Pedro Salmerón Sanginés
La aplastante victoria
electoral de Morena en julio de 2018 fue también el inicio de su más
profunda crisis. Ya había muchas críticas fundadas a la gestión de la
secretaria general en funciones de presidenta del partido, pero, cuando
muchos cuadros pasaron al gobierno, se reconstruyó un Comité Ejecutivo
Nacional (CEN) que entró en una espiral de desatinos de que ya hablamos (https://bit.ly/3i8MvL7).
Eso también fue posible por errores anteriores, como la inexistencia
de criterios para la construcción de alianzas y candidaturas; la
creación de grupos personalistas (particularmente, pero no sólo, el de
Ricardo Monreal); el uso faccioso o al menos poco transparente del
padrón y la afiliación (responsabilidad del entonces secretario de
Organización, Gabriel García Hernández), y que los conflictos internos
no se dirimieran en los órganos internos, sino fuera.
Esto último es particularmente grave, y causa de la actual crisis. El
partido tiene una Comisión de Honestidad y Justicia que resuelve las
demandas internas de violación a estatutos y principios casi siempre de
manera correcta; pero desde muy temprano, a esa comisión le quitaron los
dientes: sus resoluciones fueron recurridas ante el Tribunal Electoral,
que casi siempre ha dado la razón a quienes demandaban contra el
partido. Quienes empezaron a hacerlo y asesoraron a otros tienen nombre:
Ernesto Prieto Ortega y Ernesto Prieto Gallardo, quienes se relevaron
en la presidencia de Morena en Guanajuato.
La ausencia de un padrón confiable y la judicialización de nuestra
vida interna (a la que también abonó, hay que decirlo, la querella
promovida por Alfonso Ramírez Cuéllar contra Yeidckol Polevnsky, que me
parece, por lo menos, muy inoportuna) le allanaron el camino a Alejandro
Rojas Díaz-Durán y otros personajes, a recurrir de nuevo a ese tribunal
que casi siempre falla contra Morena, para que la elección del
presidente del partido quedara en manos del INE.
La resolución del tribunal y su interpretación a manos del INE son
contrarias a la legalidad, violatorias de los principios de equidad de
género que en Morena ya son moneda corriente, y convierten una cuestión
política en un concurso de a ver quién es más famoso… eso ha permitido
que dos hombres que no cumplen los criterios exigidos por el estatuto se
hayan postulado para presidir Morena, el partido que debería ser la
principal palanca de apoyo a las transformaciones reales que lleva a
cabo el gobierno y garantía de continuidad, hacia la izquierda, del
proyecto de transformación encabezado por AMLO.
De Mario Delgado todos sabemos que se sumó a Morena al cuarto para la
victoria, y que antes de eso suscribió el Pacto por México y operó para
que los legisladores del PRD aprobaran la mal llamada reforma
educativa. And a very long etcétera.
El otro aspirante que no cumple los requisitos del estatuto es Gibrán
Ramírez Reyes. Surgió misteriosamente (no se sabe que el partido lo
haya designado o comisionado para ello) como uno de los voceros de la
campaña de 2018, aunque desde antes tenía muchos espacios en Milenio
y Televisa. Encontramos el origen de estos espacios en sus antecedentes
familiares y no en su trayectoria, aunque una vez en ellos, demostró
una razonable capacidad para debatir contra los telectuales de
la derecha que jamás invitarían ni se enfrentarían en abierto debate con
los que construyeron el proyecto alternativo de nación. Eso dio a
Ramírez cierta notoriedad, inflada por los medios. Además de esos
contactos familiares, Ramírez formó parte de un grupo llamado Democracia
Deliberada, cuyas posiciones teóricas surgen de las que reproducen el
ITAM y el CIDE. Hay que recordar que quien lo llevó a la administración
pública fue Germán Martínez, cuyas posiciones elogió y respaldó durante
meses. No sobra señalar que cuando expliqué en las redes sociales estos
antecedentes (y otros), fácilmente verificables, Ramírez Reyes reaccionó
con una falta de madurez que demuestra, sin duda, su falta de
sensibilidad para un cargo de las características del que aspira.
Ramírez suele decir que estuvo en la construcción de las juventudes de Morena y no sólo como
voceroen los medios que habían establecido un cerco informativo contra el movimiento. En estos días hice un sondeo entre quienes construyeron la red nacional de jóvenes de Morena desde 2012: casi todos coinciden en que nunca lo vieron en el trabajo real, y que es un #telecandidato.
Como en 2017, sigo convencido de que es necesaria la pluralidad en el
gobierno y el movimiento. Que Delgado y Ramírez sigan en el gobierno.
Pero para presidir el partido que debe refundarse para ser capaz de
respaldar al gobierno, formar cuadros, construir la cultura política,
ser correa de transmisión entre pueblo y gobierno, y garantizar que se
produzca la Cuarta Transformación y que ésta no sea sólo un sexenio de
respiro, se requiere trayectoria, coherencia, capacidad política y
lealtad a los principios.
Twitter: @HistoriaPedro
No hay comentarios.:
Publicar un comentario