Luis Hernández Navarro
Tomás Martínez Pinacho
se disponía a comer algo en la taquería Los Primos, en el municipio
Ánimas Trujano, Oaxaca, cuando un comando fuertemente armado lo balaceó a
mansalva. Eran las 18:30 horas del pasado 24 de agosto y regresaba de
participar en un mitin de 2 mil 600 personas en la capital del estado.
Quedó sin vida sembrado en su silla.
La biografía de don Tomás –como cariñosamente lo llamaban sus
camaradas de la Sierra Sur– se cruza con las luchas sociales del
distrito de Miahuatlán en los últimos 30 años. Ellos resumen su
trayectoria, en una palabra:
lucha. Organizó la Unión de Campesinos Pobres; gestionó mejores servicios de agua y recolección de basura; se opuso a la construcción del Cefereso en el municipio; se movilizó para que los recursos gubernamentales llegaran a comunidades, agencias y rancherías y no se quedaran en la cabecera; fue dos veces candidato a presidente municipal y en dos ocasiones regidor; apoyó las protestas de los maestros democráticos contra la reforma educativa y a favor de la enseñanza pública, y se opuso activamente a la minería a cielo abierto.
Nació en Miahuatlán de Porfirio Díaz, el 7 de marzo de 1956, en el
seno de una familia muy humilde. Su papá era campesino. De niño, Tomás
apoyaba a su mamá en la venta de tortillas en el centro. Estudió unos
años de primaria entre 1965 y 1969, en la escuela Leona Vicario, y luego
emigró a la Ciudad de México. En Naucalpan, estado de México, siguió
sus estudios en la primaria nocturna Manuel Ávila Camacho y en el INEA.
Vendió alimentos en el Teatro Blanquita. Trabajó en una empresa
abarrotera hasta que regresó a su municipio natal entre 1990.
En Miahuatlán no había calles pavimentadas, ni agua potable, ni
drenaje. Al llegar a su comunidad, formó el Comité de Salud de Barrio
Abajo y promovió la adquisición del primer camión recolector de basura,
junto con el que en esos años era alcalde. Gestionó que el IMSS local
contara con un aparato de ultrasonido. Fue presidente de la coordinadora
de padres de familia de la zona escolar 25 y veló por las demandas
educativas.
La actitud y el compromiso del profesor democrático Germán Mendoza
Nube, varias veces detenido y torturado por su participación en las
luchas populares, lo marcó definitivamente. Tomás contaba cómo, en una
ocasión en que un compañero de Germán fue a buscarlo porque tenía una
dificultad, el maestro, a pesar de tener que moverse en silla de ruedas,
se levantó de la cama, se montó en su silla y se fue a resolver el
problema. La actitud de Germán impactó a Tomás. En ese momento se dijo:
Yo tengo dos manos, tengo dos pies. Me regreso a mi comunidad y empiezo a luchar por los compañeros, por la gente.
Así lo hizo. A partir de entonces, Martínez Pinacho se incorporó a la
Unión de Campesinos Pobres y al Frente Popular Revolucionario (FPR), en
una lucha que sólo su homicidio frenó. Recorrió comunidades, nombró
comités de base de la organización, recogió las demandas y las
necesidades de las poblaciones, sus conflictos agrarios.
Tomás participó activamente como concejal de la Asamblea Popular de
los Pueblos de Oaxaca (APPO) en 2006, en la que se exigió la renuncia
del gobernador Ulises Ruiz. Por ello fue perseguido, hostigado y
obligado a esconderse.
En Oaxaca hay cerca de 300 concesiones mineras, tres de ellas en la
Sierra Sur: en Suchixtepec, otra en los Coatlanes y una más muy cerca de
Miahuatlán, en comunidades del Zompantle y el Ocote. Don Tomás
desempeñó un papel medular en la resistencia a la minería a cielo
abierto en la región, con el ingeniero Bernardo Vázquez Sánchez,
asesinado el 15 de marzo de 2012, por oponerse al proyecto de Fortuna
Silver Mines de San José del Progreso. En 2018 promovió, después de una
labor de información y organización en las comunidades que arrancó en
2016, la formación del Frente Regional de la Sierra Sur en Defensa del
Territorio, los Recursos Naturales y la Libre Autodeterminación de los
Pueblos, en rechazo a la minería, en el que también participaron
organizaciones sociales como el MULT, API-PUP, FPR, sección 22-CNTE, MAS
y Coordinadora de Comunidades de Loxicha.
Desgraciadamente, homicidios como el de Tomás distan de ser una
excepción en este gobierno. Según la organización Front Line Defenders,
México es el cuarto país más peligroso del mundo para los defensores de
los derechos humanos. Tan sólo en 2019 fueron asesinados 24 activistas,
ambientalistas y defensores del territorio. En mayo, varios organismos,
entre los que se encuentra la Coordinación Alemana por los Derechos
Humanos en México, documentaron que en el sexenio de López Obrador han
sido ultimados al menos 30 defensores de derechos humanos.
Hijo de tortillera y campesino, sencillo, extremadamente humilde,
Tomás siempre se preocupó por las personas que llegaban a verlo y por
quienes lo buscaban para solicitar algún apoyo. Fue despedido en
Miahuatlán por sus camaradas, amigos y familiares, en un masivo homenaje
público, en medio de una interminable lluvia, el estallido de cohetes y
expresiones inconsolables de rabia y duelo.
El crimen de don Tomás dejó en la Sierra Sur una mezcla de dolor y
compromiso de mantener viva su saga. En palabras de su hijo José
Alberto:
A mí me duele mi padre, me duele mi mentor, me duele mi camarada de lucha, pero la lucha de Tomás Martínez sigue vigente. El Estado pensó que matándolo se acababa todo. Es lo contrario. Tomás Martínez revive en cientos, en miles que hoy piden unidos justicia.
Twitter: @lhan55
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