemex?
–No estoy de acuerdo con tus datos, tengo otros (risas). Pemex no
perdía ni cuando se dedicaban a saquear a esa empresa. El petróleo es el
mejor negocio del mundo, decía Rockefeller, y el mejor negocio del
mundo decía también, es el petróleo mal administrado. El crudo es
negocio. Ahora se está vendiendo en 40 dólares y cuesta extraerlo 12
dólares en promedio. Estamos ahora extrayendo petróleo a 4 dólares por
barril porque estamos sacando petróleo en tierra y en aguas someras y no
como antes que lo que les importaban eran los contratos: invertían en
el norte, en aguas profundas cuando el petróleo está en el sureste, está
en tierra, está en aguas someras. No se pierde, porque Pemex aporta
muchísimo; ya no lo mismo que aportaba antes a la hacienda pública, pero
cuánto deja de impuestos. Muchísimo.
“Cuatro de cada 10 pesos en un tiempo, ahora es muchísimo menos. Debe
ser como 20 por ciento, la mitad. 18, 20, 15. Por ahí es el dato. De
todas maneras, eso es ingreso para la hacienda pública. Es una utilidad.
Cuando se quitan los impuestos, pues sí, dicen pérdida. Y no, porque la
aportación de Pemex a la hacienda pública es significativa.
Los que hablan de pérdida no sólo son los expertos en materia financiera o petrolera. También los tecnócratas, y en particular los de Hacienda, porque Pemex era ordeñada por Hacienda. No puede concebirse como pérdida si se habla de la República, del gobierno del país. El petróleo es de la nación, de todos. Y en cuanto a la producción, nosotros tenemos ahora un poquito más de lo que recibimos en producción, pero lo interesante es que recibimos 1.7 millones de barriles, pero venía cayendo. Catorce años de caída constante en la producción. El año pasado ya no cayó.
–Yo tengo otros datos. Pemex reportó la semana pasada 1.64 millones de barriles.
–Es que tienes que revisarlo, porque cómo hicieron un alboroto con
eso. Me metí a revisar los datos y le pedí al director de Pemex que me
explicara, y no están contabilizando otro volumen de crudo. Hay que
verlo.
–¿Qué hará el gobierno mexicano con el litio?
–Vamos a ver qué resulta sobre esta reserva. Todavía no tenemos un plan definido.
–Por esa cosa tiraron a Evo, ¿no?
–Se dice, pero fueron otras circunstancias. Ahí hubo un movimiento conservador apoyado desde afuera.
Foto Carlos Ramos Mamahua
De La Redacción/I
Periódico La Jornada
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