La encabezó, por sorteo, la Campaña Nacional por el Aborto
La imagen es contundente: más de doce cuadras de organizaciones
sociales, sindicales, políticas, artísticas, estudiantiles y etcéteras y
etcéteras marchando detrás de la Campaña Nacional por el Aborto Legal.
Este 3 de junio el movimiento social Ni Una Menos dejó en claro que el
feminismo argentino tiene una historia y un reclamo concreto hacia el
Estado.
Es cierto que ese reclamo no se reduce a la sanción de una ley para
terminar con el asqueroso negocio del aborto clandestino, pero es el que
representa -mejor que ningún otro -el carácter biopolítico de este
movimiento que desacomoda a todo el pensamiento de los aparatos
sistémicos: la exigencia de respeto a los cuerpos de las mujeres.
Sin duda, la discriminalización del aborto no es una bandera que
levantarían con igual convicción todas y cada una de las miles de
mujeres que hoy colmaron las calles porteñas, pero por eso mismo es
contundente la postal que representó la columna central de la marcha de
hoy.
Esos cuerpos así acomodados nos hablaron de cómo se organizó este
movimiento y es esa historia, la de su origen, la que nos narró Ni Una
Menos con esta tercera movilización.
Hoy esa historia quedó escrita con los pies y en la calle.
DES-UBICADA
El lema de esta marcha era claro: “El Estado es responsable”. Ni Una
Menos nos proponía así analizar a los femicidios/feminicidios no ya como
una conducta personal, una tragedia biográfica o el caso por caso.
Apuntaba directamente a la ausencia de respuestas a los reclamos
explicitados en marchas y paros y a lo que esa falta representa, pero
también al rol que en la máquina de violencia contra las mujeres cumple
la justicia, los funcionarios del Poder Ejecutivo y los integrantes del
Congreso Nacional, esos que sin pudor apuran la sanción de leyes
urgentes días antes de cada marcha.
A las 15 horas, la convocatoria era en la esquina de Tribunales. Fue
impulsada por el grupo de periodistas al que generalmente se atribuye el
origen de la primera marcha y la propuesta de incluir esta cita era
señalar la responsabilidad de los tres poderes.
En el lugar y a esa hora, lo que se vio fue muy pocas personas
auto-convocadas y unas 300 que formaron parte de la puesta del Frente
Renovador, con globos negros, carteles de diseño y varios referentes
electorales del espacio político que lidera Sergio Massa.
A esa misma hora, el movimiento MuMaLá había elegido la puerta del
Consejo de la Mujer para denunciar la responsabilidad específica de ese
organismo en relación a esta gran consigna que proclamaba “El Estado es
responsable”.
En ese mismo momento, la titular del Consejo, Fabiana Túnez, estaba
participando de la protesta en Tribunales. Es imposible imaginar al ex
secretario de Cultura, Darío Lopérfido, participando de un acto del 24
de marzo o al ministro Claudio Avruj en la marcha contra el 2 x 1, pero
hoy no es imposible que esté allí la máxima funcionaria estatal
responsable de dar respuestas al reclamo de esta marcha. La mayoría no
la reconocen y las que la reconocen, la saludan.
La postal es perturbadora. Desubica, por desubicada.
UBICÁNDO-NOS
A pocas cuadras, por la Avenida 9 de Julio hay una marea de mujeres que,
de a dos, de a tres o de a seis caminan hacia Plaza de Mayo. De a
gotas, suman esa oleaje que desborda a cualquier intento de ponerle
etiquetas a lo que el feminismo representa hoy para estas mujeres.
Hay muy jóvenes con las caras pintadas con brillantina. Hay muy
veteranas con cartulinas empuñadas como espadas. Hay familias que llevan
en el cuello el retrato de sus hijas, como la de Yenilda Patiño, 17
años, desaparecida en Florencia Varela hace siete meses.
Hay hermanas, como la de Carolina Saracho, que fue prendida fuego por su
pareja, en Salta. Hay adolescentes de 17 años, como Natalia, Julieta y
Catalina, que asisten al mismo colegio al que fue Lola Chomalez,
asesinada en Uruguay en 2014. “No marchamos solo por ella, sino por
todas, para que no le pase esto a ninguna nunca más”.
