(apro).- Fue un cochinero, pero los
priistas están orgullosos del resultado. El presidente nacional del
partido, Enrique Ochoa Reza, argumenta que su candidato, Alfredo del
Mazo, ganó en una contienda democrática el pasado 4 de junio en el
Estado de México, pero, sobre todo, asegura que se logró detener el
populismo del líder nacional de Morena, Andrés Manuel López Obrador.
Así califica y resume el dirigente del PRI la elección
mexiquense: como una victoria limpia y un triunfo irrefutable en su
cruzada contra López Obrador y su partido. Y lo luce como el modelo a
seguir para la elección presidencial de 2018.
Ochoa Reza se muestra sonriente luciendo la pírrica victoria
del primo del presidente Enrique Peña Nieto, con tres puntos arriba de
la morenista Delfina Gómez, aunque el Revolucionario Institucional haya
perdido un millón de votos respecto a la elección de 2011, así como
todos los distritos de municipios que históricamente eran suyos.
Seguramente se siente feliz porque continuará en la
presidencia del PRI, y ahora maneja las cifras favorables del Instituto
Electoral del Estado de México hacia Del Mazo como una señal de que hizo
bien su trabajo.
¿De qué trabajo está orgulloso el PRI? ¿De haber hecho
fraude con miles de millones de pesos de programas sociales usados como
prebendas de gobierno? ¿De la compra de votos? ¿De controlar al árbitro
electoral con carretadas de dinero? ¿De manipular el conteo de votos?
¿De intimidar a representantes de casillas? ¿De comprar complicidades?
A pesar de todo el dinero invertido, de las movilizaciones y
compra de votos, de la manipulación de los resultados, el PRI apenas
arañó una presunta victoria que no le alcanzará para llegar con aliento
al 2018.
Más que una bocanada de aire freso, el tricolor recibe el
triunfo de Del Mazo como un enfermo terminal con respiración artificial,
pues no se trata del aire limpio que da una victoria legal ni legítima,
sino del oxígeno producido para quien está en declive.
Esta elección sucia y cuestionada del Estado de México
remarca precisamente esta historia de corrupción e impunidad que trae
consigo el PRI en diversos estados y en el gobierno federal manchado por
los escándalos de desvío de recursos, negocios oscuros y sobre todos
actos de corrupción.
El PRI con Ochoa Reza al frente llegará a los comicios del
próximo año arrastrando esta historia que ha generado la acumulación del
enojo social y que lo ha llevado a perder en las últimas elecciones los
estados de Durango, Quintana Roo, Veracruz, Tamaulipas, Chihuahua,
Michoacán y Nayarit.
Una victoria como la del Estado de México no abona nada en
la tarea de convencer a una sociedad harta de la corrupción, el fraude,
la mentira, la manipulación y el robo con el que se identifica al actual
gobierno.
Es por eso que el festejo de Del mazo, el domingo 4, fue
completamente desangelado, frío y sin una militancia convencida, sino
más bien una celebración de trámite. Es por eso que el supuesto triunfo
en el Estado de México es respiración artificial, más que un nuevo
aliento de fuerza para el PRI rumbo al 2018.
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