Antonio Gershenson
La Jornada
Por un lado, estamos viendo que el presidente Donald Trump anunció su
rechazo al Acuerdo de París, que incluía medidas contra la
contaminación masiva del mundo y por el uso de medios más limpios de la
producción. El rechazo al acuerdo de Trump incluyó a los jefes de Estado
de Alemania, Francia e Italia desde las primeras horas. El rechazo se
multiplicó, llegó a la autoridad de la Organización de Naciones Unidas y
por todo el orbe.
El 23 de enero de este año, en su primer día de trabajo en la Casa
Blanca, Trump enterró el TPP (iniciales en inglés de Acuerdo
Transpacífico de Cooperación Económica) mediante una orden ejecutiva. El
nuevo presidente estadunidense retiró al país del acuerdo firmado en
febrero de 2016 por 12 países que representan cerca de 40 por ciento de
la economía mundial.
Recordamos que poco después de esta y otras medidas se había dado una
enorme reunión en Pekín, China, en varios sentidos opuesta a estas
medidas de Trump.
El plan presentado por el presidente chino durante varias visitas al
exterior realizadas desde 2013 incluye, entre otras rutas, la Franja
Económica que se expande por vía terrestre desde China hasta Europa a
través de Asia Central y Rusia; y la Ruta Marítima a través del estrecho
de Malaca a India, Oriente Medio y África Oriental. Son en total cuatro
corredores, tres terrestres y uno marítimo.
Carreteras, trenes y barcos comunicarían puertos y ciudades chinas
con unos 60 países de Asia, África y Europa, y uniría regiones que
poseen más de 70 por ciento de las reservas de petróleo y gas del mundo,
en las que viven 70 por ciento de la población mundial, y se genera 55
por ciento del producto interno bruto (PIB) de todo el planeta.
Cuando el mandatario chino resumía esto en la mencionada reunión de
Pekín, lo escuchaban el presidente ruso, Vladimir Putin; el turco, Recep
Erdogan, el argentino, Mauricio Macri; la chilena, Michelle Bachelet, y
otros, sumando 29 mandatarios. Otras naciones estuvieron representadas
en el nivel de ministros hasta llegar a casi cien delegaciones
extranjeras. También estuvieron los principales dirigentes de las
Naciones Unidas, del Banco Mundial y del Banco Asiático.
China planeó inversiones de cientos de miles de millones de dólares a
largo plazo con asistencia financiera de bancos chinos, del Estado
chino y del Banco Asiático de Inversión en Infraestructuras, una
institución multilateral impulsada por Pekín. Xi Jinping puso números a
las inversiones iniciales para este enorme proyecto: el gobierno
aportará 14 mil 500 millones de dólares y los bancos oficiales chinos 55
mil millones de dólares.
La iniciativa china de Franja y Ruta contempla el desarrollo
de vías de transporte fluvial, ferroviario, carretero y aéreo. De todos
estos modos de transporte, el ferrocarril dio un salto histórico en el
país en la última década. Una de las muestras de este desarrollo son los
trenes de ancho de vía estándar (la medida entre rieles más difundida
en Europa y en expansión) no solamente en territorio chino, sino también
en países de África, como Etiopía y Kenia. Esta línea se integrará en
una marítima.
Como alternativa al tradicional transporte marítimo en desarrollo
entre puertos de China y de Europa, el gobierno de Pekín actualmente
opera una veintena de trenes de carga directos a ciudades como Madrid,
Londres, Varsovia y Rotterdam. En enero pasado un tren de carga unió de
forma directa al puerto de Yiwu, en la costa del Pacífico de China, con
el puerto londinense de Stanford, en el estuario del Támesis. A
principios de abril se hizo el viaje de regreso. La ruta de 12 mil
kilómetros fue cubierta por el ferrocarril en 18 días, casi la mitad del
tiempo que demandaría unir ambos extremos por barco, y a un costo de
transporte mucho más bajo. Atraviesa el túnel bajo el Canal de la
Mancha, Francia, Bélgica, Alemania, Polonia, Bielorrusia, Rusia y
Kazajistán, antes de entrar a China. Teníamos derecho a que se nos
hubiera informado oficialmente cuando ocurría, ¿no?
China también se comprometió a ayudar económicamente a Pakistán (180
millones de habitantes) en el desarrollo de su puerto de Gwadar, en el
mar Arábigo. Se trata de un proyecto de 55 mil millones de dólares que
incluye ampliar la carretera de Karakorum, que une a China y Pakistán, y
que permitirá una nueva salida al mar para los productos chinos.
También se prevén obras de gran magnitud en el puerto de Colombo,
capital de Sri Lanka (antes Ceilán), considerado uno de los prioritarios
en el plan de expansión.
China también está en la obra del primer tren de alta velocidad de
Indonesia (260 millones de habitantes) con el que va a unir Yakarta, la
capital del archipiélago, con Bandung, uno de los principales centros
económicos de Java. Otro objetivo estratégico es la red ferroviaria
Panasiática que unirá a Kunming (sur de China) con Vientián, capital de
Laos, y con la red de ferrocarriles de Birmania. La meta es también de
unir las redes del sudeste asiático, como Tailandia, Camboya y Vietnam.
Estos son ejemplos recientes del desarrollo asiático, y del papel de
China, tan atacada por Trump. En artículos anteriores hemos informado
por actos similares previos. ¿Cuál de las dos partes es la constructiva,
y cuál la destructiva? Esto debe tomarse en cuenta para decidir por
dónde debería desarrollarse nuestro comercio exterior.
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