Hay banderas que reclaman “Libertad para Higui”. Hay gritos ancestrales
en la cuerda de tambores de La Chilinga. Hay aplausos para los parches
que marcan el ritmo de la versión feminista de Despacito, que crearon
las mujeres de ATE.
Hay un sinfín de emociones, dolores, cicatrices y silencios rotos en
esos cuerpos que desfilan sin dueños por las calles y que van
conformando de grupos, de a pequeños montones, un desfile de problemas
sociales que claman que sean vistos, escuchados, resueltos.
Así recorrer la marcha y hablar con las mujeres que le dan forma
representa comprobar cómo en la calle, cada 3 de junio, los números se
vuelven cuerpos y las estadísticas, miradas que dan cuenta que son miles
las que marchan por lo que sufrieron, por lo que sufrió una amiga o
familiar o para conjurar un terrible miedo: es un forma concreta de
clamar que nunca les pase. Todo este dolor se transforma en esa
multiplicidad de exigencias y esos múltiples reclamos de respeto a los
derechos y libertades de sus cuerpos.
DE NEGRO A VERDE, SE UBICA
A las cinco, la columna central se pone en marcha y es ahí donde lo que se ve desfilar es otra historia.
En un año electoral, el movimiento que atraviesa a todos los aparatos
políticos sociales desplegó así su mensaje. Ingresó a Plaza de Mayo al
grito de “Aborto legal en el hospital” y descolocó así todas las
versiones escritas por otros para enunciar la propia: la marea que hasta
hace menos de un año era negra y de luto, esta vez es verde y
desafiante, como los pañuelos de la Campaña. ¿Cómo fue posible?
Por sorteo: las organizaciones sortean su lugar en la marcha, pero la
novedad es que en esta ocasión todas tuvieron que participar del
sistema.
Así, la cabecera ya no mostró una selección de referentes de
las diferentes organizaciones que organizaron esta marcha, sino un
desfile continuado de todas las que participaban.
La Campaña Nacional por el Aborto legal quedó al frente y así quedó a la
vista la mejor síntesis de la historia del feminismo argentino. Es un
espacio que resume como ningún otro que eso que vimos emerger en los
últimos tres años se tejió en décadas y con mucho esfuerzo y trabajo
cotidiano en los barrios, en las organizaciones sociales, en los
partidos y en los sindicatos.
Pinta también que a esa enorme diversidad que siempre se nombra en
singular no puede representarla nadie., pero puede resumirla un reclamo
que, aunque a los ajenos les parezca que no tiene consenso, al interior
de esa marea no le resulta ni extraño ni lejano.
Hay que repetirlo: no se trata de un punto de unión absoluto, sino de un
tema debatido, conocido y que ha recorrido desde hace años a toda la
diversidad resumida en ese movimiento.
Un reclamo, por cierto, que ha
logrado cosechar así un amplio consenso.
También es un punto que demuestra que el feminismo argentino es,
fundamentalmente, un movimiento político incómodo: interpela no sólo al
poder que está arriba, sino a sí mismo y a cada uno de los espacios
donde deben dar batalla cotidiana cada una de sus mujeres.
DOS LEGADOS
Ni Una Menos somos todas las que de tantas formas –tantas, tantas,
tantas y más: hace falta resaltar hoy más que nunca- estamos exigiéndole
al sistema que deje de violentar nuestros cuerpos, nuestros derechos,
nuestros deseos, nuestras particularidades y nuestra historia.
Como bien definió una de las integrantes de la Comisión Interamericana
de Derechos Humanos (CIDH) que estuvo en el país la semana pasada:
“Argentina le dio al mundo dos banderas: Nunca Más y Ni Una Menos”. Que
ambas hayan sido paridas por mujeres no es una casualidad: es una
consecuencia de ese sutil hilván que borda con el dolor más tremendo
enormes utopías.
Porque así, desbordando lo posible, gritando lo indecible, el movimiento
de mujeres escribió su historia. Creando consignas, fechas, acciones
artísticas, presentaciones legales nacionales e internacionales, y
etcéteras y etcéteras…
Hasta cambiar el mundo en el que vivimos, siempre.
*Artículo retomado del sitio argentino lavaca.org
Imagen retomada del portal lavaca.org | Imagen: Lina Etchesuri
Por: la Redacción* Cimacnoticias | Buenos Aires, Arg .-
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